Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 11 de octubre de 2020

7/10/2020 – Caminos nuevos en Les Platetes

Carles no puede venir. Tiene una reunión MUY IMPORTANTE. Y Pep tiene hora en el Archivo Comarcal el viernes y muchos compromisos más. Hemos constatado más de una vez que una salida sin Pep vale menos de la mitad que una salida con Pep, así que Carles tendrá que esperar hasta la semana que viene.

Pep quiere volver al mismo lugar donde estuvimos la semana pasada para explorar estos caminos transversales. El tránsito ha aumentado notablemente y hay muchos coches aparcados al lado de la carretera. Sin embargo, aún hay sitio para nosotros en nuestro parking habitual, aunque ahora lo tenemos que compartir con una furgoneta.

Subiendo hacia la casa de Roca Roja, nos cruzamos con un pequeño grupo de rumanos ruidosos que llevan bidones para recoger setas, con poco éxito de momento. Pep dice que no piensa distraerse con las setas hasta más adelante y la prioridad es la ciencia. “Pues hoy no te pediré ninguna”, digo. “Aún me quedan las setas que recogimos la semana pasada. Las herví como me dijo Carles pero no tienen sabor a nada”.

“¡Cómo que no saben a nada!”, exclama Pep, indignado. “Está claro que alguien que pasó su infancia comiendo ‘fish and chips’ y verduras hervidas no puede tener el paladar refinado necesario para apreciar estos manjares”.

Llegamos a la explanada de pista y cogemos el primer camino transversal. En la bifurcación, dejamos el camino inferior para la vuelta y seguimos por el camino intermedio. Vamos viendo rovellones pero Pep se niega a cogerlos. “Mira qué jugosos, qué tiernos, qué frescos”, digo efusivamente. “Unos colores tan bonitos, seguro que están perfectos. ¿Y los vas a dejar?”. Veo que la voluntad de hierro de Pep comienza a resquebrajarse y al final saca una bolsa enorme donde caben al menos 15 kilos de setas. “Pero que conste que seré muy selectivo. Deberán tener unas medidas muy precisas y estar a poca distancia del camino”.

Un bonito ejemplar de Amanita muscaria. No apto para el consumo.

El camino del medio entra en un nudo de pistas y luego continúa hasta Les Platetes. Yo pensaba que pasaría más arriba pero me rindo a la evidencia. Volvemos por otro camino muy marcado que sale de una bifurcación y se une a una pista que nos llevará al mismo nudo. Aún tengo esperanzas de encontrar el camino superior y, desde el nudo, propongo seguir una pista que sube hacia arriba. No veo ningún rastro y, ante el escepticismo creciente de Pep, que está convencido de que este camino es una alucinación mía, acabamos volviendo a bajar hasta el camino intermedio.

El camino intermedio a Les Platetes

En la bifurcación, tomamos el camino inferior. Pasa por debajo de la casa de Les Platetes con intención de cruzar la riera. Justo aquí, en los prados arbolados con el ruido del agua abajo, decidimos parar y comer nuestros bocadillos, repasando el estado lamentable del mundo. Les Platetes vuelve a ser una casa habitada y es evidente que todos estos caminos son recorridos habitualmente.

Cruzamos la riera, dejando dos bifurcaciones que subirían a la casa. Al otro lado, salimos a la carretera justo en el punto donde bajaba el camino desde Les Vinyes de la semana pasada. En el kilómetro y poco de carretera hasta llegar al coche, vemos a una señora que busca setas en los pinos justo al lado de la calzada y oímos voces masculinas más abajo. Nos muestra su cesta casi vacía, mirando con envidia la bolsa media llena de Pep. “No buscábamos setas, las hemos ido encontrando en el camino”, explica Pep con modestia. “Pero allá en el bosque al otro lado, tenéis todas las setas que queráis”. “Sí, lo sé”, contesta la señora. “Es lo que nos dijeron nuestros amigos. Pero hemos encontrado una valla, giramos a la izquierda pero siempre había la valla y hemos vuelto a bajar”. “Es la valla de la casa”, dice Pep. “Tendríais que haber girado a la derecha y tendríais vía libre al bosque”. Pero, claro, a toro pasado, todo es más fácil.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,6 km; 270 metros de desnivel acumulado.

30/9/2020 – Puig Miró

Desde la jubilación de su responsable, el archivo de Berga ha estado cerrado al público. Pero ahora, y hasta que se llene la vacante, subirá un archivero una vez por semana, que resulta que cae en viernes. Pep nos propone, al menos temporalmente, pasar las salidas a los miércoles. Como todos somos dueños de nuestro tiempo, accedemos.

Hoy Pep quería cruzar el Merdançol y explorar la otra ribera. Tenía noticias de una casa, Roca Roja, y quería encontrarla. También le hacía ilusión llegar a la cima de Puig Miró que, con 1.300 metros, es el punto más alto del municipio de Sant Jaume de Frontanyà. Yo había estado un par de veces por esta zona, solo o con Carles, pero Pep la desconocía en gran parte.

Aparcamos en el sitio habitual en La Tellola. Ahora ya no estamos solos, hay otro coche, y ya hemos notado cierto tránsito de coches con boletaires jubilados, solos o acompañados. Cruzamos la riera de Merdançol y subimos la pista al otro lado. Vemos que marcha un camino que sube por la cresta. Lo perdemos casi enseguida al desviarnos de la cresta y no lo recuperamos hasta poco antes de llegar a una explanada que marca el final de una pista. Allí Carles, que lo encuentra todo, ve unas tejas en un rincón y Pep deduce que la pista aniquiló la casa.

Por razones que no me acaban de quedar claras, Pep renuncia a seguir la pista, donde yo tenía otros caminos marcados, sino subir la cresta. Luego, al bajar el track a los mapas del Institut Cartogràfic de Catalunya, veo que la cresta marca el límite entre los municipios de Sant Jaume de Frontanyà y Borredà.

Empezamos a ver rovellones por aquí y allá. Incapaces de resistir la tentación de lanzarse al expolio, Carles y luego Pep sacan bolsas y empiezan a recoger setas, ajenos al abismo que de tanto en tanto se abre a nuestra derecha. Al final, yo también les ayudo a llenar sus bolsas, reclamando mi derecho a participar en el botín.

Mirando hacia el castillo de Palmerola en la subida



Y mirando hacia Berga

Tras hacer 200 metros de desnivel desde los restos de Roca Roja, llegamos a la cima de Puig Miró. En realidad, es una plataforma amplia rodeada de árboles que obstaculizan las vistas. Habiendo cumplido el trámite, bajamos hasta un punto ideal para disfrutar de la temperatura suave del mediodía. Acabado el bocadillo, anuncio que tengo una bolsa libre y me pueden dar mi parte. Así no les pesará tanto en la bajada (después de dejar que carguen con todo el peso en la subida).

Pero Pep tiene otros planes. “Todas las setas que cojamos hasta llegar al coche serán para ti”, propone. A primera vista, parece un buen trato y acepto. Iniciamos el descenso por antiguas pistas de arrastre de troncos y entramos en una zona donde predominan las hayas. Mal sitio para encontrar setas. Después de 15 minutos, Carles encuentra un rovellón y estrena mi bolsa. Poco después, Pep encuentra dos más. “Ya empieza a pesar, ¿eh?”, dice Pep, con su mejor sonrisa de estafador.

Debo tener unos 10 o 12 rovellones en la bolsa cuando no puedo reprimirme más. “Os veo poco motivados. Creo que habéis venido aquí a propósito para estar más relajados”. Pep pone aire de ofendido. “¡Qué desagradecido! Encima que estamos trabajando para ti”. Pero, sea como sea, mi bolsa empieza a llenarse más deprisa y no tardo en declararme satisfecho con la cantidad recogida, aunque sin llegar al volumen que ocupan las bolsas abultadas de Pep y Carles.

Vamos pasando por algunas carboneras y caminos transversales en el descenso, el primero en la cota de 1.100 metros. Lo sigo en ambas direcciones; tiene buena pinta pero, tan arriba, no veo un destino claro. Otro muy marcado a 1.050 metros, que se bifurca para continuar hacia el noreste a distintos niveles. Este camino ya lo tenía empezado más hacia el oeste y nos lleva directamente a la explanada de pista que antiguamente era la casa de Roca Roja.

Desde aquí bajamos por la cresta para marcar correctamente el trazado del camino de La Tellola a Roca Roja. “Para que no se estropeen, hiérvelas suavemente en su propio jugo y luego a la nevera o congelador”, me aconseja Carles, experto en la conservación de setas. “Así lo haré”, prometo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,4 km; 400 metros de desnivel acumulado.

sábado, 10 de octubre de 2020

25/9/2020 – Separando el grano de la paja en Les Vinyes

Para este viernes, el hombre del tiempo ha advertido de ventadas peligrosas. Ya conocemos de sobras el yu-yu que da oír el crujido de los pinos al pasar por el bosque con un viento fuerte. Pero en el detalle de la previsión, hay un agujero grande sin viento que abarca nuestra comarca y decidimos probar suerte.

Aparcamos en la carretera, al lado de la pista que pasó encima de Cal Tellola. No hace viento y todo parece indicar que será un día perfecto. Para hoy, Pep propone poner un poco de orden en los caminos de Les Vinyes. Sospecha que muchos de los caminos que tengo marcados son caminos de vacas.

Desde la pista que va a Solandeu, seguimos un camino de animales (o de los postes telefónicos) que va paralelo a la carretera, hasta ver un camino que se adentra hacia la casa. En un desvío, Carles detecta unas piedras sospechosas que Pep valora como casa, probablemente medieval y desconocida para la ciencia. Deshacemos el desvío y reconstruimos cuidadosamente el camino de Les Vinyes hacia Borredà hasta llegar a Les Vinyes.

Les Vinyes con el pueblo de Borredà al fondo

“Ya no seguimos caminos”, dice Pep, recordando la destrucción de la semana anterior. “Es arqueología de caminos. En realidad, lo que buscamos son fragmentos de caminos”. Nos desplazamos a otro camino que tengo marcado y que marcha hacia el norte. ¿Podría ser el camino de San Jaume de Frontanyà? Llegamos a una bifurcación. A la izquierda el trazado ya es conocido y parece apuntar más hacia Picanyes. Bajamos por la derecha, por un camino que no está acabado en mis mapas, pero se muere en los campos.

Llegamos a la carretera y la cruzamos para bajar por una pista que era el antiguo camí ral a Sant Jaume. Pasa por el molino de Terradelles, demolido al hacer la pista. Sin embargo, la balsa del molino aún mantiene su perímetro intacto y seguimos el canal hasta llegar a una cascada con piedras talladas para consolidar una presa.


La presa del Molino de Terradelles

Es un lugar idílico. Debajo de la cascada, el agua ha formado una piscina natural y los árboles van dejando islas de sombra. Decidimos comer aquí, con el relajante sonido del agua de fondo. “Suerte que no hicimos caso a los meteorólogos”, repetimos.

Una vez recuperados y repletos de nutrientes, volvemos a la carretera y subimos otro camino que tenía marcado. Decidimos que es el camino auténtico de Les Vinyes a Sant Jaume de Frontanyà. Incluso está empedrado en algunos tramos, con una derivación que yo tenía mal puesto y que baja hacia Les Platetes.


Les Platetes y Puig Miró detrás

Como último proyecto del día, propongo seguir un camino cuyo inicio tengo marcado y que podría ser el camino de Solandeu. Entramos en los campos y subimos hacia el Collet de Les Vinyes. Al límite de los campos, un camino entra en el bosque y nos lleva al collado … donde desaparece. “Aquí no hay nada”, dice Pep con reprobación. “Todo esto lo tendrás que borrar. Las vacas aprovecharon tu falta de experiencia y te llevaron al huerto”.

Pero, bajando hacia el oeste desde el collado, vemos un camino muy tenue al lado de un hilo metálico que marca el límite de la propiedad. Cuando el hilo baja por una cresta, el camino tan tenue gira hacia el noroeste para seguir la curva de nivel. Al principio apenas se ve, podría ser un pliegue en el terreno, pero poco a poco va ganando en definición, se desvanecen las dudas y poco después, ya estamos en Solandeu.

Solo nos queda bajar el camino que nos lleva a la pista que recorre el fondo del valle y de allí, directamente al coche. En otras partes de Cataluña, el viento ha soplado con fuerza, e incluso ha provocado algunos daños, pero aquí ha hecho un día maravilloso.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,25 km; 380 metros de desnivel acumulado.