Hoy por fin toca Salselles. Lo había
propuesto ya a principios de año como lugar a visitar. Se trata de una antigua
parroquia incorporada al municipio de Borredà, bordeando la ribera izquierda
de la Riera de Merlès. La Minuta de Borredà, muestra unos cuantos caminos y
tenía la esperanza de que algunos todavía se conservaran como tales.
Subiendo la carretera al lado de la
Riera de Merlès, aún paramos un par de veces para mirar agujeros en la roca.
Desde su desembocadura en el río Llobregat hasta el límite norte del municipio
de Borredà, la riera está llena de molinos.
Aparcamos cerca del puente que va la
camping del Merlès. Debajo, más agujeros en la roca y, un poco más abajo, los
restos de la balsa y obrador del molino. Aguas arriba, se ve la casa del molino
de Vilardell. Este molino marcó el límite sur de nuestra campaña en Boatella en
el invierno de 2009-2010, cuando decidí empezar el blog.
El molino de Vilardell
Emprendemos la larga pista desde el
camping hacia el pequeño pueblo de Salselles y, mientras andamos, Pep nos
cuenta la película biográfica de Marcelino Sanz de Sautuola, miembro de la alta
burguesía asturiana y descubridor científico de las pinturas rupestres de
Altamira.
Su descubrimiento fue rechazado por la
comunidad científica del tiempo, encabezada por el francés Cartailhac, y por poco no le acusaron de fraude.
También tuvo en contra a la Iglesia y quedó desacreditado en la sociedad. No
fue hasta 20 años después, ya muerto, que se descubrieron pinturas similares en
Francia y se reconoció la autenticidad de las pinturas españolas.
“Si eso me pasara a mí y supiera que
tengo razón, no me afectaría lo que pensaran los demás”, concluye Pep. “No me
lo creo”, contesto. “Tienes que situarte en el contexto del siglo XIX. Estar
bien considerado en la sociedad formaba parte de tu identidad. Sin nuestros
conceptos del siglo XXI, estaríamos igual que todos los demás”.
Pero Pep tiene una fe enorme en su
autonomía intelectual y no se deja convencer. En eso llegamos a Salselles. Pasamos
por las ruinas de una casa grande y llegamos a la iglesia. Antes de la puerta,
unas columnas cuadradas que habrían formado una especie de pasillo. Entramos en
la iglesia. Encima de la puerta, lo que habría sido el coro, luego una gran
nave con arcos labrados, una pequeña capilla a la izquierda, luego el edificio
se vuelve a ensanchar, acabando con un espacio donde habría estado el altar y
el pulpito del cura.
Nos acercamos a Salselles
Mirando los distintos elementos, Pep
empieza a leernos la historia de la iglesia. “Hubo una iglesia románica
original, orientada de este a oeste. Luego, en el siglo XVII o XVIII, hubo una
gran ampliación. Se cambió la orientación de norte a sur, creando el altar y
las capillas con estilo gótico. Se aprovechó la puerta original de la iglesia
para conectar una rectoría. Más tarde, en el siglo XIX, se hizo el coro y, al
final de todo, las columnas fuera. “Resumiendo”, digo, cuando ya llevamos 40
minutos aquí, “alguien se gastó mucha pasta para estar más cerca de Dios”.
“Piensa que aquí era un santuario y venía gente a hacer retiros. Eso explica la
casa detrás, que seguramente era una hospedería”, añade Pep.
El interior de la iglesia, mirando hacia el sur
Y mirando hacia el norte
Mientras Pep y Carles siguen
inspeccionando el resto del pequeño núcleo, yo les espero a la entrada del
camino que quería seguir, al lado de Can Pou, escuchando los pájaros, que por
aquí hay muchos. Cuando por fin salen, Pep retoma un tema ya conocido: “No
entiendo porqué vienes con nosotros si no te interesa la historia”. Intento
adoptar un ademán digno: “Me debo a mis lectores. El blog cumple una función
informativa imprescindible”. “Tu blog es puro cotilleo”, dice Pep,
despectivamente. “Apenas dedicas dos líneas a las cosas realmente importantes.
Además”, concluye, “está todo distorsionado. Es como leer un partido del Barça
en la prensa deportiva de Madrid”. “Te equivocas”, contesto. “Son precisamente
esos detalles humanos que le dan al blog su interés. Y que conste que no cuento
nada que no haya pasado”.
Seguimos el camino hacia el norte. Es
un camino auténtico que va directamente hacia Boatella. En las pendientes, las
motos han cortado profundos surcos. Cruzamos una pista y continuamos por el
camino hasta llegar a la casa de La Pica. “Aquí hay paredes medievales”, dice
Pep. “Parece una torre. Pero, ¿por qué una torre aquí, en medio de un valle? Me
empieza a gustar esta zona”.
La casa de La Pica. Observad las ampliaciones sucesivas; la parte a la izquierda parece la más antigua
Continuamos hacia el norte por una
pista, hasta salir a otra pista que recorre la cresta, la Carena de la Riera. A
partir de aquí, hay caminos que bajan hacia Boatella pero ya no los seguimos
sino que giramos hacia el oeste. Aquí comemos. Carles estudia el mapa del
Alpina. En la Serra de Vila-seca, hay tres casas colocadas prácticamente en
línea.
Continuando por la pista, pasamos
delante de una casa nueva llamada La Xuriguera. Está equipada como casa rural
de lujo, con piscina, terraza y un extenso jardín. “No quiero ni pensar cuánto
debe costar alquilarla”, pienso.
La Xuriguera ... para una boda inolvidable, por ejemplo
Llegamos a una curva de la pista, con la casa
de La Serra a la vista. Con Carles como guía, subimos hacia el Serrat de la
Atalaia y caminamos por la cresta, confiando en encontrar pronto la primera
casa. Vemos bosque pero ninguna casa. Empiezan a verse antiguos campos pero
todavía no hay ninguna casa. Se nos acaba la cresta y por fin encontramos un
camino, que luego empalma con otro y que algún día habrá que explorar en
profundidad. Salimos a una zona despejada y vemos otra cresta al norte, al otro
lado del valle. Hemos ido en la dirección contraria. “Suerte que no llevaba yo
el mapa”, pienso. “La bronca que me habría caído”.
Conseguimos llegar a la casa de
Vila-Seca, todavía habitable pero sin modernizar. Aquí llega la cresta que
teníamos que haber seguido. “Aquí hay trabajo”, dice Pep, satisfecho. Una vez
más, tengo que constatar mi papel de catalizador. Y luego Pep dice que no sabe
porqué vengo. ¡Mi presencia es absolutamente necesaria! Gracias a mi sugerencia
de la Riera de Merlès, ha descubierto infinidad de molinos y agujeros en las
rocas. Y ahora aquí, en Salselles, se le ha abierto un mundo nuevo y ya sabe
dónde venir el próximo invierno.
La casa de Vila-Seca, más auténtica
Con esos pensamientos, bajamos lo que
queda de la cuesta y seguimos la pista hasta el camping. Nada más llegar al
coche, empieza a tronar.
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