Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



viernes, 26 de diciembre de 2025

19/12/2025 – Regreso a Sant Julià de Cerdanyola (8ª parte)

Por fin hemos acabado (por ahora) con Els Banyadors. La intención de Pep ahora es cruzar la gran olla de Sant Julià y empezar a catalogar barracas debajo de la antigua vía que transportaba los troncos hacia las minas de Figols. Le advierto a Pep que mis lectores se están cansando de Sant Julià y me reclaman un cambio de escenario.

“Aún nos queda mucho trabajo en Sant Julià”, dice Pep, “pero Pol tiene que hacer el mapa del patrimonio de La Nou y acabaremos yendo allí”. “Sería una buena noticia”, contesto. Solo tengo 4 entradas de La Nou en el blog. Todo se hizo en la era pre-blog.

Nos ponemos en marcha. Miro con preocupación el indicador de temperatura del coche. A medida que nos vamos acercando a Guardiola, va bajando y cuando llegamos a Sant Julià, marca –0,5ºC. “¡Mis guantes!”, exclamo. “No aguantarán”.


Un paisaje helado; una barraca en primer plano y el pueblo al fondo

Aparcamos en el camino que va a la piscina. Miro los campos a nuestro alrededor. Solo se ve escarcha. El sol aún no ha salido y tampoco se le espera, porque pasaremos toda la salida en la cara norte. Mientras Pep y Carles programan el recorrido de barracas, yo me pongo los guantes con trepidación. “¿Por medio grado me van a fallar?”, me pregunto. Las primeras sensaciones no son buenas.


Así debía ver Moïses la Tierra Prometida que nunca llegaría a pisar

Empezamos a caminar hacia el este por un camino que bordea el lado sur de los campos, ahora con las marcas amarillas y blancas del PR de Sant Julià de Cerdanyola. Vamos anotando barracas en el límite de los campos. El sol, que sale por detrás del Roc de La Clusa, empieza a iluminar las partes más altas de las cuestas de la Solana Gran. ¿Qué no daría por estar en esas terrazas infectas donde tantas veces puse en peligro mi integridad física pero, eso sí, en manga corta? Poco a poco, la luz del sol va bajando la cuesta en frente pero, al igual que el hambriento que ve cómo se prepara un banquete al otro lado del cristal de la ventana, todos sabemos que aquí no llegará.


Pero aquí hay sol a dojo

Noto frío en los dedos de las manos; no están congelados pero no hay el confort de la semana pasada. Continuamos por el camino. De tanto en tanto, salen pequeñas torrenteras que bajan la cuesta y han sido aprovechadas para formar campos aterrazados, llamados “escaletas” por su forma escalonada. Al lado de cada ‘escaleta’, sube un camino medio borrado para llegar a los campos.

Pasamos al lado del Corral de la Cortada y entramos en el bosque encima de la Font de Sant Antoni. Las barracas van cayendo en rápida sucesión pero no me interesan. Solo noto el frío en las manos y el crujir húmedo de la escarcha al pisarla. Por fin, a medida que progresamos hacia el este, van apareciendo pequeñas manchas de sol que funden la escarcha y que aprovecho para calentarme mientras Pep y Carles documentan las barracas.


Otra barraca bien conservada

Tras muchos zigzags, llegamos a La Quadra, donde se guardaban los animales que subían los vagones vacíos desde el Cap del Grau. Debajo, en unos campos perdidos en el bosque, encontramos otra barraca. Subimos un poco más, hasta el Cap del Pla, anotamos una trumfera, y volvemos a bajar.

Comemos cerca de La Quadra, de pie. Pep me señala un trozo de hierba soleada con un pino en el centro. “Aquí tienes el mejor sitio, e incluso puedes apoyarte en el pino”, dice. “Todo un lujo. Y luego dices en tu blog que no te cuido”. Me apoyo agradecido contra el tronco. Lástima que el sol esté detrás y no en frente, pero la temperatura ha subido lo suficiente para que actúen los guantes y la sangre vuelve a fluir y llevar calor a los dedos.


La Quadra

Volvemos por la larga pista que marca el recorrido de la antigua Vía. Aquí estamos encima de las ‘escaletas’ y no hay barracas ni campos hasta llegar al Serrat de les Lloses. Aquí, al estar más expuesto al sol, vuelven a aparecer los campos y una barraca tan bien conservada que hasta se podría anunciar en Booking.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10 km; 300 metros de desnivel acumulado.

 

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