Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



martes, 6 de septiembre de 2016

12/8/2016 – Reencuentro en Montcalb

Como aquellas antiguas representaciones mecánicas del sistema solar, con bolas de metal movidas a distintas velocidades por un complejo mecanismo de engranajes, nuestras respectivas vidas han ido girando en diferentes direcciones hasta que, por fin, el día de hoy todas las bolas hayan quedado alineadas una vez más y podemos salir juntos, con el lujo añadido de la compañía de Josep Maria.

Una vez más, Pep me había delegado la tarea de averiguar el último capricho de Carles en materia de caminos y éste me había confiado que conocía poco la zona entre Montcalb y la Font del Pi.

Empezamos el día con una temperatura bastante más fresca que las últimas semanas, que en algunos momentos ha rozado los 40ºC. Aparcamos en el Pedró de la Creu, detrás del pequeño núcleo de Montcalb, una iglesia y unas casas diseminadas, a 1.400 metros de altura pero con una insolación inmejorable.

Después de tanto tiempo sin vernos, la conversación es muy animada, tanto en el Mikado como en el coche: el stage en Inglaterra de Josep Maria, las excavaciones de Pep, ideas para un nuevo proyecto de Carles y yo con la eterna pregunta de qué pinto en todo esto.

Ya fuera del coche, Pep me pide mis mapas y los estudia detenidamente. Decide la ruta, me devuelve los mapas y nos ponemos en marcha. Delante tenemos una vista larga, con las paredes verticales de Corriu, las casas de Vilacireres y Can Blanc, y en el fondo, la cara oeste de Pedraforca.

 Pedraforca

Las paredes de Corriu, con Can Blanc detras, y la Sierra de Cadí al fondo

En realidad, la ruta de hoy es lo de menos. Es una salida de toma de contacto, como decimos, y más importante es disfrutar de nuestra propia compañía, bañados por la cálida luz de la amistad. Pep se queja de que le hago hablar tres veces seguidas de los mismos castillos en el blog (“la gente me empieza a mirar en la calle”) y Josep Mª no para de rociarse la calva con protector solar pero se niega a ponerse un sombrero. No quiero ni pensar qué cosas habrá creciendo allí dentro de 20 años.

Carles, Josep Mª y Pep intercambian impresiones

Vemos el pequeño núcleo de Bonner y luego entramos en el bosque y ya no hay vistas. 

Bonner

Pep pide el mapa del Alpina a Carles en los cruces, pero hoy solo hay pistas y los caminos brillan por su ausencia. Pasamos por el Portell de Griells, que en su día debía ser un paso impresionante para merecer un nombre propio, pero hoy se ha abierto y ensanchado y es un paso de pista cualquiera.

Estado actual del Portell de Griells

Aquí, con la vista de Ensija delante, comemos. Pep señala los puntos altos: “Aquí tenemos que volver. Hay algo que quiero averiguar”. Miro el pequeño macizo con respeto. Han pasado tres años desde que lo subí por última vez y empiezo a tener una edad.

En el fondo, la temida Sierra de Ensija

Volvemos por la cresta en línea casi recta. Al llegar al coche, veo una carpeta plástica de color azul encima del capot del coche. ¡Son mis mapas! Allí los había dejado en vez de guardarlos en la mochila. Por suerte, Pep no me los pidió en todo el trayecto y pude disfrutar de la salida con la serenidad del olvido, sin tener que sufrir la angustia de no saber si volvería a encontrar los mapas a la vuelta.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,6 km; 270 metros de desnivel acumulado.