“¿Dónde vamos?”, pregunto a Pep, ya en
el coche. “Hoy, vamos a donde no quisisteis ir la semana pasada: Mora Vella. ¡La
banca siempre gana!”, proclama triunfalmente.
Aparcamos delante de la pista de Les Heures.
Pasamos nuevamente debajo de la Balma de Les Heures pero esta vez no paramos
sino que cruzamos el Rec de Les Heures y continuamos hacia el sur por lo que
parece ser un camino ancho, pero es difícil saberlo. Esta zona está llena de
pistas antiguas que se han naturalizado. Un corzo se va corriendo, con un ruido
de ramas rotas.
Salimos del bosque a la vista de Mora
Vella o Mora de Dalt, ahora en ruinas. Pep inspecciona la pared norte; las
piedras en la base podrían ser medievales, dice. Mientras Pep y Carles
intercambian comentarios sobre las maravillas de esta casa, paso al otro lado. Me
parecen ver unas piedras que tienen un aspecto raro en la pared. “Aquí también
hay algo que deberías mirar”, aviso a Pep. Cuando llega, clava la vista en el
suelo, donde hay una piedra con un agujero que yo ni siquiera había visto. “Una
piedra de prensa medieval. Excelente hallazgo”, dice Pep. “Supongo que te
referías a esto, ¿no?”. “Por supuesto”, miento. Señalo la pared detrás como si
quisiera descartar definitivamente algo que evidentemente no podía ser: “Y esta
pared, ¿qué te parece?”. Pep le dedica una mirada breve. “Nada. Todo de época
moderna”.
Retrocedemos hasta una pista que nos
sube al Serrat dels Corbs, el mismo sitio donde acabamos la semana pasada antes
de iniciar la bajada. Al otro lado del valle, vemos otra vez la casa de
Puigcercós, nuestro destino. Giramos hacia el norte y dejamos la pista
principal para tomar otra secundaria que planea debajo de la cresta. Cuando
muere al cabo de 500 metros, inicia un camino despejado que bordea el valle del
Torrent Llarg sin subidas ni bajadas, salvando una cuesta empinada y boscosa.
Es quizás el momento más relajante del día.
El camino que va a Puigcercós
Empieza a hacer calor y nos quitamos
los jerseys. Nuestro camino muere en una fuente desde la cual arranca una corta
pista de desembosque que entra en aquella pista que pareció tan interminable a
mi hijo la semana pasada. Subimos al cruce del estanque y tomamos la única
pista que quedaba, a la derecha, y al cabo de media hora nos plantamos en la
casa.
Comemos bajo una encina al lado de la casa.
Aquí es más montañoso, lo que ha propiciado la supervivencia de caminos. Hemos
visto el arranque de algunos caminos más que Pep ya está reservando para el
próximo invierno. Con las ruinas de la casa delante, nos transportamos mentalmente
a un pasado remoto. “La verdad, no me veo corriendo detrás de aquel corzo con
una lanza en la mano”, admite Pep. “No haría falta. Ya haría 20 años que nos
hubiéramos muerto”, le contesto. “Y Carles sería un anciano”.
Las ruinas de la casa de Puigcercós
Empieza a soplar el viento y es hora
de ponerse en marcha. Vamos por una pista que sigue el valle del Rec de Les
Heures hasta llegar a una cresta, donde vemos un camino que la cruza. Giramos
para bajar. Es un camino que también eligen las motos y la erosión ha dejado
profundos surcos en algunos tramos de mucho pendiente. Eso de las motos es cada
vez más polémico. Dejando de lado el aspecto legal, hay gente que dice que las
motos ayudan a conservar los caminos y otros que dicen que los estropean. Pero
lo cierto es que no hay la misma permisividad de antes y los forestales
empiezan a denunciar a los motoristas que circulan por los senderos.
Llegamos al camino antiguo de la Riera
de Merlès, ligeramente al norte de la casa de Les Heures.
El camino antiguo de Les Heures
Bajamos a la riera.
Allí, hay el molino de Vilartimó, con la casa arreglada arriba y la estructura
del molino abajo, colgado sobre el agua, con una evidente factura medieval,
dice Pep. Un poco más arriba, la presa del molino, y un poco más abajo, la
presa del cercano molino de Les Heures. Cruzamos saltando las rocas y subimos a
la pista al otro lado, en la ribera izquierda, y empezamos a bajar.
El viejo molino de Vilartimó
Y la vista mirando río abajo
Pasamos delante del molino de Les
Heures y poco después, el puente de las Goles de Les Heures, que cruzamos. Diez
minutos después, estamos en el coche. La cantidad de molinos que hay en esta
riera no deja de asombrarme. Algún día, alguien tendrá que hacer un estudio
serio sobre el tema.
El molino de Les Heures
Con eso, damos por concluida la salida
de hoy. 14,3 km; 450 metros de desnivel acumulado.
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