Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 13 de noviembre de 2023

10/11/2023 – El Cable

Hoy será nuestra última salida al Catllaràs. “¿Pasaremos frío?”, pregunto a Pep por WhatsApp la noche anterior. “No”, contesta, sin atisbo de duda. Pero yo no comparto su confianza y me preparo a conciencia: forro polar, gorro de lana, buff, guantes, jersey, camiseta térmica de manga larga, pantalón forrado y calcetines gordos. En nuestro aparcamiento en la Canalassa, el termómetro marca 3,5ºC y pasaremos gran parte del día lejos del sol, en los bosques de la cara norte. Los colores son de otoño avanzado, las hojas no tardarán en caer.

Hoy, Pep quiere volver a la zona del Xalet del Catllaràs y acabar en El Cable. Una vez más, emprendemos el camino de la Mina del Moreno y en el segundo collado, bajamos al complejo del Teixó. Han pasado unos cinco meses desde que estuvimos aquí la última vez y sin sol y con tanta hoja muerta, parece más lúgubre que nunca. Desde la bocamina, entramos otra vez en el laberinto de caminos entre las minas e iniciamos el último camino que nos queda, subiendo un barranco hacia el Collet Fred. Queda muerto en la última carbonera pero también descubrimos una mina hundida lejos de las demás y desconocida para la ciencia.


El Teixó

El camino al Cable

Ahora con el calor suave del sol, desde la pista (antigua vía) que baja del Collet Fred hacia el Xalet del Catllarás, subimos y bajamos la cuesta que bordea las Roques d'Arderiu y contamos diez bocaminas, todas hundidas (incluyendo dos debajo del Xalet), y todas formando una línea recta, además de estar alineadas con las minas que suben desde Font Freda.


Oreja de oso en las Roques d'Arderiu

Pasamos por el Xalet del Catllarás, recién restaurado pero en desuso, y seguimos bajando hacia El Cable. Otro lugar fantasmagórico lleno de estructuras que poco a poco van desmoronándose. Aunque de aspecto similar, es más grande que el Teixó, ya que concentraba la producción de las distintas zonas de producción antes de enviarla a la Estación del Empalme abajo. A eso también había que añadir la producción de una mina anexa, ahora hundida.




Distintos ámbitos del Cable

Y el túnel para salir hacia El Teixó

Aquí nos despedimos de Domenec hasta una próxima ocasión y comemos una vez más en el Coll de Paternoster, disfrutando del sol de noviembre hasta que un descenso repentino de la temperatura nos obliga a marcharnos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,3 km; 400 metros de desnivel acumulado.

PD. Me voy de aquí con una impresión de enorme complejidad. En un espacio corto de tiempo, durante el primer cuarto del siglo XX, se fueron superponiendo distintas soluciones tecnológicas para sacar el carbón de una zona que presentaba múltiples retos orográficos. La dificultad para comprender las distintas etapas de esta explotación viene agravada por la falta de documentación, sobre todo del primer periodo. Toda la producción fue a la fábrica de cemento en el Clot de Moro. Aun así, fue insuficiente y tuvo que proveerse, primero de Inglaterra y, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, de las minas de Figols, a precios más altos. Finalmente, las minas fueron abandonadas en los años 20 por falta de rentabilidad, reactivándose a pequeña escala en los años 40 durante el periodo de autarquía.

Las minas del Catllaràs son un museo al aire libre y merecen una rehabilitación en profundidad, con centro de interpretación (en el Xalet?) y paneles explicativos. Por desgracia, hoy por hoy, las posibilidades son remotas, por no decir nulas.

 

domingo, 12 de noviembre de 2023

27/10/2023 – Las minas de Font Freda y la Sala de Máquinas

Han pasado tres semanas – un congreso arqueológico y una noche lluviosa han obligado a aplazar las salidas. Pero aquí estamos otra vez en el Mikado. Pep quiere volver a Font Freda. A mano izquierda de la pequeña riera subiendo hacia la Sala de Máquinas, encontramos hace unos cuantos años una serie de excavaciones y pequeñas escombreras que ahora Pep quiere cartografiar con precisión.

El día empieza frío, 5ºC, y de hecho no quitaré la chaqueta en todo el día. Aparcamos otra vez en La Canalassa y volvemos a subir el camino de la Mina del Moreno. En el primer collado, bajamos por el camino que Pep renunció a subir el 15 de septiembre. Parece que en algunos puntos se ha ensanchado pero a pica y pala, no con una máquina. Con los colores de otoño, tiene mucho encanto.

En la pista debajo de la mina de Teixó

En la pista del Xalet subimos hacia la zona de Teixó y luego cogemos otro camino que nos lleva a un laberinto que conectaba las minas de Teixó, el Cable y Font Freda y que exploré en parte con Josep Mª Companyó. En una intersección, hacemos un giro de 180º y salimos a la mina de Font Freda. Desde aquí, subimos la cuesta que lleva a la Sala de Máquinas. Cuando primero bajamos esta cuesta, Pep había situado las pequeñas excavaciones como intentos en el siglo XIX. Ahora vemos que siguen una línea recta hasta la Sala de Máquinas y ahora Pep las hace contemporáneas con la Mina de Font Freda, siguiendo la veta para encontrar el mejor punto de entrada hasta llegar al punto definitivo abajo en la Font Freda. En total, contamos 9 excavaciones con sus escombreras, algunas con una disposición en abanico que entraban con diferentes ángulos.

Llegamos a la Sala de Máquinas donde se subía el carbón por un pozo desde la galería subterránea y se colocaba en vagonetas para bajarlo al teleférico al Empalme desde la Roca de la Lluna. Desde el emplazamiento de la primera torre debajo del mirador, miramos el mapa: falta una torre intermedia y allí abajo, hay un pequeño alto que podría ser un buen sitio.


La chimenea de la Sala de Máquinas

Y los soportes de la máquina

Bajamos por el camino al Xalet y nos desviamos por una pista de hace unos años que está empezando a naturalizarse. Al final de la pista, empieza un camino marcado. En el punto más cercano al pequeño cerro, Pep y Carles bajan a investigar pero no hay nada. Sigue un debate sobre si debemos mirar el camino o no. “A nuestra edad, ya no se pueden dejar caminos sin mirar”, digo y se decide seguirlo. Tras unos 100 m, el camino se pierde en la cuesta debajo de la Roca de la Lluna. “Piensa que debajo de los riscos, siempre habrá un camino de animales. Aquí aprovechan la pista, luego hacen su propio camino por la zona de paso obligado y luego se dispersan”, dice Pep. No es la primera vez que caigo en el engaño, pero parecen tan auténticos …

Bajamos a la siguiente pista transversal y, encima de la pista, Carles encuentra la torre que nos falta. Bajamos por una zona con unas carboneras inmensas, que en la era pre-blog protagonizaron una foto antigua que una joven investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona estaba intentando situar. En la pista del Xalet, buscamos un sitio para comer mientras Domenec se marcha. Finalmente vamos al Coll de Paternoster, sentado en la pendiente mirando hacia el sur. Al principio, es muy acogedor pero se levanta un viento frío del noreste que nos obliga a marcharnos antes de llegar a los cafés.


La pista del Xalet del Catllaràs con los colores de otoño 

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9 km; 440 metros de desnivel acumulado.

 

6/10/2023 – La Mina Concepción y la Mina de Font Freda

Hoy viene Domenec y estreno botas de marca buena. Será otro día de sol. Los pocos boletaires que venían a buscar setas han tirado la toalla y tendremos toda la montaña para nosotros. Hoy Pep tiene planeado un día muy completo: otra vez a la Mina Concepción puesto que Domenec no la conocía, luego al Prat Gespador, y a partir de aquí, seguir el recorrido que hicimos hace 10 años con Josep Mª Coll y que cambió nuestra visión de estas minas. Y finalmente a la Mina de Font Freda.

Pido a Pep una salida sin descensos vertiginosos para no castigar mis rodillas. “Descuida Steve”, me dice. “Solo iremos por caminos”. Y el hecho es que esta vez, Pep quiere llegar a la Mina Concepción desde abajo, siguiendo el mismo camino donde Jaume posó sobre un árbol colgado sobre el vacío. Este camino acaba en una carbonera al lado de una pista y no hemos podido ver la continuación hasta ahora.

Aparcamos en La Canalassa y subimos a la casa de Vallfogona, esta vez a un ritmo mucho más vivo que no tarda en dejarme sin aliento. “Que se jodan”, pienso, pero en inglés y aflojo el ritmo. “Ya me esperarán”. Pasamos por la casa y subimos la pista al Camp de l’Ermità, donde salimos por la izquierda para seguir el camino.

Hubo una tala no hace tanto tiempo y las ramas están tiradas en el suelo, dificultando el paso. Esto da pie a una discusión sobre el tema, que más o menos viene así. Antiguamente, los propietarios tenían que retirar las ramas cortadas tras una tala pero, como no lo hacían, se cambió el relato y ahora las ramas se dejan in situ, para hacer de compost, según la nueva doctrina. Tardan muchos años en deshacerse y, aparte de suponer un riesgo claro de incendio, dificultan el crecimiento del sotobosque y distorsionan el ecosistema.

Llegamos a la carbonera y la pista, sin rastro de la continuación del camino. Hacemos una diagonal hacia la pista de la Mina de Rotllan y de repente, Carles, que lo ve todo, ve un perfil y, efectivamente, es el camino. Lo seguimos hacía abajo hasta el enlace con la pista y luego damos la vuelta y hacemos la ruta hasta la Mina Concepción. Todos tuvimos la impresión de que cortamos el camino en el único punto donde era visible como un trazado hecho por el hombre.

El camino que bordea la roca antes de llegar a la mina ya no parece tan vertiginoso como la semana pasada y, al costado de la barraca, se inicia otra conversación sobre la preservación de la historia. Aquí, en esta mina de vida efímera y acceso difícil, se podrían contar muchas historias, de los trabajadores y de los propietarios, pero, ¿cómo hacerlas llegar a la gente? Domenec nos explica que la única persona viva que recuerda estas minas de la posguerra solo las vio de niño, cuando acompañaba alguien que llevaba provisiones. Por lo tanto, sus recuerdos son parciales y selectivos; básicamente, son los de un niño. En España, recuperar la memoria histórica a través de los testimonios de sus protagonistas ha tenido que esperar unas cuantas décadas después de la instauración de la democracia.

Entramos en el Prat Gespador desde la pista del Coll de la Ceba, cambiando las pendientes abruptas y resbaladizas por este remanso de tranquilidad y verdor. Pep busca otra barraca de aquella salida de 2011 en otro punto y, tras cierta insistencia, la encuentra. Solo se ve una línea parcial de piedras pero ahora le aventura una antigüedad mayor, incluso quizás medieval.


Otra vez en el Prat Gespador

Bajando por el hayedo a la Pleta de les Vaques

Bajamos por el hayedo, siguiendo las marcas del PR, hasta la Pleta de les Vaques y repetimos la salida con Josep Mª Coll: la chimenea, la máquina de vapor, el pozo que conectaba con la galería de la Mina del Moreno, la línea de teleféricos, la vía que salía desde una mina hundida al pie de la pequeña sierra y conectaba con la última torre del teleférico antes de lanzarse al vacío hacia Font Freda; estructuras superpuestas que marcan distintas fases de industrialización.


La chimenea asociada a la máquina de vapor que extraía el material del pozo

El pozo de la Mina del Moreno y la primera torre del teleférico

El teleférico marca una línea recta hasta la Mina de Font Freda. Desde aquí, había una galería que subía hasta la Sala de Máquinas. Bajamos hasta la bocamina, cada vez más tapada por la vegetación y ahora casi inaccesible. Y a poca distancia, un hueco rectangular, postulado hace años por nosotros como un establo pero ahora como la entrada del teleférico para entrar en la galería.

Domenec vuelve a casa y nosotros nos quedamos a comer en la cuesta soleada encima de la mina. Resisto el canto de sirena de Pep para bajar a Teixó sin camino y volvemos por el camino del PR por la Mina del Moreno. Una delicia.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,5 km; 310 metros de desnivel acumulado.

 

29/9/2023 – La Mina Concepción

Hoy, Domenec no puede venir y volvemos a ser los 3 de siempre. Pep propone buscar la Mina Concepción, pasando por Vallfogona para seguir un camino que vimos la semana pasada en la bajada de la pista del Camp de l’Ermità a la casa de Vallfogona.

Aparcamos en el cruce de pistas con el camino de la Mina del Moreno delante, que según Domenec se llama La Canalassa. Será otro día caluroso. Subimos a Vallfogona por el mismo camino que bajamos la semana pasada pero con un ritmo más pausado que me permite mantenerme dentro de mi zona de confort. Cogemos el camino, que nos lleva a una bauma larga con marcas de humo en las paredes. En el pasado, debía utilizarse como abrigo, al menos esporádicamente. En distintos puntos, también vemos aros que marcan vías de escalada.


La bauma

El camino va bordeando los campos hasta empalmar otra vez con la pista, cerca del Camp de l’Ermità. Después de proveernos de manzanas, ponemos rumbo al Coll de la Ceba. Según el mapa que le pasó Domenec a Pep, la Mina Concepción estaba justo por debajo del Coll, y aquí iniciamos la búsqueda, sin éxito. Bajamos por la ribera derecha de un pequeño torrente metido en un barranco profundo, siguiendo una pista antigua. De repente, Pep ve el color inconfundible de una escombrera y Pep y Carles cruzan el barranco. Yo me quedo al otro lado, no sea que no haya nada y hay que volver. “Ven Steve”, me grita Pep al cabo de un rato. “Hay un camino que te encantará”.

El camino de la Mina Concepción

Con cierta dificultad, bajo la pendiente y llego al otro lado. Hay las ruinas de una barraca donde habrían dormido los trabajadores, y la escombrera, pero la mina ha desaparecido. Desde aquí sale un camino que aprovecha una repisa en la roca, que sigo intentando no mirar demasiado a la derecha, y luego baja a una antigua pista. Esta pista acaba delante del mismo barranco, pero más abajo, donde hay una pequeña explanada donde los camiones habrían dado la vuelta. Esta pista a su vez baja a la pista principal que cruzaba el barranco por el puente que ya no existe. Pero nosotros lo cruzamos por un camino precario utilizado por los animales, que son mucho más ágiles que yo.

Pasamos por la mina de Rotllan y seguimos bajando. Pep nos dice que quiere volver a un llano entre el Serrat del Mig y la Serra del Llamp, por si hubiera algo que en la primera visita no viera (que hicimos antes de iniciar el blog). Tiene el topónimo del Cort dels Porcs en el mapa del ICC pero, si hubiera un corral, tengo mis dudas de que fuera allí. Yo recuerdo un llano alargado conquistado por el bosque, entre líneas paralelas de roca, y además la entrada está en la dirección contraria. Al final, Pep no tiene más remedio que hacer un giro de 180 grados y subir sin camino. Pasamos por la pendiente más empinada para cruzar por el punto más alto y con una trepada final que pone a prueba mi elasticidad mermada. Bajamos al otro lado y allí está el llano, tal como lo recordé. Aquí comemos, con los árboles delante.

Saliendo del Cort dels Porcs


Después, recorremos el llano. No hay novedades. Salimos al Prat Gespador por un paso al lado de la pared de la Serra del Llamp. “Por fin, un lugar amable”, pienso. Y saboreo la luz, la hierba y la expansión abierta y llana mientras Pep y Carles buscan infructuosamente una barraca que encontramos hace 12 años en una salida de 2011. “Quizás nos pudo más la ilusión que la realidad”, musita Pep.

El Prat Gespador

Iniciamos el descenso por el PR al camino de la Mina del Moreno pero luego Pep se desvía en la Pleta de les Vaques y baja en línea recta por la pendiente, intentando cruzar uno de los caminos que marqué en mi etapa obsesiva. La pendiente es cada vez más escarpada y es en este momento, resbalando sobre las hojas y temiendo una caída aparatosa, que me prometo, esta vez sí, comprar unas botas nuevas antes de la próxima salida. Las actuales me han durado medio año; lo barato se paga caro.

Cruzamos una carbonera pero el camino que yo vi se ha esfumado. Con mis botas sin huella, llego abajo, en el camino bueno a escasos metros de la Mina del Moreno, donde me esperan Pep y Carles y volvemos al coche. Con los colores de principios de otoño, el camino es una delicia. Nunca me canso de recorrerlo.


La bocamina de la Mina del Moreno

El camino de vuelta

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,25 km; 340 metros de desnivel acumulado.