Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



martes, 20 de agosto de 2013

16/8/2013 – En Peguera otra vez

Pep tiene muchos cabos sueltos en Peguera y nos propone una salida más bien técnica que giraría en torno a dos ejes: el camino de l’Escaleta y el teleférico que venía de Moripol. Además, según el pronóstico del tiempo, habría tormentas fuertes por la tarde y no convenía alejarse mucho del coche.

Mirando hacia el Valle de Peguera con la luz de la mañana. Se ve la torre de la luz y detrás, la Cantina

Aparcamos el coche en el mismo cruce de pistas cerca de la Font de Cal Coix y caminando hacia el pueblo, dejamos constancia de la casa auténtica donde nació Ramón Vila (Caracremada), Cal Peró, poco después de la fuente, al lado de la pista.

Placa conmemorativa en Cal Peró

Y lo que queda de la casa

Subimos al pueblo y pasamos por las ruinas de las casas. Detrás del Roc de Peguera, cuatro montículos con puerta delante y un agujero en el techo, como casas de hobbits pobres, nos recuerdan la importancia del cultivo de la patata en este pueblo. Su nombre en catalán es ‘trumfera’. 

Entrada de una 'trumfera'

Marcamos la entrada del ‘grau’ (ver Glosario) de la Cingle del Griell, un pliegue en la roca que permite subir en línea recta desde la casa del mismo nombre hasta el pueblo sin dar la vuelta de la sierra, y luego cruzamos la amplia zona de cultivo llamada el Planàs hacia el oeste hasta encontrar el camino que sube a la Escaleta. Es aquí donde Carles encuentra el primer ‘rovelló’ de la temporada – un bonito ejemplar.

Pero no puedo deshacerme de cierta sensación de cansancio. Las piernas me pesan, no tienen agilidad, las rodillas me molestan. ¿Será el efecto acumulado de tantos días de calor? ¿Me estoy haciendo viejo? ¿Serán los primeros síntomas de alguna enfermedad degenerativa? Es preocupante.

Pero Pep y Carles no quieren saber nada de mi precario estado de salud y les sigo por el camino hasta la carretera asfaltada, donde damos la vuelta y bajamos, dejando a la derecha el camino que va a Cal Salamó y otra ‘trumfera’ a la izquierda, saliendo finalmente en la pista de Peguera. Encontramos tres pilones de teleférico antes de dar la vuelta en la zona llamada Els Planells. Caminando hacia el pueblo, encontramos otro pilón más.

 
Un detalle de los edificios del pueblo

Hay al menos dos personas más buscando setas cerca de Cal Salamó porque oímos sus gritos. Y el buen tiempo también ha atraído a algunos excursionistas, incluyendo dos familias jóvenes. Primero vienen los papás con algún niño y unos 200 metros detrás, las mamás. Y entre los dos grupos, dos niños pequeños, de 5 y 3 años aproximadamente, parados en el paso canadiense, con los pies entre las barras de hierro, sobre la viga de hormigón que las sostiene. El riesgo de accidente es más que evidente. “No podéis estar así”, les digo y tiendo la mano al más pequeño para ayudarle a salir. “Som de Barcelona”, me dice mientras camina sobre las barras. “Ja es veu que sou de Barcelona”, contesto.

Otra vista del pueblo, con el cementerio y las ruinas de la iglesia en el primer plano

La última tarea del día es seguir el camino que bajaba a las minas desde el pueblo pero por el lado derecho del torrente. Está marcado en la Minuta Municipal y por aquí también bajaba el teleférico de Moripol. Lo encontramos sin mucha dificultad y también el primer pilón. Pero no encontramos más pilones hasta el último, donde el teleférico cruzaba el torrente para conectar con el ferrocarril. Pep quería encontrar sobre todo la Estació de l’Angle, que era donde el teleférico hacía un giro de 90º. Teníamos que haber seguido alguno de los caminos que marchaban hacia la derecha.

Pero no hay tiempo para más. El cielo se ha ido tapando rápidamente desde que dejamos el pueblo. Cruzamos el torrente y subimos hacia la pista de Coll d’Hortons. Anotamos dos pilones más, pero éstos corresponden a otro teleférico, el que venía de la Mina Realidad, cerca de la casa de Cal Griell.

Con los truenos cada vez más cerca, camino por la pista hacia el coche con paso vivo. La letargia de la mañana se ha desvanecido. Carles y Pep me llaman desde unos 50 metros atrás: “¿No estabas tan cansado?”. “Estoy motivado”, contesto. Dejamos los bastones en el coche, apagamos GPS y móviles y vamos a comer en la Font de Cal Coix, que, al ser un antiguo lavadero, tiene techo. El cielo es cada vez amenazador, se escuchan truenos fuertes pero aquí no llueve. Miro hacia arriba y justo donde estamos hay un pequeño círculo azul. Es como estar en el ojo del huracán.

En la Creu de Fumanya caen las primeras gotas. En Sant Corneli, ya llueve fuerte y abajo, en la antigua central térmica, es torrencial, con granizo que rebota sobre el parabrisas.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,3 km; 270 metros de desnivel acumulado.

sábado, 17 de agosto de 2013

9/8/2013 – Complicaciones en Pedra

Esta semana, Pep está en Roma con su familia, cumpliendo una promesa. Y nosotros, libres transitoriamente de la disciplina férrea impuesta por Pep, podemos ir donde nos plazca. La zona de la Coma es poca conocida por nosotros. El año pasado, aprovechamos la ausencia de Pep para ir a Pratformiu y la pasada Semana Santa, hice la Caminada Popular de Vall de Lord, que recorrió caminos entre Pedra y Pratformiu, y me había impresionado el paisaje abrupto de las Roques del Minguell, con la Serra del Verd detrás.

Una vez más, Carles tiene que estar detrás del mostrador en el hotel a las 4.30. No tengo mapas a gran escala en papel de esa zona y tengo que fiarme del mapa del Alpina. Mirando el mapa, planifico una ruta que sube desde Pedra a la ermita del Roser, luego flanquea a la antigua casa del Pujol del Racó debajo de las Roques del Minguell y finalmente baja a Pedra pasando por la ermita románica de Sant Andreu y la Torre dels Moros. Parece clara, asequible, no demasiado larga y llena de puntos de interés.

El pequeño núcleo de Pedra

Aparcamos el coche debajo de la iglesia de Pedra, una curiosa fusión de distintas épocas. Pasamos detrás del cerro del castillo y seguimos un camino con marcas verdes y amarillas de la red de senderos de Vall de Lord que va subiendo con una pendiente suave por el bosque hasta el Coll de la Creu con su ermita.

La ermita del Roser

Les Roques del Minguell y detrás, la Serra del Verd

Después de visitar la ermita, continuamos por la pista hormigonada hacia Cal Jepet. Pasado el lugar indicado como “El Grau” (aunque de “grau” no tiene nada porque fue dinamitado para pasar la pista), un poste indicador señala hacia la izquierda para ir a la iglesia de Sant Quirze y Santa Julita de la Coma. Es nuestro camino. Tras visitar la cercana casa de Cal Dam, giramos hacia el sur. El camino va siguiendo la ribera izquierda del Remosoll a cierta altura. Debajo se oye el ruido del agua, encajonada en un estrecho desfiladero. En los campos de Cal Marqueixanes, una casa arreglada de fin de semana, el camino encuentra la forma de bajar y desciende en eses estrechas.

El camino que baja a la riera de Remosoll

Cruzamos la riera e iniciamos el flanqueo de las Roques del Minguell. Aunque es un camino estrecho, está bien conservado y busca un paso entre las rocas. Sólo nos despista un pequeño desprendimiento de rocas pero volvemos a encontrar el camino al otro lado. Es altamente recomendable.

El camino hacia Cal Minguell

Llegamos a los campos de Cal Minguell, con la casa al lado del camino. Carles, como mejor alumno de Pep, sospecha que podría haber un poblado medieval en los alrededores y encuentra un trozo de cerámica. Ya que hemos hecho más de la mitad del recorrido, decidimos comer bajo la sombra de unos robles cerca de la casa. Lo que queda de la ruta no parece tener complicaciones: cruzar los campos de Cal Minguell hasta entrar en una pista al Pujol del Racó y luego buscar una pista bajo esta segunda casa.

Pero aquí es donde las cosas empiezan a torcerse. Un camino engañoso nos mete en una especie de pista/canal llena de maleza que nos sube por encima de la casa. Bajamos como podemos hasta la casa. En su día, habrá sido la gran casa del valle pero ahora está vacía aunque todavía entera. Un poste indicador nos muestra un camino al lado de la casa que baja al lado del torrente, la Ribereta de Pujol, para ir a la Torre de la Vila. Nosotros no vamos a esa torre pero, según mi mapa, tenemos que bajar para cruzar el torrente. Las señales nos empujan con insistencia hacia la izquierda, hacia lo que queda de la torre, pero resistimos su canto de sirena y seguimos bajando en línea recta.

Las galerías de la casa de Pujol del Racó

Entramos en lo que parece ser un camino transversal que nos lleva a un cruce del torrente. Pero hay un problema: las piedras para cruzar están mal repartidas, muchas al principio y casi nada después. Llego a la mitad del caudal y me paro para estudiar la situación. Carles me sigue demasiado de cerca. Entre el objeto inamovible (yo) y la fuerza irresistible (él), la fuerza irresistible opta por cambiar de trayectoria y pone un pie en el agua. Pero conseguimos llegar al otro lado y arranca una pista. La seguimos pero al cabo de unos 200 metros, se convierte en un camino y al cabo de 200 metros más, en nada. Lo lógico sería volver atrás y volver a cruzar el torrente pero me resisto a enfrentarme otra vez a esas piedras. Saco el Alpina.

“Según esto, tenemos que subir”, digo. Subimos sin camino por el bosque y para gran sorpresa nuestra, entramos en un camino de categoría indudable pero horriblemente tapado. “¿Será esto que mostraba el Alpina?”, me pregunto. Lo seguimos. Va siguiendo el valle hacia la Coma en ligero descenso, entrando en los barrancos y saliendo a las crestas, estrechándose para bordear aristas rocosas. “Esto de línea recta nada”, pienso. “O me equivoco yo y se equivoca el Alpina. Y además hace décadas que no viene nadie por aquí”. Empieza a hacerse tarde pero estamos comprometidos y seguimos. Salimos a una cresta despejada con la Coma a la vista. Buscamos la forma de bajar hacia la riera entre la Coma y Pedra. Finalmente, llegamos a la casa de Cal Borrec. Subimos por la pista que va al Pujol del Racó para buscar un cruce de la riera marcado en el Alpina. Lo encontramos y subimos por el Obaga de Borrec por un camino interesante pero no tenemos tiempo de entretenernos. Pasamos por la casa de Cal Bernat y 15 minutos después estamos en el coche. Son las 4.30.

Aconsejo a Carles a avisar a su mano derecha en el hotel para que no sufra y a las 5.15, Carles por fin llega al mostrador. Al bajar el track al ordenador, veo que hemos pasado a poca distancia todo lo que nos proponíamos ver. Incluso vimos (y dejamos) caminos que nos habrían bajado directamente a nuestros objetivos; estuvimos a menos de 100 metros del Cementerio Viejo. Como dato positivo, hemos descubierto lo que probablemente es un camino olvidado de Pujol del Racó a la Coma.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,3 km; 600 metros de desnivel acumulado.

miércoles, 14 de agosto de 2013

4/8/2013 – Ensija

La semana pasada, mientras caminábamos bajo la cara sur de Ensija, reflexioné en voz alta que todavía no había ninguna entrada en el blog para Ensija. El problema es que recorrimos la sierra en todos los sentidos hace unos 4 años y todavía no habíamos encontrado motivos para volver. Pero el Señor obra por caminos misteriosos (nunca mejor dicho) y al cabo de unos días recibo un mail de Josep María preguntándome si quiero ir a Ensija.

“Vale”, le digo, “pero subiremos por el Barranc de les Llobateres”. La subida clásica es desde la Font Freda pero es una subida pedregosa, empinada, incluso aburrida, y expuesta al sol en todo el trayecto. La única ventaja que tiene es que es una línea casi recta hasta el refugio.

El Barranc de les Llobateres es una ruta señalizada que arranca desde la carretera, unos 700 metros más hacia Vallcebre. Es un barranco que llega hasta arriba; pasas la mayor parte en la sombra, resguardado del sol, y al tener cierta sinuosidad, es más ameno. Por lo tanto, es de lejos la mejor opción en verano. Y mucho menos concurrida.

Ganando altura en el Barranc de les Llobateres

Empieza como una pista. A medida que el valle se estrecha, se convierte en un camino amplio. Luego se aparta momentáneamente del fondo del valle y, cuando vuelve a entrar, ya es un sendero estrecho que sube por una especie de desfiladero.


El valle se estrecha

Tras recorrer 1,5 kilómetros y unos 350 metros de desnivel, el valle se ensancha brevemente, formando un pequeño prado con su ‘pleta’ y luego se divide. La ruta señalada hacia la derecha sube el Barranc d’Ensija, desembocando a unos 300 metros del refugio. La otra ruta continúa recto y sale bajo el Serrat Voltor, con el Serrat dels Bous, a cuyo pie está la Font dels Coms, a la vista. Es el extremo oriental de Ensija.

Mirando hacia el Cap del Llitzet

Tenemos unas vistas inmensas, con el valle de Peguera (el pueblo está escondido detrás del Roc de Peguera) y los Rasos de Peguera al sur y Pedraforca y el Cadí, el Moixeró y, detrás, el Pirineo al norte. En la subida, sólo vimos un corredor y un grupo familiar que venía bajando. Pero una vez arriba vemos varios grupos de personas que van deambulando por los prados.

Una parte del panorama desde la Creu de Ferro, mirando hacia Vall d'Ora

Empezamos a caminar hacia el oeste, subiendo a la Creu de Ferro, bordeando el Pla de les Tores, y llegando finalmente a la planicie central en cuyo extremo se encuentra el refugio. Vemos un grupo de parapentistas intentando ganar altura para pasar por encima de la sierra. Yo ya había tenido suficiente pero Josep Maria quería subir a la Gallina Pelada o Cap del Llitzet. La vez anterior que había subido, toda la sierra estaba envuelta en nubes y no pudo ver nada. Así que me sacrifico y hago otros 150 metros de desnivel bajo un sol de justicia.

 Un grupo de cabras, y detrás el Cadí

El refugio, con Pedraforca y el Cadí a la derecha

Tras las fotos de rigor, bajamos al refugio y comemos en la sombra creada por el propio edificio. Como sabrán mis lectores asiduos, Josep Mª es insensible al frío (pero hipersensible al calor) pero yo sí que empiezo a notarlo y entramos en el refugio para tomar un café. Los guardas son una pareja joven. Hay una familia joven que ha decidido almorzar allí.

Ensija siempre ha tenido que hacer una competencia desigual con su vecino de enfrente, Pedraforca, y está claro que el refugio de Ensija no tiene la afluencia del refugio Lluis Estasen. Pero animaría a los que suben a Ensija a por lo menos tomar un café o un refresco en el refugio.

Aquí desemboca la subida por el Barranc de les Llobateres y el Barranc d'Ensija

Bajamos por la ruta clásica de Font Freda. Durante la primera parte tenemos delante el valle de Saldes y Pedraforca, con el Cadí detrás pero el camino deja los prados y entra en el Torrente de la Font d’Ensija. A partir de aquí, está fuertemente erosionado, con mucha piedra suelta y los patinazos están al orden del día. Prestando mucha atención, llegamos abajo sin percances.

Bajando por Les Planelles, con Pedraforca delante y el pueblo de Saldes abajo

Al llegar con el coche al cruce de la carretera de Saldes con la carretera de Guardiola, vemos a un hombre con una mochila enorme haciendo autostop. Paro el coche y lo subimos. Resulta que es uno de los que vimos haciendo parapente. Él aterrizó en Gósol, otro aterrizó en Bagà y aún queda un par que están volando.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11 km; 740 metros de desnivel acumulado.

sábado, 3 de agosto de 2013

26/07/2013 – La Font del Pi

Al final de la salida de la semana pasada, había pedido a Pep que fuéramos a la Font del Pi, ya que siempre la había visto de lejos. La Font del Pi es un pequeño núcleo de casas en el límite de Peguera yendo hacia Llinars. Destaca por su fuente y haber sido el lugar donde nació uno de los últimos maquis de Catalunya, Ramón Vila Capdevila o Caracremada, que murió acribillado en 1963.

Durante la semana, se ve que Pep y Carles han estado hablando porque Carles llega con los caminos de la Minuta de Figols descargados al GPS. Había dos que interesaban especialmente: el camino de Peguera a la Font del Pi y el camino llamado del Grau de la Escaleta, que enlazaba con el camino que iba de Fumanya a la Font del Pi y que pasaba al norte de Peguera.

Hoy va a ser una salida eminentemente técnica. Y el hombre del tiempo había pronosticado calor. Dejamos el coche en la carretera nueva detrás del Serrat de les Eres, cerca de donde vendría el Camino del Grau de la Escaleta. El tramo de bajada a Cal Salomó, no lo acertamos a encontrar y seguimos el track del GPS sin camino claro hasta el empalme con el camino de Fumanya en un collado.

Bajamos la pista hacia la Font del Pi. Anotamos un camino a la derecha que Pep ya conocía y que accede a una zona de carboneo bajo Ensija. Siguiendo el track de Carles, concluimos que el camino antiguo de Fumanya básicamente sigue el trazado de la pista actual.

Nos desviamos por una pista que lleva a la casa de Ferrús, pasando por la Font de la Bruixa y la Font de la Teuleria. Con la imponente Roca Gran de Ferrús detrás, la casa es del siglo XVIII pero en salidas anteriores, hemos encontrado pruebas de que el lugar era ocupado en épicas muy anteriores.

Pep aún puede recordar cuando era camino, que la pista se encargó de destruir. Hace unos años, nos pareció ver un intento de arreglar los accesos a la casa. Quizás alguien quería reconstruir la casa como refugio para pasar la noche en la larga etapa de Berga a Gosol en el Camí dels Bons Homes, yo había especulado. Sea como sea, la cosa no fue a más y la casa sigue en ruinas.

Las ruinas de la casa de Ferrús con la Roca de Ferrús detrás. En el fondo, se ve el collado de l'Estret por donde pasa el Camí dels Bons Homes

Desde la casa de Ferrús, el camino señalizado sigue subiendo a l’Estret y luego hace un flanqueo bastante espectacular hasta el Portet, en el extremo occidental de Ensija. Es altamente recomendable pero hoy nuestro destino es otro. En ocasiones anteriores, habíamos visto algún camino que parecía bajar desde el Cap del Llís, encima de la casa. Sin embargo, Pep quería ver si había otro camino que bajaba directamente desde la casa hasta la Font del Pi. El resultado: hacemos toda la bajada sin camino porque no lo hay.

Llegamos frente a la casa de La Plana, casa donde nació Caracremada, según la placa en la fachada. 

 La casa de La Plana con los contrafuertes de Ensija detrás

Y la placa conmemorativa

El calor empieza a agobiar. Detrás vemos un camino que sube hacia Ferrús. Lo seguimos unos 200 metros para confirmar que es el camino bueno, damos la vuelta y bajamos hacia la casa del molino, todavía habitable y detrás, la Font del Pi, una surgencia abundante que brota de la tierra.

Un detalle del Molino de La Font del Pi. La depresión a la derecha corresponde a la balsa del molino

Después de comer, subimos por un camino ya conocido, el camino de Font del Pi a Peguera, que pasa al lado de los restos de una casa construida dentro de una ‘bauma’ o hueco en la roca. Este camino cruza el Reguer de l’Areny y entra en la pista de Fumanya. Hasta aquí llega lo marcado en el mapa del Alpina. Sin embargo, ahora, gracias al track de Carles, vemos cómo va cruzando las curvas de la pista y luego continúa bordeando la riera hasta empalmar definitivamente con la pista ya cerca del Coll dels Terrers.

Un detalle de la casa de La Bauma, incrustada en la roca

Esta pista continúa hasta Peguera pero nosotros lo dejamos para subir hacia el coche. En la última subida, antes de pasar lo que era el Grau de la Escaleta, Pep ve un camino que baja a la derecha. Carles y Pep lo siguen un rato y confirman que es el camino que sube desde Cal Salamó. Y volvemos a casa. Ya os había advertido que era una salida técnica.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,6 km; 410 metros de desnivel acumulado.

P.D. (12/8/2013): Después de una corta correspondencia (ver los comentarios abajo), ha quedado establecido fuera de toda duda que la placa conmemorativa en La Plana es un error y que Ramón Vila nació en Cal Peró en el núcleo de Peguera.