Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



viernes, 27 de agosto de 2010

13/8/2010 – Valle de Ridolaina (1)

Este valle ya lo habíamos mirado desde los prados altos y sospechábamos que sería complicado. Para colmo, Pep no puede venir y me toca a mí hacer de monitor de Carles y Josep Maria. Como nadie ha estado aquí, decido partir de Nas y buscar una ruta que hiciera un circuito del valle. Nas es un pequeño pueblo situado en un altiplano. Quedan algunas casas que todavía trabajan el campo pero la mayoría son casas restauradas con cariño como segundas residencias.

Vista del valle de Ridolaina desde el Pla de Nas


Vista de Montellà y el Pirineo desde el mismo punto

Dejamos el coche a las afueras del pueblo y tomamos la pista señalizada como PR hacia Prat d’Aguilò. La primera parte es plana, pasando entre campos hasta llegar al final del altiplano, frente al camino – si todo va bien – por donde volveremos. La pista gira para encarar el valle. Delante, el espolón rocoso llamado Coll de Nas. César August Torras describe una ruta que va planeando desde el Coll de Nas hasta cruzar el fondo del valle en una zona de prados llamada Les Eres y luego sube hacia Prat d’Aguilò. A ver si lo podemos encontrar.
En el collado, tomamos vistas y continuamos por la pista. En cierto momento, la pista baja y marcha un camino de llano. Decido tomar este camino, aún a expensas de perder la ruta de Torras. Nuestro camino pierde las señales del PR y no tarda en empezar a subir – mala señal, acabaremos en el Cortal de l’Oriol. El camino sube por el bosque. De vez en cuando, la vista se despeja y vemos el otro lado del valle, dominado por la Torre de Sant Romà sobre un peñasco. Salimos en una curva de la misma pista. Al otro lado, vemos una zanja erosionada y poco profunda pero decidimos que no es un camino y continuamos subiendo por la pista. Cruzamos una zona de prados – Prat de l’Ordi – y llegamos a una abundante fuente.

Font Tosca

Justo allí, sale el PR a la pista. Si queremos buscar el camino de Torras, habrá que bajar ese camino. Pero decidimos continuar. Llegamos al Cortal de l’Oriol, un llano despejado con una cabaña moderna y fea.
La pista continúa hacia la cabecera del valle, sale del bosque y el terreno es más áspero y pedregoso. Cruzamos un primer torrente, Torrent de l’Abeurador, de repente vemos una zanja poco profunda que pasa por debajo de la pista, es un canal de agua pero ya en desuso. Damos la vuelta de una cresta y nos aproximamos al torrente principal, Torrent de les Eres. Debajo vemos otra pista más pequeña que corre paralelo a la nuestra y luego restos de tubo de hormigón. Al llegar al torrente, vemos una esclusa y el tubo de hormigón por el que se debía desviar el agua.
Continuamos por la pista, ya por el otro lado del valle. Empezamos a ver campos, estamos en Les Eres. Oímos ruido de agua encima nuestro, es otro canal, éste más local, para regar los prados y todavía en uso. Decido dejar la pista y seguir el curso del canal, ahora seco habiendo descargado su agua. Se difumina en un torrente cercano. Buscamos un sitio para comer.
Según los mapas, hay una casa aquí, Cal Paraire, que ya estaba abandonada cuando pasó Torras. Si volvemos sin buscarla, la bronca de Pep será tremenda así que retrocedemos por la pista. Por suerte, al cabo de poco rato, se ven unas ruinas y allí está. Seguimos un camino que va hacia el torrente debajo de la casa e intuimos un paso para cruzarlo pero una valla de alambre de púas nos hace desistir, y además nos apartaría de la ruta planeada.

Los restos de Cal Paraire

Continuamos por la pista y al poco rato, vemos otras ruinas de unos corrales y lo que parece ser una casa. No sabemos su nombre. Empezamos a ascender, ya hacia la Torre, unos restos medievales que vigilaban el paso por el valle. Pero, ¿dónde están los caminos? Nos invade una sensación de no haber encontrado la llave que nos abriría la puerta a los caminos históricos. Desde aquí arriba, es imposible bajar por lo escarpado del terreno.

La Torre de Sant Romà y detrás, el Cadí

Continuamos por la pista, vuelven a aparecer campos y abajo, vemos las ruinas de una casa, que el mapa llama simplemente Sant Romà. Desde aquí, tiene que haber un camino que baja a la Molina de Ridolaina, en el fondo del valle. Un primer intento nos lleva a un barranco donde pasa otro canal, pero está muy tapado y en terreno poco amable. Doy la vuelta y bajamos por prados debajo de la casa. Salimos al mismo canal pero esta vez con un camino ancho y despejado que va bajando. Éste nos llevará a buen puerto, pienso, y lo seguimos.

El canal debajo de la casa de Sant Romà

Al acercarnos a la casa abandonada de Molina de Ridolaina, vemos otro canal, también con agua, que cruzamos. Desde luego, este valle está lleno de canales. Volveríamos a encontrar el canal pasada la casa. Ahora nos toca encontrar el camino de subida a Nas, que encuentro justo donde tiene que estar, a pesar de las dudas de Carles. Empieza amable pero no tarda en coger pendiente por una cuesta dura y pedregosa y con el calor de la tarde, realmente no es agradable. “Aquí hace falta una escalera mecánica”, pienso, pero peor lo estarán pasando tres ciclistas que adelantamos mientras empujan sus bicis sobre las rocas.

La última subida con una ciclista que seguramente quería estar en otro lugar

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 19,4 km; 650 metros de desnivel acumulado.

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