Durante
el fin de semana que estuve en Inglaterra, Pep y Carles estuvieron en Fumanya.
Fumanya es una pequeña comunidad entre Figols y Peguera, con una iglesia
románica y unas cuantas casas, algunas de las cuales se han arreglado o incluso
vuelto a construir. Su fama actual se debe a las huellas de dinosaurio en unas
paredes de roca puestas al descubierto por la minería a cielo abierto.
El
mapa de la Minuta muestra tres caminos que pasan por la zona. El más al norte
sería el camino de Vallcebre y una parte importante de su recorrido sigue la
actual carretera. Luego hay otros dos caminos que llamaré, por motivos de pura
comodidad, el camino superior y el camino inferior, que, por abajo, se juntan
antes de llegar a una casa llamada Cal Chacó y, por arriba, antes de llegar a
la casa de la Creu de Fumanya.
Una parte del mapa de la Minuta. A la izquierda, se ve el núcleo de Fumanya con los tres caminos
Sin
embargo, como luego describiré, las explotaciones a cielo abierto se encargaron
de destruir gran parte de la trayectoria de esos caminos. La semana anterior, Pep
y Carles hicieron una salida preparatoria para localizar los dos caminos, y
también descubrieron otro camino importante que viene del Collet Mercadal y va
bajando por el Bac de Fumanya, dentro del bosque.
Dejamos
el coche en la pista que baja a la Creu de Fumanya. Carles me pide una libreta
y un lápiz. “Hemos estado hablando, Pep y yo”, me dice. “Creemos que hay que
hacer fichas de los caminos; tenemos que dejar constancia de su estado actual”.
Miro a Pep incrédulo. ¿Qué le ha hecho al pobre Carles? Hace años que Pep habla
de hacer fichas de caminos y durante un tiempo, intentó convencerme para que
las hiciera yo.
“Sí,
ya verás, Carles”, dice Pep. “Es fácil. Aquí la pista se hizo encima del camino
viejo. Pero aquí se aparta, ves que aquí va el camino antiguo”. Y corre unos metros a la derecha donde se ve el trazado del camino y lo sigue durante
unos 30 metros. “Y aquí vuelve a juntarse con la pista. Apunta eso. Y aquí
vuelve a apartarse y sube hacia el lomo … O quizás no”, dice dubitativo, al ver
que las señales del camino se difuminan.
Igual
que me pasó a mí, Carles claudica ante la magnitud enciclopédica de la tarea y me
devuelve la libreta y el lápiz. “Otro día, quizás”, dice. Pep sacude la cabeza.
“Soy una voz clamando en el desierto”, lamenta.
Vista de la Cingle de Vallcebre, cerca de la casa de la Creu de Fumanya
En
eso llegamos al fondo del valle y nos disponemos a subir al otro lado para
buscar el camino del bosque. Carles ha bajado los caminos de la Minuta a su
GPS. Del camino inferior, no hay rastro; la explotación a cielo abierto lo ha
destruido. El camino superior, lo dejamos para la vuelta.
Vamos
bajando por el camino del bosque. Cada cierta distancia, cruzan caminos de
arrastrar troncos y algunos los seguimos hacia arriba hasta que se mueren o nos
cansamos. Finalmente, llegamos al torrente. Al otro lado, un talud de tierra
marca los intentos de reparar las cicatrices dejadas por el cielo abierto.
Cruzamos el torrente como podemos y entramos en una pista. Según el GPS de
Carles, estamos en el camino inferior. Seguimos hacia abajo por la pista, hasta
llegar a una nueva explotación, que el track en el GPS cruza. Nos adentramos en
esa tierra yerma y erosionada, esperando volver a encontrarlo al otro lado.
Efectivamente es así; seguimos un trozo del camino auténtico, que luego entra
en una pista y finalmente queda cortado definitivamente por una especie de
cañón abierto para extraer carbón, ya pasada la casa reconstruida de Cal Chacó.
El camino de Figols pasaba por aquí. Ahora no queda rastro; sólo este paisaje semi-desértico
Damos
la vuelta y almorzamos. Ahora toca el camino superior. Seguimos el trazado con
más o menos precisión, aunque sobre el terreno no se ve mucho. Cruzamos la
carretera para entrar en el núcleo de Fumanya. Con cierta dificultad,
encontramos el camino que pasa detrás de Cal Jaume y luego por la iglesia.
Parece que están reconstruyendo el pueblo; vemos al menos tres casas
reconstruidas de nuevo sobre las ruinas, aunque cerradas a cal y canto, eso sí.
La iglesia sigue teniendo un estado precario; cualquier día, se cae.
Las nuevas casas de Fumanya
Y la iglesia
Pep
una vez más lamenta que se priorice la especulación urbanística por delante de
la recuperación del patrimonio histórico. “No se puede parar el progreso”, le
digo. Señalo los chalets vacíos: “Eso es el futuro”. Volvemos a la carretera y
vemos el camino antiguo que pasa debajo y entra en las casas de Cal Ros y Cal
Burguet. Somos demasiado educados para pasear por el jardín de Cal Burguet,
donde hay un matrimonio trabajando, y recuperamos el camino al otro lado de la
casa, para volver a perderlo en una explotación a cielo abierto y luego volver
a recuperarlo justo antes de llegar al coche.
En
resumen, una salida muy académica y además ha hecho mucho calor. Necesito un
cambio de aires.
2 comentarios:
Bé, llegint el vostre blog, he trobat una cosa que no és gens certa, doncs aquestes cases que feu referència de Fumanya, no són obres noves per especular! Són rehabilitacións, i a part d'això, jo mateix amb la meva família, hi vivim tot l'any!!! I potser, quan hi veu passar, senzillament no hi érem, com tampoc hereu vosaltres a casa vostre...
Hoy he recibido este comentario un tanto indignado. Primero, si he causado ofensa, pido disculpas. No era mi intención. A modo de justificación, diría que este blog no hay que tomarlo al pie de la letra. Para hacer un poco de relato, hay tres personajes, cada uno con su personalidad pero también hay exageraciones y bromas. Sin embargo, también es cierto que el grado de acierto, desde nuestro punto de vista, en la rehabilitación de casas antiguas es un tema recurrente entre nosotros ...
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