Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 19 de febrero de 2014

7/2/2014 – Las nieves de Conangle

El viernes siguiente, Pep tenía una reunión y no podía venir; me lo dijo el miércoles por la noche. El jueves a primera hora fui corriendo al hotel para anular la salida; ya estaba bien de pasar frío, pensé. “Steve no quiere salir conmigo”, Carles chivaría más tarde a Pep. “No aporto interés narrativo a su blog”.

Seguimos con los caminos de la Minuta de Vallcebre. Ahora Pep quiere ir hacia arriba, al barrio llamado La Muntanya, detrás del Grau de Vallcebre y luego volver por uno de los ‘graus’ de las Cingles de Conangle y pasar por otro grupo de casas que conforman un barrio llamado Belians.

Aparcamos el coche en el pueblo de Vallcebre y emprendemos la subida por la carretera. El camino antiguo hacía una línea más recta pero con tantas casas, se ha perdido. De todos modos, parece que lo de las fichas va en serio y Carles no da abasto, sacando fotos de todo y apuntándolas en una libreta nueva de estreno.

La bonita casa de El Masot

De la nieve que tuvimos abajo hace dos semanas, prácticamente no queda nada pero en los campos de Vallcebre, todavía se ven grandes extensiones de blanco. Sin embargo, hace sol y los pájaros cantan; parece que la primavera se acerca. A medida que subimos, vamos viendo cada vez más placas de nieve y hielo. Detrás del Grau de Vallcebre, hay nieve en todas las zonas donde no toca el sol, sobre todo en la carretera que va a Fumanya.


Vista hacia el noreste; abajo se ve la cúpula del observatorio astronómico de Cal Metge

Nos desviamos un momento para visitar el mirador, con vistas panorámicas de todo Vallcebre y, de hecho, de toda la línea de montañas que conforman el Parque de Cadí-Moixeró. El mirador está construido a la salida de unos túneles, construidos a su vez para pasar el teleférico desde las minas del Coll de Pradell.

 Los túneles del teleférico

Y el mirador con su vista. Carles no para de sacar fotos para sus fichas

Abajo, en el pueblo de Vallcebre, hace sol pero se ven chubascos de nieve en el Moixeró y Tosa d’Alp y unas nubes muy negras se asoman detrás del Cadí. Diez minutos después, ya está nevando en las montañas de Gisclareny y se acerca al valle de río Saldes.

Volvemos a la carretera y contemplamos unos planos mostrando todos los caminos señalizados y las vías ferratas. De repente, me doy cuenta que los pájaros han callado y en su lugar, hay un silencio sepulcral. Doy la vuelta y miro hacia el norte. Las nubes negras que hace tan sólo media hora parecían tan lejanas, ahora las tenemos encima.

Cuando se lo digo a Pep, me mira con expresión irritada por haber interrumpido su estudio de los planos. “Aquí no nevará”, sentencia. Poco después, emprendemos la marcha por la carretera de Fumanya, bajo un cielo cada vez más negro. Mientras Pep y Carles van delante, hablando de sus cosas, yo intento no resbalar sobre el hielo, imaginándome los titulares de mañana: “Tres excursionistas desparecidos tras la tormenta del siglo en Vallcebre. Todo parece indicar que fue una imprudencia”.

Una antigua explotación a cielo abierto cerca de la carretera hacia Coll de Fumanya. Aquí se ven pisadas de dinosaurio todavía en buen estado

Una foto ampliada mostrando las huellas

La nieve en el suelo nos impide ver el punto de salida de la carretera para buscar el camino del paso de Conangle. Cuando por fin lo encontramos se oye un sonido de repiqueteo en los árboles, como si estuviera granizando, pero no llega nada al suelo. Cinco minutos después, empiezan a llegar al suelo unas bolitas como las que se toman en remedios homeopáticos. Se va haciendo cada vez más intenso a medida que subimos al ‘grau’.

El camino hacia el grau de Conangle

Por fin llegamos y pasamos a la cara este. Buscamos un refugio entre las rocas para comer nuestros bocadillos mientras observamos una cortina de bolitas que se va haciendo cada vez más densa. Comemos con prisa y decidimos abandonar nuestro refugio precario. Temiendo por mi electrónica, guardo el GPS y la cámara en la mochila. Pep saca una capelina roja de la mochila y se la pone. Con lo apretado que la tiene abrochada bajo el mentón y la mochila debajo, se parece a un cruce siniestro entre David el gnomo y una Caperucita Roja jorobada. Lástima que he guardado la cámara pero de todos modos me veta cualquier foto.

A pesar de la lluvia de bolitas, podemos ver que estamos siguiendo un camino hecho con mucha arte, que busca la manera más fácil de bajar la roca, con zigzags muy cerrados, y reforzado en los bordes con piedras. Salimos de las rocas, entrando en una cuesta de pinos. Aquí se bifurca el camino y vamos a la izquierda, hacia Vallcebre.

El cielo se despeja yendo hacia Els Estanys

Deja de granizar y Carles saca su GPS, donde tiene grabados los caminos de la Minuta. Nos lleva a la casa dels Estanys, una casa apartada a medio camino entre Vallcebre y la ermita de Santa Magdalena. Aquí vivió un tal Jep Busoms, un cabecilla algo sanguinario de una revuelta absolutista contra las reformas liberales de la década de 1820. De su casa queda poca cosa y él fue fusilado en Olot en 1828. La casa no sale en el mapa del Alpina, así que aquí están las coordenadas UTM: x=402140, y=4672065.

A partir de aquí, vamos por pistas y caminos conocidos hasta el pueblo de Vallcebre. Mientras Pep y Carles miran un puente, aprovecho, por fin, para tomar un cortado en el bar.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,5 km; 440 metros de desnivel acumulado.

sábado, 8 de febrero de 2014

24/1/2014 – A la sombra de la Roca de Castellar

Está resultando imposible sacar a Pep de Vallcebre. Sufro por mis lectores por la falta de atractivos turísticos pero la verdad es que desde hace tiempo estoy llenando mis mapas con rayas rojas en unos cuantos lugares donde antes había muy poco.

En la carretera de Saldes, pasada la bifurcación a Vallcebre pero bastante antes de llegar a Maçaners, se ve a la izquierda una gran pared de roca blanca, es la Roca de Castellar. Hace unos 6 ó 7 años, antes de empezar el blog y antes de saber que existían los mapas de las Minutas, habíamos explorado un poco a ciegas la periferia del municipio de Vallcebre, simplemente porque lo teníamos todo en blanco en los mapas. En esas salidas, habíamos visto un camino que bajaba desde los campos cerca de la casa de La Muga hacia la carretera de Saldes.

Pep proponía dividir la salida en dos partes: primero, dilucidar los caminos a Vallcebre bajo la Roca de Castellar y luego buscar la casa de Ca l’Esgarrifós, en el camí ral de Gòsol, hoy la Ruta de Picasso.

Aparcamos el coche en la carretera pasado el cruce de Vallcebre. El hombre del tiempo había pronosticado frío y viento del norte. Frío hay pero viento no; hay placas de nieve helada de una nevada anterior por todas partes.

Anotamos los restos de una torre del teleférico  que bajaba de l’Espà a Hostalet, al lado mismo de la carretera, nos adentramos en el bosque y enseguida vemos las marcas amarillas de la Xarxa Lenta. La verdad es que el Ayuntamiento de Vallcebre ha trabajado mucho en la recuperación de caminos antiguos y ahora dispone de una red muy completa, integrada en la Xarxa Lenta.

El camino de La Muga

Viendo como Pep y Carles se afanan en fotografiar una pila de piedras que antes era una barraca (o quizás algo más antiguo, dicen ellos), no puedo reprimir una sonrisa. “Eso que hacemos nosotros, eso es lo que perdurará y pasará a la historia, no esa crónica de trivialidades que escribes tú”, me dice Pep. “Te equivocas”, contesto. “Algún día harán una película basada en mi blog”. “Sí”, añade Carles. “Y mi papel lo hará George Clooney”. Ya veremos quién se ríe el último, pienso.


Estamos sobre el camino de la Minuta. Pasamos entre campos aterrazados perdidos en el bosque y luego ganamos altura, pasando al pie de la Roca de Castellar. Es un camino muy recomendable y nos lleva directo a la Muga. ¡Pero no es mi camino! En la subida, dejamos otro camino que marcha hacia abajo y que probablemente enlaza con él.

Pasando al pie de la Roca de Castellar

Salimos en los campos de La Muga. Me detengo un momento para sacar fotos y al volver a emprender la marcha, resbalo sobre una placa de nieve helada y caigo como un saco de patatas al suelo. Suerte que hice judo de niño y lo único herido es mi dignidad.

 La vista hacia el norte desde el Pla de la Perdiu

La casa de La Muga

En La Muga, una casa habitada, el camino continúa hacia Vallcebre pero nosotros damos la vuelta. Vuelvo a resbalar sobre la misma placa de hielo pero esta vez consigo mantenerme de pie. Seguimos el camino que dejamos en la subida y efectivamente enlaza con el camino que vimos hace tantos años ya, que sale en el Pla de la Perdiu. No ha cambiado nada.

Volvemos a bajar, llegamos a la carretera y cruzamos, entrando en la pista que va a la casa de El Solà y ahora parte de la Ruta de Picasso. Pep aún alberga esperanzas de encontrar el camino desde Sant Julià de Freixens hasta Vallcebre. En la última curva de la carretera antes de llegar a Sant Julià de Freixens, se mete en el bosque y por fin lo encuentra: un surco inconfundible que sigue una amplia cresta. Lo seguimos hacia arriba, entrando nuevamente en la carretera donde lo estuvimos buscando infructuosamente hace dos semanas y donde las obras de la carretera se encargaron de borrarlo. Damos la vuelta y lo seguimos hacia abajo, cruzando la carretera de Saldes y entrando en la pista que va a Sant Julià de Freixens.

 La iglesia de Sant Julià de Freixens, con las montañas del Catllaràs detrás

La 'Tumba de la Señora', en el cementerio de la iglesia. Sus orígenes son medievales; observad el dibujo a la izquierda

Almorzamos en los bancos al lado de la iglesia de Sant Julià. Con energías renovadas, ponemos rumbo hacia el oeste para buscar Ca l’Esgarrifós. En un punto donde la pista que va a El Solà gira hacia el norte, el camino antiguo continúa hacia el oeste, subiendo una pequeña cuesta, y allí abajo, se ve una forma cuadrada de dos hileras de piedras, que es todo lo que queda de la casa de Ca l’Esgarrifós. 

Los restos de Ca l'Esgarrifós

Este tramo de la Ruta de Picasso es quizás uno de los mejor conservados, con muros a cada lado para separarlo de los campos y un poco del empedrado original. Intento ponerme en la piel de un viajero de ciudad subiendo a lomo de mula, pasando al lado de esta humilde casa. Intento imaginar un mundo sin pistas forestales y sin carreteras, los caminos no están señalizados pero siempre están limpios, conservados y reparados por los propios habitantes, los montones de piedras son casas con gente que entra y sale de ellas, y los campos son labrados. Por debajo de esta pátina bucólica, también habría la pobreza, la falta de recursos, mala salud, el poder del cacique local y una minería incipiente que empezará a transformar el paisaje.

Y el camino que sube detrás de la casa

Mi viaje en el tiempo dura 300 metros, cuando el camino vuelve a entrar en una pista, ya muy cerca del coche.


Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,2 km; 480 metros de desnivel acumulado.

martes, 4 de febrero de 2014

17/1/2014 – El Boixader de Vallcebre

Por fin estamos al completo. Pep me había dicho el día antes que quería ir a la zona de la pequeña ermita de Santa Magdalena, llamada el Boixader, donde también había caminos de la Minuta. Como indica su nombre, es básicamente una zona de boj y pinos.

En años anteriores, había constatado que era una zona complicada. Hay unos cuantos caminos limpiados y señalizados: uno este-oeste que bordea el arisco y dos o tres en sentido norte-sur, y otros todavía sin señalizar y muy tapados. Aquí se mezclan caminos de comunicación, caminos de una antigua explotación forestal y alguno creado a partir de la nada para completar una ruta senderista. Como he dicho, una zona complicada.

Antes de ir al Grau de la Mola, Pep quería buscar el camino antiguo, indicado en la Minuta, desde Sant Corneli al Grau de la Granota. Aparca el coche encima de Sant Corneli y encontramos los restos del camino en una cresta después de atravesar unos campos. Mientras Pep y Carles intentan seguir el trazado, vuelvo a la carretera y me entretengo fotografiando la niebla que sube desde el valle del Llobregat. 

 La niebla llena el valle del Llobregat, mirando hacia el sur

Y que acaba entrando en los campos de Sant Corneli

Por fin, vuelven; el camino se perdió poco después de cruzar la carretera. “Tampoco encontramos la casa de Capdevila; por esa casa pasaba el camino”. Les señalo el buzón a pie de carretera donde pone “Casa Capdevila” y al final de la pista, se ve la casa, ahora reconstruida. Como muchos académicos, a veces se olvidan de lo obvio.

Subimos el Grau de la Mola. Es una fisura amplia en la Cingle que permite superar la roca vertical sin esfuerzo. Como he dicho en otra entrada, era una vía importante. Pep quería encontrar el camino a Vallcebre desde el Grau. Descarta un camino que baja en diagonal a la derecha, que parece morir al poco rato, y seguimos el camino señalizado hacia la derecha, que sigue la línea de la Cingle. Tras pasar el cortafuegos bajo la línea de alta tensión, vemos un camino que baja hacia la izquierda, hacia las casas del barrio llamado Les Comes.

El camino que sube el Grau de la Mola

A medida que bajamos, el camino va perdiendo entidad pero de repente, entramos en un camino transversal, limpio y señalizado, que no conocíamos antes. A la derecha, vemos que marcha hacia el Grau de la Granota; a la izquierda, hacia las casas del barrio de Belians. Pero no acabamos de enlazar sino que nos distrae un camino que sube. Vamos dejando caminos que marchan hacia la derecha y la izquierda, cruzamos el camino señalizado que baja desde el Grau de la Mola hacia Santa Magdalena y acabamos en el camino señalizado que va del Grau de la Mola al Grau de Cal Gat.

Bajamos por otro camino de desembosque que yo tenía como colita. Llevamos unas cuantas horas en la umbría sin ver el sol y el frío se empieza a notar. Por fin, salimos del bosque, cruzamos antiguos campos y entramos en la pista que va a la ermita de Santa Magdalena desde las casas de Belians.

La pequeña ermita de Santa Magdalena, perdida en el bosque (foto de 2005)

Pero no vamos a la iglesia sino que seguimos bajando hacia el noreste por la cresta por campos abandonados. Tiene toda la pinta de ser un camino antiguo. Cruzamos otra pista y salimos bajo la línea de alta tensión con Cal Victoria a la vista. Ya estamos al sol, bajo el cortafuegos, una banda ancha de terreno sin árboles, con sólo roca y hierba. El viento, aunque viene del sur, es gélido. Buscamos un sitio resguardado para comer, bañados por la energía electromagnética irradiada desde la línea eléctrica encima de nuestras cabezas. A ver si nos carga un poco las pilas que, con nuestra edad, bien nos hace falta.

Después de almorzar, subimos la cuesta desnuda bajo las líneas, buscando el camino transversal señalizado que dejamos esta mañana. Lo encontramos y esta vez lo seguimos hasta empalmar con una pista conocida. En la misma pista vemos otro camino que sube y entramos de nuevo en una zona laberíntica. A medida que vamos subiendo, nos damos cuenta que algunos de los caminos que veíamos marchando hacia la derecha y la izquierda en realidad eran grandes curvas de un mismo camino.

Bajo la línea de alta tensión, donde comimos, mirando hacia la Moixa y el Cadí

Aquí, el uso mixto de los caminos, unos sinuosos para ir a pie, cortados por otros rectos para bajar troncos, daría para una tesis doctoral. A medida que vamos subiendo hacia el Grau de la Mola, el camino se hace cada vez más borroso. A fuerza de ir hacia adelante y hacia atrás, vamos aclarando su trazado pero estoy seguro de que si vuelvo mañana, lo volveré a perder y haré un trazado diferente.

Finalmente, salimos en el Grau de la Mola, por el mismo camino que había descartado Pep por la mañana. Pep asume con naturalidad el error; no es la primera vez que le pasa.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,7 km; 550 metros de desnivel acumulado.