Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 21 de marzo de 2015

13/3/2015 – Caminos de Viver

Esta semana le toca a Viver. Pep aparca el coche cerca de los depósitos de agua encima del pequeño núcleo de Viver. La primera tarea es fácil: seguir el tramo de camino marcado en el GPS de Carles, hecho sobre una pista abandonada, hasta la casa de Sant Feliu para completar el tramo de la semana pasada. En las pistas vemos filas de orugas de procesionaria. Su aspecto produce una sensación instintiva de repugnancia que despierta los instintos asesinos hasta de la persona más pacífica y mientras Carles y Pep hablan de sus archivos, me dedico a romper filas de orugas con mi bastón.

Cruce de caminos cerca de la casa de Sant Feliu

Una vez de vuelta a los depósitos, Pep nos lleva a los pocos restos de lo que era el castillo de Viver y. En unos campos cercanos, se ven piedras talladas sacadas del castillo para hacer paredes. Y, un poco más allá, debajo de una roca de extrañas formas, algo que no me esperaba: unas tumbas excavadas en la piedra, de todos los tamaños, para adultos, para niños e incluso para bebés. Impresiona mucho ver esas formas cortadas en la roca. Del siglo VII, dice Pep. Y se habitaba aquí mucho antes, añade. 

 El castillo de Viver

Y las tumbas. Observad la forma recortada para la cabeza y la repisa para una losa que tapaba la tumba.

Volviendo al coche, pasamos por unos agujeros cortados en la roca, como la semana pasada, para fijar unas vigas de casas. Aquí una máquina de tiempo nos iría muy bien, para ir viendo cómo se vivía aquí en distintas épocas. ¿Los señores del castillo sabían que 5 siglos antes, los visigodos enterraban sus muertos aquí? ¿Y los visigodos sabían que 5 siglos antes, los íberos levantaban sus casas bajo las mismas rocas?

Con esos pensamientos, llegamos a las ruinas de la Vilanova Vella, que había sido una gran casa dedicada a la viña, antes de abandonarla por la casa actual, un poco más abajo, al lado de la iglesia. Y al lado de los restos de la casa, otras ruinas mucho más antiguas pero de uso desconocido.

Parte de lo que queda de la antigua casa de Vilanova

Pep también quería seguir el camino de Viver a Puigreig. Durante un kilómetro, sigue el recorrido de la carretera actual pero luego, se aparta hacia la izquierda, según el GPS de Carles. Aparcamos el coche y luego sigue un calvario por el bosque, vuelto impenetrable tras los incendios de 1994. Encontramos una pista que nos lleva a una cresta pero el trazado del camino se aleja y hay que bajar. Esquivando precipicios y peleando con las zarzas, intentamos conectar con algo que se pareciera a un camino. A media bajada, Pep da la vuelta para buscar el coche y traerlo a la pista que se ve en el fondo del valle. Carles y yo continuamos. Cada metro que avanzamos es una rascada más en las piernas o los brazos, a pesar de la ropa que llevamos. Las zarzas no tienen piedad, pero, por fin conseguimos llegar abajo, en el Torrent de la Barraca, pero sin haber encontrado el camino en ningún momento.

Abajo, en la pista, vemos Pep que viene caminando hacia nosotros. “Os llevaré a la Miranda de Esquerdivol, una torre de vigilancia medieval”, dice, a modo de consolación. Subimos hacia el Norte, hasta una pequeña cima donde hay los restos de una pequeña estructura. Sin los árboles actuales que lo tapan todo, desde aquí se controlaban todos los caminos importantes de la zona.

Volvemos a bajar unos metros y buscamos un sitio para comer. Y después, bajamos por otra cresta, por un paisaje que todavía intenta recuperarse de los incendios de hace 20 años, hasta llegar al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,5 km; 275 metros de desnivel acumulado.

6/3/2015 – Caminos a Serrateix

La semana siguiente no pude salir por motivos de trabajo. Carles y Pep fueron al núcleo de Serrateix pero nunca llegué a saber qué exactamente hicieron allí. Esta semana, volvemos a estar al completo y para mi asombro, veo que aparcamos en la misma iglesia, Sant Joan de Montdarn. “¿Qué poder magnético tendrá esa iglesia?”, me pregunto.

Pero resulta que Carles ha bajado los caminos de la Minuta de Serrateix a su GPS y Pep no quiere desaprovechar la oportunidad para ligar otro tramo del camino de Cardona en este municipio, desde Sant Juan de Montdarn a Casserres. Desde la iglesia, empieza siguiendo el GR, luego se aparta, y luego se vuelve a juntar … y así hasta el límite del municipio. Bueno, pues ya está. Volvemos por otra pista; prensas, tinas, cerámica de distintas épocas desparramada por los taludes. Aquí hay mucho trabajo para los arqueólogos.

Una prensa cerca de la casa de Grataconills. La prensa se encajaba en el círculo grabado en la piedra y el tornillo se sujeta con unos hierros pasados por un agujero en la roca debajo. El mosto de uva o el aceite se acumulaba en el agujero a la izquierda.

Durante todo este tiempo, he estado caminando con un dolor muy molesto en el muslo, agravado por la semana tan sedentaria que he tenido. No lo he mencionado antes por no querer alarmar a mis lectores, pero desde que me torcí el tobillo el verano pasado, he tenido problemas musculares en el muslo que se han ido agravando con los meses. Al final, decidí que no se iba a arreglar sólo y me he puesto en manos de una fisioterapeuta.

Desde la iglesia, Pep nos manda a la cresta a buscar el camino de Sant Joan de Montdarn a Serrateix mientras él avanzará unos kilómetros con el coche nos veremos al otro lado. Vamos por la pista, Carles atento a su GPS. Tras unos 2 kilómetros, Carles deja la pista y busca la cresta para ver si ve indicios del camino. Mi misión, dice, es continuar por la pista. Al otro lado de un pequeño valle, veo una roca con unos agujeros alineados y, al lado, unos campos aterrizados de clara antigüedad. “Qué cosa más curiosa”, pienso, y saco una foto. Poco rato después, me reúno con Carles, que no ha encontrado nada, y 10 minutos después, oímos los gritos de Pep, que viene bajando de la cresta.

“Oye, Pep”, digo mientras enciendo la cámara. “Esos agujeros, ¿qué son?”. Pep mira la pantallita de la cámara y su cara se tensa. Me lanza una mirada penetrante. “¿Dónde has visto esto?”, me pregunta. “Allá atrás, delante de la pista”. “A mí no me ha dicho nada”, interrumpe Carles, dolido. Pero a Pep no le interesan las quejas de Carles. “Vamos allí ahora mismo”, dice. “Pero nos vas a hacer deshacer más de un kilómetro de camino”, protesto. “Estos agujeros son la clave de esta zona. Por fin, has encontrado algo útil”, dice Pep y se pone en marcha.

 La roca con los agujeros

Llegamos frente a la roca y dejamos la pista. El acceso no es fácil y llegamos a una roca frente a los agujeros, con un hueco rectangular debajo. En la roca donde estamos se ve unas formas cuadradas talladas. “Esto es una casa, podría ser medieval”, dice Pep. “Aquí ponían las vigas del tejado”.

“Un poco más arriba, la Minuta me pone una casa, la Muntanyeta”, dice Carles. Subimos como podemos por las rocas y las zarzas y tenemos en frente las ruinas de una casa más moderna que aprovecha los huecos entre las rocas.

Algunos de los restos de La Muntanyeta

Nos ponemos debajo de una encina a comer, cerca de la casa. Cuando nos volvemos a incorporar media hora después, noto que me falta algo: el dolor en la pierna. Volvemos a la misma pista y la seguimos hasta la carretera, donde está aparcado el coche.

Pero aún queda tiempo y Pep lo aprovecha para buscar el camino de Viver a Serrateix. Cruzamos la carretera y continuamos por la pista. Pasamos por la casa de Els Plans y debajo, en la Rasa de la Coma, el GPS marca un punto donde el camino cruza la pista. Giramos a la izquierda y subimos la cuesta, a veces siguiendo el trazado del GPS y a veces perdiéndolo, hasta llegar a la casa de Sant Feliu, donde volvemos a girar hacia la carretera. Llego al coche cansado pero sin dolor. Es buena señal.

El pequeño núcleo de Viver

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 15,3 km; 440 metros de desnivel acumulado.

20/2/2015 - El Camino de Cardona

Hoy Carles puede venir y además, ha traído un mapa militar de 1811 que ha encontrado en la web del Ministerio de Defensa que incluye esta parte de Cataluña Central. Volvemos a la misma iglesia de Sant Joan de Montdarn. ¿Por qué está tan obsesionado Pep con esa iglesia?, me pregunto. Resulta que de esa iglesia, salen cinco caminos según el mapa de 1811. Uno de ellos iba hacía la Riera de Navel. “Sería el camino de Cardona que llevaba la sal a Ripoll, pasando por Casserres”, dice Pep. “Llevo las tres últimas semanas buscándolo”. “O sea, en ese vagar sin rumbo de la semana pasada, al final resulta que hubo un propósito oculto”, pienso.

Entramos en una pista que marcha hacia el sureste, buscando la cresta. Los incendios de 1994 han borrado todo rastro de camino y parecemos condenados a deambular por cuestas una vez más. Pasamos por las ruinas de una casa y ponemos rumbo a la casa de Balaguer, donde antes había un castillo y aún hay una pequeña iglesia en la cima del cerro cercano. Pasamos por unos cortes en la roca pintados de blanco, son marcas de un límite de propiedad. “A veces los grandes caminos seguían límites de propiedad”, aventuro. Decidimos seguir el rastro de las marcas, que nos llevan a otra pista. Pep sigue paralela a la pista, un poco más abajo, buscando afloramientos de roca. De repente, se oye un grito. “Venid aquí”. 

Surcos delatadores; observad la pintura blanca que marca el linde de propiedad

Llegamos al afloramiento y vemos el surco inconfundible de un camino. “El camino de Cardona”, proclama Pep, triunfalmente. “Claro, como sabéis, a veces los grandes caminos siguen los límites de propiedad”, enuncia con cierta pedantería, haciendo suya mi propuesta de media hora atrás.

El camino se mantiene hacia el suroeste, bajando suavemente. En cada afloramiento, volvemos a ver los surcos. “Poteras”, los llama Pep, en referencia al catalán de “patas” de animales, para diferenciarlas de las “roderas” creadas por las ruedas.

La Riera de Navel, cerca del Molí de Vilajussana

Ya tenemos delante la Riera de Navel con un pequeño embalse. El camino baja la cuesta en zigzags, donde entra en una pista que baja por la ribera izquierda de la riera. Pasamos por el Molí de Vilajussana y una casa en ruinas, El Llop. Pero hemos perdido el camino. “Pasaba por el otro lado”, concluye Pep.

Otra vista de la riera

Damos la vuelta y retrocedemos por donde venimos, pero esta vez seguimos las “poteras” hacia arriba hasta llegar a la casa de Balaguer. Al otro lado de la cresta, bajamos la pista hasta ver un tenue camino que marcha hacia la Rasa de Sant Martí. Peleando con las zarzas y espinos, cruzamos el pequeño valle y en el otro lado enlazamos con el tramo de camino que hicimos Pep y yo la semana pasada. Lo cierto es que es imposible ver el enlace si no lo sabes de antemano. “Un día histórico”, concluye Pep.

Más surcos debajo de Cal Balaguer

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,9 km; 360 metros de desnivel acumulado.

13/2/2015 - Sant Joan de Montdarn

Gripe, trabajo y una ola de frío se conjuran para impedirme salir pero Pep y Carles, en su afán incansable por reunir conocimientos han seguido saliendo, centrándose en el Baix Berguedà entre los municipios de Montmajor, Montclar y Viver i Serrateix. El 13 de febrero, por fin puedo salir, pero Carles no; la gripe también ha hecho estragos en su hotel y tiene que cubrir bajas. Aquel día, Pep me lleva a la iglesia de Sant Joan de Montdarn, situada en un punto visible desde muchos kilómetros a la redonda. Me regala una clase magistral sobre las diversas ampliaciones de la iglesia pero lo que realmente le interesaba eran unos surcos dejados por el paso de miles de mulas en la roca en un camino (ahora GR) que marcha hacia el oeste.

Sant Joan de Montdarn con el sol de la mañana

Toda esta zona fue gravemente afectada por los grandes incendios de 1994. Aunque quedan pocos restos visibles de aquellos días fatídicos de julio, tuvieron dos efectos que han perdurado: uno, para sacar la madera quemada, se abrieron multitud de pistas forestales que destruyeron muchos caminos y dos, fuera de las zonas de cultivo, los bosques de pinos han sido sustituido por pequeñas encinas, arbustos espinosos y zarzas, lo cual convierte cualquier intento de apartarse de las pistas forestales en un auténtico calvario.

Mirando hacia el norte

Pero yo nunca había estado en este municipio y me dejo guiar por Pep quien, al no tener a Carles con quien conversar, se muestra especialmente amable conmigo. El camino del surco desemboca en una pista de tierra y ya no volvemos a encontrarlo. Deambulamos aparentemente sin rumbo hacia el este. Antiguamente, aquí había viñedos y se pueden encontrar tinas excavadas en los afloramientos de roca donde se guardaba el vino en la Edad Media. Subimos crestas y pequeños cerros pelados y bajamos a los barrancos, llegando finalmente de vuelta a la iglesia sin que Pep me haya explicado realmente de qué iba todo eso.

En el primer plano, las ruinas de Cal Peirot y detrás, Les Cases. Al fondo, hacia la derecha, se divisa la torre de Sant Joan de Montdarn