Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 26 de septiembre de 2011

16/9/2011 – Impasse en Meranges

Pep no puede venir así que somos otra vez Carles y yo. Nuestros lectores recordarán que el invierno pasado, estuvimos explorando la primera línea de montañas detrás de la carretera que va de Guardiola a La Pobla. Pero también tenemos los mapas casi en blanco encima de la carretera que va de La Pobla hacia Gombreny. Las Minutas Municipales (ver Glosario) muestran un camino que va a Meranges, subiendo el Rec dels Rentadors y también un camino que conecta las casas de Les Comes, El Bruc y Els Carbonells. Decido que hoy miraríamos de sacar algo en claro de todo esto.


Aparcamos el coche en el Coll del Puig y caminamos por la carretera hacia el Rec dels Rentadors. Se oyen ladridos de perros de caza al otro lado del valle y luego también los vemos, corriendo de un lado a otro. Alguien les está adiestrando.
Los inicios del camino son inciertos. Al final, entramos en un camino más claro que baja desde la izquierda y sube por la ribera izquierda del torrente. Sin embargo, nuestro progreso se ve obstaculizado por una valla de alambre de púas que algún propietario celoso ha tendido para proteger su finca. Perdemos el camino delante de un pequeño desfiladero y subimos sin camino hasta la pista de La Muga. Giramos hacia el norte, hacia Meranges y pasamos el letrero que marca el límite del Parque de Cadí-Moixeró.
En cuanto pueda, vuelvo a bajar por una cresta suave hasta entrar en una pista yerbada encima del Rec y giro a la izquierda, volviendo a bajar. La pendiente se hace más acusada y Carles se para bajo la sombra de un árbol. “¿Habrá que volver a subir?”, pregunta. “Sí”. “Pues, si no te importa, te esperaré aquí”. Arqueo ligeramente una ceja, esto no es habitual en él. Ahora solo, sigo bajando la pista. Oigo un ruido estrepitoso al otro lado del Rec; habré espantado a algún jabalí. Cuando la pista llega al torrente, se convierte en camino, pasa un curioso ‘grau’ (ver Glosario) y cruza el lecho del torrente. Cuando se vuelve impracticable por la erosión, doy la vuelta, a unos 150 metros de donde lo perdimos en la subida.

La casa de Meranges, arreglada pero deshabitada y utilizada como centro ganadero

Recuperamos la pista de Meranges y caminamos hacia el Coll de Meranges. Carles camina unos 20 metros detrás mío, con signos evidentes de no ir sobrado de energía. “¿Está enfermo?”, me pregunto. “Se supone que soy yo que hago esas cosas”. En el collado, busco una pista forestal. Tenía la esperanza de que al final de la pista hubiera un camino que cruzara la Carena de les Comes. A medio subir la pista, sí que sale un camino; tiene buen aspecto pero no va en la dirección buena para nosotros y lo tenemos que dejar. Al final de la pista, continúa un camino para arrastrar troncos y luego un camino de ciervos muy transitado que se muere en cuanto sale del bosque. Damos la vuelta y, antes de salir del bosque, nos paramos para comer, mirando cómo se acerca una tormenta desde el norte, detrás del Coll de la Creueta.

Vista desde donde comimos, mirando hacia Puigllançada y el Coll de la Creueta

Decido encararme con Carles. “¿Qué te pasa? ¿Te aburre salir conmigo?”. “Es que estoy en muy baja forma”, confiesa. “Hace 2 semanas que no hago nada de ejercicio”. Unas avispas atraídas por un melocotón que ha traído Carles nos recuerdan experiencias traumáticas recientes y nos apresuramos a marcharnos. Desde el Coll de Meranges, tomamos una pista ya conocida hacia el sur, con la tormenta tomando forma detrás nuestro, tronando cada vez más cerca . Al final de la pista, anotamos el arranque del camino antiguo, ahora destrozado por la pista, un ‘grau’ y continuamos por un camino algo perdedor que va hacia El Bruc.
Hemos cambiado de vertiente, ahora estamos en la cara sur. Mirando hacia el oeste, podemos ver que en Pedraforca la cosa no pinta nada bien. Con la casa de El Puig a la vista, dejamos el camino y bajamos en línea casi recta hasta el coche.

Cielo amenazador con cortina de lluvia cerca de Guardiola. En el centro, el pueblo de La Pobla de Lillet y, a la izquierda, el monasterio de Santa María

De vuelta a casa en el coche, las primeras gotas caen antes de llegar a La Pobla. En Saldes, llovieron 48 litros.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,8 km; 510 metros de desnivel acumulado.

sábado, 17 de septiembre de 2011

9/9/2011 – El Camí del Tabac

Carles no puede venir; tiene una boda. Y Pep vuelve a empezar sus clases de música. Eso significa que hay que estar de vuelta a las seis de la tarde, lo que nos impide ir a la Cerdanya. Por lo tanto, Pep me da vía libre para decidir dónde iremos. Propongo la zona de Aranyonet, al norte de la Serra de Tubau, ya que tenemos muchas colitas allí. “Muy bajo, ¿no?”, objeta Pep. “Piensa que hará calor”. Y me propone ir a Sant Julià de Freixens; hace muchos años bajó un camino que le llevó al río de Saldes y le gustaría volver a encontrarlo. “Además, Ramón Martí me dijo que vio un camino con paredes al otro lado del río desde la pista que recorre la ribera derecha (sur) del río”. Está decidido, entonces.


Dejamos el coche en la pista, en la casa de Hostalet. Miro la altura: 810 metros. Vamos a pasar mucho calor hoy. Para subir a Sant Julià de Freixens, utilizamos la flamante Ruta de Picasso, creada para conmemorar el verano que pasó Picasso en Gosol y, de paso, recuperar parte del camí ral.

La iglesia de Sant Julià de Freixens con el sol de la mañana. Detrás, la Cinglera de Vallcebre

Entre la iglesia y la antigua escuela, tomamos la pista que baja hacia el norte pero hay una bifurcación. Cambiamos el guión y tomamos la pista de la derecha, simplemente para descartarla ya que Pep está seguro de que no tendrá continuidad. Sin embargo, cuando acaba la pista empieza un camino que luego se bifurca. Primero tomamos el camino de la derecha que, sin demasiada categoría, de la vuelta de la montaña por detrás hasta salir en la cresta al final de un camino que habíamos subido hace un par de años desde la iglesia, sin poder ver su continuidad actual (hay que pensar que se limpió para la caminada popular de este año). Volvemos atrás y tomamos el camino a la izquierda para el cual Pep augura una vida breve. Sin embargo, no se muere en el bosque sino que continúa en un largo flanqueo, tapado pero con bastante categoría, y finalmente desemboca en la pista cerca del camino de Camp del Cep. ¿Sería el camino de Camp del Cep a Vallcebre?

Vista de la enforcadura de Pedraforca. Hace 15 años, hice un voto de no subir Pedraforca nunca más por su estado de masificación. No esperéis que os relate una subida a Pedraforca en este blog.

Vista plácida del río de Saldes

Caminamos por la pista hacia el oeste, buscando sin demasiado éxito caminos que bajen al río. Al otro lado, vemos cuestas con paredes en lugares aparentemente inaccesibles. Finalmente, debajo de los molinos de Vilella, vemos las paredes inconfundibles de un camino. Es el llamado camino del tabaco que bajaba desde Vilella. Hace unos cuantos años, lo había intentado buscar con Carles desde Vilella pero no lo pudimos seguir porque entra en el curso del torrente.
En la próxima cresta veo un camino que baja y lo seguimos. Zigzaguea hacia abajo, su categoría es indiscutible y llegamos al río, que cruzamos. Subimos al otro lado pero Pep ve que una parte del camino ha sido abierto con dinamita y le da no más de 100 años de antigüedad. Por lógica, tendría que haber otro camino más antiguo en algún otro punto. El camino nuestro sube por detrás de una cresta para salvar un salto de agua y llegamos al torrente de Vilella donde el camino entra en el curso del agua, unos 50 metros debajo de donde Carles y yo tuvimos que desistir.

Vista del último tramo del camino de Vilella, en el paso dinamitado en la roca. Observad que un tramo del muro de delimitación del camino se aguanta sobre un tronco. ¿Alguna apuesta sobre cuánto tiempo más durará?

Bajamos nuevamente al río de Saldes, donde almorzamos al lado de una esclusa con canal y pasarela. Parece una obra hecha para generar electricidad que quedó abandonada.

La esclusa y el canal, ahora convertidos en arqueología moderna

Para Pep ha sido un día histórico, a pesar de no haber hecho lo que inicialmente tenía planeado, pero yo todavía estoy con molestias en el pie y no puedo compartir su euforia. Sin embargo, quiero ser positivo y le digo que cada vez duele menos.
Subimos el camino nuevamente a la pista. Al otro lado de la pista, vemos que el camino continúa pero no hay tiempo para seguirlo. En la pista bebo lo último que queda del litro y medio de agua que había traído y afronto un largo viaje de vuelta por la pista hasta el coche bajo un sol de justicia. Pep sólo ha traído una botella de medio litro y todavía le queda. Hay cosas de él que no entiendo. Paso los próximos 4 kilómetros pensando en cuánto me gustaría volver a tener la botella llena de agua fresca.

En el coche, imploro a Pep que me lleve a la Font de la Foradada, que está a pie de carretera pasado el camping, y él magnánimamente accede. El agua está fresquísima, deliciosa.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 15,2 km; 750 metros de desnivel acumulado.

PD. De vuelta a casa y mirando mi mapa de 1:5000, veo que marca otro camino que baja al río desde la pista. Se ve que en el vuelo de los 80, que fue la base para este mapa, se veía un camino que ya no se veía en vuelos posteriores. ¿Sería el camino antiguo de Vilella?

sábado, 10 de septiembre de 2011

2/9/2011 – Sant Joan de Cornudell

Hoy Pep no puede venir; le visita familia. Por lo tanto, tenemos vía libre para ir donde queramos. Como líder, mi primera decisión es dar por definitivamente inexistente el camí ramader del Alt Urgell, por lo menos a la cota que se marca en el plafón, y la segunda es quedarnos en este lado del túnel de Cadí. Siempre me habían intrigado unas casas a media cuesta debajo de la iglesia de Sant Joan de Cornudell, en Castellar de n’Hug. Se ven claramente desde la carretera pero nunca había intentado llegar a ellas.


Primero quería ver el arranque de un camino marcado en la Minuta Municipal para pasar las montañas al pueblo de Toses, ya en el Ripollés. En un collado cerca de la pista que va a Sant Joan de Cornudell, vemos el camino que marcha claramente a la izquierda de la carretera. También vemos, desde el coche, que se mantiene debajo de la carretera hasta cruzarla y subir por un lomo amplio.

“Bueno, ya está”, digo. “Vamos al bar”. “Corto pero intenso”, sintetiza Carles. Pero es broma. Dejamos el coche en la Collada de Cal Ros. Aquí se separan la carretera actual de Gombreny y el camino antiguo. El camino se ve claramente, aunque algo abandonado, y todavía tiene los postes que puso el Consell Comarcal hace unos años para marcar unas rutas de senderismo. Pasa por la ribera izquierda del Torrent de Cal Ros, justo en el límite de los campos arriba, mientras la carretera nueva pasa por la ribera derecha. Al final, las dos vías se unen y vemos la continuación del camino antiguo bajando la ribera derecha del Arija. Sin embargo, yo quería subir a Can Torre, en la dirección contraria. Primero tomamos una pista antigua, luego un camino, que nos lleva a una casa que no sale en ninguno de nuestros mapas y luego sin camino por terrenos más o menos escabrosos hasta llegar a Can Torre.

Tramo del camino de Gombreny. Aún se ve el empedrado

Por esta casa, ahora arreglada en paraíso de fin de semana, pasa el camino que va de Sant Joan de Cornudell a Montgrony. Hace unos 15 años, yo lo había hecho como camino desde la iglesia hasta la casa de Meians y, unos días después, Pep me dijo que lo había hecho como camino hasta Montgrony, pero eso fue hace muchos años. Ahora es una pista, bien hecha y evidentemente pensada como paseo familiar. También se ha restaurado la iglesia, acondicionado el acceso y puesto una fuente en la pista delante de la iglesia, todo con bastante buen gusto. Comemos en la fuente.

Vista de la iglesia de Sant Joan de Cornudell, con Puigllançada detrás

Antes de bajar, subimos a anotar barracas. También en el mapa sale el topónimo Cal Nuri en el collado arriba. Subimos por los campos sin camino. Anotamos varias barracas y un corral pero la casa no se ve por ningún lado, a no ser que fuera una cabaña cuadrada cerca del Rec de Bauma Blanca.

Corral en las cuestas encima de Sant Joan de Cornudell

Volvemos a la iglesia y buscamos la forma de bajar a las casas. Nos separamos, cada uno buscando por su lado. Hay campos antiguos pero nada de camino (¿no iban a misa esta gente?, me pregunto) hasta dar con un camino transversal que conectaba las casas. Oigo que Carles también ha encontrado el camino pero no le veo. Voy a la derecha a la primera casa, Cal Serra, y cuando llego allí, Carles está al otro lado del barranco – él se fue a la izquierda. Nos unimos y vamos a un grupo de dos casas, Ca la Curta y Cal Rei. La Minuta marca una última casa, Cal Aucell, más hacia el este pero perdemos el camino en el terreno erosionado y la vegetación nos impide avanzar. Anotamos unas piedras sospechosas que podrían ser un mas medieval pero aún estamos lejos del punto indicado para Cal Aucell.

 Cal Serra, una de las casas en aquella cuesta maldita

Otra vista de Cal Serra, con la iglesia detrás

Empieza a ser tarde y, ante la intratabilidad de este terreno, decido bajar por la cresta desde Cal la Curta. No encontramos camino y los campos están tapados por espino negro. Una semana después, todavía tengo los rasguños de aquella bajada.

Tras bajar 80 metros de desnivel, vemos un camino transversal y giro a la derecha con la idea buscar un camino que cruzara el Torrent de la Creu y la Serra de Forroi. Sin embargo, el camino muere en unos campos pero continuamos, alternando tramos sin camino con zonas de cultivo que debían pertenecer a las casas arriba que acabamos de visitar.
Tengo que tomar una decisión. La cuesta al otro lado del torrente parece muy escarpada y rocosa y no veo caminos. Podríamos continuar subiendo por el valle hasta la carretera pero significaría añadir muchos kilómetros a la ruta. También podríamos deshacer lo hecho y seguir el camino en el otro sentido. Habría salida segura pero también quedaríamos lejos del coche. Carles parece ver el camino otra vez; lo seguimos hacia arriba pero sólo va a unos campos y se muere.

Le llaman a Carles al móvil y mientras habla, tomo una decisión. Bajo al torrente, donde la pendiente ya se ve más suave, y lo cruzo. Milagrosamente, delante mío se eleva un camino en diagonal hacia la cresta de la Serra de Forroi. No hay duda, parece hecho por el hombre y, aunque se pierde por la erosión justo debajo de la cresta, nos lleva certeramente a la casa de Serrrasola y de allí, son 20 minutos más al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,4 km; 660 metros de desnivel acumulado.

sábado, 3 de septiembre de 2011

26/8/2011 – En busca del Camino de la Sal

El 11 de agosto, Pep y yo fuimos a Ansovell en el Alt Urgell. Los mapas antiguos marcaban un Camí Cardoner que supuestamente traía la sal de Cardona a esta parte del Cadí. Un plafón cerca del Santuario de Boscalt muestra una raya negra como Camí Cardoner y otra raya paralela pero a mayor altitud como Camí Ramader o camino pecuario. Tras caminar durante todo el día, las conclusiones fueron: el Camí Cardoner es ahora una ruta de BTT compuesta mayormente por pistas forestales modernas con algún tramo residual de camino de cierta categoría. Del Camí Ramader, ni rastro. A pesar del paisaje espectacular, me marché de allí con una sensación de engaño.

El plafón de los enredos. Abajo de todo se ve el trazado del supuesto "camí ramader" y un poco más arriba y paralelo, el "camí cardoner"

El Santuario de Boscalt

 Un detalle de la muralla del Cadí

Una de las pocas cosas positivas de aquella jornada: frambuesas silvestres

El 19 de agosto, yo estaba en Inglaterra pero Pep y Carles fueron a Querforadat en busca de esos esquivos caminos de la semana anterior y también para visitar el Castell de Miralles entre Querforadat y Cava. Efectivamente hay una torre medieval, con cabañas y paredes de campos más modernas. Lo que se marca como Camí Cardoner entre estos dos pueblos no convenció a Pep y atribuye los caminos y pistas a caminos de comunicación locales. Del Camí Ramader, ni rastro.

El miércoles siguiente, vuelvo de Inglaterra y al dejar el coche en el garaje, veo como escupe refrigerante hirviendo sobre el suelo. Algo le pasa al coche. El día siguiente, llamo a Jaume, mi mecánico de cabecera en Guardiola, y se lo explico. “¿No vas a caminar mañana?”, me pregunta. “Trae el coche y lo miramos”. El viernes, llevo el coche con gran nerviosismo, ya que no queda refrigerante en el radiador. Durante 30 segundos terroríficos al salir del túnel de Guardiola, la aguja de temperatura entra en la banda roja. Pep y Carles me recogen y cuento a Pep lo de la banda roja. “A ver si has quemado la culata”, me dice. Esas 7 palabras son suficientes para desencadenar un ataque de hipocondría mecánica que tardará un par de horas en calmarse.

Aparcamos el coche en el Coll de Pallers, detrás del pueblo de Estana. Vemos un camino que marcha hacia el norte pero, de momento, lo dejamos y seguimos el GR, también marcado como Camí Cardoner, hacia Querforadat. Vamos bajando por campos y luego flanqueando por bosque hasta entrar en el Prat de la Ribera.

Caminando por el bosque hacia Querforadat

Vista de Querforadat

Comienzan pistas que nos llevarán hacia Querforadat. Cerca de Querforadat, encontramos a un padre y su hija adulta que quieren hacer una ruta propuesta por una casa rural en Nas que les llevará al Prat de Cadí. Les acompañamos un rato, subiendo por las pistas, hasta que nuestra ruta se separe para subir al Coll d’Oruga. Allí, Pep ve un canal de riego sin agua y opta por seguirlo en vez de buscar un camino. Al final, un camino cruza el canal y nos separamos; yo sigo el camino con Carles y Pep continúa por el canal. Nos volvemos a encontrar en la Collada Jussana, donde hay una estela en recuerdo a un montañero. El canal continúa al oeste del Turó de Collada Jussana y acaba muriendo en una fuente seca.

Estamos en una especie de tierra de nadie debajo de la Canal Baridana y nos volvemos a separar. Yo tiro hacia la izquierda, buscando el camino que sube hacia la Canal. Esta canal la subí hace ya unos 15 años como miembro de un pequeño grupo con un guía. Era julio y hacía al menos 35 grados. Yo aún era muy urbanita y todo mi equipo había sido comprado en la cadena Coronel Tapioca; poco práctico y pesaba demasiado. Cuando nos plantamos en el embudo invertido de la canal, me parecía la entrada del infierno; 400 metros de desnivel subiendo la ‘tartera’; por cada dos metros que subía, perdía medio metro deslizando hacia abajo en las piedras. Encima, el guía tenía prisa porque había reservado mesa para nosotros en Toloriu. Como era de suponer, llegué arriba el último, extenuado; 15 minutos después, el guía ya quería bajar. Juré no subirla nunca más.

La temida Canal de Baridana

Nos volvemos a encontrar ya cerca del camino que lleva a la canal y bajamos hacia la Font de les Planes. Allí, encontramos a la misma pareja familiar, comiendo pero algo desanimados. Habían llegado a la Collada Jussana Superior pero no habían sabido encontrar el camino de flanqueo que les llevaría al Prat de Cadí sino que habían seguido las pequeñas pilas de piedras o ‘fites’ en catalán hasta llegar a la fuente. Se marchan derrotados hacia abajo. Mientras Pep y Carles buscan una pleta debajo de la fuente, yo me quedo en la sombra. Al ser el único punto de agua en los alrededores, se congrega una buena cantidad de aves pequeños que, al final, me acaban aceptando y se dejan ver.

Detalle del Cadí desde la Font de les Planes

Vuelven Pep y Carles, espantando todos los pájaros, y bajamos hacia la Collada Jussana Superior. Allí vemos claramente el camino de flanqueo hacia el Prat de Cadí pero no acabamos de ver el camino de bajada, distraídos por los restos de una barraca. Al final, vemos unas ‘fites’ que bajan por una mala cuesta. ¿Por qué tiene la gente esa manía de marcar por dónde pasan si no hay ningún camino?, me pregunto. También en la última subida hacia el camino de la Canal Baridana, había encontrado unas ‘fites’ que subían una especie de arroyo de piedras para acabar dejándome tirado en una cuesta asquerosa.

Con un flanqueo incierto, salimos finalmente a la Collada Jussana (Inferior) donde vemos el camino correcto de subida. Tras inspeccionar una pleta debajo del collado, continuamos la bajada.

La estela en la Collada Jussana con el Cadí de fondo

Pep quiere hacer un último intento de encontrar el famoso ‘camí ramader’. Entramos en una zona de prados y giramos hacia el este por pistas. La última pista se muere y tenemos que bajar la cuesta como podemos hasta llegar al siguiente nivel de pistas, que nos lleva a una zona de artigas (ver Glosario) llamada Cul d’Hivern (sic). Allí Carles descubre una barraca con una forma circular casi perfecta desde donde se cuidaba toda esa zona y, tras recibir las felicitaciones de Pep, vemos un camino de flanqueo que sí, esta vez sí, parece bueno, ya que está casi a la misma altura que el Coll de Pallers. Sin embargo, al cabo de unos 350 metros, se muere en una fuente y nos vemos abocados a otro descenso precario hasta entrar en una red de pistas forestales debajo del Coll. Al final, dejamos las pistas y hacemos una subida nada recomendable sin camino hasta el Coll de Pallers.

Con el coche a la vista, empiezo a saborear un merecido descanso pero oigo a Pep que me llama desde detrás. Quiere subir el camino que dejamos al principio de todo y, como portador del GPS que nunca pierde la señal, reclama mi presencia. Lo seguimos unos 150 metros y damos la vuelta. Parece bueno pero tendrá que esperar otra ocasión. “Éste hace 20 kilómetros, 1.000 metros de desnivel y parece que ha ido a comprar el periódico en la esquina. Y yo, hecho un flan”, pienso indignado.

Bajando hacia Martinet, en cuanto tengo cobertura, llamo a mi mecánico. “¿Cómo está el coche?”, pregunto ansioso. “He cambiado el termostato de la bomba de agua y ahora va bien”, me contesta. “¿No se ha quemado nada?”. “Tranquilo, está todo bien. Te dejo la factura con mi hijo, que tengo que dar una clase de yoga”. ¿Un mecánico que es profesor de yoga?, dice Pep extrañado.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 16,7 km; 880 metros de desnivel acumulado.