Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 7 de abril de 2021

19/2/2021 – Las casas del Puig – Una trilogía (1ª parte)

Por fin, se ha levantado el confinamiento municipal, que ahora pasa a ser comarcal. Nosotros, de momento, no pedimos más. Carles solo tiene libre el miércoles, así que Pep va alternando entre él y yo, como los burgueses de antes que hábilmente manejaban una doble vida entre la esposa y la amante.

En la última salida que hicimos en diciembre, nos habíamos apartado del plan con la primera distracción que se cruzó en nuestro camino y, en vez de ir hacia el norte, fuimos hacia el sur. Pep está resuelto que esto no volverá a ocurrir y me advierte muy seriamente que, hoy, tenemos que ir hacia el norte y pasar las tres casas de esta cuesta: Puig Nou, Puig Vell y El Solà.

Hoy hace un tiempo primaveral. Lejos queda el frío gélido que duró el último tercio de diciembre y la mayor parte de enero. Aparcamos el coche cerca de la casa de Cal Pla, en la entrada de la pista que nos da una entrada fácil a esta zona. Hace muchos años, cuando teníamos casi todos los mapas en blanco, había hecho unas cuantas salidas por aquí solo. Encontré un paisaje devastado por la explotación forestal, con pistas que parecían haber borrado todo resto de camino antiguo, y había vertido mi decepción sobre los pobres mapas, que no tenían culpa de nada. Concretamente, había escrito las palabras “Sin interés” varias veces y con letra grande, de modo que cubriera toda la cuesta. Y no había vuelto más.

En la primera curva de la pista, Pep ve los restos de una casa desconocida hasta ahora para nosotros. “Muy interesante”, observa Pep, tras examinarla. Continuamos por la pista y llegamos a Puig Nou. Es una casa grande, con varias dependencias y anexos. Pep dedica varios minutos a inspeccionar todas estas estructuras. “Pues yo lo encuentro interesante”, concluye.


Las ruinas de Puig Nou

Vemos un camino que marcha hacia Puig Vell. En mis visitas aquí, no lo había visto sino que había pasado por la pista un poco más arriba. Está bien conservado y nos lleva directamente a la casa, empalmando con la pista poco antes de llegar. Ya tenemos la conexión entre las dos casas. Puig Vell es otra casa imponente, con un pozo al lado. Finalmente, Pep no aguanta más: “Por culpa de esas dos palabras que pusiste en el mapa, han tenido que pasar 20 años antes de venir aquí. Las pérdidas para la ciencia son incalculables. No entiendo qué es lo que no encontrabas interesante”.


El camino de Puig Nou a Puig Vell

Y la casa de Puig Vell

“Es una buena pregunta”, pienso. En mi mapa, había marcado 3 pistas que iban hacía la última casa, El Solà. Pero solo la mediana tenía una conexión. En las otras dos, había marcado que morían en el barranco. Caminamos por la inferior, que efectivamente se muere. Veo un camino que marcha de la pista hacia abajo. La seguimos durante unos 20 metros. “Es de animales”, concluye Pep. “Además, nos deja debajo de la casa”.

Volvemos y subimos un poco más hasta encontrar la pista mediana, ahora naturalizada y medio borrada. Lleva a la fuente de la casa, al otro lado del barranco. En su día, yo había marcado un camino desde la fuente a la casa. Ahora se ha convertido en una señora pista de 5 metros de ancho. “Un contenedor”, me pide Pep, visiblemente enojado. Esta semana, ha habido protestas en varias ciudades por el encarcelamiento de un rapero que escribió unas canciones muy poco respetuosas con un rey, que ahora resulta que tampoco merece el respeto que antes tuvo. Y en los disturbios, lo más habitual es quemar contenedores de basura. Miro a mi alrededor; no hay.


Como quedó el camino a la fuente

En eso llegamos a la casa. Tiene un tejado nuevo, que también había visto hace 20 años. Pero el resto de la casa está vacía, con huecos para las ventanas y las puertas. 


El Solà

Para acabar el día, Pep propone ir al punto más alto, que tiene el topónimo de Els Castellons, a ver si su nombre significa algo más que un picacho con una forma más o menos abrupta. Pero solo hay pinos y aquí comemos. En el silencio que sigue, reflexiono sobre porqué escribí esas palabras tan fatídicas, “Sin interés”. En aquel tiempo, hacía poco que había empezado a buscar caminos por mi cuenta. En esas salidas solitarias, en realidad solo buscaba caminos, lo demás no me importaba demasiado. Y no los encontré sino solo pistas recién abiertas y medio bosque tirado al suelo. “Es el problema de tener expectativas”, concluyo.

Para volver al coche, Pep propone bajar en línea recta por una de las largas crestas, y a ver si, de paso, encontramos alguna casa medieval. No encontramos ninguna.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,5 km; 300 metros de desnivel acumulado.

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