Pasamos la casa y entramos en el camino que va paralelo al Eix del Llobregat. Hace unos cuantos años, este camino se convirtió en parte de un sendero local de Guardiola y en aquel tiempo, no se les ocurrió otra cosa a los políticos locales – que no caminan – que encargar el arreglo del camino al conductor de una mini-excavadora de oruga, quien lo convirtió a todos los efectos en una mini-pista. Uno de los precios que hubo que pagar fue la destrucción de un ‘grau’, que fue picado sin piedad hasta que se pudo pasar la maquinita. Desde entonces, creo y espero que la mentalidad ha cambiado y se actúa con más respeto en la restauración de caminos y, también hay que decirlo, el tiempo que lo cura todo ha suavizado el impacto inicial.
En el camino hacia Les Llenes
Pasamos el Coll de Llenes con su cercano poblado medieval perdido en el bosque. La ruta señalizada baja una pista hasta el río pero nosotros tomamos un camino horizontal que ya conocíamos. A veces bastante despejado, a veces horriblemente tapado, vamos progresando hacía el oeste, anotando carboneras, hasta pasar un último collado y bajar hacia un torrente donde la vegetación impide ver la continuación del camino.
Pep quería buscar un camino que encontró hace muchos años que sube hacia el norte hasta entrar en el final de la pista que baja desde el Cap del Tossal. E hizo lo mismo que hizo hace 20 años, buscar la cresta y subir. Hacemos una subida que no por breve menos incómoda, hasta llegar a un collado donde encontramos el camino. Pep lo sigue hacia abajo y ve que entra en el torrente pero no lo supimos ver.
Pedraforca con el pequeño pueblo de Maçaners abajo
Continuamos hacia arriba, ahora por un camino amable hasta entrar en la pista. Vamos zigzagueando hacia arriba hasta parar para almorzar, con las antenas del Cap del Tossal a la vista, casi al tocar de la mano. Detrás nuestro, parece que los cazadores han limpiado un camino.
Después de comer, Carles se va por la pista, tiene que estar en el hotel a las 4. Nosotros vamos por el camino limpiado. Los cazadores lo limpiaron hasta la próxima cresta, donde tenían su parada o lugar de emboscada. A partir de allí, el camino continúa pero tapado. Avanzamos penosamente, pegando zarzas con los bastones, apartando el boj o incluso empujándolo con el peso de nuestros cuerpos para hacerlo ceder, arrastrándonos bajo ramas, cruzando cuestas expuestas e incluso, durante unos 10 metros, bordeando precipicios, hasta salir en unos campos. Al otro lado de los campos, arranca otro camino pero no podemos alejarnos más del coche. Damos la vuelta y repetimos la odisea. Mis brazos vuelven a estar marcados por múltiples rascadas y miro con envidia los brazos inmaculados de Pep. Él me dice que no sé moverme por la vegetación; será por eso.
Llegamos otra vez a la pista pero la cercanía de las antenas era un espejismo. Caminamos por interminables curvas durante media hora o más, subiendo otros 200 metros de desnivel, hasta llegar arriba.
Las antenas engañosamente cerca. Aún faltaba media hora de camino.
Luego iniciamos un descenso igualmente interminable, pero con vistas magníficas del valle del Llobregat, hasta llegar al coche.
Vista del valle del Lobregat desde el Cap del Tossal
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,7 km; 740 metros de desnivel acumulado.
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