Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 16 de abril de 2023

16/12/2022 – Carles toma el mando

De momento, dejamos La Pobla de Lillet y el Alt Berguedà en general. Buscaremos zonas más cálidas y precisamente, Carles ha visto una estructura en Espunyola en sus salidas solitarias que ha atraído el interés de Pep.

“Hoy manda Carles”, me dice Pep nada más entrar en el Mikado. “Ya hace tiempo que tenía ganas de ver su nuevo hallazgo”.

Es un día de mucha niebla. La visibilidad queda limitada a unos 100 metros. Aparcamos en la carretera que sale de Cal Majoral para subir a Capolat, donde empieza el camino para bajar a la fuente del Molino de Traserra. El camino está muy bien conservado y debe ser de uso frecuente. Coincidimos con un vecino que está bajando para llenar unas cuantas garrafas. La fuente está metida en el fondo de una fisura horizontal estrecha, como una enorme sonrisa desdentada, por encima de la cual cae un pequeño hilo de agua que es todo lo que permite la actual sequía. Y al otro lado de la riera, la casa del molino, a medio arreglar.

El camino que baja a la fuente del Molino de Traserra

Pep conversa con el hombre, que entra con una garrafa y al cabo de unos segundos, vuelve a salir. “Prefiero esperar afuera mientras se llena”, explica. “Si cae aquella losa, quedaré aplastado como una cucaracha”.

La bauma de la fuente, que está al fondo de todo

Nos despedimos y seguimos el valle hacia abajo, pero manteniendo la altura. Carles nos guía con paso certero. Entramos en una pista, que seguimos, dejando un camino que baja a la derecha. Aquí hubo una explotación forestal intensa hace unas décadas y por todas partes hay pistas. Subimos el cortafuegos de una línea eléctrica hasta llegar a un llano. Allí, dentro de una zona arbolada, se ve una línea de piedras formando dos costados de un cuadrado. Es antiguo y Pep lo anota como una posible torre medieval. Exploramos un poco pero sin ver nada más destacable.

“Vamos a la casa de La Serra y luego buscamos el camino que dejamos, a ver dónde va”, dice Pep.

“¿Pero no estaba Carles al mando hoy?”, pregunto extrañado. “Es verdad, lo siento. Es la costumbre”, contesta Pep. Gira hacia Carles. “Disculpe, don Carles. ¿Dónde quiere que vayamos?”.

Carles mira hasta donde le permite la niebla y tras unos momentos de reflexión, dice con voz firme: “Vamos a la casa de La Serra y luego buscamos el camino que dejamos, a ver dónde va”. “Así se habla”, digo con fervor.

Caminamos por la niebla hacia La Serra, dejando un camino a la izquierda que probablemente enlaza con el otro camino más abajo. La Serra no tiene nada destacable y damos la vuelta. Bajamos por el camino, que se pierde en la cuesta pero enlaza con el otro, que seguimos. Nos lleva a una pequeña estructura hundida en el suelo, de función desconocida, y poco después, llegamos a una casa en ruinas, que no conocíamos pero resulta ser Cal Rofa, según el ICC. Y detrás de la casa, otra sorpresa. Un rectángulo cavado en el suelo y forrado de mortero que habría sido una cisterna en otros tiempos.

Cal Rofa

Volvemos a la casa. “¿Dónde vamos ahora?”, preguntamos a Carles. Carles vuelve a mirar alrededor suyo, preso de la duda. “Parece que un camino baja desde la casa”, sugiero. “Bajemos el camino”, ordena Carles. Y así hacemos, pero desaparece al poco rato y tenemos que volver a subir. “Ríñele”, dice Pep, señalándome. “Es por su culpa que hemos bajado”.

“Muy mal”, me dice Carles, y como castigo, me envía en una misión fútil a buscar cosas en los campos que suben desde la pista, más hacia el sur. Evidentemente, no hay nada y así le informo a la vuelta. El cielo empieza a despejarse y de repente vemos todo el paisaje que nos rodea.

Bajamos la cuesta, siguiendo lo que a ratos parece un camino, hasta salir a la pista que nos lleva a Els Torrents y la iglesia anexa. Pep y yo habíamos venido aquí en nuestras salidas en febrero pero volvemos para que Carles vea los restos de muros medievales que esconde la casa. La iglesia es moderna pero se construyó sobre algo más antiguo.

La casa y la iglesia de Torrents

Es hora de volver y buscamos una pista que sube el valle de la Rasa de Traserra pero más cerca del fondo. Tras medio kilómetro, vemos un camino muy marcado que baja y, al otro lado, lo que parece ser un camino que marcha hacia el suroeste. Bajamos y cruzamos la riera pero el camino nos aleja del coche y lo dejamos para la próxima salida. Seguimos subiendo la riera por la otra ribera y, en poco rato, estamos otra vez en el molino.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,3 km; 170 metros de desnivel acumulado.


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