Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



viernes, 27 de agosto de 2010

19/08/2010 – Valle de Ridolaina (2)

Nada más recibir el track de la salida anterior, Pep me llama. No está nada satisfecho con lo que hicimos. No vimos nada de lo que teníamos que ver; concretamente, el mapa del Ejército de 1959 marca un canal que pasa encima del Coll de Nas y no hemos dicho nada de eso. Tampoco hemos dilucidado la estructura de los caminos que entran en el valle. “Roma no se construyó en un día”, le digo, sin complejos. “Vale, vale”, concede, “pero lo primero será encontrar ese canal”.

Hoy tenemos un invitado especial y amigo mío, Ramón Viñas, que a veces viene a caminar conmigo en rutas más lúdicas con otro grupo. Le interesa el tema de los caminos.
Primero dejamos el coche en el Coll de Nas y emprendemos una dura subida por la cresta. Llegamos al primer llano … nada. Pep continúa. Llegamos a un segundo llano … nada. Pep continúa. “Hay que tener fe”, dice y tras 110 metros de subida y medio kilómetro recorrido, allí está, llegando de llano desde el fondo del valle y todavía bien conservado. La verdad es que con la frondosidad de la vegetación, tiene una estampa muy atractiva. Desde donde hemos llegado, emprende un descenso empinado para empalmar con el Torrent de les Costes y lo seguimos. Salimos a la pista al Coll de Nas y volvemos al coche.
La segunda tarea es buscar el camino de Torras a Les Eres. Hay que seguir el PR, digo. Habrá una bifurcación que nos llevará adonde queremos ir.
Seguimos la pista con el coche, dejando a la izquierda el camino que tomamos el otro día y al final lo aparcamos en una gran explanada.


Una curiosa barraca cerca de donde aparcamos el coche

En una curva de la pista, las marcas del PR se marchan por un camino llano. Al cabo de poco rato se produce la bifurcación. Primero tomamos el PR para acabarlo y salimos a la pista en el punto que marcamos la semana pasada. Pero también habíamos cruzado el canal y al volver a bajar, decidimos seguirlo un rato hacia Nas. Es realmente atractivo y es prácticamente llano. ¿No se podría aprovechar para alguna ruta excursionista? nos preguntamos. Al final, llegamos a la zanja erosionada al lado de la pista que habíamos descartado el otro día y vemos que cruza debajo de la pista y continúa, en línea recta hacia la cresta encima del Coll de Nas.

Vista del canal de Nas

Mientras tanto, Carles va explicando a Ramón algunos de los misterios de la búsqueda de caminos y cantando nuestras alabanzas como expertos en la materia. Suerte que estamos de vuelta de estas cosas porque, con tantos elogios, era para inflar seriamente el ego. Yo advierto a Carles: “Tú hablas de dos maestros, pero para Pep sólo hay uno y no soy yo”. Pep calla pero hay silencios que hablan libros enteros. Pero es cierto; si no fuera por lo que me empezó a enseñar Pep hace once años, yo no podría estar escribiendo este blog.
Volvemos al camino de Les Eres y desembocamos en un lomo a la vista de los prados de Les Eres, que están al otro lado del torrente. Cruzamos el torrente por un camino que nos deja muy debajo de la casa. Debía ser el camino para ir a la otra casa, la que todavía no tiene nombre. Comemos en Cal Paraire, disfrutando de un té caliente que ha traído Ramón, pero no nos demoramos mucho, empiezan a subir nubes amenazadoras detrás del Cadí.
Tomamos el mismo camino detrás de la casa y esta vez pasamos la alambrada y cruzamos el torrente, completando el círculo. Volvemos a subir al canal y continuamos a la derecha hacia la cabecera del valle. Llegamos a un desprendimiento de tierras que ha destruido un tramo de canal y Pep desiste. Damos marcha atrás y vamos al Cortal de l’Oriol. El cielo es cada vez más amenazador y volvemos al coche por el camino más corto. Al entrar en el coche, caen las primeras gotas.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 15,8 km; 610 metros de desnivel acumulado.

13/8/2010 – Valle de Ridolaina (1)

Este valle ya lo habíamos mirado desde los prados altos y sospechábamos que sería complicado. Para colmo, Pep no puede venir y me toca a mí hacer de monitor de Carles y Josep Maria. Como nadie ha estado aquí, decido partir de Nas y buscar una ruta que hiciera un circuito del valle. Nas es un pequeño pueblo situado en un altiplano. Quedan algunas casas que todavía trabajan el campo pero la mayoría son casas restauradas con cariño como segundas residencias.

Vista del valle de Ridolaina desde el Pla de Nas


Vista de Montellà y el Pirineo desde el mismo punto

Dejamos el coche a las afueras del pueblo y tomamos la pista señalizada como PR hacia Prat d’Aguilò. La primera parte es plana, pasando entre campos hasta llegar al final del altiplano, frente al camino – si todo va bien – por donde volveremos. La pista gira para encarar el valle. Delante, el espolón rocoso llamado Coll de Nas. César August Torras describe una ruta que va planeando desde el Coll de Nas hasta cruzar el fondo del valle en una zona de prados llamada Les Eres y luego sube hacia Prat d’Aguilò. A ver si lo podemos encontrar.
En el collado, tomamos vistas y continuamos por la pista. En cierto momento, la pista baja y marcha un camino de llano. Decido tomar este camino, aún a expensas de perder la ruta de Torras. Nuestro camino pierde las señales del PR y no tarda en empezar a subir – mala señal, acabaremos en el Cortal de l’Oriol. El camino sube por el bosque. De vez en cuando, la vista se despeja y vemos el otro lado del valle, dominado por la Torre de Sant Romà sobre un peñasco. Salimos en una curva de la misma pista. Al otro lado, vemos una zanja erosionada y poco profunda pero decidimos que no es un camino y continuamos subiendo por la pista. Cruzamos una zona de prados – Prat de l’Ordi – y llegamos a una abundante fuente.

Font Tosca

Justo allí, sale el PR a la pista. Si queremos buscar el camino de Torras, habrá que bajar ese camino. Pero decidimos continuar. Llegamos al Cortal de l’Oriol, un llano despejado con una cabaña moderna y fea.
La pista continúa hacia la cabecera del valle, sale del bosque y el terreno es más áspero y pedregoso. Cruzamos un primer torrente, Torrent de l’Abeurador, de repente vemos una zanja poco profunda que pasa por debajo de la pista, es un canal de agua pero ya en desuso. Damos la vuelta de una cresta y nos aproximamos al torrente principal, Torrent de les Eres. Debajo vemos otra pista más pequeña que corre paralelo a la nuestra y luego restos de tubo de hormigón. Al llegar al torrente, vemos una esclusa y el tubo de hormigón por el que se debía desviar el agua.
Continuamos por la pista, ya por el otro lado del valle. Empezamos a ver campos, estamos en Les Eres. Oímos ruido de agua encima nuestro, es otro canal, éste más local, para regar los prados y todavía en uso. Decido dejar la pista y seguir el curso del canal, ahora seco habiendo descargado su agua. Se difumina en un torrente cercano. Buscamos un sitio para comer.
Según los mapas, hay una casa aquí, Cal Paraire, que ya estaba abandonada cuando pasó Torras. Si volvemos sin buscarla, la bronca de Pep será tremenda así que retrocedemos por la pista. Por suerte, al cabo de poco rato, se ven unas ruinas y allí está. Seguimos un camino que va hacia el torrente debajo de la casa e intuimos un paso para cruzarlo pero una valla de alambre de púas nos hace desistir, y además nos apartaría de la ruta planeada.

Los restos de Cal Paraire

Continuamos por la pista y al poco rato, vemos otras ruinas de unos corrales y lo que parece ser una casa. No sabemos su nombre. Empezamos a ascender, ya hacia la Torre, unos restos medievales que vigilaban el paso por el valle. Pero, ¿dónde están los caminos? Nos invade una sensación de no haber encontrado la llave que nos abriría la puerta a los caminos históricos. Desde aquí arriba, es imposible bajar por lo escarpado del terreno.

La Torre de Sant Romà y detrás, el Cadí

Continuamos por la pista, vuelven a aparecer campos y abajo, vemos las ruinas de una casa, que el mapa llama simplemente Sant Romà. Desde aquí, tiene que haber un camino que baja a la Molina de Ridolaina, en el fondo del valle. Un primer intento nos lleva a un barranco donde pasa otro canal, pero está muy tapado y en terreno poco amable. Doy la vuelta y bajamos por prados debajo de la casa. Salimos al mismo canal pero esta vez con un camino ancho y despejado que va bajando. Éste nos llevará a buen puerto, pienso, y lo seguimos.

El canal debajo de la casa de Sant Romà

Al acercarnos a la casa abandonada de Molina de Ridolaina, vemos otro canal, también con agua, que cruzamos. Desde luego, este valle está lleno de canales. Volveríamos a encontrar el canal pasada la casa. Ahora nos toca encontrar el camino de subida a Nas, que encuentro justo donde tiene que estar, a pesar de las dudas de Carles. Empieza amable pero no tarda en coger pendiente por una cuesta dura y pedregosa y con el calor de la tarde, realmente no es agradable. “Aquí hace falta una escalera mecánica”, pienso, pero peor lo estarán pasando tres ciclistas que adelantamos mientras empujan sus bicis sobre las rocas.

La última subida con una ciclista que seguramente quería estar en otro lugar

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 19,4 km; 650 metros de desnivel acumulado.

sábado, 14 de agosto de 2010

6/8/2010 – Caminos de Montellà a Prat d’Aguilò

Hoy será un día largo; lo sé porque yo propuse la ruta. Sin embargo, un café hecho con esmero por Carles en su excelente establecimiento me da los miligramos de cafeína necesarios para afrontar con optimismo el reto.
El libro de César August Torras sobre la Cerdanya publicado póstumamente en 1924 habla de una serie de rutas de Montellà a Prat d’Aguilò; también habla de un camino desde Bastanist a Prat d’Aguilò que pasaba por Les Valls, Escàs, Roques Llongues y la Balma de l’Espluga. Por su parte, el Alpina viejo muestra un camino que baja directamente desde el Coll de l’Home Mort a la casa de Bescaran y Bastanist. Nos proponíamos investigar todo esto.



El pueblo de Montellà y detrás, el Pirineo

Aparcamos el coche en la carretera de Montellà y tomamos la ruta señalizada a Prat d’Aguilò. Primero es pista, subiendo por los campos, luego entra en el bosque. En cierto punto, vemos restos del antiguo camino al lado de la pista. La pista vuelve a entrar en zona de cultivo y marcha un camino de llano. Errores de toponimia del mapa del ICC nos despistan y yo me quedo a situarnos en el mapa con el GPS mientras Pep y Carles suben a buscar la casa de La Cabana.
Reemprendemos la ruta. El camino entra en el bosque y tras una corta subida, sale a la pista que viene del Coll de Guilera. Al final de la pista, baja un camino a la derecha a Escàs, que dejamos, y sube otro a la izquierda, que tomamos. Se alternan tramos llanos con otros de subida fuerte, siempre en un bosque más bien joven. En una cresta, marcha otro camino a la derecha a la casa de Escàs, que se ve abajo – debe ser el camino de que habla Torras.

Serrat de Vurtuló delante del Cadí

Entrando en la zona de la Espluga

Seguimos subiendo y finalmente el paisaje se despeja. Estamos flanqueando la parte alta del valle de Bescaran: a la izquierda, los ariscos de l’Espluga, delante los peñascos del Serrat de Vurtuló y detrás el Cadí y abajo, el valle de Bastanist y detrás, el pueblo de Estana. Llegamos a la Espluga, una serie de huecos en la pared rocosa, con signos evidentes de haber sido utilizada para guardar animales. Torras dice que se guardaban allí hasta 200 ovejas.

Carles estorba la vista del Cadí cerca de La Portella

Continuamos subiendo y pasamos un ‘grau’ llamado La Portella. El camino deja de subir, ya era hora. Llegamos a un corral y oímos voces. Es padre e hijo que están localizando sus yeguas. El encuentro es providencial porque nos ponen nombres a todos esos corrales anónimos que hemos ido encontrando. Nos desaconsejan el camino directo a Bastanist desde el Coll de l’Home Mort por perdido. Les acompaña un perro peludo de montaña que debía estar pasando un calor terrible. De tanto jadear, parece que tenemos una locomotora detrás y en las pausas, busca un sitio de sombra para descansar. La conversación es muy amena y nos separamos en el Coll de l’Home Mort. Buscamos algún corral más por las inmediaciones y luego comemos en la fuente debajo del collado.

Corral del Racó cerca del Coll de l'Home Mort

La subida ha abierto el apetito y comemos todo lo que llevamos encima. Decidimos hacer caso de nuestros informadores y emprendemos la vuelta por la Espluga. Es curioso lo rápido que se va cuando el camino es de bajada. Tomamos el camino a Escàs en la cresta, que baja con fuerte pendiente.

La casa de Escàs

Volvemos a estar escasos de agua pero vemos una fuente hecha de troncos ahuecados cerca de la casa, rodeada de caballos y vacas. Pep se acerca y de repente se oyen palabras impropias de un hombre de ciencia. Resulta que los animales han hecho sus necesidades encima de la fuente y no se aconseja beber esa agua si no quieres pasar la noche en el WC. Sin comida y casi sin agua – la situación empieza a tomar un giro dramático.

La fuente de la decepción

Tomamos un camino que cruza los campos y luego empalma con el GR que sube desde Bastanist. Entra en un bosque amable con musgo al lado del camino, que va bajando en suave pendiente. “Esos son los caminos que te gustan a ti, ¿verdad?”, me dice Pep, socarrón. Pues sí.

Los caminos que me gustan

Salimos frente a la casa de Sant Bartomeu. Mientras Pep y Carles inspeccionan la casa, veo un hilo de agua que sale de un tubo y lleno la botella. Continuamos la bajada, ya por campos, hasta llegar al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 19,4 km; 1.060 metros de desnivel acumulado.

miércoles, 4 de agosto de 2010

30/7/2010 – Pas del Bou y Pas dels Gosolans

La semana anterior, unas tormentas nos impidieron salir pero hoy, amanece con sol y además, Carles se lo ha podido montar para venir con nosotros. Hoy queríamos enlazar dos pasos del Berguedà a la Cerdanya: el Pas del Bou y el Pas dels Gosolans. Tras subir una pista interminable, dejamos el coche a la entrada del Prat d’Aguiló. Siempre impresiona ver este prado al pie de estas imponentes formaciones calcáreas, como una especie de Ordesa en miniatura.

Prat d'Aguiló y la cara norte de Tancalaporta desde el parking

Emprendemos el camino hacia el este, hoy marcado como parte de la ruta de Cavalls del Vent. En el centro del prado, la fuente y los restos demolidos de lo que fue el primer refugio del Prat d’Aguiló, utilizado como base para hacer el primer estudio serio de la flora del Cadí en 1949. Pasamos una cresta y se nos presenta un espectáculo de grandiosidad. Parece mentira que lo tenemos tan cerca de casa.

Vistas que dejan huella

Continuamos el flanqueo hasta llegar a un prado grande llamado Pla de les Creus. Aquí baja la continuación del ‘camí dels collets’ a Quardarenes, donde nos quedamos la última vez. Nosotros seguimos el camino de Cavalls del Vent, ahora con un trazado más o menos artificial, buscando el camino hacia el Pas del Bou y la cresta. La unión se produce unos 120 metros debajo de la cresta. Hay quien dice que éste era el camino tradicional desde Gósol y Gisclareny a Bellver pero tras un desprendimiento de tierras en el siglo XIX en el que murieron unos militares que hacían el trayecto a caballo, se abrió a barrenadas el camino que se conoce actualmente como el Pas dels Gosolans. Lo cierto es que es una ruta mucho más directa.

El largo valle de Pi

Nos encaminamos hacia el oeste y el Coll de Tancalaporta, pasando a la vertiente berguedana. Una banda de niebla se apelotona contra la cara sur de la cresta reduciendo la visibilidad a pocos metros. “Tiene que haber unas vistas espectaculares”, observo, pero nuestro universo actual ha quedado reducido a unos 100 metros cuadrados. En efecto, estamos recorriendo el borde superior de una enorme olla que es el valle de la Muga, rodeado de peñascos y cerrado en su vértice por el Pas de Tancalaporta, pero todo esto lo tenemos que recrear con la imaginación.

Mirando hacia el Pas del Bou desde el Coll de Puig Terrer. Foto tomada en 2005.


La niebla queda cortada en la cresta en el Coll de Tancalaporta

Llegamos al Coll de Tancalaporta y salimos momentáneamente de la niebla, que aparece cortada como por una navaja. Continuamos por el lado sur de Comabona, otra vez en la niebla pero al llegar a la Font Tordera, el cielo vuelve a estar despejado. Comemos en compañía de un chico simpático que trabaja en el refugio del Cortal de l’Ingla. Delante, las cimas del Cadí.

Vista desde el Pas dels Gosolans

Bajamos el camino del Pas dels Gosolans con las paredes infranqueables del Cadí a la izquierda, la plana de Cerdanya abajo y al fondo toda la línea de los Pirineos, desde Aiguestortes hasta el Carlit. Llego muy cansado al coche, creo que cogí una insolación en la Font Tordera, y mientras Pep y Carles exploran algunos corrales cercanos, les espero en el coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12 km; 625 metros de desnivel acumulado.