Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 29 de septiembre de 2010

23/9/2010 – Prat de Cadí

El hombre del tiempo nos amenazó con lluvias intensas el viernes y decidimos pasar la salida nuevamente al jueves. Yo tenía un compromiso que me tenía ocupado hasta las 9.30 y Pep no encontró a nadie que pudiera salir antes. Por lo tanto, o venía conmigo o se iba solo. Pero en el fondo, Pep es una persona sociable y además yo tengo el GPS que nunca pierde la señal.

Dejamos el coche en el Coll de Pallers, justo al otro lado del pequeño pueblo de Estana, y emprendemos el camino para subir al Prat de Cadí. Es uno de los itinerarios clásicos de esta parte de Cerdanya y paso obligado para todos los que quieren subir al Cadí por el Canal de Cristall. Es un camino ancho, atractivo, asequible y muy recomendable.



Camino del Prat de Cadí

El mismo camino ya más cerca del Prat de Cadí

El destino del camino no se ve hasta que de repente sales al prado ya que el relieve del terreno lo esconde. Hacía años que no iba allí. Las vacas habían cortado la hierba hasta dejar el prado como un campo de golf, si no fuera por la muralla detrás.

El Prat de Cadí

Damos una vuelta en busca de estructuras y luego tomamos la pista que marca el inicio del Camí de Collets. La pista, medio naturalizada, va llaneando, entrando en los barrancos y saliendo a las crestas con las curvas de nivel. Sin embargo, al cabo de poco rato, un montículo de piedras marca el inicio del camino, que emprende una fuerte subida. A partir de aquí, tiene el perfil que ya conocemos del otro lado del Prat d’Aguiló de subidas a pequeños collados y bajadas para cruzar barrancos, con cabañas y pletas en pequeños prados. Sin embargo, aquí también abundan las plazas carboneras, indicando una explotación intensa del bosque en el pasado.


El Cadí desde el Camí dels Collets

Hoy caminamos por un paisaje desierto pero con tanta evidencia de actividad humana, hace un siglo esto tenía que haber estado muy distinto. En cada collado, habría al menos una persona, cuidando el ganado o cortando el bosque. Llegamos al Prat de l’Estenedor. El Prat d’Aguiló parece cerca pero el cielo amenazador y la hora desaconsejan continuar. Paramos para comer. Delante, el camino al Pas de la Roca Plana, una de las rutas para cruzar el Cadí. El mapa del Alpina marca un camino que baja al Coll de l’Estenedor con la posibilidad de ir a Bastanist o volver a Estana.
Pep estudia sus opciones cerca del Prat de l'Estenedor

Un poco pasado el Prat de l’Estenedor, vemos unos montículos de piedras que marcan el descenso, que desemboca en un camino bien trazado que continúa el descenso hacia el Coll de l’Estenedor. Salimos a una pista erosionada que lleva al collado y continúa con fuerte descenso. No se allana hasta pasado el Serrat de la Descarrega. Lo escarpado del terreno descarta otros caminos y seguimos la pista, por un paisaje homogeneizado por la explotación forestal. Empezamos a aburrirnos cuando, pasada una fuente, vemos un camino que sale a la izquierda. Lo tomamos y se nos abre un mundo de magia. Primero está bastante tapado hasta un pequeño collado. A partir de allí, ha sido limpiado y va llaneando por el bosque hacia Estana, cruzando barrancos, pasando pequeños collados y graus o pasos en la roca. El juego de colores entre los árboles, el musgo y las piedras con el ruido de los pequeños torrentes es de lo más refrescante. Uno se da cuenta de lo mucho que se ha perdido en personalidad paisajística – sobre todo en micropaisajes – en nombre de un progreso homogeneizador.

El camino hacia Estana

Salimos en una pista en los campos muy cerca del Coll de Pallers. Damos gracias a nuestra buena fortuna por haber encontrado este camino. Es muy difícil que lo hubiéramos visto desde el Coll de Pallers.

El viernes hizo sol y no llovió hasta las 4.30 de la tarde.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 16,6 km; 760 metros de desnivel acumulado
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viernes, 24 de septiembre de 2010

16/9/2010 – Valle de Ridolaina (5)

Esta será nuestra última visita a este valle antes de pasar a Bastanist. Últimamente, nuestro punto de reunión es el hotel de Carles a las 7 de la mañana y, aunque a esta hora aún no ha salido el sol, Pep todavía no quiere pasar a una hora más civilizada. Hoy llego en un estado catatónico, esperando ansiosamente mi dosis de cafeína y azúcar. Carles me muestra unos libros que miro sin ver. Pep, lleno de vitalidad, quiere hacerme partícipe en la planificación de la ruta pero contesto en monosílabas. Subimos al coche y como será un viaje largo en carretera y pista forestal, empiezan las bromas para hacer más llevadero el viaje. A medida que las preciadas moléculas de cafeína llegan a los famélicos receptores en mi cerebro, una sonrisa casi imperceptible se esboza en mis labios, luego alguna risita, un comentario y cuando Pep cuenta cómo una abeja le picó la nariz el día anterior, ya estoy de vuelta en el mundo de los vivos. Esta milagrosa transformación obrada por una humilde taza de café no tarda en estar en boca de todos.
Subimos la pista hacia el Prat d’Aguiló. Pep quería localizar los tramos del camino antiguo que no han quedado absorbidos por la pista y vamos parando en distintos puntos. Dejamos el coche en el Coll de l’Home Mort y seguimos las marcas blancas y amarillas del PR hacia abajo.



Una barraca en buen estado en la zona del Pradell, debajo del Coll de l'Home Mort

Dejamos a la derecha una pista que va a la zona llamada Jaça de Dalt en el mapa y continuamos bajando. Acaba la pista; un corral y una barraca, y debajo empieza un camino que sigue bajando la cresta hasta llegar cerca del Torrente de les Eres. Allí cruzamos un canal que debe ser el que encontramos en Les Eres el primer día y lo seguimos hasta la captación en el torrente.
En ese punto, nos dividimos. Pep quiere ver la casa con corrales que todavía no tenía nombre y se lleva un voluntario, Carles. Yo no quiero seguir bajando para ver lo que ya he visto y vuelvo a subir por donde hemos venido con Josep Maria para buscar la Jaça de Dalt. El trato es que nos encontraremos en ese prado.
Llegamos a la pista que dejamos a la derecha en el descenso y la seguimos hasta un pequeño prado. Tras anotar el inevitable corral y barraca, vemos abajo un prado más extenso que parece más atractivo y bajamos. Entramos en un llano cruzado por varios pequeños riachuelos (un estanque glaciar que se llenó de sedimento, nos dirá más tarde Pep), una plantación de cardos ya marchitados y una cantidad impresionante de aves de todo tipo. Exploramos el prado a fondo pero no vemos ningún camino que baje. Me alegro de no haber ido con Pep porque ahora sé que subirán la cuesta a la brava.



Prat de la Roca, con el Pirineo detrás
Nos cansamos de esperarles y subimos por un valle arduo e ingrato hasta llegar al Prat d’Aguilò. Comemos encima del refugio.



El Prat d'Aguiló, ya con los colores de final de verano
Al final, llegan Pep y Carles. Habían encontrado un par de vaqueros y tienen información fresca. Entre otras cosas, la casa que en nuestros mapas se llama Cal Paraire es Cal Calamites y la Cal Paraire de verdad es la otra casa más abajo, que hasta ahora no tenía nombre. También sabían el nombre de la otra casa sin nombre, debajo de la Torre de Sant Romà. Lo que habíamos puesto como Planells de la Baga se llama els Fangassos y la Jaça de Dalt se llama el Prat de la Roca. Mientras ellos suben la cuesta detrás del refugio para buscar un lugar para comer, nosotros tomamos un café en el refugio. Pep se despide de nosotros con una mirada desaprobadora pero porqué privarse de estos pequeños placeres, pienso.
La cabecera del valle de Bastanist, nuestro próximo destino
Nos reunimos en la punta de la cresta, que luego bajamos bajo un cielo cada vez más amenazador hasta llegar al coche. Volviendo a bajar la pista, miramos una pleta cerca del Coll de Jou y luego Pep y Carles van enlazando tramos del antiguo camino mientras yo y Josep Maria vamos bajando en el coche. Ya está lloviendo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,8 km; 650 metros de desnivel acumulado.

sábado, 18 de septiembre de 2010

10/9/2010 - Valle de Ridolaina (4)

Antes de dejar este valle, quedaba por ver si realmente había un camino que seguía el fondo del valle y qué conexiones había desde abajo con la Torre de Sant Romà. Dejamos el coche en el Pla de Nas, frente al camino de subida tan áspero desde la Molina de Ridolaina que hicimos el primer día. La idea era hacer este camino de bajada y subir por otro camino pasado el Coll de Nas. Sin embargo, esto supondría dar más vuelta y como (la hija de) Pep tiene clase de música, las probabilidades de que también lo tendríamos que hacer de subida no eran despreciables.
Así que henos aquí, bajando este camino infame. Pasamos por la Molina de Ridolaina y continuamos hasta donde dejamos el primer día una colita que se adentraba en el valle, debajo de la casa de Sant Romá.

La casa de la Molina de Ridolaina. Todavía no le tocaba el sol

Vemos más canales; eso de los canales de riego era una auténtica obsesión en este valle. La colita se muere en el último prado, que tiene el nombre muy apropiado (en nuestro caso) de Camp dels Rucs (Campo de los Burros). Subimos el prado; hay una pista para el mantenimiento de uno de los canales que aún funcionan que, tras unas subidas y bajadas, nos deja abajo, encima del canal, que bordea el peñasco de la Torre, cerrando el paso a los animales con una barrera de madera.
Queridos lectores, lo que voy a relatar no quiero que lo hagáis en casa. Hay cosas que se hacen en nombre de la ciencia o por la terquedad de Pep (que viene a ser lo mismo) que rayan en la imprudencia y ésta es una de ellas.
Pep quería asegurar fuera de toda duda que no había ningún camino que siguiera por el fondo del valle, así que cruza la barrera y sigue el canal. Si hay un camino al final, él continuará, así que estamos obligados a seguirle, yo el último. El paso se hace cada vez más estrecho y al final caminamos sobre una estrecha repisa de hormigón con una caída de unos 3-4 metros a nuestra izquierda. “Si hay que volver por el mismo sitio, me va a oír”, pienso. Me vino el recuerdo de un paso mucho más estremecedor encima de Aigua d’Ora hace unos cuantos años que, en nombre de la ciencia, también hicimos de ida y de vuelta. El terreno se allana y llego a la captación. Pep se ha metido dentro del bosque pero no tarda en volver. “Media vuelta”, dice. “Aquí no hay nada”. “Lo sabía”, pienso.


Carles y Josep Maria esperan la vuelta de Pep al inicio del canal

Una vez de vuelta en tierra firme, en la pista, Pep me sonríe benévolamente: “Ahora podemos ir donde tú quieras”. “Mientras sea a la Torre de Sant Romà”. “Claro”, contesta. Estamos justo debajo de la Torre y no hay otro sitio donde ir. “Y pasando por la casa de Sant Romà”, continúo. “Sería todo un detalle de tu parte”, concede.
Subimos a la casa, que Pep inspecciona, y luego a la Torre, que también inspecciona. Desde la casa de Sant Romà, se ven restos del antiguo camino que debía seguir el trazado que ahora ocupa la pista que va hacia los prados de Cal Paraire y Les Eres. Buscamos sombra y comemos.
Para volver, continuamos por la pista hasta situarnos encima de la Molina de Ridolaina. Al lado de la pista, las ruinas de otra casa, cuyo nombre tampoco sabemos de momento. Buscamos el camino que baja desde esa casa a la Molina, que encontramos, ahora convertido en una especie de pista. Bajamos rápidamente a la Molina pero no hay tiempo para buscar otra ruta y subimos ya por segunda vez el camino directo al Pla de Nas. No ha perdido nada de su encanto desde que lo subimos hace ya un mes.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14 km; 740 metros de desnivel acumulado.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

3/9/2010 – Valle de Ridolaina (3)

Queríamos ver si había alguna conexión entre la pista del Cortal de l’Oriol y el Serrat de l’Avetosa. Yo ya había marcado unas colitas prometedoras. Dejamos el coche en el Cortal de l’Oriol y bajamos a la primera colita, en el Prat de l’Ordi. El camino se difumina casi enseguida; subimos a una pista antigua pero se muere a media cuesta. Pep prueba algún camino de bajar troncos, esos que bajan la cuesta en línea recta, pero pronto desiste. Vamos a la colita siguiente, ya más cerca del Cortal. Inicialmente el camino promete. Nos lleva al Clot de les Fonts y luego sube para salvar una pared de roca. A partir de allí sube un camino de bajar troncos pero el camino de verdad vuelve a bajar para pasar por una fuente y luego al Cortal de l’Oriol, es decir, su único fin era llegar a la fuente.
En el transcurso de esta labor más bien estéril, empezamos a hablar de los malabarismos laborales – a veces infructuosos – que tenemos que hacer para poder salir los viernes. “Pero si yo no vengo”, digo, “no se escribe el blog”. “Y si yo no vengo”, dice Pep, “no se digitalizan los caminos”. “Y si yo no vengo”, dice Carles, “no pasa nada”. “Hombre, no digas eso”, protestamos. “Si tú no vienes, ¿quién dará fe de nuestras proezas y cantará nuestras glorias?”. Josep Maria no puede decir nada, porque no ha venido.
Probamos la última colita, que sale directamente del Cortal de l’Oriol. Tiene muy buena pinta y sube suavemente hacia el norte. Tras llegar a una fuente, pierde definición – hasta aquí llegan las vacas – pero el trazado continúa y nos acaba llevando al Torrent de l’Abeurador, unos 300 metros encima de la pista principal. Evidentemente, era el camino de acceder a la cabecera del valle antes de que se hiciera la pista. No es la primera vez que una salida ha tenido un comienzo árido, “académico”, pero luego, cuando empezábamos a perder esperanza, ha salido un camino interesante que nos ha llevado a otras cosas interesantes y nos ha arreglado el día.


Aproximación a los Planells, con el Cadí detrás
Desde allí, sube otro camino – bien marcado y todavía usado por el ganado – que nos lleva a los Planells de la Baga, una zona relativamente llana de prados, con su barraca, pleta o aprisco y fuente. En la subida, dejamos un par de colitas que algún día habrá que seguir.
La bien conservada barraca en los Planells de la Baga
En los Planells, comemos y, compartiendo una botella de cerveza inglesa, empieza la tertulia. Y uno de los temas que salió era uno que me había venido a la mente ya hacía unas semanas. Antes, para los tres, salir a la montaña era un medio para mantenerse en forma – uno hacía travesías, otro corría y yo hacía lo que podía – pero el objetivo era estar en forma. Ahora, queremos estudiar la montaña y para poder hacer eso en condiciones, nos mantenemos en forma. Hacemos lo mismo, pero el enfoque ha cambiado.
Pep y Carles conversan ajenos al imponente paisaje detrás. Observad la bolsa de setas que lleva Pep.
Después de comer, miramos si hay una manera de bajar por el otro lado de los Planells pero el Torrente de les Eres ha cortado un profundo barranco y tiene muy mala pinta. Volvemos a bajar por el mismo camino que subimos, llegamos a la pista principal y de ahí, hasta el coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,5 km; 810 metros de desnivel acumulado.