Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 30 de mayo de 2011

20/5/2011 – El Grau de Cal Ros y Les Ganivetes

La semana pasada, estuve en Inglaterra. Salieron Pep y Carles a dar un vistazo a la zona de Rus, entre Pardinella y Castellar de N’Hug, que habíamos explorado a fondo por encargo del Parc Natural de Cadí-Moixerò hace unos 8-9 años. Hecho el repaso, Pep se declaró satisfecho de nuestra cartografía pero preocupaba una extraña pájara que cogió Carles y le dejó sin fuerzas, incapaz de responder a las exhortaciones de Pep.


Sin embargo, esta semana Carles se declara plenamente recuperado, dispuesto a lo que haga falta.

Hace tiempo, yo había expresado a Pep el deseo de volver a Les Ganivetes (Las Navajas, en castellano), una curiosa formación geológica que en su día no había fotografiado. Se encuentran en un punto alejado del municipio de Gisclareny, pasado el pequeño poblado de Vilella. Al principio de nuestras salidas juntos, dimos un buen repaso a Gisclareny y Pep me insinúa que allí está todo hecho pero, si a mí me apetece hacer turismo y recordar paisajes, ya le parece bien y me da vía libre para planificar la ruta que quiera.
Yo no tenía tan claro que lo tuviéramos todo tan atado y así se lo hago saber en el Mikado con el café. Para empezar, había la cuestión del misterioso Grau de Cal Ros. Hoy, existe una pista abierta a barrenadas a Vilella desde el núcleo principal de Gisclareny pero antes había un paso que salvaba la pared de roca desde la casa de Cal Ros pero nadie nos había podido decir dónde se encontraba.

Dejamos el coche en Vilella y primero probamos una colita que había visto con Carles hace unos 3 años. Casi enseguida, Carles ve otro camino muy tapado que asciende hacia la derecha pero de momento lo descartamos. Mi colita se muere en unos campos cerca de la pista. Sólo nos queda el nuevo camino de Carles. Aunque inicialmente de trayectoria incierta, nos deja en un angosto paso que se adentra en la amplia cresta rocosa y las dudas se desvanecen. Durante los próximos 15 minutos, sólo podemos maravillarnos de la pericia de los antiguos habitantes que supieron buscar y acondicionar el paso.

El camino del Grau de Cal Ros. Observad las piedras puestas a modo de protección en el borde del camino.

La casa de Cal Ros desde el Grau

Salimos en los campos de Cal Ros, cerca de la fuente, desde la cual una línea de viejos robles marca la entrada del camino. Subimos hacia Sant Miquel de Turbians donde encontramos las marcas verdes y blancas de un sendero local. En el collado, ya se ven Les Ganivetes detrás del Pla del Cucut. Pasado el collado, el camino señalizado se marcha hacia abajo por el viejo camino a Vilella pero nosotros continuamos rectos. En estas cuestas ásperas, tenemos noticias de casas pero sólo se ve alguna teja y restos de cerámica del siglo XIX y campos aterrazados que debían dar más trabajo que comida. Con Les Ganivetes delante nuestro, cruzamos el Pla del Cucut y, tras alguna dificultad, encontramos el camino que nos sube a Rocadecans, donde volvemos a encontrar las marcas del sendero local.

Esta foto tomada con zoom de Les Ganivetes desde el Pla del Cucut muestra claramente el origen del topónimo

Pedraforca domina el paisaje de muchos puntos de Gisclareny

Entre Rocadecans y Cal Misèria (el nombre lo dice todo), teníamos una colita que bajaba hacia Ca l’Estevenó. Cuando llegamos allí, vemos que ha sido incluido en el sendero local y, tras un inicio incierto, toma categoría y se convierte en un camino muy atractivo, bajando entre rocas y bosques. Además, el hecho de que ha sido limpiado permite apreciarlo en todo su esplendor.

La Cinglera de Vallcebre y detrás, las estribaciones del Sobrepuny, desde el camino que baja hacia Ca l'Estevenó

Llegamos al camino transversal encima de Ca l’Estevenó y giramos a la derecha por un camino tapado que conecta distintos collados. Volvemos a perder las marcas del sendero local y no las recuperamos hasta justo antes de llegar a la Portelleta. Caen gotas, estamos en el límite de unas cortinas de lluvia que van de norte a sur, pasando por Pedraforca hacia Ensija. Nos resguardamos bajo unos árboles y almorzamos. Vuelve a salir el sol y reemprendemos la marcha. El agua ha refrescado todos los colores. El camino baja zigzagueando la pendiente hasta llegar a la pista que nos lleva de vuelta a Vilella.

Bajando desde la Portelleta

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 625 metros de desnivel acumulado.

Nota: El sendero local que seguíamos a trozos es el sendero R de la red de itinerarios de Gisclareny. Enlaza Vilella con la iglesia de Turbians, Coll de Turbians, Rocadecans y Ca l’Estevenó. Es absolutamente recomendable.

Nota histórica: Hoy, Gisclareny es un paraíso para el turismo rural, con bosques frondosos, prados verdes, multitud de senderos señalizados y siempre la imponente vista de Pedraforca. Sin embargo, hace 100 años la situación era muy distinta. Los excursionistas de aquel tiempo hablan de un lugar donde reinan la miseria y el hambre, superpoblado, sobreexplotado, deforestado. Era un lugar donde pasaban de prisa camino a las delicias de Gresolet y Pedraforca. Caminando por las interminables hileras de bancales de tierra poco productiva en las cuestas de las solanas, no cuesta demasiado imaginar la exigua vegetación que debían ver los burgueses excursionistas de principios de siglo y su transformación es todo un tributo al poder de recuperación de la Naturaleza.

sábado, 14 de mayo de 2011

6/5/2011 – Fracaso en Montderm

Hace unos cuantos años, había subido un camino desde el Estret que había quedado muerto en unas carboneras bajo Montderm. Por su parte, Pep había bajado una vez desde el Coll de Cerqueda hasta el Estret, pero no sabía bien cómo.

Hoy nos habíamos propuesto establecer la comunicación entre el Estret y el Coll de Cerqueda y luego buscar la casa de Montderm. Para mí, ya sería la tercera vez que buscábamos esa casa: la primera vez fue en 2004 con Pep y luego hice una nueva batida con mi padre un par de años después.

El primer intento de llegar al Coll de Cerqueda fracasa cuando una colita mía muere en una cuesta cerca del Rec de Montderm; creo que era un camino de cazadores. Cruzamos el Torrente de la Baga Fosca y volvemos a probar suerte y esta vez llegamos arriba pero el último tercio ya sin camino.

Bolas de arenisca incrustadas en las margas subiendo hacia el Coll de Cerqueda

Encaramos la subida a Montderm. Montderm tiene forma de triángulo con la hipotenusa mirando hacia el sur. Los dos lados arriba son paredes rocosas, con un acceso por ambos lados por un ‘grau’ que sale a una especie de plataforma inclinada con signos evidentes de haber sido cultivada. Nuestro camino bifurca, con un ramal hacia la izquierda hacia Pardinella y que pasa cerca de los restos de una vivienda muy básica que tenemos apuntada como la Rabasseta. Dejamos el camino y subimos como podemos hacia la base del triángulo. Nos separamos para hacer una nueva batida y nos volvemos a ver en la punta arriba. Nadie ha visto nada. Almorzamos abatidos. ¿Cómo es que nosotros, que lo encontramos todo, no hemos podido encontrar esa casa? Hablando con Pep unos días después, él cree que la casa de Montderm es lo que habíamos puesto como la Rabasseta ya que tiene acceso fácil desde abajo hacia la zona más fértil. El mapa del ICC pone la Rabesseta como la prolongación de la cresta occidental de Montderm.
Bajamos por el ‘grau’ occidental. Vistas espectaculares que nunca cansan.

 Vista hacia el oeste desde el grau de Montderm

Y la misma vista en febrero de 2004

Llegamos al Coll de la Rafa y bajamos hacia el oeste. Pistas nuevas y todo removido por trabajos forestales. Seguimos trozos de caminos por artigas y carboneras hasta conectar con uno muy importante que viene desde Pardinella hacia la zona de Rabasseta. Desemboca en una zona extensa dedicada a la fabricación de tejas aunque el horno propiamente dicho fue destrozado por una pista. Tomamos la pista hacia el Camp de Mill y un ciervo nos muestra un camino que baja hacia la zona inferior de la Rabasseta. Esta parte todavía está en blanco en nuestros mapas. ¿Podría haber una casa y campos por allí? Imposible saberlo sin meternos pero la clase de música nos deja sin tiempo. Continuamos hacia el Camp de Mill.

Lirios azules en Camp de Mill

Hace años, había seguido un camino desde el Coll de les Travenoses, encima de la Caseta, hacia Prat Terrer y es el camino que usaremos para volver al coche, ya que es mucho más rápido que seguir las pistas. Entramos en los campos de Prat Terrer, donde Pep y Carles descubren un tesoro que borra la clase de música del horizonte. Ya no hay prisa. Sin dudarlo un segundo, sacan bolsas de sus mochilas y empiezan a recoger setas de primavera (moixernons y carerretes), que crecen con abundancia en los prados.

Pep y Carles reviven primitivos instintos de cazadores-recolectores bajo Prat del Terrer

Una vez completado el expolio, vuelve a haber prisa, mucha prisa. Encontramos el camino con dificultad. Está horriblemente tapado y a mí hay algo que no cuadra. ¿Cómo es que lo pude seguir, teniendo en cuenta que iba solo y sabiendo lo temeroso que era (y soy) de perder el camino? Salimos del boj y vemos una bifurcación con otro camino, probablemente de vacas, que va a unos prados un poco más abajo de donde veníamos. Empiezo a sospechar qué pasó (1). Ahora el camino está más despejado, con mucha categoría, pero no hay tiempo para saborearlo.

En el camino hacia el Coll de les Travenoses. Observad el muro para reforzar el camino.

Llego con la lengua fuera al Coll de les Travenoses y bajamos la cuesta a la Caseta como estos festivales en Inglaterra colgados en YouTube con jóvenes persiguiendo bolas de queso a tumba abierta. Llegamos a la pista y hacemos el último medio kilómetro en un tiempo récord. Lo que hay que hacer por la cultura, pienso.

(1) Al bajar el track, veo que efectivamente seguí la bifurcación a los prados inferiores. Viniendo desde la Caseta, es prácticamente imposible ver el otro camino.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,2 km; 790 metros de desnivel acumulado.

lunes, 2 de mayo de 2011

29/4/2011 – Cal Mariano y Cal Po

Para hoy, Pep quería comprobar los inicios del camino de Les Tortes hacia Puigllançada y del camino de la Garganta ya que, según él, no los habíamos dilucidado del todo cuando investigamos la zona de Rus hace unos 6 ó 7 años. Yo no acababa de ver la gracia de subir unos 200 o 300 metros de desnivel para volver a bajar y luego hacer lo mismo en otro sitio y así se lo hice saber en el Mikkado mientras tomábamos el café. Además, podría haber tormentas por la tarde en esa zona. Propuse un plan B que era dejar el coche en el Estret y mirar si había un paso por el Torrente de Pardinella hacia Montderm.


Llegamos al Estret y caminamos hacia el Torrente de Pardinella, que, al igual que el Estret, pasa por una pequeña abertura en la roca. No hay camino a no ser que hagamos barranquismo. Hacemos una reunión improvisada en un pequeño prado. Propongo un plan B bis, que es ir con el coche a la Caseta y tomar el camino de esa casa al Prat Terrer y de aquí acceder al Montderm.

Pep descarta la existencia de un camino en el Torrente de Pardinella

Volviendo hacia el coche, hacemos una breve visita a la Font de l’Espunyà, cerca de la casa de l’Estret, que está arreglada y con bancos de piedra. Me imagino que aquí venía la gente para tomar la fresca cuando la casa funcionaba como hostal. Volvemos a mirar el cielo. No pinta muy bien donde queremos ir y propongo un plan C, que es ir a las casas de Cal Mariano y Cal Po y liquidar unas colitas (ver Glosario) que nos habían quedado por allí. A Pep no le entusiasma nada mi idea pero si vamos más hacia el norte, tendremos la ducha fría asegurada.

Pep y Carles en el camino del Estret hacia Puigcalm

Nos encontramos siguiendo un camino que seguimos hace unos años que va hacia Puigcalm. Pep ahora cree que es el camino desde el Estret hacia La Pobla de Lillet, ya que es el camino más directo. A media ruta, Pep ve un horno de tejas en un pequeño llano. Miro mi mapa y lo tenía marcado como una pequeña zona de cultivo. Evidentemente, cuando pasamos por aquí la última vez, habíamos confundido las piedras del horno por una pared de un bancal. El humor de Pep mejora sensiblemente con este descubrimiento.
Seguimos subiendo. Donde el camino no está erosionado, se ven signos palpables de su categoría y Pep se reafirma en su hipótesis de la función de ese camino. Llegamos a una pista de desembosque. A partir de aquí, ya es zona explorada por nosotros este invierno y damos la vuelta. Tomamos otra colita que nos baja a Cal Po, una casa a medio camino entre la mina de Petróleo y l’Estret en la ribera izquierda del río (es decir, al otro lado del río respecto a la pista principal de Gavarrós). Aquí comemos. Nada más empezar, empiezan a caer gotas pero mucho peor está hacia el norte, donde se ve una cortina de lluvia justo donde estaban los Planes A y B.

Cal Po

Por suerte, sólo son unas gotas y Pep, con cierta ironía, propone mirar la última colita. Hace unos años, ya habíamos seguido el camino de la Petrolífera a Cal Po y allí había visto un camino que marchaba hacia arriba. Llegamos a la bifurcación en cuestión. “Esto lo acabaremos rápido. Aquí no hay nada”, dice Pep. Sin embargo, a medida que subimos, su categoría mejora y acabamos entrando en un pequeño valle que ha sido aterrazado para hacer campos. Es una artiga. El camino continúa al otro lado, pasa una cresta y entra en otro artiga en otro pequeño valle, donde se han sacado piedras de una pared de roca cercana para hacer hilera tras hilera de pequeños campos. Impresiona ver una obra de tanta magnitud en un lugar tan perdido y, emocionado, Pep me da las gracias por haber insistido en el Plan C. El camino supera la roca con un ‘grau’ y baja a una cuesta más amplia que también tiene signos de haber sido cultivado.
De ahí bajamos por pequeños caminos a la Petrolífera. Tras la inspección de rigor de los restos de las instalaciones, tomamos el camino ya conocido a Cal Po. Desde Cal Po continuamos a Cal Mariano, otra casa en ruinas en la ribera izquierda del río, donde vadeamos el río y volvemos al coche. Hemos esquivado la lluvia por los pelos.

Restos de la fábrica de la Petrolifera. Funcionaba a principios del siglo XX y también durante la Guerra Civil para destilar un petróleo de baja calidad producido por la cercana Mina de Petroleo, que ahora se abre al público los fines de semana.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,3 km; 310 metros de desnivel acumulado.






24/4/2011- Els Empedrats y Cap de la Boixassa

Había quedado con Josep Mª para hacer la tradicional caminada de Sant Llorenç de Morunys, que se celebra cada sábado de Semana Santa. Sin embargo, lo cancelé por lluvia (me enteré después que no paró de llover en todo el día allí). Propuse salir el domingo si el tiempo aguantaba.


El hombre del tiempo prometió que la lluvia iría a menos y decidí hacer la ruta de los Empedrats. Como mucha gente del Berguedà, Josep Mª desconocía esta ruta a pesar de ser una de las rutas estrella del Parque de Cadí-Moixerò. “Un berguedano no puede morir sin haber hecho Els Empedrats”, sentencio. Aparcamos el coche bajo un cielo incierto cerca del nuevo Centre de Natura que ha construido los colegios La Salle en lo que era Cal Cerdanyola. La ruta oficial sube el valle de Pendís hasta el refugio (Refugi de Sant Jordi) pero yo quería hacer una variante que explicaré más adelante.

Iniciamos la ruta. Da gusto ver lo verde que está todo y oír el agua al lado. El camino pasa por pequeños túneles hechos por los árboles y el boj, lo que le da un aire misterioso, y también refresca en verano. Hacemos un pequeño desvío al Bullidor de la Llet. El Parque ha acondicionado un camino que lleva a una pared de roca de la cual sale un impresionante chorro de agua cuando llueve mucho y durante el deshielo. Vale la pena visitarlo.

 El torrente de Pendís tomada desde el pequeño puente que cruza el río antes del Bullidor de la Llet

La entrada de Els Empedrats

Continuamos y entramos en Els Empedrats, un estrecho desfiladero que impresiona mucho la primera vez que se ve (y también la segunda y la tercera). Aquí el camino cruza el torrente cuatro veces. Normalmente, no hay problema pero hoy baja mucho agua y las piedras utilizadas para cruzar están mojadas y resbaladizas. Conseguimos hacer el primer cruce pero al llegar al segundo, vemos que el agua pasa con fuerza y cubre muchas piedras. Llego a la mitad del curso de agua y cuanto más lo miro, más probable me parece que acabaremos en el agua. Josep Mª tampoco se muestra muy decidido. “¿Un plan B?”, me pregunta. Decido dar media vuelta y volvemos a la orilla. Justo en este momento viene alguien bajando por la otra orilla con un perro atado con una correa. Tiene el pantalón mojado hasta las rodillas pero se lanza a cruzar el río sin miedo. A pesar de que el perro se le enreda en las piernas, consigue llegar al otro lado donde le interrogamos. Nos asegura que los dos cruces que quedan río arriba son más fáciles y me armo de valor y cruzo. Para gran sorpresa mía, llego al otro lado sin novedad y Josep Mª sigue. Los otros dos cruces también se completan con éxito pero decido cambiar la ruta para no tener que bajar por el mismo sitio, posiblemente con lluvia. Había pensado hacer la vuelta por la casa de Escriu pero ahora decido pasar al lado contrario e ir al Cap de la Boixassa.

Saliendo del desfiladero

Seguimos subiendo. El camino aún tiene restos del empedrado. Al cabo de un rato, llegamos a la entrada al valle de Galigans, con un camino que marcha a la izquierda. La ruta oficial sigue recto por el valle de Pendís.

Aquí debo hacer un inciso. A mediados del siglo pasado, un tal Agustí Jolis escribió una guía de rutas del Berguedà, con la intención de poner al día la obra clásica de César August Torras publicada en 1904. Lo malo es que le pilló de lleno el abandono masivo de las casas de montaña y tuvo que hacer tres ediciones de su libro entre 1950 y 1965 para reflejar las cambiantes condiciones del entorno, sobre todo el número cada vez menor de casas habitadas. En la edición de 1965, describe la ruta como está actualmente pero en la de 1950, sube por el valle de Galligans hasta alcanzar los campos de la casa, pasa la cresta y luego va directamente a la casa de Font de Faig.

Ése es el camino que tomamos. Aunque tapado por la falta de uso, su trayectoria es clara y va subiendo con eses marcadas. Más arriba, empiezan las carboneras y luego el camino sale a los campos. Tenía la esperanza de encontrar la casa de Galigans. A principios del siglo XX, ya estaba abandonada pero el mapa del ICC marca un cuadrado. Miro a mi alrededor pero no veo rastro; el boj mojado me había obligado a guardar los mapas en la mochila y el cielo amenazador me aconseja no entretenerme. Continuamos a la cresta.

 Vista hacia el sur al salir de las carboneras del valle de Galigans

Vista hacia el otro lado del valle de Pendís en el camino de flanqueo de Galigans a Font del Faig

El camino pasa por una abertura en la roca y gira hacia el norte. Tras media hora, salimos a los campos de Font de Faig, muy cerca del refugio pero resisto su canto de sirena y, tras reponer agua en la fuente (la fuente bajo el árbol, que es la auténtica, no la fuente cerca del refugio), continuamos hacia el ‘grau’ (ver Glosario) que permite pasar al valle de Galigans. Allí almorzamos.

Un curioso refugio natural antes de llegar a la cresta que da paso a la parte superior del valle de Galigans

El grau entre el valle de Pendís y el valle de Galigans, encima del Refugi de Sant Jordi

En el valle de Bastareny al sur, una cortina de lluvia impide ver las montañas de Gisclareny detrás y parece que viene hacia nosotros. Sin dar tiempo a Josep Mª para acabar su inmenso bocadillo, emprendo la marcha otra vez. Cruzamos el valle de Galigans y seguimos un atajo de reciente creación que busca el camino que viene del Col de Galigans al Cap de la Boixassa. Llega la niebla; donde comimos ya no se ve y la niebla da formas extrañas a las formaciones rocosas a medida que nos acercamos al Cap de la Boixassa.

La niebla se cierne sobre nosotros

En un día soleado, habría unas vistas extensísimas de todas las montañas alrededor pero hoy nuestra visión queda cortada a 50 metros. Además empiezan a caer gotas. Sacamos los chubasqueros y temo lo peor; estamos en el punto más alto y más alejado del coche. Inicio rápidamente la bajada. Me llega a la memoria una bajada por el mismo sitio hace unos años con mi hermana. Era verano y se estaba preparando una gran tormenta en Pedraforca y venía directo hacia nosotros. Por nada del mundo, quería estar en esta cuesta expuesta cuando llegaba. Intenté dar prisa a mi hermana pero quizás acostumbrada a la pausada lluvia inglesa, no parecía apreciar del todo la urgencia. Llegamos a una cueva que conocía bajo el Coll de la Pelosa justo cuando empezaba a diluviar con unos truenos ensordecedores y tuvimos que esperar una hora y media hasta que pasó la tormenta.
Pero hoy los dioses nos sonríen; empieza a levantarse la niebla y deja de llover. Llegamos al Col de la Pelosa e iniciamos el largo flanqueo hacia el Molí del Puig. Primero el terreno está despejado pero, tras el primer collado, entramos en canales y vuelven los túneles de vegetación. Aquí hay abundantes signos de explotación del bosque para hacer carbón.
 Bajando desde el Col de la Pelosa hacia el Molí del Puig

Entrando en tierra de carboneros

Con tanto verde, nos invade una sensación de relajación y bienestar que propicia una tertulia sobre un temario muy variado pero que tiene como eje la ética personal y colectiva. Con estos pensamientos elevados, llegamos a la pista al lado de las ruinas del Molí del Puig.

El Molí del Puig

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 830 metros de desnivel acumulado.

PD. Cuando bajo el track al ordenador, veo que estuvimos a 50 metros del cuadrado que marca el mapa del ICC como la casa de Galigans. Miro la ortofoto y efectivamente se ve un cuadrado pero no estoy convencido que sea una casa. Quedará para confirmar en otra ocasión.

Nota histórica: En los folletos turísticos y artículos excursionistas, siempre se habla del camino dels Empedrats como una de las rutas clave para cruzar del Berguedà a la Cerdanya. Pep pone en duda ese calificativo y lo cierto es que Torras, en 1904, dice que la casa de Font de Faig está vacía porque desde hace unos años el camino dels Empedrats está cerrado por una riada que lo destruyó en el tramo abajo que pasa por el río. Las ruinas de esta casa aún se ven cerca del refugio. Tuvo una agricultura de subsistencia pero también hacía de hostal para la gente que cruzaba el Col de Pendís y esta función debía ser un medio importante de vida. Cuando se volvió a abrir el camino dels Empedrats, volvió a haber gente en la casa, hasta el abandono masivo de los años 50. Después, se utilizó durante un tiempo como refugio hasta que se construyó el refugio nuevo. El camino clave de verdad para pasar a la Cerdanya es el Coll de Jou desde Bagà hasta Urús, utilizado desde tiempos inmemoriales. Pero esto será tema de otra entrada.

Una bonita foto de las ruinas de la casa de Font de Faig, tomada un día primaveral del 20/1/2007. El día después, volvió el crudo invierno.






15/4/2011 – Pardinella

El 25 de junio del año pasado, Pep y yo estuvimos mirando la casa de Camp de Mill desde el Prat Terrer. Delante se extendía una zona que estaba en blanco en nuestros mapas pero había una línea invisible trazada delante nuestro que no pudimos cruzar. Hasta hoy.

Dejamos el coche en el Collet Roig de Prat Terrer. Me siento como si tuviera 300 años. Bueno, en realidad, yo no sé como se siente con 300 años pero me puedo imaginar que es similar a cómo me siento en aquel momento. Una punta de trabajo ha forzado cierto sedentarismo pero sospecho que mucho más tienen que ver las dos semanas que he hecho campana en yoga.

Bajando hacia Prat Terrer

Vamos a Prat Terrer y de allí a Camp de Mill. Inspeccionamos las ruinas de la casa pero Pep no quería continuar hacia Montderm sino buscar el camino a Pardinella y, desde allí, mirar si había caminos que cruzaban el Torrent de l’Home Mort hacia el oeste.

Prat Terrer con un paisaje primaveral casi perfecto

Emprendemos la subida. A medida que mi cuerpo se pone en marcha, mi edad va bajando. Ahora ronda los 100 años. Cruzamos la pista de Pardinella y nos metemos en los campos al otro lado. Tras subir unos 50 metros más, vemos un camino muy marcado que marcha hacia el torrente. La primera derivación muere en una fuente. Seguimos subiendo. Hay una división de caminos; uno parece ir hacia el Torrent de l’Home Mort y el otro hacia el siguiente barranco a la izquierda. La pendiente empieza a empinarse y el camino de personas se mezcla con un camino para bajar troncos. Pasamos por un bosque de avellanos, que luego da paso a hayas. El camino se mete decididamente en el barranco y vemos la primera carbonera, que luego se seguirán de al menos dos más. Con la pendiente, mi edad ha ido bajando y ahora me siento más o menos normal. Poco después de la última carbonera, el camino se muere y subimos sin camino al GR que va al Coll de Pal.

La misteriosa estructura encima de Pardinella. ¿Es o no es medieval?

Almorzamos. Bajando el GR, Pep quería mirar primero una pleta (ver Glosario) muy perdida en el bosque antes de llegar a la Jaça que habíamos encontrado hace unos años. Sigue allí. Luego una estructura muy rara encima de Pardinella. Sigue allí. Luego mostrar a Carles la enorme pleta en el Pla d’Erols. Es una gran estructura circular que cubre una parte importante del llano. ¿Será una pista de aterrizaje para los OVNIs?, especulo.
La pleta del Pla d'Erols

De repente, vuelvo a sentirme cansado. Acumulo años a un ritmo estrepitoso. Dejo a Pep y Carles investigando y emprendo la bajada por el GR hacia el Coll Roig. Aún se ve el empedrado en algunos puntos. Me doy cuenta que la casa de Pardinella tiene unos colores muy atractivos en la luz de la tarde y empiezo a sacar fotos. Carles y Pep me atrapan cerca de la casa y volvemos al coche. Ha sido un día duro.

La casa de Pardinella, a 1.330 metros de altura, y la única casa habitada en muchos kilómetros a la redonda

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,2 km; 620 metros de desnivel acumulado.

PD: El martes después fui a yoga y el jueves subí a Queralt con una ligereza sorprendente. Moraleja: No saltarse las clases de yoga.