Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



viernes, 24 de diciembre de 2010

17/12/2010 – Detrás de Santa Cecilia

Hoy, sólo somos Pep y yo. Tras los reproches de la semana pasada, saco una botella de cerveza inglesa de la nevera pero al ver congelado el lavacoches de la gasolinera, la vuelvo a guardar. Espero que Pep lo sepa comprender.

Dejamos otra vez el coche debajo de La Sala. El termómetro marca -5ºC. Ponemos rumbo a Can Fumanya. Pep me da el visto bueno de los restos medievales que vimos Carles y yo la semana pasada y encontramos los restos de Can Fumanya donde los pone el mapa, al lado del corral, pero sólo quedan cuatro piedras y alguna teja. Lo habrán demolido. Localizamos el tramo del camí ral hasta El Plantiu, que pasa casi como un bancal más encima de la carretera. Esto es uno de los puntos más sutiles en la detección de caminos. Antes, cuando los campos eran cultivados, el camino habría sido evidente pero hoy, sólo se ve como una terraza algo más estrecha que las demás.

Antiguos campos de cultivo cerca de Can Fumanya

Enganchamos el camino que sube al Celler de Baladret en busca del sol. Toda esta zona respira cierto misterio, con infinidad de torrentes que se adentran en estrechos valles y antiguos campos que aprovechan las laderas orientadas al sur, ahora invadidos por el bosque. Salimos a la pista cerca de la casa del Celler de Baladret y propongo ir al camino de cresta desde La Sala que subimos la semana pasada para mirar esa colita tan marcada que marchaba hacia la izquierda.
Llegamos allí pero nuestro camino de repente es uno más de muchos caminos paralelos. ¡Nos han engañado! Son campos arados para plantar pinos. Seguimos dando la vuelta de Puigcal hasta empalmar con un camino que subimos hace años desde l’Estret. En un espolón de roca con unas vistas amplias, almorzamos.

La vista desde donde comimos. Abajo se ve el pueblo de Guardiola y la sierra de Ensija detrás con el pequeño pico del Forcat de Sant Julià de Cerdanyola hacia la izquierda.

Mastico el bocadillo en un silencio vacuno, perdido en mis pensamientos. Casi tengo el bocadillo acabado cuando de repente me siento observado. Giro la cabeza y veo que Pep me está mirando. “Eres un buen conversador”, me espeta. “Será por eso de los hombres, que no podemos hacer dos cosas al mismo tiempo”, justifico. Empezamos a notar el frío y deshacemos el camino hacia el lomo llamado Serrat del Puig. Queríamos ver si en el descenso, se ven caminos hacia las casas del Estret. Bajamos por campos arados para plantar árboles y ahora asfixiados por pinos enfermizos. Más adelante, la cuesta se convierte en una dehesa de robles pero no vemos ningún camino. Salimos a la pista.
Tengo una última propuesta. Hace bastantes años, había encontrado una estructura sospechosa en un lomo a cierta distancia de la iglesia de Santa Cecilia de Riutort. Ahora lo tenemos a un tiro de piedra y propongo ir allí para ver si realmente es medieval. Después de inspeccionarla, Pep dictamina: “¡Es buena!”. Casi me felicita. Pero nos llaman la atención unas acumulaciones sospechosas de piedras un poco más abajo y que no había visto cuando vine solo. Bajamos y resulta que es un grupo de casas, ahora poco más que huecos cuadrados en la tierra con restos de muros. Pep está eufórico. Ningún historiador local ha hablado de este vilar y seguramente su existencia es desconocida para la ciencia.

Algunos de los restos del poblado medieval

Después de tomar las fotos de rigor, reemprendemos la marcha y surge una conversación sobre lo difícil que es convencer a los políticos locales a prestar un poco más de atención a su patrimonio histórico, a pesar de sus gestiones en calidad de Presidente de la Sociedad de Arqueología. Estamos en tierra de margas, una roca blanda de color gris claro, surcada por barrancos profundos.

Un pino escuálido malvive sobre la marga cerca de La Sala

Ganamos una cresta y buscamos la forma de volver a La Sala. Seguimos un camino de animales que desemboca en un collado, frente a dos toros que nos miran con escaso interés. “Compañeros reproductores, venimos en son de paz”, digo, y nos dejan pasar. Bajamos por otro camino que nos lleva al torrente debajo de La Sala y de allí al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,25 km; 550 metros de desnivel acumulado.


sábado, 18 de diciembre de 2010

10/12/2010 – Celler de Baladret

Volvemos a la carretera de La Pobla y aparcamos debajo de la casa llamada La Sala, que actualmente funciona como casa de colonias en el verano. Hace frío.

Pep quería verificar primero el trazado del antiguo ‘camí ral’, que pasaba un poco más elevado que la carretera actual. Nada más entrar en la pista que va a la casa, se ve el camino que marcha hacia la izquierda. Lo seguimos hasta ver cómo baja para empalmar con la carretera moderna.
Subimos a la casa, ahora cerrada en un silencio glacial. Tomamos el camino marcado que sube la cresta detrás de la casa (también indicado en la Minuta). A 1.030 metros, el camino se pierde en unos campos pero justo antes, vemos un camino claro que marcha hacia la izquierda y que guardamos para otro día.
Seguimos subiendo ya sin camino y como estamos cerca del Coll de Puigcal, propongo mirar esa colita tan prometedora que dejamos el 19 de noviembre. La propuesta es aprobada; subimos al collado y entramos en el camino … que se muere al cabo de 150 metros.
Volvemos a la pista y buscamos un Plan B. Propongo seguir la pista hasta el Coll de Cerqueda para tomar vistas, que es aceptado sin mucho entusiasmo pero Pep me perdona cuando se abre la vista para mostrar el espectáculo geológico que ha creado el Estret.

 Aquí se ve claramente la enorme placa inclinada que va desde el Estret abajo hasta la Collada Gran encima de Paller de Dalt. La torre de vigilancia de Gavarrós está en la punta del triángulo más próximo.

Con el máximo de zoom que permite mi cámara, aquí se ve lo que queda de la torre

Antes de llegar al Coll de Cerqueda, tomamos un atajo de cazadores que lleva a un collado en la cresta detrás de Puig Castellar y bajamos sin camino, hasta cruzar un camino que sube la cuesta en diagonal. Lo subimos y comprobamos que va a ese mismo collado y la bajada nos lleva a la pista antigua del 19 de noviembre, muy cerca de la casa medieval. ¿Estarán relacionados?

Pep y Carles se disponen a escalar

Seguimos la pista hasta el Coll de Puigcal y luego deshacemos la primera subida pero ahora nos inclinamos más hacia la izquierda para ir a una casa llamada Celler de Baladret, localizada en salidas de hace unos años y que se encuentra a pie de pista. Allí almorzamos con un buen sol. Pep me recrimina no haber traído cerveza.
Pep se tiene que marchar y nos quedamos Carles y yo. Buscamos el último camino de la Minuta que nos queda en esta zona, que baja una cresta al este del Clot de Can Fumanya. Lo encontramos. Todos los mapas ponen la casa de Can Fumanya en el fondo del valle, en un lugar oscuro y húmedo. Allí hay un corral de madera para guardar las vacas pero hasta ahora no he visto ninguna casa. Pero no me entretengo a buscarla, se está haciendo tarde. Buscamos el tramo del ‘camí ral’ que nos llevará al coche, parando para investigar unas ruinas, probablemente medievales, en un llano encima del camino.

Restos medievales cerca de Can Fumanya

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,0 km; 700 metros de desnivel acumulado.

6/12/2010 – Caminos de Bagà hacia Brocà

Hoy es festivo en España (Día de la Constitución) y he quedado con Josep Mª. Las temperaturas han subido; los vientos han girado al sur pero también traen cielo tapado y llovizna. Al ser un día feo, quería aprovecharlo para buscar unos caminos que, en un día bonito, consideramos demasiado sencillos para dedicarle un día. Me refiero a las comunicaciones entre Bagà y el antiguo municipio de Brocà (ahora parte de Guardiola), con su iglesia, unas casas diseminadas y prácticamente abandonado.

Dejo el coche en el aparcamiento de una fábrica textil a pie de la carretera que va al Túnel de Cadí. Esta fábrica tuvo que cerrar hace algo de un año o dos. Después han cerrado otras empresas emblemáticas del Berguedà.

Una visión invernal del valle del Llobregat

El primer camino que buscamos es el ‘camí ral’ que iba de Bagà a La Pobla de Lillet, pasando por Brocà. Es fácil de encontrar porque está señalizado como parte de la Xarxa Lenta (ver Glosario). Aquí, aún quedan restos de la nevada de la semana pasada y donde no hay nieve, hay fango. El camino busca una cresta hacia el noreste y cuando llegamos arriba, oímos disparos procedentes de la zona entre Brocà y Cal Companyó. Están cazando jabalís y me han cerrado una de las zonas donde quería ir. Dejo el camino y marcho hacia el norte, cruzando campos, hacia la casa de Clarà. El cielo se pone muy feo y empieza a lloviznar. Además, hay barro. Tiro la toalla y vuelvo a bajar hacia el coche. Deja de llover.

Josep Mª compra amistades con trozos de bocadillo

En la bajada, vemos dos corzos que se alejan de la zona de caza. Desde luego, la solidaridad con los jabalís brilla por su ausencia. Bajamos por otro camino que vi en la subida que nos deja en el ‘camí ral’, señalizado y hasta acondicionado con bancos, que iba de Bagà a Berga, pasando por Guardiola. Volvemos al coche y busco otro camino marcado en la Minuta que marchaba más hacia el norte, que llaman el camino de San Marc. El tramo superior ya lo tenía marcado como una colita desde hacía años. También lo encontramos fácilmente, ya que está acondicionado como una ruta local por los alrededores de Bagà. Vamos subiendo hasta llegar a un llano amplio con antiguos campos. Aquí, el camino marcado baja al cementerio pero el nuestro continúa por la cresta. Empieza nuevamente a llover y el fango por la tierra blanda se hace muy pesado.


Parte de la acondicionada ruta local

Ya no quiero continuar y doy la vuelta. Deja de llover y hasta empieza a salir el sol, con arco iris incluido. Parece que lo hace a propósito. Durante todos estos contratiempos, ni una queja de Josep Mª … como no hay zarzas. Vamos con el coche hasta el Santuario de Paller y comemos en las ruinas de la cercana ermita de San Pelegrí.

Arco iris sobre Bagà

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,3 km; 240 metros de desnivel acumulado.

lunes, 6 de diciembre de 2010

3/12/2010 – Últimos caminos en La Portella

Hoy hace un frío de mil demonios y como nevó a principios de semana, juzgamos prudentes no volver a La Pobla de Lillet de momento, ya que el lunes cayeron 20 cm allí.


Propongo a Pep matar algunas colitas (ver Glosario) que dejamos esta primavera en la zona de Les Bagues en la riera de La Portella. Aquellos lectores que quieran informarse pueden consultar las salidas del 9 y 16 de abril. Pep nos está esperando en Cal Rosal pero yo estoy muy bien en la cafetería. Para retrasar un poco más la salida, pido otro café … como paga Carles. Pero llega un momento en que no puedo demorar más lo inevitable y ponemos rumbo al sur.

El domingo pasado, hubo elecciones para elegir un nuevo presidente de Cataluña. Josep Mª es una persona muy comprometida con la política y tiene una ideología muy sólida. Durante el corto viaje a Cal Rosal, ya empieza el debate. Continúa en el trayecto en coche a la casa de Gotzenes que vigila la entrada al valle de la Portella y, como había muchos tramos de pista forestal, prosigue durante 10 kilómetros de marcha, interrumpido solamente por las subidas.

Pero vayamos por puntos. En Gotzenes, el termómetro del coche de Pep marca -5ºC. Exijo el libro de reclamaciones; no hay derecho. Pep y Carles me recuerdan que el lugar lo elegí yo. Cruzamos la riera en un punto donde el agua se encajona entre piedras, llamado el Gorg del Boix y buscamos la manera de subir a la casa de Les Bagues, donde había la colita que me interesaba. De momento, la escarcha y el hielo son compañeros constantes; para tener sol, estamos en el lado equivocado del río, pero llega un momento en que ya no tengo frío … como no paramos de movernos. Eso sí, voy muy abrigado. La deseada colita empieza muy bien pero al llegar a la primera cresta, sólo hay una opción: subir. En algunos puntos, el camino se parece sospechosamente a un camino para bajar troncos y en otros, se parece más a un camino para personas. Salimos a una pista y vamos hacia otra colita que Pep vio cuando se tuvo que marchar antes (ver salida del 26 de marzo).


Así se ve el mundo a 5 grados bajo cero

El Gorg del Boix

El debate continúa y Josep Mª hace una exposición detallada de sistemas políticos y económicos, con la independencia de Cataluña como eje central. Con tanta abstracción ideológica, empiezo a distraerme con pensamientos míos y voy quedando atrás. En el kilómetro 9, les atrapo y justo en ese momento, oigo a Pep decir algo que me deja atónito: “En el fondo, todos buscamos la felicidad”. ¡Pues, sí señor! Quizás al lector le sorprende mi emoción pero hace 11 años, cuando conocí a Pep, si algo no se podía tocar o medir, no existía. Uno de los efectos secundarios era que no hacía bromas. Ahora sí hace bromas y quisiera pensar que el roce conmigo ha contribuido en alguna pequeña medida a esta evolución.

Bajamos la colita de Pep hasta que entre en la pista, ya cerca de la riera de Portella y miramos algunas colitas más, que se mueren en carboneras.

Salimos de las sombras en busca de un poco de sol para almorzar y luego continuamos por la pista siguiendo el valle hacia abajo. En la primavera, no habíamos podido localizar el Molino dels Porxos pero el contacto de Pep insistía en que estaba. Ahora, bajando por la pista, vemos la presa para desviar el agua y, un poco más adelante, una rueda de molino en la ribera de la riera. Sin embargo, no se ven restos de la casa.

La rueda del Molino dels Porxos


Bajamos la interminable pista hacia Gotzenes. Para hacer la ruta más llevadera, nos dedicamos a una clase de pronunciación inglesa. Cuando llegamos a la palabra “caught”, ya no puedo contener la risa. El único que la pronuncia correctamente es Pep pero él se niega a interesarse por el idioma (“¡Si quieren hablar conmigo, que aprendan catalán!” dice). Otra espina que tiene clavada Pep es la casa de la Solana que se ve a media cuesta entre la casa de Salabuc y Mascaró. En el pasado ha intentado llegar desde Salabuc pero la vegetación le cerró el paso y en aquel tiempo, no estaba Josep Mª para abrir paso por las zarzas. Ahora, desde la pista, vemos un camino que sube hacia la Solana que podría darnos la clave para acceder a esa zona. Queda reservado para una próxima salida.


Volviendo a casa

Tengo la impresión de haberme reído mucho hoy, a pesar del frío. Cuando llego a casa, me entero que una huelga sin aviso de los controladores aéreos ha provocado el caos en los aeropuertos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 15,4 km; 435 metros de desnivel acumulado.

sábado, 4 de diciembre de 2010

26/11/2010 – Puig Castellar

No es ningún secreto que a mí no me gusta el frío. Si me hubiera gustado, me habría quedado en mi país. Pero siempre hay algo más que se puede aprender sobre el frío.

Dejamos el coche en el núcleo urbano de La Pobla de Lillet, pueblo hundido en las sombras con el río Llobregat a tocar. Nada más salir del coche, siento un frío que me congela el alma. Debe hacer algo bajo cero y para ver el sol, habrá que subir.


Una visión gélida de La Pobla de Lillet, tomada a contraluz


Encima de Saus, hay otra casa, Puig Castellar. El nombre existe desde la Edad Media y está asociado a un pequeño poblado. Desde La Pobla, la Minuta (ver Glosario) indica dos caminos, uno que va directo a la casa y otro a la zona de Els Trulls. Nos encaminamos a la zona deportiva y tomamos el camino de Els Trulls, que sube por la cresta, señalizado con marcas azules. Entre el sol y la subida, la sensación de frío disminuye. Delante, se ve la antigua fábrica cementera del Clot del Moro, todavía en sombra, y en una amplia cuesta, terrazas interminables de campos con muros de piedra seca. No impresiona tanto como las terrazas de Sant Julià de Cerdanyola pero tiene el mismo aire.


La antigua fábrica cementera del Clot del Moro, hoy museo


Carles y Pep se enfrascan en una discusión sobre arqueología del paisaje, que escucho algo distraído. Seguimos subiendo y finalmente el camino desaparece en los campos de Puig Castellar. En la finca de Puig Castellar, hace unas décadas se araron los campos para plantar pinos y, con el tiempo, los surcos se han suavizado hasta parecerse muchísimo a caminos pero siempre acaban al final de los campos. Seguimos subiendo hasta salir a la pista encima de la casa que va al Coll de Cerqueda. Allí hay un bebedero y un montón de vacas, que se apartan de mala gana ante nosotros.

La casa de Puig Castellar. Como todas las casas aisladas en esta zona, utiliza el terreno para protegerse del viento del norte

Nos dividimos. Pep sube a la cresta en busca de restos medievales y Carles y yo continuamos por la pista por la umbría. No tardamos en ver un camino que marcha a la izquierda. Va llaneando paralelo a la pista, es el antiguo camino. El frío vuelve a ser notable pero finalmente, empalmamos con el camino de la Minuta que viene del Coll de Cerqueda para bajar al Puig Castellar y a La Pobla. Subimos al collado y allí nos encontramos con Pep (que no ha encontrado nada) y el sol.

El camino de la umbría hacia el Coll de Cerqueda

 
De repente, veo gotas de sangre en el pantalón. Me está sangrando la nariz, perforada por una espina en la subida al collado, y como la tengo roja del frío, no para de salir sangre. Paso el próximo medio kilómetro con un kleenex enganchado a la nariz, intentando parar la hemorragia. En la bajada al Puig Castellar, buscamos un sitio soleado para almorzar. Debilitado por la sangre perdida, como mi bocadillo en silencio.
Nos volvemos a poner en marcha. Aquí, entre las rocas y los robles, el camino se ve perfectamente pero al entrar nuevamente en los campos de Puig Castellar, se difumina. Además, como han arado, hay mil caminos paralelos y vete a saber cuál es el bueno.
Llegamos a la casa y giramos a la derecha para seguir una colita (ver Glosario) que tenemos desde hace al menos 5 años. Nos lleva hacia donde estuvimos la semana pasada, pasando zonas de cultivo antiguas perdidas en el bosque. Damos la vuelta y, nuevamente en Puig Castellar, buscamos el camino que baja a La Pobla, que encontramos, aunque muy erosionado. No ha sido uno de mis mejores días.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,9 km; 640 metros de desnivel acumulado.

sábado, 27 de noviembre de 2010

19/11/2010 – Saus

Mientras estaba haciendo recuperación, Pep había hecho unas breves incursiones en la zona encima de las casas de La Sala y El Plantiu, en la carretera que va de Guardiola a La Pobla. En el libro de las Baronies de Pinós, que resume los documentos conservados desde la Edad Media de los señores de Bagà, se menciona una serie de casas dentro de la zona que se podría llamar ampliamente Riutort, que incluye la antigua iglesia de Santa Cecilia, encima del antiguo camí ral. Hace unos años, hicimos algunas salidas por allí y había una zona en concreta, cerca del Torrente de La Sala, donde había unas estructuras muy sospechosas.

Hoy, el veranillo de San Martín es historia. Hace frío. Dejamos el coche en la carretera debajo del Plantiu. Josep Mª por fin respira a gusto pero yo sólo deseo ver el sol subir por detrás de las montañas del Catllaràs. Subimos por la pista hasta encontrar un fragmento del antiguo camino que va a la casa de Saus. Cuando hicieron la pista, se llevaron por delante la sala de estar de la casa porque sólo queda la parte de detrás.
 Pep y Josep Mª contemplan las ruinas de Saus. 


Pista naturalizada cerca de la Tuta Petita

Ponemos rumbo hacia el oeste por los campos de Saus, siguiendo caminos que a veces se encuentran y a veces se pierden. Salimos a una pista nueva en la cresta entre el Torrente de La Sala y el Torrente de Cerqueda. La seguimos y al poco rato, se acaba, continuando como una pista muy antigua, prácticamente reconvertida en camino. Encima vemos una estructura cuadrada sospechosa y otro camino que entra en la pista antigua, al lado de una pequeña gruta que se llama la Tuta Petita. Aquí nos dividimos. Pep y Carles suben cuesta arriba en busca de la Tuta Gran y Josep Mª y yo seguimos buscando caminos.
Continuamos por la pista y pronto vemos un camino que sale a la izquierda. Lo seguimos y entramos en una zona de antiguos campos con paredes de piedra gris. Ahora está poblada por robles y boj pero se respira un aire de gran antigüedad. Como ya sospechaba, el camino nos lleva a las estructuras que habíamos encontrado hace unos años, subiendo desde La Sala. Continuamos el flanqueo bajo Puig Cal pero el camino se pierde en los campos y damos la vuelta para volver a la Tuta Petita.
Otra vez en la pista antigua, nos encontramos con Pep y Carles que bajan eufóricos. Han encontrado la Tuta Gran y caminos que conectan la casa de Puig Castellar con el Coll de Cerqueda.
Continuamos por la pista, que se parece mucho a una pista que se hizo en los años 20 en Greixer hacia el Coll de Cabrera y debe datar de la misma época. De repente, Pep exclama: “Casas medievales”, y señala unos montículos de piedras debajo del camino. Carles dice: “Si no ponen un letrero, no lo veo”. Creo que hablaba en nombre de todos. Vistos más de cerca, sí se distinguen unas formas de habitáculos. Ya dentro de las casas, Pep y Carles especulan, de los nombres mencionados en Les Baronies, a cuáles deben corresponder.

Una casa medieval vista desde dentro.

Josep Mª supera todos los obstáculos

Tras hacer la inspección preceptiva, continuamos hasta el Coll de Puig Cal, donde entramos en la pista moderna. Al otro lado, continúa un camino que tendrá que esperar otra ocasión. Damos la vuelta y buscamos el sitio menos frío para comer.

Otro punto de la misma pista. La pared de piedra seca delata su antigüedad

Rastro dejado por el ciervo, que usa los pinos para rascarse las astas


Continuamos hasta Saus, intentando enlazar algunos caminos. Desde la casa, tomamos un camino muy claro que baja hacia La Pobla, que sale a un llano donde está la Cruz de Saus. Desde allí bajamos directamente hasta otro camino utilizado habitualmente por la gente de La Pobla y de allí al coche.

 
Pedraforca bajo un cielo invernal

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 15,9 km; 640 metros de desnivel acumulado.

sábado, 20 de noviembre de 2010

12/11/2010 – Otra vez en Moreta

El jueves me llama Pep para decirme que contemos con él la próxima semana. Bueno, así lo haremos. De momento, somos Carles y yo y decidimos volver a la casa de Moreta para buscar caminos entre la casa y el castillo de Palmerola.
Yo ya tenía unos cuantos caminos de la Minuta marcados en el mapa y Carles los había bajado a su GPS. Entre los dos, la cosa tendría que ir bien. Pero primero Carles me propone buscar lo que parecía una casa marcada en el mapa de la Minuta, entre la casa de Moreta y el molino. Sospechaba que íbamos a perder tiempo pero yo siempre quiero dejar participar a todos y, en contra de mi mejor juicio, accedo. Matamos algunas colitas pero no encontramos ninguna casa. O se la llevó por delante alguna pista o fue un error del topógrafo … y de paso perdemos una hora.

Volvemos a la iglesia de Moreta y nos encaminamos a las Cases. Se suponía que había unas cuantas casas en ese rincón pero, aparte de la casa que todavía está en pie, sólo encontramos indicios de una. La próxima tarea: el camino al Collet del Bosc, que finalmente encontramos. Tomamos la pista a Cal Jaume pero antes de llegar a la casa, nos desviamos para localizar el camino de Moreta a Palmerola, que encontramos.

Desembocamos en el Coll de Cal Jaume y decidimos volver a buscar el arranque del camino a Puig Miró que no pudimos encontrar hace dos semanas. Mirando desde abajo, parecía claro que el camino tenía que pasar por encima de un muro de roca detrás de la casa. Subimos a la casa y allí lo encontramos, justo donde pensábamos. Comemos.


El Castillo de Palmerola visto desde Cal Jaume, con el macizo de Montseny detrás
 
Bajamos para visitar el castillo. A Pep no le gustará la remodelación pero a nosotros no nos parece tan mal. Se ve que ahora es propiedad de la Generalitat; había sido usado como centro de formación pero ahora está cerrado y vacío.
 
El Castillo de Palmerola

Bajando el camino señalizado de Itinerànnia desde el Castillo

Desde el castillo tomamos un camino señalizado hacia Moreta que nos baja a los campos pero se pierde al subir por el otro lado del torrente, hacia el Collet de les Cases. Sin embargo, sí encontramos otro camino de gran categoría pero va en una dirección que no nos conviene y, muy a pesar nuestro, lo tenemos que dejar. Desde el collado, seguimos el camino a las Cases de Moreta y de allí a la iglesia de Moreta.
 
Les Cases de Moreta
Encontramos casi todo lo que nos propusimos encontrar, fue un día cálido y soleado, y los colores de los bosques de roble estaban en su punto, pero el relato no deja de ser insípido. Mis disculpas a mis lectores pero les pido un poco de paciencia. La semana que viene vuelve Pep.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,6 km; 450 metros de desnivel acumulado.

sábado, 13 de noviembre de 2010

5/11/2010 – Caminos entre Sant Jaume de Frontanyà y Palmerola

Hoy quería investigar los caminos que conectaban Sant Jaume de Frontanyà y Palmerola, pasando primero por el este y luego por el oeste de Puig Miró, la montaña más alta del municipio. Me proponía enlazar algunas colitas (ver Glosario) y buscar algunos de los caminos marcados en las Minutas.

Hoy somos tres: Carles, Josep María y yo. Dejamos el coche en el Collet de les Llebres, a medio camino entre Terradelles y Cal Toni. Al haber algún bache en la pista, pongo la tracción integral, – todas las precauciones son pocas, pienso – sólo para encontrar un Citroën AX de rigurosa serie en nuestro aparcamiento y que seguramente ha seguido la misma ruta.

Vista de Sant Jaume de Frontanyà

Seguimos la pista hacia el sur y al poco rato tomamos un camino que forma parte de la ruta clásica para subir al Puig Miró. En un collado, un camino se desvía hacia la izquierda, que tomamos. A partir de allí, seguimos un largo trayecto que, con pequeñas subidas y bajadas, nos lleva hasta el Bosque de Moreta apenas con interferencia por pistas. Pasada la Carena de Comafosca, empalma con el camino de la Minuta que venía desde Sant Jaume de Frontanyà. El camino ha quedado estrecho y tapado por falta de uso pero su categoría es indudable. Lástima de su escasa fotogenicidad, ya que sólo se ve bosque por todas partes.
En las zonas soleadas, vamos pasando por zonas de cultivo que debían ser artigas (ver Glosario). En una zona extensa de campos cerca del Rec de Palmeroles, salimos a la pista. Subimos hacia arriba en busca de una casa (con tantos campos, tiene que haber una casa, pensamos) pero sin éxito. Continuamos por la pista que nos lleva al Collet del Bosc, con las Cases de Moreta a la vista. Continuamos por la misma pista, dejando más campos de cultivo y más colitas. Vemos el castillo de Palmerola, extensamente remodelado en el siglo XIX, pero hoy no lo visitamos.

Castillo de Palmerola

Estamos en el punto más alejado del coche y hay que pensar en la vuelta. Comemos en los campos de la casa en ruinas de Cal Jaume. Tenemos a la vista el castillo y abajo un grupo de casas llamado Els Casons, una de las cuales todavía está habitada.
Tenía marcado un camino de la Minuta que nos llevaría desde Cal Jaume hasta la cara sur del Puig Miró y de ahí en línea recta al coche y me proponía buscarlo. De hecho, era la única opción que teníamos. Subimos en diagonal por los campos, lo que teóricamente nos haría cruzar el camino pero un afloramiento de roca tapado por el bosque nos barre el paso y el único camino que encontramos nos lleva abajo hacia Els Casons. Llegamos abajo a la pista y vemos un camino que va subiendo hacia el norte por el Torrente dels Casons. Está muy tapado pero su antigüedad no se pone en duda y lo tomamos.


Otra vista de Palmerola subiendo hacia Puig Miró, mirando hacia el sureste


Nos quedan menos de dos horas de luz. Aprieto el ritmo. Josep María empieza a quedar rezagado, peleando con las zarzas y el boj. “Be water, my friend”, empiezo a decir pero me callo ante su mirada de pocos amigos. Además, se empeña en llevar gafas de sol y no debe ver tres en un burro. El camino sale en una pista de desembosque y, al otro lado, se difumina en bancales de campos. Ésa era la finalidad del camino: llevar a la gente de las casas abajo a trabajar en los campos. Vamos subiendo como podemos, siguiendo caminitos que conectan bancales y algún camino de vacas. Teníamos que subir directamente hacia el norte pero el propio terreno nos va llevando hacia el oeste y finalmente salimos en la cresta bastante alejados del collado por el que quería bajar. Nos queda una hora de luz.



Las casas de Llobateres desde la cresta, con los últimos rayos del sol de la tarde. Detrás, las montañas del Catllaràs


Caminamos por la cresta. Josep Maria sigue peleando con el boj, con palabras poco cariñosas para los bosques del Berguedà. Bueno, él es así. Por fin, llegamos al ansiado collado y el camino de bajada se ve claramente. Vamos bajando, dejando alguna colita. Tras descender unos 100 metros de desnivel, llegamos al inicio de una pista que nos llevará directamente al coche. La pista tiene signos evidentes de haber sido repasada por una máquina hoy mismo y tengo visiones de encontrar mi coche aplastado como una cucaracha por alguna excavadora. Llegamos justo a tiempo para ver la excavadora descargar tierra a escasos centímetros de mi coche. El conductor me saluda amistosamente.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12,7 km; 475 metros de desnivel acumulado.

sábado, 6 de noviembre de 2010

29/10/2010 – Moreta

Hace tiempo que Pep no puede venir los viernes. Tiene una lesión y ese día le toca recuperación – cosas de la edad. Pero pronto volverá. La verdad es que sus excentricidades, combinadas con las mías, dan otro aire a este blog.

Hoy somos Carles y yo. He decidido volver a la Riera de Merlès pero en el tramo superior, en el antiguo municipio de Palmerola. Es una zona que tenemos en blanco en los mapas pero está llena de casas y molinos … y sus caminos. Dejamos el coche en el parking de la casa de Moreta, actualmente dedicada al turismo rural pero cuya historia se remonta a la Edad Media. Había mirado la Minuta (ver Glosario) de Palmerola y pasado algunos de los caminos a mis mapas. Ahora lo veríamos sobre el terreno.

La casa de Moreta


… y su iglesia

Desde la cercana iglesia de Sant Julià de Moreta, marchan dos caminos en direcciones opuestas. Hoy, quería ver los molinos así que giramos hacia la derecha por el antiguo camino que pasaba entre los campos. El camino entra en una pista y luego, en una curva, marcha el camino otra vez, que tiene un aire inconfundible de antiguo. Seguimos el camino, dejando colitas (ver Glosario) a derecha e izquierda, hasta llegar a las ruinas del molino.

Las ruinas del Molino de Moreta perdidas en el bosque

Vamos hasta la presa en la riera y damos la vuelta. Cruzamos la riera delante del molino y continuamos por una antigua pista hasta ver las ruinas de nuestra segunda casa, Pont de Moreta, aunque no está cerca de ningún puente. Cuando acaba la pista empieza una miríada de caminos. Buscamos uno que nos llevará al Molino de Puig. Las ruinas están al otro lado de la riera, que es lógico porque dependía de otra casa, y retrocedemos. Vemos la presa, aún en buen estado, al igual que el canal.

La presa del Molino del Puig. Al otro lado, se ve la toma del canal y el muro que lo aguantaba


Mirando río abajo. En primer plano, se ve la posible presa medieval del molino


Cruzamos la riera más arriba y salimos en la pista hormigonada que va a la Riba. Al poco rato, vemos un camino que baja a la derecha y en un largo flanqueo nos lleva al Molino del Puig. Un hedor de animal muerto nos produce un fuerte malestar y nos damos prisa para marcharnos otra vez.
Vamos a la última casa de hoy, Cal l’Escloper, ya cerca de Viladonja y comemos en una cresta soleada encima de la pista. No puedo sustraerme a cierto sentimiento de culpabilidad por escribir un blog llamado “Caminando por el Berguedà” y pasar la mitad del tiempo caminando en otras comarcas. Hoy estamos en el Ripollès, aunque tocando Sant Jaume de Frontanyà. Cualquier día, empezaré una entrada con “… Desde Cadaquès sale un camino …”.

Uno de los muchos caminos encantadores que nos tocó seguir

Desde la pista, había visto un camino que bajaba hacia el sur que tenía muy buena pinta. Ahora lo seguimos y efectivamente tiene muy buena pinta pero, al cabo de unos 300 metros, desemboca en una pista muy fea de desembosque. Damos la vuelta y decido buscar caminos que bajen hacia el Pont de Moreta. Encontramos otro camino, también con muy buena pinta, que nos lleva hacia el Molino del Puig desde el sur. Con el Molino a la vista, damos la vuelta; no queremos volver a respirar ese olor a muerte. Cruzamos la riera bajo la casa de Pont de Moreta y volvemos a la casa de Moreta, dejando más colitas. Es lo que pasa cuando entras por primera vez en una zona con tantas casas.
Otra vez en la casa, oigo el ruido de un cortacésped y decido presentarme, ya que hemos usado su parking. Tenemos una conversación muy amena y bastante larga ya que el actual Sr. Moreta es un gran aficionado a la historia de su familia y de la zona y tiene mucho que contar. Nos despedimos prometiendo volver con Pep, el verdadero experto en la materia.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,6 km; 275 metros de desnivel acumulado.

sábado, 30 de octubre de 2010

22/10/2010 – La Qüestió

Después de los paisajes grandiosos y agrestes del Cadí, es muy fácil coger algo de manía al Berguedà, que tiene un paisaje más humanizado. Pero a cada cosa hay que darle su justo valor y por eso decidí volver al Catllaràs con Josep Maria.

Dejamos el coche en Sant Jaume de Frontanyà, un pequeño pueblo con una iglesia románica enorme y donde, por suerte, los apartamentos y chalets de segunda residencia aún brillan por su ausencia. Tomamos el GR que va a buscar la columna vertebral del Catllaràs, un camino histórico que marca el punto de partida para mil lugares. Va subiendo bajo el Pla del Cingle hasta desembocar en la pista que va a Can Frontanyà, una gran masía utilizada esporádicamente para colonias.


Vista desde Cal Frontanyà hacia el sur. Se ve el edificio del Santuario dels Oms

Tenía unas colitas (ver Glosario) marcadas en mi mapa que exploramos con resultados decepcionantes. Miro atrás y veo a Josep Maria peleando con el boj. “Be water, my friend”, le digo, igual que Bruce Lee, pero no surte el efecto deseado.

Al final llegamos al Coll de la Creu Melosa, que es donde lo interesante empezaba para mí. Hace muchos años, dejé en la bajada por el hayedo un camino que marchaba a la izquierda. Este camino sale en el Alpina y va a la casa de La Qüestió, pero quería hacerlo yo. Había llegado el día.
Iniciamos el descenso con las marcas amarillas y blancas de un PR. Las hayas siempre me han parecido árboles bondadosos y un camino que pasa por un hayedo siempre tiene una atracción especial.

Bajando por el camino del hayedo

Llegamos a la colita tan deseada. El camino primero llanea. Cuando permite el bosque, vemos las grandes casas de Montclús y Santa Eugènia, y abajo las ruinas de La Qüestió.

Santa Eugènia dels Soïls

En una gran carbonera, el camino se divide y el nuestro inicia una bajada y tras salir a una artiga (ver Glosario), parece encaminarse directamente al precipicio. Recordando lo que nos pasó hace un par de semanas, me resisto a creer la evidencia y continuamos hacia un collado pero el camino desaparece. Además, el Alpina confirma que tenemos que bajar. Volvemos al salto al vacío y vemos un camino muy erosionado que bordea la pared. Lo seguimos y, al poco rato, entramos en los campos de La Qüestió.

El camino de La Qüestió pasado el grau (ver Glosario)

Las ruinas de la casa de La Qüestió

Comemos. Para la vuelta, seguimos más o menos el PR que busca la carretera de La Pobla de Lillet. Tomo nota de algunas colitas para futuras salidas y buscamos el camino antiguo que baja al pueblo en el Coll de Sant Jaume. Hacemos un descenso agradable y apacible. En el pueblo, tomamos un café en Cal Marxandó, hostal desde hace varias generaciones (César August Torras ya cantaba las excelencias del hostal cuando lo llevaría el bisabuelo del actual propietario), donde nos atiende una camarera muy simpática.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12,1 km; 555 metros de desnivel acumulado.

lunes, 25 de octubre de 2010

21/10/2010 – Bastanist (3)

Este jueves, tampoco pude ir. Quedé con Josep María para el día siguiente. Carles y Pep volvieron a Bastanist, ya por última vez este año y buscaron los caminos a Bescarán. Subieron primero por el torrente de Bescarán en un camino muy tapado. Luego el camino fue alejando del torrente haciendo curvas hasta llegar a las ruinas de la casa. De ahí siguieron un camino de flanqueo de gran belleza paisajística por las rocas que fue enlazando prados y cruzó el Serrat de Bartulló. “Un camino espectacular”, me dijo Pep nada más volver a casa para darme envidia. Desde el Serrat, el camino bajó hasta llegar al GR que va de Bastanist a Montellà, cerca de la casa de Les Valls y de allí, siguieron el GR hasta Bastanist.

La casa de Les Valls, mirando hacia Estana

14/10/2010 – Bastanist (2)

Esta semana he ido a Inglaterra. Carles y Pep volvieron a Bastanist para acabar de aclarar el camino antiguo a Estana. Al llegar al Torrent de l’Infern, el camino se separó del GR y acabaron llegando otra vez a Cal Guerra y de ahí siguieron un camino paralelo al torrente que les dejó en la pista del Coll de l’Estenedor delante del camino tan maravilloso que descubrimos el 23 de septiembre. Evidentemente, allí se produce una división de caminos: a la derecha hacia Estana y a la izquierda hacia el Cadí. Por las Bordas del Baster, subieron a Estana y luego bajaron por caminos hasta una curva en la carretera desde Montellà. Volvieron a la Borda del Ponçi y de allí a otra borda llamada Cal Tulla situada en un lomo encima de Bastanist y luego a Bastanist.

viernes, 15 de octubre de 2010

8/10/2010 – Bastanist (1)

Hoy Pep no puede venir y me toca una vez más hacer de monitor para Carles y Josep María. Pep me dio instrucciones para buscar el camino de Bastanist al Coll de l’Estenedor e inspeccionar las bordas entre Estana y Bastanist.

Dejamos el coche en el aparcamiento del santuario y ponemos rumbo al sur. El hombre del tiempo nos prometía cielo tapado como preludio a una gran borrasca que se abatiría sobre Cataluña durante los próximos días. Pero aquí hace sol y una temperatura muy agradable. Seguimos un camino que luego se junta con una pista naturalizada que entra en el valle del Riu de Bastanist. En una bifurcación, giramos a la derecha y empezamos a subir, desembocando finalmente en una zona extensa de antiguos campos dispuestos en distintos llanos, ahora conquistados totalmente por el bosque. ¿Es el Pla de la Vedella? Ninguno de los mapas que tenemos se ponen de acuerdo sobre dónde colocar los topónimos. Desde esta ‘artiga’ (ver Glosario), no hay ningún camino claro que continúa subiendo pero se puede ascender sin problemas por la cresta hasta salir en la pista del Coll de l’Estenedor donde estuvimos hace dos semanas.
Vamos bajando por la pista hacia Estana. Cuando entramos en la zona de cultivo, el paisaje se vuelve muy plácido, casi inglés.


Bajando por la pista

Anotamos Can Guerra, luego las ruinas de una barraca cuyo nombre desconocemos. Allí comemos con la Borda del Poncí a la vista al otro lado del pequeño valle. Dejamos arriba a la izquierda las dos Bordas del Baster y entroncamos con el tramo del GR que va de Estana a Bastanist. Carles había grabado en su GPS el trazado del camino antiguo de Estana a Bastanist para ver si seguía el GR o si se desviaba en algún momento del camino marcado.
Llegamos a una curva de la pista a la Borda del Poncí pero la ruta marcada en el GPS de Carles parece continuar recto. Veo un camino muy marcado que baja al torrente pero luego se difumina en los prados. Al final, vemos un camino que va de llano al otro lado del torrente y a Carles le parece que puede ser el camino que tiene en su GPS. Lo seguimos.

Nuestros lectores pueden tener la impresión que somos expertos infalibles en todo lo relacionado con los caminos y este blog, con cierta dosis de ironía inglesa, puede haber alentado esta impresión. Para que vean que no es así, sigue el relato de una equivocación.
Nuestro camino va siguiendo la cuesta encima del Torrent de les Bordes, a veces se ve bien y otras veces está prácticamente perdido por la erosión. Al cabo de poco rato, vemos Bastanist detrás de un lomo al otro lado del torrente pero está claro que nuestro camino no va hacía allí y al final, se pierde del todo. “El track me marca un descenso”, dice Carles. Me asomo por la cuesta, que baja en picado por el bosque. Muy abajo, se oye el rumor del agua. “Pues no sé cómo”, pienso. Mi intuición me dice de volver atrás pero nos retrasaríamos por lo perdido del camino y viendo un punto con menos pendiente, decido probar la bajada. No tarda en volverse más empinada y hacemos un descenso incómodo, lento y nada recomendable. Creo que mi intuición fue la mejor consejera.
Pero al final llegamos abajo y, por suerte, al otro lado veo un camino muy marcado, probablemente hecho por las vacas que bajan para beber, que nos sube al viejo camino donde vemos nuevamente las marcas del GR. A partir de allí, la cosa vuelve a ser divertida. Pasamos por la borda de Cal Baster y de allí a Bastanist. El guarda del santuario ha abierto la puerta de la iglesia; entro para presentar mis respetos a la Virgen.

Interior del santuario de Bastanist

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,4 km; 660 metros de desnivel acumulado.