Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 30 de octubre de 2013

18/10/2013 – La batería antiaérea de La Nou

Pasan las semanas y por una razón u otra, no podemos salir. Pero esta semana, sí. “¿Dónde vamos?”, pregunto a Pep por teléfono el día antes. “Aún nos queda por aclarar los caminos de la Minuta desde el pueblo de Figols y la conexión con el Grau de la Mola”, contesta Pep. Se produce una pausa mientras ordeno mis argumentos. “No me lo han dicho directamente, pero detecto cierto malestar entre mis lectores; ya llevamos mucho tiempo yendo al mismo sitio”. “No te escudes detrás de tus lectores”, me replica Pep. “Siempre pasa lo mismo. Cuando estoy a punto de acabar un sitio, te empiezas a aburrir y quieres cambiar. Mañana lo hablamos en el Mikado”.

Llego al Mikado sin mapas y sin ideas. Pep me llama al móvil, tiene que hacer trámites bancarios y nos verá directamente en el parking. Viene Carles. “¿Dónde vamos?”, pregunta. “Ni idea”, contesto, “pero no quiero volver a Figols”. Tomamos el café en silencio.

Vamos al parking. Al poco rato, llega Pep. “Subiros al coche”, dice. “¿No deberíamos hablar primero sobre dónde ir?”, pregunto. Pero Pep ya ha arrancado el coche y estamos saliendo de Berga. “Tienes cinco minutos para proponer una alternativa o vamos a Figols”, me dice. Desesperado, recorro mentalmente la comarca a gran velocidad en busca de un sitio nuevo. Pero la verdad es que hemos estado en todas partes. Se me enciende una luz: “Vamos a la batería antiaérea encima de La Nou. Además, allí tenemos una colita” (ver Glosario). Pep accede de mala gana. “Pero con el resto del cotilleo que escribes en tu blog, cuéntales también a tus lectores que no me dejas acabar los sitios”.

El pueblo de La Nou, a primera hora de la mañana

Aparcamos el coche en el pueblo de La Nou. Desde la última vez que estuvimos aquí, se han hecho unos cuantos arreglos. Ahora hay un mirador construido sobre un pequeño cerro, se han creado plazas nuevas con bancos, se han arreglado casas e incluso se ha asfaltado algún camino.


El mirador del Tossal. ¿Un buen emplazamiento para una torre medieval?

Caminamos hacia el oeste pero, con tanta novedad, hemos perdido nuestras referencias y además vamos sin mapas. Entramos en la hondonada por donde sube el camino antiguo de La Nou desde el sur. Aquí hay un pequeño laberinto de caminos de carboneros que ya desentrañamos hace bastantes años, aunque siempre queda alguna cosa por mirar.

A la salida de la hondonada, nos equivocamos de camino y no ganamos la altura necesaria. El camino está despejado; los cazadores lo han limpiado. Pep mira alrededor suyo. “Tenemos que repasarlo todo. Aquí no tenemos tracks”, dice. Vamos enlazando carboneras pero llega un momento que tenemos que subir, primero sin camino, luego encontramos un camino muy tenue en una carbonera, que finalmente enlaza con el que queríamos. Giramos a la izquierda. Es un camino muy interesante, con buenas vistas sobre el pantano y las montañas de Figols delante y también ha estado limpiado por los cazadores.

En el camino hacia la batería

El camino va subiendo con una pendiente suave. Vamos anotando carboneras y más carboneras. Llegamos a un collado amplio, precisamente la Collada Ampla, y aquí el camino baja hacia un promontorio. En otro pequeño collado, hay los restos de una barraca donde dormían los artilleros y mi colita, antes tapado y ahora limpio y despejado. Seguimos por la arista, un poco aérea, hasta un pequeño círculo de rocas, que es donde estaba la ametralladora antiaérea. Hace casi 15 años, el dueño de la casa de Cuirols nos había contado que, de niño, había acompañado a su padre a llevar provisiones a lomo de mulo al pequeño destacamento de soldados cuya misión era proteger la antigua central térmica contra los aviones de Franco. El emplazamiento es perfecto, con una vista despejada hacia el sur, siguiendo el valle del río Llobregat y con la central térmica abajo.

 En el emplazamiento de la batería, mirando hacia el sur

 El Monasterio de Sant Salvador de Vedella

Pep posa para la cámara. Detrás, la Garganta, las Cingles de Vallcebre y Ensija

Tras tomar vistas, volvemos a la colita y la bajamos. Va hacia el norte, entrando en el bosque, hacia la zona llamada el Reu. El camino no para de bajar. Como si no lo supiera ya, Carles me recuerda que todo lo que se baja, se tiene que volver a subir después. Finalmente llegamos a un cruce de caminos, donde habíamos llegado Pep y yo hace más de 10 años desde la mina del Far, buscando el Grau de la Llet, un paso desde la Collada de Sant Isidre. Lo habíamos encontrado pero estaba muy tapado y lo sigue estando hoy.

Para no volver por el mismo sitio, sugiero volver por este ‘grau’ pero Pep tiene que volver pronto a Gironella y tiene que ser puntual y no puede perder tiempo buscando un camino incierto. Así que lo descarta y opta por seguir el otro camino del cruce, que sube con fuerte pendiente pero con un trazado aparentemente más amplio. Sin embargo, muere en la última carbonera y tenemos que hacer 50 metros de desnivel sin camino, abriendo paso por las zarzas. “Tendría que estar Josep Mª aquí para echarnos una mano”, pienso, recordando su miedo atávico a todo lo que tenga espinos.

En el camino de bajada. En el fondo, el Santuario de la Mare de Deu de Lourdes

Pero conseguimos llegar arriba. Comemos en la Collada Ampla y luego bajamos por el mismo camino hasta el coche. Hoy no vamos a batir ningún record.



Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 5,9 km; 425 metros de desnivel acumulado.

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