Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 13 de marzo de 2017

10/2/2017 – El camino antiguo de Sant Julià de Cerdanyola a Berga

Ha pasado un mes. La semana anterior, Pep y Carles exploraron caminos del entorno de Casserres entre chubascos.

Desde que lo contemplamos desde el túnel del teleférico, Pep quería volver al camino que sube el Valle de l’Albiol hasta el Cap dels Roquets para luego entrar en el pueblo de Sant Julià de Cerdanyola. El 7 de octubre de 2012, hice una salida con Josep María que incluyó la parte superior de ese camino.

La Minuta de Sant Julià de Cerdanyola muestra un camino que sube desde el puente medieval debajo del castillo de Guardiola y, en el Archivo de la Corona de Aragón, Pep ha encontrado un documento en el que también se hace mención de ese camino. Pero, tomando café en el Mikado, yo eso aún no lo sabía.

Aparcamos en los pisos del Collet. El puente que cruza el río está un poco más dilapidado que cuando lo cruzamos por última vez, en septiembre de 2014. Vamos pasando uno a uno, intentado caminar sobre las vigas de hierro, ya que las tablas de madera no parecen muy de fiar.

Yo pensaba que seguiríamos recto por el camino señalizado pero veo que Pep gira a la derecha, hacia el puente medieval. Llegamos al canal que lleva agua del Llobregat a la pequeña central eléctrica. Cuando el canal entra en un túnel, pasamos al otro lado y bordeamos la roca por un estrecho camino de mantenimiento con una caída de unos 10 metros a mi derecha. Pep y Carles se adelantan y cuando por fin llego al otro lado de la roca, ya están volviendo. Está claro que Pep no ha encontrado lo que busca. Volvemos al paso estrecho, ahora con una caída de 10 metros a mi izquierda.

El camino de mantenimiento del canal

“Como lo que busca no está aquí, ahora sí que subiremos por el camino normal”, pienso. Pero no, sube por el bosque sin camino hasta que de repente entramos en un camino muy marcado que parece viene del puente. “¿Cómo sabías que había un camino aquí?”, pregunto a Pep, asombrado. “Por intuición. Los documentos me lo decían, así que tenía que estar”, contesta.

Seguimos el camino hasta una especie de ‘grau’. Al llegar arriba, vemos delante nuestro el puente medieval de Guardiola. “Desde el año mil y poco se habla de este camino”, dice Pep, exultante. “Es el camino de Berga. Ahora lo corta el canal”.

En el 'grau' del camino de Berga

Damos la vuelta pero al otro lado, el camino se pierde en senderos de arrastre de troncos y pistas. Finalmente, llegamos a un camino muy marcado que cruza el lecho del torrente y luego sube en diagonal, empalmando con el camino señalizado. Concluimos que podría ser la continuación del camino antiguo y que la parte intermedia ahora son pistas forestales.

Bajamos el camino señalizado hacia el puente de los pisos del Collet. Otro camino marcha a la izquierda, muy tapado y afectado por un hundimiento de tierra. Sin embargo, se ve que continúa al otro lado del torrente. A partir de esta bifurcación, el camino señalizado tiene una categoría menor, bajando con una pendiente demasiado fuerte. Más adelante, Pep me dirá que el camino que marcha a la izquierda podría ser el camino original que se abrió cuando se construyó el puente nuevo en el siglo XIX y el camino señalizado vendría a ser el nuevo camino que se hizo al hundirse el original.

 Subiendo al Cap dels Roquets, la vista se amplía

Un camino de solera, entre antiguos viñedos

Damos la vuelta y volvemos a subir, disfrutando del dibujo que hace el camino entre los antiguos viñedos. Salimos a la pista en el Cap dels Roquets y continuamos subiendo por el pequeño camino que bordea el precipicio, con la valla de una finca a nuestra izquierda, hasta llegar al Cap del Grau. Durante toda la subida, tenemos vistas amplias del valle, con Pedraforca a nuestras espaldas. En el suelo, incontables espirales de procesionarias medio muertas que toparon con la roca al intentar enterrarse y quedaron congeladas al caer la noche.

Comemos en los mismos bancos donde comí con Josep Mª hace más de 4 años. La pista que se abrió para llegar a la acequia se ha ido naturalizando y ya no duele tanto a la vista. Mientras comemos, Pep y yo ensayamos una charla que tenemos que dar el día siguiente. Mientras tanto, Carles se entretiene tirando orugas de procesionaria al agua de la acequia. Pero el sol se esconde y empieza a hacer más frío. Carles camina de un lado a otro a paso vivo, intentando entrar en calor, y luego, en desesperación, empieza a hacer flexiones con las manos apoyadas en uno de los bancos.

Así es imposible continuar y desistimos de nuestro ensayo. “Qué se haga lo que Dios quiera”, decimos, y nos ponemos nuevamente en marcha por el camino que baja al fondo del valle de l’Albiol. Es un camino con mucho encanto y muy recomendable. 

El camino que baja desde el Cap del Grau, siempre recomendable

Abajo, tomamos la pista que nos llevará al Collet. A nuestra derecha, un muro marca el límite de los campos que se extienden hacia arriba en interminables estratos. Ese muro nos acompañará de forma ininterrumpida durante casi un kilómetro. Una obra inmensa.

Un segmento del muro que separa las zonas de cultivo

Llegamos a la cuadra donde se guardaban los animales que arrastraban los troncos, con una pequeña estancia para los trabajadores. Continuamos por la pista, ahora con más pendiente, hasta llegar al puente del Collet.

Lo que queda de la cuadra

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,4 km; 490 metros de desnivel acumulado.

PD. Dimos la charla en una sala anexa del Pabellón de Suecia. Es una sala pequeña pero conseguimos un lleno total, unas 40 personas. Con más publicidad, creo que habrían venido más. Algún día, volveremos a contar nuestra historia.

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