La semana siguiente fui a Inglaterra y
Carles y Pep hicieron una última salida a la Riera de Merlès, recorriendo el
camino de la Minuta desde el puente de Montclús hasta el castillo de Llucà.
“Muchos kilómetros de pista”, me dirá Carles después.
Ha llegado el momento de cambiar de
sitio. “Que decida Carles”, me dijo Pep por teléfono. Llamo a Carles. “¿Dónde
quieres ir?”, le pregunto. “Conozco muy poco la zona de Llinars y Castellar del
Riu”, me dice, después de pensarlo unos minutos. Llamo a Pep: “Me dice Llinars
y Castellar del Riu”. “Muy bien. Así repasamos,” me contesta Pep.
Hace bastantes años, antes de empezar
el blog, hicimos un repaso de la zona de Llinars, incluyendo el valle que separa
las casas de La Corba y Matamala, por un lado, y las de Cal Valentí y Can
Garrigas, por otro lado. Es una zona bastante agreste pero en aquella ocasión,
tuvimos la sensación de haberle hecho un buen repaso y que quedaba poco más por
hacer.
Aparcamos al lado de la iglesia de
Sant Iscle. Hace tiempo que no venimos aquí y hay un cambio que se ve enseguida
y que domina todo el valle: una cantera de yeso que ha convertido los campos debajo
de la casa de Balcells en una importante explotación a cielo abierto. Los del
camping deben estar encantados.
La iglesia de Sant Iscle
Desde la iglesia, tomamos la pista que
va hacia la casa de La Grau, pasando por el Coll de Cabramorta. Con las lluvias
recientes, está todo muy verde (quitando la cantera) y aún no hace mucho calor.
Así da gusto caminar por la montaña.
Al situarnos bajo la casa de La Grau,
vemos un camino que sube en diagonal y lo seguimos. Es un camino nuevo para
nosotros y nos deja justo en el collado al lado de la casa y vemos su
continuación que baja al otro lado. “Tantos años viniendo aquí”, lamenta Pep.
“Lo teníamos delante de los ojos y no lo hemos sabido ver hasta hoy”.
No seguimos la continuación; nos
apartaría demasiado de la ruta que Pep tenía planeada pero, para proseguir la
educación de Carles, visitamos los restos del castillo medieval, que ocupaba el
pequeño promontorio delante de la casa y, cuando no estaban los árboles,
permitiría dominar toda la zona con la vista.
Lo que queda del castillo del Grau
Dejando un camino tenue que tampoco
habíamos visto antes, continuamos por el camino que nos lleva a la Palanca de
Sant Lleir, un paso que permite cruzar el Aigua de la Corba y que sería uno de
los caminos para ir a Matamala. Nos desviamos para ir a Cal Verge, una cueva
aprovechada para hacer una pequeña vivienda debajo del camino que arranca desde
la Palanca de Sant Lleir para bajar hacia la casa de La Ribera. Ocupa una
pequeña repisa con un precipicio a 10 metros de las paredes de la casa. La
vista sería espectacular si no fuera por los árboles que obstruyen todo.
Cal Verge
Volvemos atrás e intentamos conectar
con el camino que sube a Matamala. No lo encontramos. Un camino aparentemente
surgido de la nada muere en una carbonera y volvemos a subir sin camino hasta
llegar a la pista. Giramos a la izquierda para buscar el fondo del valle del
Aigua de la Corba. Desde aquí sale un camino que recorre una faja de tierra por
el lado norte del valle, saliendo en la pista debajo de la casa de Cal Valentí.
Tras unos primeros momentos de confusión por no encontrar la entrada del
camino, tapada por un pequeño corrimiento de tierras, cruzamos la riera y
entramos en la estrecha faja que recorre la roca en ligero ascenso. Es tenue
pero se sigue bien. ¡Qué recuerdos me trae de tiempos pasados cuando éramos
jóvenes y guapos y muchos mapas todavía estaban en blanco!
Justo antes de entrar en la pista,
vemos un camino que baja a la izquierda y que tampoco conocíamos. ¿Pero
estábamos ciegos hace 10 años? Está claro que esta zona no la tenemos tan
resuelta como pensábamos. Comemos cerca de la pista, a la sombra de unos
árboles, que el sol ya pica.
Pep no me deja explorar este camino
nuevo sino que baja por el otro lado de la cresta para mostrar a Carles la vía
de tren que se hizo para bajar los troncos de los bosques de Catllarí hasta un
aserradero en la carretera actual de Sant Llorenç de Morunys. Esta vía va hacia
el final de la cresta pero antes de llegar, se supone por un error de cálculo,
hace un zigzag con unas curvas muy cerradas hasta salir a la construcción donde
había un teleférico. Todavía me cuesta pensar cómo consiguieron maniobrar los
vagones con esos troncos enormes por las curvas. Y la bronca que le habría
tocado al ingeniero responsable del error debe haber sido tremenda.
La estructura del teleférico
Y la vista con la nueva cantera. Abajo, la iglesia de Sant Iscle y Busa detrás
Una vez inspeccionado el edificio del
teleférico, intentando no mirar la caída de 200 metros limpios a mi derecha,
retrocedemos y luego bajamos sin camino hasta empalmar con la pista encima de
la casa de La Grau. Media hora después, estamos en el coche.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,3 km; 380 metros de
desnivel acumulado.
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