Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 6 de diciembre de 2010

3/12/2010 – Últimos caminos en La Portella

Hoy hace un frío de mil demonios y como nevó a principios de semana, juzgamos prudentes no volver a La Pobla de Lillet de momento, ya que el lunes cayeron 20 cm allí.


Propongo a Pep matar algunas colitas (ver Glosario) que dejamos esta primavera en la zona de Les Bagues en la riera de La Portella. Aquellos lectores que quieran informarse pueden consultar las salidas del 9 y 16 de abril. Pep nos está esperando en Cal Rosal pero yo estoy muy bien en la cafetería. Para retrasar un poco más la salida, pido otro café … como paga Carles. Pero llega un momento en que no puedo demorar más lo inevitable y ponemos rumbo al sur.

El domingo pasado, hubo elecciones para elegir un nuevo presidente de Cataluña. Josep Mª es una persona muy comprometida con la política y tiene una ideología muy sólida. Durante el corto viaje a Cal Rosal, ya empieza el debate. Continúa en el trayecto en coche a la casa de Gotzenes que vigila la entrada al valle de la Portella y, como había muchos tramos de pista forestal, prosigue durante 10 kilómetros de marcha, interrumpido solamente por las subidas.

Pero vayamos por puntos. En Gotzenes, el termómetro del coche de Pep marca -5ºC. Exijo el libro de reclamaciones; no hay derecho. Pep y Carles me recuerdan que el lugar lo elegí yo. Cruzamos la riera en un punto donde el agua se encajona entre piedras, llamado el Gorg del Boix y buscamos la manera de subir a la casa de Les Bagues, donde había la colita que me interesaba. De momento, la escarcha y el hielo son compañeros constantes; para tener sol, estamos en el lado equivocado del río, pero llega un momento en que ya no tengo frío … como no paramos de movernos. Eso sí, voy muy abrigado. La deseada colita empieza muy bien pero al llegar a la primera cresta, sólo hay una opción: subir. En algunos puntos, el camino se parece sospechosamente a un camino para bajar troncos y en otros, se parece más a un camino para personas. Salimos a una pista y vamos hacia otra colita que Pep vio cuando se tuvo que marchar antes (ver salida del 26 de marzo).


Así se ve el mundo a 5 grados bajo cero

El Gorg del Boix

El debate continúa y Josep Mª hace una exposición detallada de sistemas políticos y económicos, con la independencia de Cataluña como eje central. Con tanta abstracción ideológica, empiezo a distraerme con pensamientos míos y voy quedando atrás. En el kilómetro 9, les atrapo y justo en ese momento, oigo a Pep decir algo que me deja atónito: “En el fondo, todos buscamos la felicidad”. ¡Pues, sí señor! Quizás al lector le sorprende mi emoción pero hace 11 años, cuando conocí a Pep, si algo no se podía tocar o medir, no existía. Uno de los efectos secundarios era que no hacía bromas. Ahora sí hace bromas y quisiera pensar que el roce conmigo ha contribuido en alguna pequeña medida a esta evolución.

Bajamos la colita de Pep hasta que entre en la pista, ya cerca de la riera de Portella y miramos algunas colitas más, que se mueren en carboneras.

Salimos de las sombras en busca de un poco de sol para almorzar y luego continuamos por la pista siguiendo el valle hacia abajo. En la primavera, no habíamos podido localizar el Molino dels Porxos pero el contacto de Pep insistía en que estaba. Ahora, bajando por la pista, vemos la presa para desviar el agua y, un poco más adelante, una rueda de molino en la ribera de la riera. Sin embargo, no se ven restos de la casa.

La rueda del Molino dels Porxos


Bajamos la interminable pista hacia Gotzenes. Para hacer la ruta más llevadera, nos dedicamos a una clase de pronunciación inglesa. Cuando llegamos a la palabra “caught”, ya no puedo contener la risa. El único que la pronuncia correctamente es Pep pero él se niega a interesarse por el idioma (“¡Si quieren hablar conmigo, que aprendan catalán!” dice). Otra espina que tiene clavada Pep es la casa de la Solana que se ve a media cuesta entre la casa de Salabuc y Mascaró. En el pasado ha intentado llegar desde Salabuc pero la vegetación le cerró el paso y en aquel tiempo, no estaba Josep Mª para abrir paso por las zarzas. Ahora, desde la pista, vemos un camino que sube hacia la Solana que podría darnos la clave para acceder a esa zona. Queda reservado para una próxima salida.


Volviendo a casa

Tengo la impresión de haberme reído mucho hoy, a pesar del frío. Cuando llego a casa, me entero que una huelga sin aviso de los controladores aéreos ha provocado el caos en los aeropuertos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 15,4 km; 435 metros de desnivel acumulado.

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