Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 22 de septiembre de 2014

11/9/2014 – La Diada

Hoy es la Diada de Cataluña. Hace 300 años, tal día como hoy, Barcelona capituló ante las tropas borbónicas y Cataluña dejó de existir como nación. Mientras estábamos en los Empedrats, había quedado con Josep Mª para bajar yo y Tewy con él a Barcelona a hacer la famosa “V”. “Trae una chaqueta”, me advierte. “Pasarás frío en el coche”. Y no es broma.

Llegamos a Barcelona, donde pasamos de los 15ºC en el coche a 28ºC en la calle. Después de aparcar el coche, vamos hacia el barrio de Gracia. Constatamos el colapso del sector de la restauración ante la invasión de camisetas amarillas y rojas.

Después de almorzar, vamos andando hacia nuestro tramo, el 53, el de los berguedanos. Ahora las calles son un ir y venir constante de gente, cada uno yendo a la zona asignada. En una hora la Gran Vía y el Diagonal se llenan y se forma la bandera. En los cruces, hay grupos musicales, castellers. Y así estamos media hora de pie, en fila, conversando entre nosotros. La Guardia Urbana calculó que hubo unos 1,8 millones de personas.

Volviendo a casa después en el coche, los comentaristas en la radio destacan que este tipo de acto no tiene ningún paralelo en Europa y que dice mucho de los catalanes como pueblo.

Yo destacaría tres cosas:
1) Lo original y ambicioso de la idea de formar una “V” en las dos arterias principales de la ciudad.
2) La capacidad de la organización – una organización puramente ciudadana – de planificarlo e ilusionar a un número importante de voluntarios para hacerse cargo de la coordinación en la calle.
3) Y el hecho de que 1,8 millones de personas pensaran que valía la pena recorrer la distancia – poca o mucha – hasta Barcelona, ponerse una camiseta amarilla o roja, ir a un segmento concreto de una calle y estar allí quietas de pie, durante al menos media hora.

Actuación de los Brams, un grupo de Berga, en nuestro tramo una vez finalizada la concentración

7/9/2014 – Els Empedrats y el camino de Escriu

Hacía tiempo que quería volver a los Empedrats y por fin tuve la excusa perfecta. Una amiga, Mary, pronto viajará a Inglaterra y, como tantos berguedanos, nunca ha ido a los Empedrats. “No puedes marcharte sin hacer los Empedrats”, digo y enrolo a Josep Mª y mi mujer para acompañarnos.

La entrada del camino dels Empedrats

Aparcamos el coche en el pequeño parking al lado de la Escola de Natura de La Salle, antiguamente Cal Cerdanyola pero totalmente reconstruida. Con tanta lluvia en agosto, todo es muy frondoso. Temía que nos pudiera pasar como cuándo lo subí en la primavera de 2011 cuando Josep Mª y yo tuvimos serios problemas para pasar por las piedras en el torrente, pero una cosa es la lluvia torrencial y otra cosa muy distinta es el deshielo. En el Bullidor de la Llet, salía agua de la base de la roca pero no de los agujeros en la pared y no hubo problemas para pasar sobre las piedras.

 El Bullidor de la Llet en horas bajas

Cruzando el río

Al ser Els Empedrats y el Cap de la Boixassa la entrada más visitada, tenía curiosidad por ver si alguien más había subido por el valle de Galigans. Pero lo encuentro tan tapado como siempre. Quizás la cruz roja pintada en una piedra tiene un efecto disuasivo. Si algún lector ha subido el camino de Galigans, le invito a enviarme un comentario.

Haciendo caso omiso de las quejas de mi mujer, dejo el camino señalizado para subir a Galigans. No me apetecía para nada hacer la subida final de casi 300 metros de desnivel por un camino de arrastre de troncos hasta el refugio, que es la ruta oficial. Y además, yo también tengo agendas ocultas y es que esta vez sí, quería encontrar la casa de Galigans.

Cuando ya estamos a punto de pasar la cresta para iniciar el largo flanqueo a la casa de Font del Faig, dejo aparcados a mis acompañantes bajo una sombra y, GPS en la mano, voy a buscar la casa. Esta vez no se me escapará. No tardo en encontrarla, cerca del camino pero totalmente perdida en la vegetación. Cuatro paredes formando un cuadrado y una columna central – una casa moderna me dirá después Pep, siglo XVIII o XIX.

Lo que queda de la casa de Galigans

Regreso, saco a mis acompañantes de su aparcamiento, pasamos la cresta e iniciamos el camino, tan entrañable como siempre, hacia la Font del Faig. Esta vez entramos en el refugio para tomar una cerveza. Allí nos atienden Toni y su pareja Mireia. Toni es hijo del primer guarda del refugio cuando se inauguró en 1961. Se inicia una conversación, con unas opiniones bastante contundentes sobre las actividades en la montaña y las carreras en particular. Dicen que el desastroso UltraTrail dels Cavalls del Vent de 2012, con un frío y lluvia inusual por la época que provocó el abandono masivo de corredores y, lamentablemente, la muerte de una corredora por agotamiento e hipotermia, no fue más desastroso gracias a la coordinación entre los refugios a cada lado del Moixeró.

Los guardas del refugio de Sant Jordi

Aquí le interrumpe Tewy, mi mujer: “Hice els Cavalls del Vent en 2006 con unos amigos. Pasamos la noche aquí cuando no estaba tan arreglado”. (Ahora hay aseos y duchas). “Pues yo estaba aquí entonces”, dice Toni. “Sí, ya me acuerdo”, contesta Tewy. “Un cascarrabias”. Se hace un silencio glacial. Debe ser la cerveza, pienso, que ha hecho que mi mujer, normalmente tan diplomática, se salte los filtros. Pero Toni sonríe de oreja a oreja; al estar al descubierto, está libre para ser tal como  es. Les explico mi blog y posan encantados para la foto. Recomiendo entrar, aunque sólo sea para tomar un café, y entablar conversación.

Mary y Tewy se preparan para iniciar el camino de regreso

Mary tiene una aplicación en su móvil que le predice el tiempo. Según la aplicación, en Bagà se pondrá a llover con rayos y truenos a las 3:30 horas. Saco la cabeza por la puerta; no hay nubes peligrosas, pero es hora de ponernos en marcha. El guarda también sale: “No lloverá aquí”, dice, y ponemos rumbo hacia la casa de Escriu por el camino señalizado. Pero a las 3:30 en punto, sale una nube desde detrás de la montaña y empieza a cubrir todo el cielo detrás nuestro y no tardan en escucharse los truenos. Normalmente, este camino, amplio y limpio, es una delicia, bajando de forma sinuosa por un bosque de hayas. Pero con los truenos acercándose, para nada quiero cruzar el río abajo con lluvia torrencial y paso toda la bajada con un ojo puesto en el cielo.

En el camino hacia Escriu

Llegamos a la pista de la casa de Escriu pero decido no tentar la suerte visitando la casa y giro a la derecha para ir directamente al río. Caen gotas y los truenos están cada vez más cerca. El paisaje es encantador, con un verdor excepcional para la época pero la meteorología desaconseja extasiarse. Aprieto el ritmo pero es inútil; las mujeres tienen un ritmo propio inalterable y cada 100 metros tengo que parar y esperarlas. Las gotas caen con más intensidad; apago la electrónica y la guardo en la mochila.

Entrando en el hayedo encima de Escriu

Y en el camino hacia el río

Pero al llegar al desfiladero de los Empedrats, las gotas dejan de caer y las nubes se apartan, dirigiéndose hacia el sur a cada lado de nuestro valle. Cruzamos sobre las piedras sin problemas y 15 minutos después, estamos en la Escola de Natura. Veo que el pajar de la casa de Hostalets ha sido convertido en una casa rústica/cafetería muy cuca y en la terraza fuera hay una familia tomando la merienda.

Esa noche, el hombre del tiempo dijo que cayeron 11 litros en Prat d’Aguiló, a unos 6 kilómetros de donde estábamos. Hemos tenido suerte.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,0 km; 615 metros de desnivel acumulado.

5/9/2014 – El camí ral de Berga a Bagà (1ª parte)

Vacaciones y mal tiempo en este agosto excepcionalmente lluvioso nos han impedido salir. Para hoy, también se había pronosticado lluvia y Pep se inclina por un sitio que esté cerca de casa y, concretamente, determinar una vez por todas el trazado del camí ral del Berga a Bagà entre la carretera de Malanyeu y el túnel de Guardiola.

Hay un tramo corto del camí ral que sube desde el restaurant Estany Clar hasta la antigua carretera de Cercs que forma parte de la Xarxa Lenta y también entre Guardiola y Bagà pero el resto ha quedado en el anonimato. Carreteras y tendidos de líneas de alta y media tensión por el valle del Llobregat se han encargado de borrar su trazado.

La casa del Far y un antiguo cargador, en la carretera de Bagà

Dejamos el coche cerca de la casa del Far, debajo de un antiguo cargador de carbón. Aquí el camí ral pasa un poco al este de la carretera actual, con un trazado bastante marcado, hasta entrar en las pistas para las torres de alta tensión. Por deducción e intuición, seguimos la pista abierta sobre el antiguo camino hasta una curva. El camino continuaría hacia el norte pero está totalmente perdido por los movimientos de tierras.

Uno de los tramos mejor conservados del camí ral

Una llamada pidiendo una traducción corta pero urgente me obliga a volver. Ya es la segunda vez que pasa esto este verano. Entrego mapas y GPS para que puedan continuar pero después de dejarme en Berga, Pep y Carles deciden volver a casa.

Más tarde, Pep me explica que tuvo un repentino dolor lumbar que le aconsejaba reposar. Y por la noche, una conferencia muy interesante en el Casal d’Europa sobre la Guerra de Sucesión en general y en Cataluña Central en particular.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 4,1 km; 100 metros de desnivel acumulado.