Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 30 de mayo de 2011

20/5/2011 – El Grau de Cal Ros y Les Ganivetes

La semana pasada, estuve en Inglaterra. Salieron Pep y Carles a dar un vistazo a la zona de Rus, entre Pardinella y Castellar de N’Hug, que habíamos explorado a fondo por encargo del Parc Natural de Cadí-Moixerò hace unos 8-9 años. Hecho el repaso, Pep se declaró satisfecho de nuestra cartografía pero preocupaba una extraña pájara que cogió Carles y le dejó sin fuerzas, incapaz de responder a las exhortaciones de Pep.


Sin embargo, esta semana Carles se declara plenamente recuperado, dispuesto a lo que haga falta.

Hace tiempo, yo había expresado a Pep el deseo de volver a Les Ganivetes (Las Navajas, en castellano), una curiosa formación geológica que en su día no había fotografiado. Se encuentran en un punto alejado del municipio de Gisclareny, pasado el pequeño poblado de Vilella. Al principio de nuestras salidas juntos, dimos un buen repaso a Gisclareny y Pep me insinúa que allí está todo hecho pero, si a mí me apetece hacer turismo y recordar paisajes, ya le parece bien y me da vía libre para planificar la ruta que quiera.
Yo no tenía tan claro que lo tuviéramos todo tan atado y así se lo hago saber en el Mikado con el café. Para empezar, había la cuestión del misterioso Grau de Cal Ros. Hoy, existe una pista abierta a barrenadas a Vilella desde el núcleo principal de Gisclareny pero antes había un paso que salvaba la pared de roca desde la casa de Cal Ros pero nadie nos había podido decir dónde se encontraba.

Dejamos el coche en Vilella y primero probamos una colita que había visto con Carles hace unos 3 años. Casi enseguida, Carles ve otro camino muy tapado que asciende hacia la derecha pero de momento lo descartamos. Mi colita se muere en unos campos cerca de la pista. Sólo nos queda el nuevo camino de Carles. Aunque inicialmente de trayectoria incierta, nos deja en un angosto paso que se adentra en la amplia cresta rocosa y las dudas se desvanecen. Durante los próximos 15 minutos, sólo podemos maravillarnos de la pericia de los antiguos habitantes que supieron buscar y acondicionar el paso.

El camino del Grau de Cal Ros. Observad las piedras puestas a modo de protección en el borde del camino.

La casa de Cal Ros desde el Grau

Salimos en los campos de Cal Ros, cerca de la fuente, desde la cual una línea de viejos robles marca la entrada del camino. Subimos hacia Sant Miquel de Turbians donde encontramos las marcas verdes y blancas de un sendero local. En el collado, ya se ven Les Ganivetes detrás del Pla del Cucut. Pasado el collado, el camino señalizado se marcha hacia abajo por el viejo camino a Vilella pero nosotros continuamos rectos. En estas cuestas ásperas, tenemos noticias de casas pero sólo se ve alguna teja y restos de cerámica del siglo XIX y campos aterrazados que debían dar más trabajo que comida. Con Les Ganivetes delante nuestro, cruzamos el Pla del Cucut y, tras alguna dificultad, encontramos el camino que nos sube a Rocadecans, donde volvemos a encontrar las marcas del sendero local.

Esta foto tomada con zoom de Les Ganivetes desde el Pla del Cucut muestra claramente el origen del topónimo

Pedraforca domina el paisaje de muchos puntos de Gisclareny

Entre Rocadecans y Cal Misèria (el nombre lo dice todo), teníamos una colita que bajaba hacia Ca l’Estevenó. Cuando llegamos allí, vemos que ha sido incluido en el sendero local y, tras un inicio incierto, toma categoría y se convierte en un camino muy atractivo, bajando entre rocas y bosques. Además, el hecho de que ha sido limpiado permite apreciarlo en todo su esplendor.

La Cinglera de Vallcebre y detrás, las estribaciones del Sobrepuny, desde el camino que baja hacia Ca l'Estevenó

Llegamos al camino transversal encima de Ca l’Estevenó y giramos a la derecha por un camino tapado que conecta distintos collados. Volvemos a perder las marcas del sendero local y no las recuperamos hasta justo antes de llegar a la Portelleta. Caen gotas, estamos en el límite de unas cortinas de lluvia que van de norte a sur, pasando por Pedraforca hacia Ensija. Nos resguardamos bajo unos árboles y almorzamos. Vuelve a salir el sol y reemprendemos la marcha. El agua ha refrescado todos los colores. El camino baja zigzagueando la pendiente hasta llegar a la pista que nos lleva de vuelta a Vilella.

Bajando desde la Portelleta

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 625 metros de desnivel acumulado.

Nota: El sendero local que seguíamos a trozos es el sendero R de la red de itinerarios de Gisclareny. Enlaza Vilella con la iglesia de Turbians, Coll de Turbians, Rocadecans y Ca l’Estevenó. Es absolutamente recomendable.

Nota histórica: Hoy, Gisclareny es un paraíso para el turismo rural, con bosques frondosos, prados verdes, multitud de senderos señalizados y siempre la imponente vista de Pedraforca. Sin embargo, hace 100 años la situación era muy distinta. Los excursionistas de aquel tiempo hablan de un lugar donde reinan la miseria y el hambre, superpoblado, sobreexplotado, deforestado. Era un lugar donde pasaban de prisa camino a las delicias de Gresolet y Pedraforca. Caminando por las interminables hileras de bancales de tierra poco productiva en las cuestas de las solanas, no cuesta demasiado imaginar la exigua vegetación que debían ver los burgueses excursionistas de principios de siglo y su transformación es todo un tributo al poder de recuperación de la Naturaleza.

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