Un viaje a
Inglaterra, un resfriado pillado en el avión y una colonoscopia me mantienen
bien entretenido y pasan dos semanas que no puedo salir. Pep y Carles repasaron
caminos de la Minuta entre La Nou y Malanyeu.
Pero hoy,
que por fin puedo salir, el tiempo no parece acompañar y amenaza lluvia. En el
Mikado, todo son dudas. No conviene alejarse mucho del coche. Finalmente, Pep
pone rumbo a Malanyeu, más por inercia que por otra cosa, pero al ver la
cortina de lluvia hacia el norte, sale del Eix del Llobregat a la altura de
Cercs para dar la vuelta. “¿Por qué no miramos el Tramvia de Sang?”, propongo.
El Tramvia
de Sang fue el primer ferrocarril del Berguedà, que transportaba carbón – y
también pasajeros – desde las minas de Figols hasta el Coll de Magdalena, al
lado del Castillo de Berga. Funcionó durante más de 30 años, hasta que el
carrilet llegó a Guardiola y a partir de entonces, cayó en el olvido. El nombre
viene del hecho de que los vagones eran tirados por mulas.
Hace unos
cuantos años, Xavier Campillo intentó sin éxito promoverlo como Vía Verde e
incluso se llegó a acondicionar un tramo que va desde encima del Estany Clar
hasta la carretera vieja, cerca del Coll de Magdalena. Hoy este tramo está
integrado en la Xarxa Lenta y también forma parte de mi ruta de censo de
mariposas. Como todo este ferrocarril, tiene un trazado muy sinuoso, ya que va
siguiendo los pliegues del terreno para mantener la altura. En cada barranco,
había un puente, algunos de los cuales todavía se mantienen en pie.
Vista del pantano bajo un cielo amenazador. Detrás, la silueta de Puigarbessós, en cuya cima hay los restos de un castillo medieval
Hace unos 10
años, yo había seguido un tramo desde el túnel de Cercs hasta la carretera de
Casanova pero ni Carles ni Pep lo conocían. Subiendo hacia Casanova en el
coche, vemos la entrada del ferrocarril por la izquierda y la guardamos para
después, luego la vía sigue el trazado de la carretera (que aquí es plana) y
cuando la carretera vuelve a coger pendiente, se marcharía a la derecha. Ese
tramo era el que nos proponíamos encontrar primero.
Aparcamos el
coche. El cielo está muy nublado pero aquí no llueve y más adelante, incluso
sale el sol. Recorremos a pie la carretera, mirando por la derecha hasta ver el
ferrocarril abajo en el cambio de pendiente. Bajamos pero está horriblemente
tapado. Apenas podemos avanzar y es con mucha dificultad que llegamos al
Torrente de Garrigues, donde vemos los restos de un puente. Damos la vuelta,
salimos nuevamente a la carretera y buscamos la vía que iba hacia el túnel de
Cercs. Aquí el trazado es mucho más fácil; es casi todo pista.
Ante la
falta de dificultad del terreno, Pep y Carles se enfrascan en una discusión
sobre un tema favorito: el turismo, la conservación del patrimonio histórico y
la falta de visión de los políticos locales. Pasan media hora desahogándose
pero me temo que una vez más, nadie les va a hacer caso. Al acercarnos al túnel
de Cercs, veo que han abierto una pista sobre la vía, que se ha encargado de
borrar los pocos indicios que aún quedaban de la existencia del ferrocarril.
La pista nueva que ha rascado lo que quedaba de la vía
El túnel de Cercs; se ha creado un pequeño camino que pasa por la línea de árboles arriba
El túnel
cortó la vía y hay una especie de camino que supera la boca del túnel. Al otro
lado, continúa, pero un árbol caído nos impide continuar y damos la vuelta.
Llevamos el
coche hasta el pueblo de Cercs y lo aparcamos en la Font Gran. Ha salido el sol
y el torrente está precioso. Desde el pueblo mismo, subimos un camino, ahora
parte de la Xarxa Lenta, que iba hacia el pequeño núcleo de casas alrededor del
Pujolet de Dalt con la idea de buscar la continuación de la vía que dejamos en
el Torrente de Garrigues.
La Font Gran en Cercs
A la
izquierda, el trazado del ferrocarril ha quedado borrado, integrado en los
campos, pero a la derecha marcha un camino (también marcado como Xarxa Lenta) y
no tardamos en ver los taludes de piedra de la vía.
El Tramvia de Sang antes de llegar al puente sobre el Torrente de Peguera; la vía pasaba a la izquierda, sobre el muro de contención
Hace algún tiempo, Pep y
Carles habían hecho este mismo camino pero no habían comprendido el significado
de estas piedras. Hoy se he hecho la luz. Finalmente el camino cruza el Torrente de
Peguera sobre un puente restaurado bajo las imponentes columnas del ferrocarril
de Peguera.
El puente del Tramvia de Sang sobre el Torrente de Peguera
Una de las columnas del ferrocarril de Peguera (se intuye otra entre los árboles a la derecha)
Aquí, en el
Berguedà, entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX,
hubo una actividad febril, con inversiones millonarias (y también quiebras
millonarias). El Tramvia de Sang fue el primero, luego hubo el ferrocarril de
Peguera y todas las instalaciones mineras en Peguera, el Canal Industrial, la
colonia minera de Figols, el ferrocarril de Gisclareny a Guardiola (ahora la
vía de Nicolau), la fábrica de cemento del Clot del Moro, la canalización de
las aguas del Llobregat y las minas de carbón del Catllaràs. Y, en el Baix
Berguedà, las colonias textiles. Un patrimonio inmenso.
El puente del ferrocarril de Peguera cuando aún funcionaba, en los años 20
Con esos
pensamientos, llegamos de vuelta al pueblo de Cercs. Almorzamos en las mesas de
cemento cerca de la Font Gran, mirando como corre el agua del Torrente de
Garrigues, hasta que una lluvia persistente nos obliga a marcharnos.
El merendero cerca de la Font Gran
Con eso, damos por
concluida la salida de hoy. 8,1 km; 200 metros de desnivel acumulado.
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