Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 6 de mayo de 2023

31/3/23 – Frustración en Falgars

Volvemos al Alt Berguedà con un fondo inquietante de una primavera sin lluvia. De momento, la Naturaleza quema sus últimos cartuchos con un verdor engañoso que puede quedar en nada si no llueve.

En el Mikado, se nos unen dos integrantes nuevos: Jaume, residente en Navàs pero hijo de La Pobla de Lillet, lector ávido de documentos notariales e historiador amateur, y su perro Moixeró, cuya misión será aportar una visión canina a la investigación histórica.

Resulta que en sus lecturas, han aparecido los nombres de una serie de casas medievales y, habiendo conocido a Pep en el Archivo de la Corona de Aragón y leído mi blog, no se le ocurre a nadie mejor para ayudarle a localizarlas.

Desplegamos mi mapa sobre la mesa para intentar organizar el día. Señalando algunos puntos clave, Carles mueve la mano con tan mala suerte que tira el café sobre la mesa. Un charco se expande rápidamente ante nuestra mirada horrorizada. En menos de 1 segundo, ya ha alcanzado el mapa, un documento único de valor incalculable, y todos nuestros esfuerzos no consiguen impedir que quede manchado. El expediente impoluto de Carles ahora también tiene una mancha marrón que recordaremos cada vez que miramos el mapa de Falgars.

El santuario de Falgars

Guardo los mapas con un silencio reprobatorio y ponemos rumbo al Santuario de Falgars. Aparcamos delante de la fuente seca de la Collada de Falgars y empezamos buscando en los campos debajo del camino (ahora GR4) que baja a La Pobla. Hace tiempo, Jaume había visto unas piedras sospechosas pero ahora no encuentra nada y nosotros tampoco, así que renunciamos y vamos al siguiente punto: el Camp de l’Empriu. Aquí, buscando entre el boj, veo una alineación sospechosa de piedras y llamo a los demás. Pep considera que el hallazgo es prometedor y lo da como provisionalmente bueno.

El siguiente paso es ir al poblado medieval de San Cristòfol, encima de la casa de Vallfogona. Jaume tiene el topónimo del Far y sospecha que podría estar al final de una especie de promontorio hacia el noreste. Entramos en el Pla de Sant Cristòfol y buscamos en el boj que va bordeando el llano. El perro va corriendo de un lado para otro, triplicando los kilómetros que hacemos nosotros. De tanto en tanto, vuelve a nosotros, supongo para informarnos de sus hallazgos, pero nuestras frecuencias no son compatibles y solo captamos una impresión general. 

Ante la falta de resultados en el llano arriba, se inicia un flanqueo caótico por las cuestas empinadas, pasando por campos aterrazados con saltos de hasta 2 metros entre cada campo. Intentando seguirlos desde atrás, me da la impresión que es el perro que está imponiendo un criterio basado en el olfato, sin tener en cuenta los aspectos orográficos; aquí es imposible que hubiera una casa. Para colmo, me entra en el teléfono una propuesta de traducción con un montón de instrucciones y abundante material de referencia que me acaba de agobiar y decido rechazarla. “¿Por qué no me dejan hacerlo a mi manera?”, pienso irritado, mientras intento salir de esta trampa vertical sin romper una pierna. Por suerte, entramos en un camino ya conocido que nos lleva directamente a la casa de Vallfogona.

En Vallfogona, Carles explica las normas para buscar casas a Jaume. El perro mira para otro lado.

Mientras reponemos fuerzas, pregunto a Pep si comeremos aquí. “Más arriba”, me contesta crípticamente. Tras mostrar la fuente al perro para que pueda beber, giramos a la izquierda para bajar por un camino que descubrimos durante la pandemia. Baja al Torrent de l’Ermità y luego sube al otro lado hacia la Baga de Fontanals.

Jaume sube a un tronco colgado sobre el profundo barranco marcado por el Torrente. “Sácame una foto para el blog”, me dice. “Porfa, porfa”, insiste. “Tú lo has querido”, pienso, mientras le enfoco.

Jaume posa sobre el abismo. Solo tiene 45 años.

Dejamos el camino para hacer una subida penosa por una antigua pista de desembosque hasta salir al Camp de l’Ermità, donde Pep muestra a Jaume una casa medieval que encontramos en otra salida durante la pandemia. Este fue el objetivo de Pep al venir aquí pero que no me quiso decir en Vallfogona.


Almuerzo y debate en el Camp de l'Ermità

Comemos en el Camp de l’Ermità y luego Jaume se lanza a buscar casas en lugares improbables en los alrededores de Fontanals, ante la permisividad de Pep y mi asombro. “A mí no me dejaría nunca hacer esto”, pienso, dolido. Por fin conseguimos convencer a Jaume de que aquí no hay nada e iniciamos el largo descenso hacia Falgars. Ha sido un día largo y caluroso y estoy cansado.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,2 km; 400 metros de desnivel acumulado.

 

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