Posteriormente, Joan Tor marcó esta bajada precaria como un Sendero Local. Hace 3 años, en una salida con Carles, intentamos hacer el camino de Pep pero acabamos haciendo la ruta de Joan Tor, al no encontrar el de Pep.
Hoy, continuando con nuestro recorrido del río de Saldes, Pep quiere probar esta bajada otra vez. Han bajado significativamente las temperaturas y veo con espanto que el termómetro marca 0ºC en Guardiola y los campos están blancos de escarcha. Pep intenta tranquilizarme. Me asegura que arriba en Gisclareny, hará más calor y además estaremos siempre mirando al sur. Sin embargo, cuando aparcamos el coche en la curva de la carretera al Barri del Roser, sólo hace 1ºC y temo lo peor.
Iniciamos el descenso por una pista horrenda que ostensiblemente se abrió para la lucha contra incendios forestales pero su finalidad más obvia parece ser para construir una especie de nave debajo del Coll de Cal Mateu. En el collado arranca el camino que pasa debajo de Cal Mateu. Subimos a inspeccionar la casa. Su emplazamiento es magnífico. Sus habitantes podían despertarse cada día con una vista que abarcaba desde Pedraforca y el Cadí hasta el Catllarás pasando por Ensija, Maçaners y Vallcebre. “Hoy, tendría que ser una casa para algún artista que necesita inspirarse”, dice Pep. Francamente, creo que lo último que interesaba a los habitantes del pasado era el paisaje.
Pedraforca desde Cal Mateu
Continuamos el descenso y llegamos al punto donde la ruta de Joan Tor deja de ser un camino. Pep se desvía para ver si encuentra el camino auténtico pero no lo consigue. Seguimos las marcas verdes y blancas que giran a la izquierda y entran en una zona de campos. Tras un largo flanqueo descendente hacia el este, las marcas giran y bajan por la parte más accesible de las rocas. Está todo muy precario y nadie diría que aquí hay un camino si no fuera por unos muros que aguantan un trozo de camino al cruzar un barranco poco antes de llegar abajo. Miramos hacia arriba, intentando identificar algún paso más claro pero no lo vemos.
El muro que se ve abajo a la derecha es prácticamente la única prueba de que aquí hubo algo más que un camino de cabras
Otro paso del 'camí ral', sólo apto para pasar a pie
Pep busca infructuosamente información en mis mapas
Cuando llegamos abajo, cerca del río, vemos un poste indicador del flamante Xarxa Lenta y uno de los dedos señala en la dirección de donde acabamos de venir, con la leyenda “Camí ral de Maçaners a Gisclareny”. Nos miramos el uno al otro estupefactos. “Si lo que hemos bajado es un camí ral, yo soy Blanca Nieves”, pienso. Pero convencidos del todo no debían estar porque no se atrevieron a pintar las marcas amarillas de la Xarxa Lenta en las rocas.
El poste del asombro
Entramos en zonas de cultivo engullidas por el bosque. El frío de la mañana se ha convertido en una temperatura confortable. Al final, Pep tenía razón. Llegamos a los restos del pequeño monasterio de Sant Sebastià del Sull. Fue excavado en los años 60. Seguramente, en su día, la noticia de la excavación causó sensación en círculos académicos pero luego se abandonó a la intemperie, sin consolidar ni proteger. El resultado es que poco a poco van cayendo las piedras al suelo. Pep no puede reprimir su indignación; es una historia que se está repitiendo en toda la comarca. Desde su punto de vista, si no hay dinero para consolidar esas ruinas para que no sigan deteriorándose, lo mejor sería volver a enterrarlas en espera de mejores tiempos. Ya veo el titular sensacionalista de la prensa local: “Sociedad de arqueología quiere sepultar la historia comarcal”.
Pep se desahoga con Carles en Sant Sebastià del Sull
El río de Saldes cerca de Cal Ferrer
Continuamos al Molí de Baix y al Molí de Cal Ferrer, anotando balsa, canal y presa en cada caso. Entramos en el Estrecho de Llúria, el camino principal para ir de Gisclareny a Saldes. Tras pasar la estrecha abertura del Torrent de Llúria, el camino gana altura, bordeando un valle amplio en forma de olla que es una especie de Shangri-La, desconocido para el senderismo, pero que tenía varias casas y unos cuantos caminos que un día habrá que repasar, incluyendo la que probablemente era la casa más importante del valle, Cal Mosso. Esa casa Cesar August Torras la pudo ver mientras bajaba desde el Coll de Llúria rumbo a Saldes pero hoy queda oculta por el bosque.
L'Estret de Llúria
El camino a Coll d'Erola
Tras un recorrido amable, el camino de repente sube 150 metros de golpe en interminables eses hasta llegar al Coll d’Erola. Allí, seguimos una colita (ver Glosario) mía que pensaba que nos llevaría a Cal Mosso pero se muere en unas carboneras. Subimos la cuesta cómo podemos hasta el camino de flanqueo que va del Coll de Llúria al Col de les Salines. En ese camino, almorzamos. He traído mi última botella de cerveza, la Poacher’s Choice de fama más que merecida. Es una cerveza que realmente no debería compartirse entre tres y estamos tentados a enviar a Carles a buscar caminos mientras la saboreamos pero, en el fondo, somos buena gente y la compartimos con él. Pep vuelve a ensalzar sus excelencias. “Ya puedes felicitarles de mi parte cuando vayas a Inglaterra”, me dice.
Ponemos rumbo al Coll de Lluría y desde allí, empalmamos con la ruta de El Pinar que va bordeando el límite sur del valle de Gisclareny, con grandes vistas hacia el sur. Muestro a Pep una colita que tengo desde hace bastantes años en el Vall Pregona. Difícilmente podría tener salida abajo pero allí está el camino y un día habrá que seguirlo. De hecho, tenemos unas cuantas colitas en esa zona.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,1 km; 600 metros de desnivel acumulado.
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