Ha cambiado el año. Mostré mis resonancias al traumatólogo y, resumiendo, me dijo que mi columna era la normal para mi edad y, además, como no tenía dolor, tampoco hacía falta recuperación. Me recetó caminar y yo me receté condroitina. Gracias al Feldenkrais, mi postura fue mejorando y empecé a salir de una sensación debilitante de fragilidad. Más adelante, unas cuantas sesiones de fisioterapia y aprender a hacer planchas me volvieron a conciliar con mi cuerpo y me di cuenta de que no estaba acabado ni mucho menos.
Durante los meses de invierno, hicimos seis salidas, 4 en el municipio de Montclar en una progresión muy metódica desde cerca de Montmajor y bajando en dirección sureste hasta casi tocar la iglesia de Sant Joan de Montderm, y 2 contiguas en Espunyola-Caserres, también en dirección sureste.
Guiados en parte por las excursiones solitarias de Carles en bici durante la pandemia, fuimos buscando restos históricos y explorando territorio, en una sucesión de pequeñas sierras y vaguadas, todas ellas muy parecidas, con un fondo preocupante de una sequía creciente.
Empezamos conociendo a una abuela diminuta vestida con múltiples capas como una babushka rusa y muchas ganas de conversar que nos habló del amor entre gatos y concluimos la temporada de invierno en el Bosque Encantado de Casserres.
El Bosc Encantat |
Con el comienzo de la primavera, toca volver al Catllaràs.
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