Hoy sí que viene Carles y trae los
caminos de la Minuta grabados en su GPS. Hoy le toca al camino de Gósol a Josa,
ahora parte del Camí dels Bons Homes, creado para aprovechar la moda de los
cátaros.
Aparcamos el coche a las afueras del
Gósol, en la carretera que sube hacia del Coll de Josa. Seguimos las marcas del
GR (y de manera más efímera, las cintas de la Caminada de Gósol de este
domingo) por una pista, que al cabo de un rato se vuelve fangoso al ser
utilizado como curso de un torrente.
El camino-torrente desde Gósol
Las marcas del GR marchan hacia la
izquierda pero el track de Carles sigue recto, por un camino cada vez más
enfangado. De repente, el track marcha hacia la izquierda pero no se ve nada,
sólo campos. Seguimos rectos pero, cansándonos de hundirnos los pies en el
barro, salimos por otra pista y de paso, recuperamos el track, el GR, y las
cintas de la Caminada.
Poco antes de iniciar la subida al Coll de Josa
El camino deja la pista y empieza un
camino tradicional entre campos hacia el NW. Hasta ahora, ha sido casi plano
pero en el último tramo, sube con fuerte pendiente hasta el Coll de Josa, con
un desnivel de 130 metros. Se abren las vistas, abarcando el pueblo de Gósol,
sus campos, Pedraforca y la Gallina Pelada.
Vista de Gósol desde el Coll de Josa
En el collado, cruza la carretera y
baja primero por una pista naturalizada y luego como camino. Este camino
llevaba al menos 15 años en mi lista de caminos por hacer y hoy es el día. En
cierto momento, las cintas de la Caminada marchan hacia la derecha. Pensamos
que podría ser un camino a Cerneres. En el viaje de vuelta al coche, lo miramos.
Enseguida pierde categoría y decidimos que es una bajada por el bosque hecha
expresamente para la Caminada.
En el camino hacia Josa, por debajo del Coll de Josa
Pero ahora seguimos un camino muy agradable,
siempre cambiante, ahora en el bosque, ahora más despejado. Las vistas van
cambiando. Con el Cadí a la derecha, primero aparece el peñasco del Cadinell y
luego el pequeño pueblo de Josa sobre un cerro.
Cadinell y las cuestas del Cadí
El pueblo de Josa, con la iglesia arriba. Aquí también estaría el castillo
En el siglo XIII, el señor de
este pueblo fue simpatizante de los cátaros y les dio cobijo en su huida de la
persecución en Occitania. Ya muerto, la Inquisición desenterró sus huesos y los
quemó delante de los aldeanos, para dar ejemplo de lo que les pasa a los
herejes que se apartan de la verdadera fe.
Canal de Baridana desde el sur. Una de las pocas vías directas para cruzar el Cadí de sur a norte.
Para la vertiente norte de la canal, ver la salida del 26/8/2011
Cruzamos un torrente seco y caminamos
por los campos, antes de iniciar la subida final al pueblo. Mi pie derecho pisa
la hierba pero debajo hay un agujero y caigo al suelo con una fuerte torsión en
el tobillo. Pep y Carles no se han dado cuenta y siguen caminando. Les llamo y
vuelven. Tengo mucho dolor. Ya me veo llamando al helicóptero. Al cabo de un
par de minutos, el dolor empieza a disminuir y me pongo de pie con mucho
cuidado. Parece que no hay nada roto.
Nos ponemos en marcha otra vez y
llegamos al pueblo. Vine aquí hace muchos años (unos 20) y estaba prácticamente
abandonado. Pero ahora se ha resuscitado; las casas están arregladas, cada una
con una placa de cerámica en la pared con su nombre, hay faroles y las calles
están pavimentadas, hay gente e incluso hay un restaurante y un bar. Pep y
Carles suben a la iglesia mientras yo descanso a la sombra, sentado en un
banco. Pero algo no va bien. Siento unas ligeras náuseas; es el shock. El
tobillo duele. Miro mi GPS: 5,6 km y 250 metros de desnivel hasta Gósol.
Necesito algo que me dé fuerzas.
Interior del pueblo de Josa
Dicen que los animales, cuando están
enfermos, saben instintivamente qué plantas comer para curarse. En ese momento,
yo también lo sé. Voy cojeando al bar y en mi mejor catalán, pido un cortado:
azúcar y cafeína. Viendo mi cara de sufrimiento reprimido, la señora del bar también
me da una galleta. Lo consumo todo. Los efectos no tardan en hacerse notar y ya
empiezo a ver el mundo de otro color.
Vuelvo a reunirme con Pep y Carles y
con cuidado, bajamos otra vez al torrente seco e iniciamos la subida. Procuro
mantener un ritmo constante y sin forzar la posición del tobillo.
Mirando hacia el este. En el fondo, el Collell, puente entre el Cadí y Pedraforca
Comemos en el bosque debajo del Coll
de Josa. Pep cuenta cuando, de joven, subió al Cadí con un compañero de trabajo
con unas mochilas tan pesadas que llegaron reventados a la Font Tordera. El día siguiente, abandonaron la idea de seguir por el Cadí y en su lugar, bajaron
la cara sur del Cadí sin camino hasta Josa, donde un aldeano les dio de comer, y
montaron la tienda en el cementerio de la pequeña iglesia de Santa Maria, fuera
del pueblo, para dormir. Aquella noche, hubo una fuerte tormenta y esa decisión
aparentemente fortuita les ahorró pasarla arriba en el Cadí.
Eso hace que la conversación recupere
un tema muy querido por nosotros. “Hemos estado en todas partes”, resume Pep.
“De hecho, no creo que nadie conozca mejor el Berguedà que nosotros”. “Pero tú,
con tus investigaciones en los archivos, además puedes dar un fondo histórico a
todo lo que vemos”, le digo. “Y tú”, me dice Carles, “sabes cosas de los
pájaros y las mariposas, y además, lo puedes explicar todo en inglés”. “Pero
tú”, replica Pep a Carles, “conoces todos los atractivos turísticos y sabes
orientar a la gente”.
Tras estos elogios mutuos, reclinamos satisfechos contra los árboles. ¡Qué bella es la amistad! Descansados, nos ponemos en marcha otra vez. Pasamos el Coll de Josa y bajamos hasta los campos. Con el track de Carles, vemos donde el camino antiguo se perdió, abandonado a favor de la pista. Lo seguimos como podamos hasta entrar en la pista/arroyo de esta mañana. Esta parte de su trazado había quedado prácticamente borrada.
Bajando hacia Gósol
No hay comentarios:
Publicar un comentario