Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 11 de mayo de 2023

28/4/2023 – El molino de Vallfogona (2)

La semana siguiente, fui a Bélgica para hacer unos días de turismo con mi hermana y su compañero. Pep y compañía fueron a la zona de Capdevila. Descubrieron un camino nuevo desde el Collet dels Parenostres pero el track que me envió Pep, con las pérdidas continuas de señal, era prácticamente inservible. “No te preocupes”, me asegura Pep por teléfono. “Lo podremos repetir con tu GPS que nunca pierde la señal”.

Carles se excusa; está constipado. En el Mikado, desplegamos el mapa de Falgars, vigilando las tazas de café. Nos afirmamos en la idea de que Els Rentadors es el único sitio factible para instalar un molino y decidimos ir una última vez para ver si sacamos algún dato nuevo.

Aparcamos otra vez al lado de la pista en el cruce de Falgars y volvemos a bajar a Els Rentadors, esta vez desde un camino que arranca desde la pista. Ha llovido un poco y los colores y olores han cambiado. Además, alguien se está dedicando a limpiar los caminos más importantes de esta parte del Catllaràs y, a primera hora de la mañana, resulta un auténtico baño de bosque. Otra vez en Els Rentadors, lo exploramos minuciosamente. Pep ve que una parte del lecho es de roca expuesta, idónea para hacer una presa, pero no hay agujeros. “Este molino fue abandonado hace 7 siglos”, aclara. “Es normal que no quede nada”.



Bajando hacia Els Rentadors

Vamos subiendo, primero sin camino. Ya me he acostumbrado a ver cómo el perro de Jaume va corriendo adelante y atrás y, con su amabilidad y buen humor, se ha convertido en un miembro más del equipo. Cruzamos la pista que va a La Pobla y nos adentramos en otra pista. Pasamos al lado del mismo 600 que vimos en mayo de 2012. No ha cambiado mucho. Esta vez Pep me deja terminar el camino que vi hace dos semanas; baja en línea recta hasta unirse a la misma pista. En la mente de Pep, se va formando un dibujo de caminos que van subiendo a los distintos puntos de minería desde La Pobla.

El famoso 600

Llegamos a la pista que va al Xalet de Catllaràs. Bajamos la pista que va al Collet dels Parenostres y seguimos bajando un poco más. En un claro aplanado, vemos una especie de estructura derrumbada que después, en casa, veo que el mapa del ICC marca como mina. ¿Podría ser una bocamina hundida? La pista se convierte en un camino que nos lleva directamente al segundo collado, donde no hay nada. Un intento de buscar un camino que continúa hacia Capdevila al otro lado del collado fracasa ante la constatación de una cuesta imposible.

De vuelta en el collado, bajamos una pista de desembosque de fuerte pendiente hacia el oeste, hasta llegar nuevamente a la pista de La Pobla. “¿No íbamos a repasar ese camino a Capdevila?”, pregunto a Pep. “En realidad, quería bajar por este lado”, me contesta. “Te tendrás que espabilar con el track que te mandé”.

Pedraforca con el Santuario de Falgars en medio plano

Buscamos el camino de Les Marrades. Como su nombre indica, es un camino que baja haciendo eses, pero desde la última vez que lo hicimos, otra parte ha quedado destruida por una pista fea de desembosque. Seguimos el fragmento que ha quedado hasta llegar al Rec de la Font de la Llosa. Desde aquí, continúa como pista naturalizada que ya no duele a la vista, y algún fragmento residual del antiguo camino. 

Almorzamos en un prado frente al camino que cruza el Regatell y sube al Primer Grau del camino de Falgars. Todo esto ha sido integrado en la Xarxa Lenta y se ha acondicionado una pasarela precaria con tablas de madera para cruzar El Regatell.

En la jerga nuestra, esto se llama "poses heróicos", o al menos eso es lo que yo había pedido

Estoy guardando la cámara después de sacar la foto de Pep y Jaume sobre la pasarela cuando oigo un estrépito y el ruido de una piedra que cae. Alzo la vista para ver a Jaume tambaleando sobre el barranco de la riera con un ángulo muy forzado y Pep que le agarra por el brazo para que no caiga. Una piedra en el borde del camino se desprendió al pisarla. Por lo visto, Pep ha salvado a Jaume de una caída muy fea.


Subiendo al Primer Grau

Al otro lado del Regatell, el camino va subiendo con pendiente constante, a veces bordeando precipicios que procuro no mirar. Las vistas son muy bonitas y el camino está muy intacto. No creo que haya cambiado mucho en siglos. En el Primer Grau, giramos a la izquierda y hacemos la larga subida hacia Falgars. También sería un camino bonito si no fuera por la subida constante. Con las fuerzas ya gastadas, se convierte en un ejercicio de resistencia y solo quiero que acabe pronto.

El camino de La Pobla a Falgars

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,7 km; 390 metros de desnivel acumulado.

 

sábado, 6 de mayo de 2023

14/4/2023 – El molino de Vallfogona (1)

Después de un parón obligado para Semana Santa, volvemos a Vallfogona para buscar un molino medieval que sale en los documentos de Jaume. Mientras Carles va en el coche de Jaume, yo voy con Pep y aprovecho la oportunidad para reprocharle su permisividad con Jaume hace 2 semanas. Pep admite el descontrol pero argumenta que Jaume es muy tozudo y no le hace caso.

Aparcamos en el pequeño llano, ahora oficialmente un aparcamiento, donde la pista desde Vallfogona se une a la pista que baja a La Pobla de Lillet. Delante, está el camino que va a la Mina de Moreno, ahora superseñalizado y una de las rutas estrellas del Catllaràs. “Iremos primero a la mina de Teixó. ¿Cómo queréis llegar? ¿Por arriba o por abajo?”, nos pregunta Pep. Ante nuestras miradas de indecisión, Pep decide: “Será por arriba”, con una satisfacción evidente.

El camino a la Mina de Moreno

Subimos por el camino a la Mina de Moreno. Desde la última vez, se ha clareado mucho el bosque, ofreciendo perspectivas que antes no existían. Antes de llegar, bajamos por un camino medio borrado y ya conocido que nos hace pasar por la caseta del polvorín y la torre de un teleférico, antes de llegar a los edificios de la mina, que lentamente se van desmoronando. Solo la bocamina, a unos 200 m de distancia, se ve igual de robusto. Pep, Carles y Jaume se adentran y yo miro desde fuera cómo se van alejando las linternas de sus móviles. No tengo ningún problema para viajar con Metro pero prefiero no entrar en estos túneles abandonados.

El polvorín. La gravedad ha partido el edificio en dos y la parte delantera va bajando la cuesta poco a poco.

El edificio principal del complejo minero del Teixó

El siguiente paso es la casa medieval de Teixó. Lo conocía porque Pep me lo había dicho, pero personalmente nunca había estado. Es un cuadrado hueco de 2 o 3 filas de piedras situado a unos 300 m al norte de la mina, resguardada del viento del norte al pie de un pequeño cerro. Pero Jaume había visto unas piedras en la cima del cerro y subimos para investigar. Antes de llegar arriba, la roca forma un abrigo natural con un trozo de tierra aplanada delante, y arriba, un hueco circular poco profundo y una línea de piedras que marca un perímetro justo por debajo del borde.

Pep le da el visto bueno. La tentación de proponerlo como torre es muy grande, ya que tiene buenas vistas de San Cristòfol arriba y de La Pobla abajo, pero al final Pep le atribuye la ubicación del Mas del Far, por su situación de atalaya.

La primavera da sus primeros pasos en el Catllaràs

Bajamos a buscar el molino. Dejando a la derecha un camino nuevo que Pep no me deja seguir, llegamos a Els Rentadors y buscamos la unión de los dos torrentes, el Regatell y el Torrent de Vallfogona como punto más probable. No se ve nada. Jaume se marcha por el lecho seco del torrente, a pesar de las advertencias de Pep de que no encontrará ningún molino en el lecho. No tarda en convertirse en un desfiladero estrecho, confinado entre unas paredes de roca de unos 20 metros de alto. Carles, Pep y yo subimos a la pista; no tenemos ganas de meternos en un sitio del que no sabemos si podremos salir.

Desde la pista, intentamos mantener el contacto con Jaume a través de gritos pero no hay respuesta. Un poco más adelante, una pista deshecha baja hacia el torrente y le localizamos muy abajo. Le guiamos hasta un punto donde podrá salir con cierta dificultad, primero el perro y luego él. Jaume quiere seguir buscando en unos llanos encima del torrente. “Aquí solo hay carboneras”, dice Pep, tajante, y por fin conseguimos convencerle para que salga.

Comemos al lado de una pista secundaria. Para volver al coche, Pep vuelve a bajar a Els Rentadors y sigue el lecho del torrente corriente arriba. Ante mi estupefacción, me contesta escuetamente “quiero buscar el molino”. De un torrente que antes bajaba lleno de agua, solo quedan unos charcos estancados. Vamos subiendo en una especie de barranquismo inverso sin agua y de salida muy difícil por los lados, hasta que llegamos a una pared de roca que en otros tiempos habría sido una cascada. No nos queda otro remedio que salir como podemos por una pendiente fuerte y tierra inestable, agarrándonos a troncos y ramas. “Suerte de las planchas”, pienso, mientras lucho contra la gravedad y la tierra suelta que me quieren echar para abajo otra vez.


Pep sube el lecho del Torrent de Vallfogona

Y aquí tuvimos que salir por la derecha

Llegamos a un camino conocido pero muy tapado que sube paralelo al torrente y que, en otros tiempos, sin duda era usado por los de la casa de Vallfogona para bajar a Els Rentadors. Con dificultad y una subida penosa, por fin llegamos a la pista donde está el coche. Hemos tenido suerte.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,5 km; 380 metros de desnivel acumulado.

 

31/3/23 – Frustración en Falgars

Volvemos al Alt Berguedà con un fondo inquietante de una primavera sin lluvia. De momento, la Naturaleza quema sus últimos cartuchos con un verdor engañoso que puede quedar en nada si no llueve.

En el Mikado, se nos unen dos integrantes nuevos: Jaume, residente en Navàs pero hijo de La Pobla de Lillet, lector ávido de documentos notariales e historiador amateur, y su perro Moixeró, cuya misión será aportar una visión canina a la investigación histórica.

Resulta que en sus lecturas, han aparecido los nombres de una serie de casas medievales y, habiendo conocido a Pep en el Archivo de la Corona de Aragón y leído mi blog, no se le ocurre a nadie mejor para ayudarle a localizarlas.

Desplegamos mi mapa sobre la mesa para intentar organizar el día. Señalando algunos puntos clave, Carles mueve la mano con tan mala suerte que tira el café sobre la mesa. Un charco se expande rápidamente ante nuestra mirada horrorizada. En menos de 1 segundo, ya ha alcanzado el mapa, un documento único de valor incalculable, y todos nuestros esfuerzos no consiguen impedir que quede manchado. El expediente impoluto de Carles ahora también tiene una mancha marrón que recordaremos cada vez que miramos el mapa de Falgars.

El santuario de Falgars

Guardo los mapas con un silencio reprobatorio y ponemos rumbo al Santuario de Falgars. Aparcamos delante de la fuente seca de la Collada de Falgars y empezamos buscando en los campos debajo del camino (ahora GR4) que baja a La Pobla. Hace tiempo, Jaume había visto unas piedras sospechosas pero ahora no encuentra nada y nosotros tampoco, así que renunciamos y vamos al siguiente punto: el Camp de l’Empriu. Aquí, buscando entre el boj, veo una alineación sospechosa de piedras y llamo a los demás. Pep considera que el hallazgo es prometedor y lo da como provisionalmente bueno.

El siguiente paso es ir al poblado medieval de San Cristòfol, encima de la casa de Vallfogona. Jaume tiene el topónimo del Far y sospecha que podría estar al final de una especie de promontorio hacia el noreste. Entramos en el Pla de Sant Cristòfol y buscamos en el boj que va bordeando el llano. El perro va corriendo de un lado para otro, triplicando los kilómetros que hacemos nosotros. De tanto en tanto, vuelve a nosotros, supongo para informarnos de sus hallazgos, pero nuestras frecuencias no son compatibles y solo captamos una impresión general. 

Ante la falta de resultados en el llano arriba, se inicia un flanqueo caótico por las cuestas empinadas, pasando por campos aterrazados con saltos de hasta 2 metros entre cada campo. Intentando seguirlos desde atrás, me da la impresión que es el perro que está imponiendo un criterio basado en el olfato, sin tener en cuenta los aspectos orográficos; aquí es imposible que hubiera una casa. Para colmo, me entra en el teléfono una propuesta de traducción con un montón de instrucciones y abundante material de referencia que me acaba de agobiar y decido rechazarla. “¿Por qué no me dejan hacerlo a mi manera?”, pienso irritado, mientras intento salir de esta trampa vertical sin romper una pierna. Por suerte, entramos en un camino ya conocido que nos lleva directamente a la casa de Vallfogona.

En Vallfogona, Carles explica las normas para buscar casas a Jaume. El perro mira para otro lado.

Mientras reponemos fuerzas, pregunto a Pep si comeremos aquí. “Más arriba”, me contesta crípticamente. Tras mostrar la fuente al perro para que pueda beber, giramos a la izquierda para bajar por un camino que descubrimos durante la pandemia. Baja al Torrent de l’Ermità y luego sube al otro lado hacia la Baga de Fontanals.

Jaume sube a un tronco colgado sobre el profundo barranco marcado por el Torrente. “Sácame una foto para el blog”, me dice. “Porfa, porfa”, insiste. “Tú lo has querido”, pienso, mientras le enfoco.

Jaume posa sobre el abismo. Solo tiene 45 años.

Dejamos el camino para hacer una subida penosa por una antigua pista de desembosque hasta salir al Camp de l’Ermità, donde Pep muestra a Jaume una casa medieval que encontramos en otra salida durante la pandemia. Este fue el objetivo de Pep al venir aquí pero que no me quiso decir en Vallfogona.


Almuerzo y debate en el Camp de l'Ermità

Comemos en el Camp de l’Ermità y luego Jaume se lanza a buscar casas en lugares improbables en los alrededores de Fontanals, ante la permisividad de Pep y mi asombro. “A mí no me dejaría nunca hacer esto”, pienso, dolido. Por fin conseguimos convencer a Jaume de que aquí no hay nada e iniciamos el largo descenso hacia Falgars. Ha sido un día largo y caluroso y estoy cansado.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,2 km; 400 metros de desnivel acumulado.