Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 16 de abril de 2023

23/12/2022 – Hipocondría en Espunyola

Ya falta poco para Navidad y vengo al Mikado con una novedad. Desde el verano, noto que mi postura ha empeorado y, para corregirla, empecé Feldenkrais (buscadlo en Wikipedia). Efectivamente, me está ayudando a mejorar la postura y los músculos, al cambiar de posición, producen molestias y decido hacerme unas resonancias de la columna, para ver cómo está la cosa ya que tengo cierta edad.

El día antes, recogí los resultados y, una vez descifrado el lenguaje médico, me pintaron un cuadro mucho peor de lo que me imaginaba en base a las sensaciones que tenía. El día 2 de enero, tengo hora con el traumatólogo para que me lo ponga todo dentro de un contexto y proponga un tratamiento. Pero, mientras tanto, me siento delante de mi café con una sensación de gran fragilidad. Lo explico a Pep y le pido una salida sin sobresaltos, ya que una de las cosas en que hicieron hincapié mis lecturas es que se debe evitar caminar sobre terreno irregular.

Aparcamos en el mismo sitio, encima del Molí de Traserra. Nada más bajar del coche, Carles nos informa que renuncia al mando, que es muy estresante y, con su carácter tan conciliador, dar órdenes se le da fatal.

Hoy hará mejor día que la semana pasada y dedicamos la primera parte a seguir un camino marcado que parece buscar las casas agrupadas alrededor de Cal Majoral. Luego bajamos hacia la Rasa de Traserra, que cruzamos debajo del molino. Seguimos bajando y entramos en el camino que dejamos sin explorar el otro día. Con tanta explotación forestal antigua, el camino se acaba perdiendo pero no sin antes haber descubierto las ruinas de una casa a media cuesta, de nombre desconocido.


Bajando a la riera desde el molino

Seguimos bajando por un terreno muy irregular. Tengo la sensación que mi cuello bambolea  como esos perros que antes se ponían en los coches, y que puede separarse de mis hombros en cualquier momento.

Llegamos a la casa de Taupera, un paraíso de fin de semana, y allí vemos un posible camino que baja a la Riera de l’Hospital, la misma que fluye debajo de Torrents. Sin embargo, el camino desparece al poco rato para convertirse en una pista abandonada invadida por las zarzas. Pep va abriendo camino delante y yo sigo en la última posición; es un progreso lento pero bastante cómodo para mí.


Cal Taupera

Sin embargo, nos va alejando del objetivo que Pep ha elegido para hoy, que es la casa de Cervins. Baja a la pequeña riera y sube por el otro lado, agarrándose a troncos y rocas para superar la fuerte pendiente inicial, seguido de Carles. “¿No tenemos otra opción?”, pregunto desde el otro lado. “No tengo problemas para seguir bajando esta pista”. “No hay elección”, contesta Pep. Me pongo en manos de Dios y cruzo la riera, intentando no hacer caso a la ansiedad creciente.

Nos alejamos de la riera y entramos en una pista que nos lleva a Cervins, una casa en buen estado pero no habitada de forma permanente. Aquí damos la vuelta y seguimos una pista que va hacia el norte, pero resulta que la pista no nos va a llevar a buen puerto porque gira hacia la izquierda, alejándonos del coche. Subimos una cuesta sin camino, con fuerte pendiente. Ni siquiera encontrar los restos de un camino aligera la subida y vuelvo a oír las pulsaciones en los oídos.

Entramos en otra pista que, esta vez sí, va hacia el norte y pronto vemos una casa y ruidos de gente trabajando. “La carretera no estará lejos”, pienso. “Estamos salvados”. Pep consulta el mapa que tiene Carles en su teléfono. “Nos hemos equivocado de valle”, me dice. “Es el siguiente”. “O sea, ¿todo esto lo hemos hecho para nada?”, pregunto. “Así es”, contesta. Y me señala la cresta al otro lado del valle. “Si dependiera de mí, subiría hasta arriba de esa sierra y luego iría de llano hasta la carretera. Pero te dejo elegir. Podemos hacer esto o rodear la sierra por abajo por la pista y luego subir el valle hasta el molino”. “Te lo digo cuando estemos abajo”, le contesto. “Pero que sepáis que no estoy en mi mejor momento”.

Giramos casi 180 grados y tomamos una pista para bajar el valle, que resulta ser la Rasa de la Boixadera en lugar de la Rasa de Traserra. Cuando llegamos abajo, miro hacia arriba la cuesta que nos tocaría subir según el plan de Pep, otra vez sin camino. Repaso mi estado mental, que no está para tirar cohetes, y tomo mi decisión. “Volvamos por las pistas”, le digo. Y así hacemos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9 km; 310 metros de desnivel acumulado.



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