Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 26 de octubre de 2011

21/10/2011 – Sant Sebastià del Sull y Llúria

Hace muchos años, Pep acompañó a Joan Tor, actual alcalde de Gisclareny, en una ruta que, desde el Barri del Roser y Cal Mateu, bajaba al río de Saldes. De bajada, siguieron un paso que no se podía llamar estrictamente un camino pero era lo que conocía Joan Tor. Sin embargo, de subida, encontraron otro camino que se veía mucho mejor y es lo que Pep marcó en nuestro mapa.
Posteriormente, Joan Tor marcó esta bajada precaria como un Sendero Local. Hace 3 años, en una salida con Carles, intentamos hacer el camino de Pep pero acabamos haciendo la ruta de Joan Tor, al no encontrar el de Pep.
Hoy, continuando con nuestro recorrido del río de Saldes, Pep quiere probar esta bajada otra vez. Han bajado significativamente las temperaturas y veo con espanto que el termómetro marca 0ºC en Guardiola y los campos están blancos de escarcha. Pep intenta tranquilizarme. Me asegura que arriba en Gisclareny, hará más calor y además estaremos siempre mirando al sur. Sin embargo, cuando aparcamos el coche en la curva de la carretera al Barri del Roser, sólo hace 1ºC y temo lo peor.

Iniciamos el descenso por una pista horrenda que ostensiblemente se abrió para la lucha contra incendios forestales pero su finalidad más obvia parece ser para construir una especie de nave debajo del Coll de Cal Mateu. En el collado arranca el camino que pasa debajo de Cal Mateu. Subimos a inspeccionar la casa. Su emplazamiento es magnífico. Sus habitantes podían despertarse cada día con una vista que abarcaba desde Pedraforca y el Cadí hasta el Catllarás pasando por Ensija, Maçaners y Vallcebre. “Hoy, tendría que ser una casa para algún artista que necesita inspirarse”, dice Pep. Francamente, creo que lo último que interesaba a los habitantes del pasado era el paisaje.

Pedraforca desde Cal Mateu

Continuamos el descenso y llegamos al punto donde la ruta de Joan Tor deja de ser un camino. Pep se desvía para ver si encuentra el camino auténtico pero no lo consigue. Seguimos las marcas verdes y blancas que giran a la izquierda y entran en una zona de campos. Tras un largo flanqueo descendente hacia el este, las marcas giran y bajan por la parte más accesible de las rocas. Está todo muy precario y nadie diría que aquí hay un camino si no fuera por unos muros que aguantan un trozo de camino al cruzar un barranco poco antes de llegar abajo. Miramos hacia arriba, intentando identificar algún paso más claro pero no lo vemos.

El muro que se ve abajo a la derecha es prácticamente la única prueba de que aquí hubo algo más que un camino de cabras

 Otro paso del 'camí ral', sólo apto para pasar a pie

 Pep busca infructuosamente información en mis mapas

Cuando llegamos abajo, cerca del río, vemos un poste indicador del flamante Xarxa Lenta y uno de los dedos señala en la dirección de donde acabamos de venir, con la leyenda “Camí ral de Maçaners a Gisclareny”. Nos miramos el uno al otro estupefactos. “Si lo que hemos bajado es un camí ral, yo soy Blanca Nieves”, pienso. Pero convencidos del todo no debían estar porque no se atrevieron a pintar las marcas amarillas de la Xarxa Lenta en las rocas.


El poste del asombro

Entramos en zonas de cultivo engullidas por el bosque. El frío de la mañana se ha convertido en una temperatura confortable. Al final, Pep tenía razón. Llegamos a los restos del pequeño monasterio de Sant Sebastià del Sull. Fue excavado en los años 60. Seguramente, en su día, la noticia de la excavación causó sensación en círculos académicos pero luego se abandonó a la intemperie, sin consolidar ni proteger. El resultado es que poco a poco van cayendo las piedras al suelo. Pep no puede reprimir su indignación; es una historia que se está repitiendo en toda la comarca. Desde su punto de vista, si no hay dinero para consolidar esas ruinas para que no sigan deteriorándose, lo mejor sería volver a enterrarlas en espera de mejores tiempos. Ya veo el titular sensacionalista de la prensa local: “Sociedad de arqueología quiere sepultar la historia comarcal”.

Pep se desahoga con Carles en Sant Sebastià del Sull

El río de Saldes cerca de Cal Ferrer

Continuamos al Molí de Baix y al Molí de Cal Ferrer, anotando balsa, canal y presa en cada caso. Entramos en el Estrecho de Llúria, el camino principal para ir de Gisclareny a Saldes. Tras pasar la estrecha abertura del Torrent de Llúria, el camino gana altura, bordeando un valle amplio en forma de olla que es una especie de Shangri-La, desconocido para el senderismo, pero que tenía varias casas y unos cuantos caminos que un día habrá que repasar, incluyendo la que probablemente era la casa más importante del valle, Cal Mosso. Esa casa Cesar August Torras la pudo ver mientras bajaba desde el Coll de Llúria rumbo a Saldes pero hoy queda oculta por el bosque.

 L'Estret de Llúria

El camino a Coll d'Erola

Tras un recorrido amable, el camino de repente sube 150 metros de golpe en interminables eses hasta llegar al Coll d’Erola. Allí, seguimos una colita (ver Glosario) mía que pensaba que nos llevaría a Cal Mosso pero se muere en unas carboneras. Subimos la cuesta cómo podemos hasta el camino de flanqueo que va del Coll de Llúria al Col de les Salines. En ese camino, almorzamos. He traído mi última botella de cerveza, la Poacher’s Choice de fama más que merecida. Es una cerveza que realmente no debería compartirse entre tres y estamos tentados a enviar a Carles a buscar caminos mientras la saboreamos pero, en el fondo, somos buena gente y la compartimos con él. Pep vuelve a ensalzar sus excelencias. “Ya puedes felicitarles de mi parte cuando vayas a Inglaterra”, me dice.

Ponemos rumbo al Coll de Lluría y desde allí, empalmamos con la ruta de El Pinar que va bordeando el límite sur del valle de Gisclareny, con grandes vistas hacia el sur. Muestro a Pep una colita que tengo desde hace bastantes años en el Vall Pregona. Difícilmente podría tener salida abajo pero allí está el camino y un día habrá que seguirlo. De hecho, tenemos unas cuantas colitas en esa zona.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,1 km; 600 metros de desnivel acumulado.

miércoles, 19 de octubre de 2011

7/10/2011 – Regreso a Ca l’Estevenó

Pep todavía tiene cosas por mirar en la zona del río de Saldes y no queda más remedio que volver una vez más. Aparcamos el coche en la pista de Hostalet, un poco más cerca de la Roca de Griera, y caminamos hacia el ramal de pista que baja al río. Bajando por aquella pista, anotamos restos de camino que sería la continuación del camino que seguimos desde Sant Julià de Freixens el 9 de septiembre.

Llegamos al río, que hay que vadear. Suerte de la sequía, porque el agua baja muy escasa, dejando muchas piedras para pisar. Aún así, Pep no se fía. “Cógele los mapas”, dice a Carles. “No vayan a caer al agua con él”. Asumo mi fama de torpe y entrego los mapas pero logro cruzar sin incidentes destacables.

¿Quién dijo que iba a caer al agua? Vadeo el río con paso seguro y firme

Subimos la cresta al otro lado, primero sin camino y luego recuperando el camino antiguo que hemos ido viendo en la bajada. Entroncamos con el camino principal que cruza el río debajo de la casa de Castellot y giramos a la izquierda.

El camino de Camp de Cep a la derecha con el río abajo, a la izquierda

Yo conocía ese camino porque me lo había explicado Pep muchas veces pero era la primera vez que lo hacía físicamente. Está claro que es un camino importante que va subiendo por encima del río hasta entrar en los campos de Camp del Cep.

Vista hacia el Llobregat con Sobrepuny al fondo de todo

Nos desviamos por un camino forestal a la derecha que finalmente se muere en un collado debajo del camino de flanqueo de recuerdo infame que hicimos la semana pasada. Para ir hacia el oeste, lo más rápido es volver a buscar ese camino. No aburriré al lector describiendo nuevamente las tribulaciones sufridas en el recorrido de ese camino. Sí que diré que lo aprovechamos para hacer un pequeño examen a Carles, colocándole a la cabeza para ver si ha aprendido algo en esos 5 años. Hay que decir que lo hizo bastante bien, exceptuando un pequeño error en una pedrera de piedras sueltas (‘tartera’ en catalán). Llegamos a donde dimos la vuelta la semana pasada y continuamos por un camino claro hasta llegar a Cal Noguera. Pasamos por Ca l’Estevenó y, en los campos antes de llegar a la Portelleta, buscamos infructuosamente una casa llamada Cal Albert, que sale en los mapas antiguos.

 Pep y Carles hablan de estrategia

El camino hacia Vilella, encima de Ca l'Estevenó

Volvemos a Ca l’Estevenó y bajamos por el camino marcado como sendero local (el itinerario R de esta primavera). Todavía está pavimentado y está flanqueado por ambos lados por altos muros para proteger lo que seguramente eran huertos. Ahora se ve todo muy abandonado pero cuando todo esto estaba habitado y los campos estaban cuidados, sin duda era un camino que impresionaba.

Cal Noguera

El camino no nos lleva a Cal Noguera sino al collado debajo de la casa para luego bajar a Camp del Cep. Esos muros tan altos y el hecho de que no pase por Cal Noguera me hacen pensar que son segmentos de un gran camino que bajaría desde Gisclareny a Vilella, luego a la Portalleta, Cal l’Estevenó, Camp del Cep, El Castellot, uniéndose con el camí ral del Collet a Saldes, desde donde podría empalmar en el Llobregat con el camí ral de Berga a Bagà.

Pedraforca se asoma detrás de una cresta en Camp del Cep

Evitando los campos, el camino baja por una cresta de encinas, hasta situarse en la fuente de la casa de Camp del Cep. Bordeamos la casa y deshacemos el camino hecho esta mañana.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,8 km; 660 metros de desnivel acumulado.

lunes, 10 de octubre de 2011

30/9/2011 – Más allá de Les Llenes

Proseguimos nuestra investigación de las riberas del río de Saldes. Esta vez quería mirar la zona de los Emprius de Sant Climenç. Aparcamos el coche cerca de la casa de El Vilar, en Guardiola. Pep luce un nuevo gorro que le da un fuerte parecido al padre de Indiana Jones. De momento, la temperatura es agradable pero hará calor otra vez.


Pasamos la casa y entramos en el camino que va paralelo al Eix del Llobregat. Hace unos cuantos años, este camino se convirtió en parte de un sendero local de Guardiola y en aquel tiempo, no se les ocurrió otra cosa a los políticos locales – que no caminan – que encargar el arreglo del camino al conductor de una mini-excavadora de oruga, quien lo convirtió a todos los efectos en una mini-pista. Uno de los precios que hubo que pagar fue la destrucción de un ‘grau’, que fue picado sin piedad hasta que se pudo pasar la maquinita. Desde entonces, creo y espero que la mentalidad ha cambiado y se actúa con más respeto en la restauración de caminos y, también hay que decirlo, el tiempo que lo cura todo ha suavizado el impacto inicial.

En el camino hacia Les Llenes

Pasamos el Coll de Llenes con su cercano poblado medieval perdido en el bosque. La ruta señalizada baja una pista hasta el río pero nosotros tomamos un camino horizontal que ya conocíamos. A veces bastante despejado, a veces horriblemente tapado, vamos progresando hacía el oeste, anotando carboneras, hasta pasar un último collado y bajar hacia un torrente donde la vegetación impide ver la continuación del camino.
Pep quería buscar un camino que encontró hace muchos años que sube hacia el norte hasta entrar en el final de la pista que baja desde el Cap del Tossal. E hizo lo mismo que hizo hace 20 años, buscar la cresta y subir. Hacemos una subida que no por breve menos incómoda, hasta llegar a un collado donde encontramos el camino. Pep lo sigue hacia abajo y ve que entra en el torrente pero no lo supimos ver.

Pedraforca con el pequeño pueblo de Maçaners abajo

Continuamos hacia arriba, ahora por un camino amable hasta entrar en la pista. Vamos zigzagueando hacia arriba hasta parar para almorzar, con las antenas del Cap del Tossal a la vista, casi al tocar de la mano. Detrás nuestro, parece que los cazadores han limpiado un camino.

Después de comer, Carles se va por la pista, tiene que estar en el hotel a las 4. Nosotros vamos por el camino limpiado. Los cazadores lo limpiaron hasta la próxima cresta, donde tenían su parada o lugar de emboscada. A partir de allí, el camino continúa pero tapado. Avanzamos penosamente, pegando zarzas con los bastones, apartando el boj o incluso empujándolo con el peso de nuestros cuerpos para hacerlo ceder, arrastrándonos bajo ramas, cruzando cuestas expuestas e incluso, durante unos 10 metros, bordeando precipicios, hasta salir en unos campos. Al otro lado de los campos, arranca otro camino pero no podemos alejarnos más del coche. Damos la vuelta y repetimos la odisea. Mis brazos vuelven a estar marcados por múltiples rascadas y miro con envidia los brazos inmaculados de Pep. Él me dice que no sé moverme por la vegetación; será por eso.

Llegamos otra vez a la pista pero la cercanía de las antenas era un espejismo. Caminamos por interminables curvas durante media hora o más, subiendo otros 200 metros de desnivel, hasta llegar arriba.

Las antenas engañosamente cerca. Aún faltaba media hora de camino.

Luego iniciamos un descenso igualmente interminable, pero con vistas magníficas del valle del Llobregat, hasta llegar al coche.

Vista del valle del Lobregat desde el Cap del Tossal

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,7 km; 740 metros de desnivel acumulado.

25/9/2011 – Falgars

Este domingo había quedado con Josep Mª. A mi mujer su ginecóloga le ha recomendado caminar por lo de los huesos así que nos acompañará, lo que me supone buscar una ruta despejada, con caminos limpios, sin zarzas y sin ir campo através.


Al final opto por el GR de La Pobla de Lillet a Falgars y para volver, pasar por la Cova de la Troballa (una cueva donde supuestamente se encontró la virgen que ahora está en el santuario). Había ido a la Cova hace muchos años y sabía que existía un camino desde allí a La Pobla pero nunca lo había hecho.

En La Pobla es la Festa del Bolet (Fiesta de la Seta) pero este otoño no hay setas: hace mucho calor y no llueve, y el público de momento anda más bien escaso. Pasamos puestos de artesanía, mieles y otros productos del campo y también alguno con las escasas setas que se han encontrado. Cruzamos el río y seguimos las marcas rojas y blancas hacia Falgars. Iniciamos la subida por caminos y pistas, cruzando la zona cultivada. Encima de la casa de El Tinar, ya veo el camino de vuelta desde la Cova, ahora convertido en flamante PR. Bueno, un problema menos.

Entramos en la cresta que nos llevará a Falgars por el Primer Grau y se inicia una subida agradable, a veces por bosque, a veces despejada, a veces mirando al sur, a veces mirando al norte, con bastantes tramos con el empedrado todavía conservado.

El primer grau

Llegamos al santuario, ahora convertido en un hostal rural con bastante gracia y simpatía. Se ve gente en los alrededores y, desde que estuve aquí la última vez, se ha adecentado bastante el entorno, que antes siempre tenía un aire algo dejado.

Vista hacia el oeste desde el mirador al lado del santuario: Pedraforca, el Cadí, el valle del Bastareny y el valle del Llobregat desde Guardiola

La hospedería de Falgars

En el bar del santuario, tomamos un café, lo que lleva a la tertulia obligada. En el mostrador, ofrecen una cidra de Normandía hecha con manzanas ecológicas por el módico precio de 7,50 euros la botella. Para mi mujer, la palabra “ecológica” es como un imán y la tiene que comprar. Por el mismo precio, tienes un buen Enate, pienso, así que tendrá que saber a gloria.
Con la cidra ecológica en la mochila, iniciamos el descenso. El camino zigzaguea hacia abajo con fuerte pendiente por el bosque de hayas hasta salir a la cueva, una estructura curiosa, muy fresca en verano pero gélida en invierno, ya que está en la cara norte.

La Cova de Falgars

De ahí, seguimos las marcas amarillas y blancas hacia el este, por pistas y caminos, algunos bastante atractivos, primero por el bosque y luego saliendo a los campos de Vilardell y El Tinar. Nadie diría que estamos a finales de septiembre.

El camino cerca de El Tinar, con una estructura típica que aprovecha un espacio entre un campo arriba y otro abajo

Cuando llegamos a La Pobla, ya están cerrando los puestos del mercadillo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,2 km; 430 metros de desnivel acumulado.

sábado, 1 de octubre de 2011

23/9/2011 – El camino de Vallcebre

Hoy estamos al completo y Pep quiere volver a Sant Julià de Freixens para buscar el camino que no acabamos de buscar hace dos semanas.


Aparcamos el coche delante de la iglesia de Sant Julià de Freixens e iniciamos otra vez la bajada. Tras algunas vacilaciones, encontramos un camino bien marcado que, tras un flanqueo inicial, baja al Torrent de Ca l’Esgarrifós (Torrente de la Casa lo Espeluznante), un nombre que lo dice todo, y allí aparentemente muere. Pep cruza el torrente y sube sin camino una canal de aspecto poco acogedor y encuentra un camino transversal. Lo reconoce como el camino que encontró hace 20 años. Carles y yo subimos como podemos la misma canal, agarrándonos a ramas, y luego retrocedemos para ver el arranque. Tras bordear el abismo, llega al mismo torrente aguas arriba y Pep reconoce el sitio por dónde bajó. Intentamos buscar caminos al otro lado del torrente, sin demasiado éxito por lo erosionado del terreno y los caminos que han hecho los caballos de la casa rural de Ca l’Agustinet.

El precipicio que bordea el camino, mirando aguas arriba

Y su trazado igualmente precario aguas abajo

Volvemos a bajar al torrente y seguimos el camino, que busca un paso por la roca. Anotamos una posible entrada del camino desde el torrente, cuyo paso abajo había quedado borrado. Aunque erosionado, todavía conserva su categoría, con vistas espectaculares. Doblamos una cresta y el camino entra en el bosque, por donde transcurre muy tapado por la vegetación. Sin embargo, todos coincidimos en que si se limpiara, sería un camino de categoría excepcional. Al final llegamos a un collado encima de la pista que bordea el río Saldes, en la misma cresta donde vi en mi mapa que se había marcado un camino que bajaba al río. Sin embargo, al inspeccionarlo sobre el terreno, resultó no existir, sólo un paso marginal utilizado por animales.
Mientras Carles y yo subimos un camino de arrastrar troncos, Pep baja a la pista para hacer la continuación del camino que subía desde Vilella que habíamos seguido hace dos semanas y nos volvemos a encontrar en el siguiente collado. Subimos hasta un punto despejado con vistas y comemos.

El gorro de Pep con dos agujeros estratégicamente colocados que dan pie a todo tipo de bromas de mal gusto. Al ver la foto, Pep aceptó muy a pesar suyo que había llegado la hora de jubilarlo.

Después de comer, continuamos subiendo. La categoría del camino es indudable. Anotamos colitas, sobre todo una a la izquierda que parece volver hacia Sant Julià de Freixens. Pasamos un grau espectacular y tras un largo flanqueo, nos plantamos delante de la gran casa de El Solà. Ahora sólo quedaría buscar la Ruta de Picasso y volver al coche pero, como aún tenemos bastante tiempo, propongo mirar aquella colita. Volvemos otra vez al grau. “No te sorprendas si tenemos que volver por donde hemos venido”, advierte Pep.

El 'grau' antes de llegar a El Solà

Iniciamos un largo flanqueo, peleando con las zarzas. El camino, aunque tenue, existe y parece que alguien pasa de vez en cuando para limpiarlo. Tras recorrer penosamente 650 metros, pasamos una cresta … y el camino desaparece. Concluimos que es un camino de cazadores. Empujados por los perros, los jabalís correrían por el mismo camino que hemos seguido nosotros hasta salir al descubierto en la cresta, donde les estarían esperando los cazadores.
No queda más remedio que volver, otra vez peleando con las zarzas. Cuando llegamos otra vez al grau, mis brazos son un auténtico mapa de rascadas. “Muéstrame tus brazos”, exijo a Pep. Como sospechaba, no se le ve marca alguna y eso que iba primero, supuestamente abriendo el camino. “Sí que tengo”, protesta Pep, y señala un diminuto roce en un antebrazo. Esas cosas, si no las ves, no las crees.

Vista de Pedraforca pasado el 'grau'

Volvemos a la casa de El Solà. Sale un señor mayor a pasear y nos confirma que era el camino de Vallcebre desde Gisclareny. Seguimos la pista hacia la carretera de Saldes hasta llegar a las marcas de la Ruta de Picasso, que nos llevan certeramente de vuelta al coche.

La gran casa de El Solà con el Cadí detrás

El cansancio de Carles del otro día se ha desvanecido, Pep está feliz por todos los descubrimientos nuevos y a mí no me empezó a molestar el talón hasta el kilómetro 9 cuando normalmente ya me duele tras 5 kilómetros. Hoy, todo el mundo está contento.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 460 metros de desnivel acumulado.