Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 19 de agosto de 2021

9/7/2021 – Torrents

Aparcamos en la pista de La Ribera a medio kilómetro de Torrents, asustados por un tramo con baches y mucha piedra. Caminando hacia la casa, vemos que lo peor ya lo habíamos pasado y, en el patio de Torrents, vemos aparcada una humilde furgoneta encima de una rampa imposible. No hay nada como conocer cada centímetro del camino.

Nos recibe Toni Casassas, miembro de la familia propietaria y cuidador de la casa, al menos cuando hace buen tiempo. Viendo las grietas en la puerta de entrada, admite que hace mucho frío en invierno. Nos hace subir a la sala principal. Una mesa con piedras, estanterías con libros (la mayoría donados, dice), algún cuadro. Fuera, en la terraza, unos bancos de piedra, un pozo y una larga vista hacia el norte.

Nos presenta Bernat, un amigo de la familia, estudioso de lenguas amazónicas e investigador posdoctoral en la Universidad de Gante. Toni es artista, fotógrafo, creador de vídeos, diseñador. Lleva 2 o 3 años escribiendo un libro sobre la historia de Castell de l’Areny, basado sobre todo en las casas y las familias que allí vivían, con muchas fotos antiguas. El primer contacto con Pep se produjo a raíz de este libro, ya que Pep fue recomendado como una persona que le podría ayudar a documentarse. En su ordenador, nos muestra algunas páginas del libro. También hay una entrevista que hizo a Pep y aprovecha la ocasión para sacarle algunas fotos para el libro.

Toni y Bernat

Y nos ponemos en marcha. Toni siempre camina con un largo bastón que le da un aire medieval, como Little John de la banda de Robin Hood. De hecho, a pesar de su cámara y su ordenador, tiene un aire de otro tiempo, mientras Bernat parece el retrato robot de académico, pero con ropa de montaña.

La primera parada son las dos casas de Coma Gran. La de abajo la habíamos encontrado en la era pre-blog pero la de arriba, no la encontramos en el lugar donde la ponía el mapa del Alpina.

En la larga pista que va hacia el Gorg de l’Olla (que luego entraría en el siniestro valle de Cercosa), pregunto a Bernard por la estructura de los idiomas amazónicos. Dice que hay 300 pero el que ha estudiado más construye frases a partir de prefijos añadidos a los verbos. Solo lo hablan 600 personas, pero dice que tiene buena salud porque se transmite íntegramente de una generación a la siguiente. Otros morirán porque solo lo hablan unos pocos ancianos mientras algunos han sido resucitados por generaciones jóvenes a partir de grabaciones y otro material. Un poco como el idioma celta de Cornualles, le propongo.

Cruzamos el Gorg de l’Olla y subimos a la primera casa, Coma Gran de Baix. La segunda, Coma Gran de Dalt, está 50 metros más arriba. ¿Por qué dos casas tan cerca? ¿Eran familia y decidieron partir los campos en dos? ¿O se abandonó una para trasladarse a la otra? Imposible saber.


Coma Gran de Dalt

Como ya he dicho en otras entradas, la mariposa del boj ha destruido todo el boj en esta zona. Sin embargo, ahora vemos que empiezan a brotar hojas nuevas de las ramitas aparentemente muertas. La tozudez de la vida nunca deja de asombrar.

El denso bosque de pinos impide ver el otro lado del valle. Le cuento a Toni mi malestar respecto al valle de Cercosa. “Seguro que algo terrible pasó en aquella casa (la de Cercosa). Siempre me ha dado mal rollo”. “A mí me gustan esos paisajes cerrados”, contesta Toni. “Vengo a menudo aquí, sobre todo en invierno. Me siento más cómodo aquí que ante un panorama abierto”. Hablando con él, intuyo el peso de la creatividad. No siempre es fácil de gestionar.

Retrocedemos por la pista medio kilómetro y bajamos otra pista que cruza la Riera de Cercosa. Cuando acaba la pista, continuamos por lo que parecen ser antiguos campos hasta llegar a unas paredes adosadas contra un talud. Pep las inspecciona y confirma su origen medieval. No tenía constancia de su existencia; solo un topónimo puesto a voleo en el mapa: La Gavarrera.

La posible Gavarrera

Subimos a una cresta y el paisaje cambia abruptamente. Ahora son cuestas erosionadas, sin vegetación, traidoras a las que no conviene acercarse. 

El paisaje al otro lado de la casa medieval

Giramos al suroeste y bajamos al lecho de la riera de Cercosa y seguimos el curso río abajo durante otro medio kilómetro. Es momento de pedir a Bernat que nos explique un poco cómo se organizan los pueblos amazónicos: la estructura de las aldeas, las familias, los jóvenes, la división del trabajo, la caza, la espiritualidad y la muerte.


La riera de Cercosa

Salimos de la riera y cruzamos un largo llano, luego un pequeño barranco y otro llano, mucho más corto. Y, al igual que los postres, cuando se guarda lo mejor para el final, Toni muestra sonriente un pequeño montículo de piedras esparcidas por un pliegue en el terreno, cubierto por arbustos y avellanos. Los ojos de Pep se iluminan. “¿El molino medieval?”, pregunta. Toni asiente. El llano detrás sería la balsa del molino pero no encontramos ningún resto de un canal o una presa. 

Subimos al Pla del Monjo. Es hora de despedirnos. Aún no hemos comido nuestros bocadillos y le propongo a Pep la pequeña ermita de Sant Ramón. Nos sentamos sobre un muro bajo a la sombra de la iglesia. Al lado nuestro, una hilera de hormigas va y viene, trayendo todo lo que encuentran en el bosque y lo suben unos 3 metros verticales hasta donde deben tener su nido, bajo el tejado. Pep pone un trozo de pan en su camino. Enseguida, unos 15 o 20 hormigas se abalanzan sobre el trozo, cortándolo en trocitos más pequeños que luego suben al nido. Prueba con un trozo de embutido; el mismo entusiasmo. Pongo un trozo de pan de centeno. No despierta interés y se convierte en un obstáculo a rodear. Finalmente, 2 o 3 se paran para inspeccionarlo. Como experimento científico, proporciona un buen indicador del índice glucémico de nuestros bocadillos respectivos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,1 km; 260 metros de desnivel acumulado.

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