Hoy Carles
puede venir y además, ha traído un mapa militar de 1811 que ha encontrado en la
web del Ministerio de Defensa que incluye esta parte de Cataluña Central.
Volvemos a la misma iglesia de Sant Joan de Montdarn. ¿Por qué está tan
obsesionado Pep con esa iglesia?, me pregunto. Resulta que de esa iglesia, salen
cinco caminos según el mapa de 1811. Uno de ellos iba hacía la Riera de Navel.
“Sería el camino de Cardona que llevaba la sal a Ripoll, pasando por
Casserres”, dice Pep. “Llevo las tres últimas semanas buscándolo”. “O sea, en
ese vagar sin rumbo de la semana pasada, al final resulta que hubo un propósito oculto”, pienso.
Entramos en
una pista que marcha hacia el sureste, buscando la cresta. Los incendios de
1994 han borrado todo rastro de camino y parecemos condenados a deambular por
cuestas una vez más. Pasamos por las ruinas de una casa y ponemos rumbo a la
casa de Balaguer, donde antes había un castillo y aún hay una pequeña iglesia
en la cima del cerro cercano. Pasamos por unos cortes en la roca pintados de
blanco, son marcas de un límite de propiedad. “A veces los grandes caminos
seguían límites de propiedad”, aventuro. Decidimos seguir el rastro de las
marcas, que nos llevan a otra pista. Pep sigue paralela a la pista, un poco más
abajo, buscando afloramientos de roca. De repente, se oye un grito. “Venid
aquí”.
Surcos delatadores; observad la pintura blanca que marca el linde de propiedad
Llegamos al afloramiento y vemos el surco inconfundible de un camino.
“El camino de Cardona”, proclama Pep, triunfalmente. “Claro, como sabéis, a
veces los grandes caminos siguen los límites de propiedad”, enuncia con cierta
pedantería, haciendo suya mi propuesta de media hora atrás.
El camino se
mantiene hacia el suroeste, bajando suavemente. En cada afloramiento, volvemos
a ver los surcos. “Poteras”, los llama Pep, en referencia al catalán de “patas”
de animales, para diferenciarlas de las “roderas” creadas por las ruedas.
La Riera de Navel, cerca del Molí de Vilajussana
Ya tenemos
delante la Riera de Navel con un pequeño embalse. El camino baja la cuesta en
zigzags, donde entra en una pista que baja por la ribera izquierda de la riera.
Pasamos por el Molí de Vilajussana y una casa en ruinas, El Llop. Pero hemos
perdido el camino. “Pasaba por el otro lado”, concluye Pep.
Otra vista de la riera
Damos la
vuelta y retrocedemos por donde venimos, pero esta vez seguimos las “poteras”
hacia arriba hasta llegar a la casa de Balaguer. Al otro lado de la cresta,
bajamos la pista hasta ver un tenue camino que marcha hacia la Rasa de Sant
Martí. Peleando con las zarzas y espinos, cruzamos el pequeño valle y en el
otro lado enlazamos con el tramo de camino que hicimos Pep y yo la semana
pasada. Lo cierto es que es imposible ver el enlace si no lo sabes de antemano.
“Un día histórico”, concluye Pep.
Más surcos debajo de Cal Balaguer
Con eso,
damos por concluida la salida de hoy. 13,9 km; 360 metros de desnivel
acumulado.
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