Tras la salida de la semana pasada,
Pep quería repasar toda la vía de tren. “La vía no puede bajar ese valle, hay
demasiada pendiente. El teleférico tiene que empezar antes”. En los años 20, el
Conde Olano compró los derechos de tala de todo el bosque del valle de
Cerdanyola para sus minas y, para sacar los troncos, se construyó una vía de
tren que fue recorriendo toda la umbría. Ahora es una pista y parte de la Xarxa
Lenta.
Había venido por aquí con Pep antes de
empezar el blog y también la había recorrido en bici cuando subía los fines de
semana desde Barcelona.
Aparcamos en el centro del pueblo. Lo
primero que Pep quiere hacer es acabar de enlazar el camino de la semana pasada
con el pueblo. “Fácil”, digo. “Esto lo conozco como la palma de la mano”. Les
llevo a la ‘creu de terme’, una cruz de hierro que marca el límite del pueblo y
ahora convertida en una placita con bancos. Aquí en Sant Julià de Cerdanyola se
ve que hay mucha afición por los bancos. Desde aquí marcha el camino, ahora
pista, y en 15 minutos, estamos en el Cap dels Roquets.
Retrocedemos y subimos el camino que
sigue la acequia que baja desde el Cap del Grau. Aún no ha salido el sol con
potencia y hay un ambiente gélido. En el Grau, al igual que la semana anterior,
vemos espirales de procesionarias medio congeladas que todavía se mueven
débilmente al tocarlas con las botas. Son realmente repugnantes.
El sol todavía no ha tocado este camino que sube al Cap del Grau
Pep empieza a buscar restos del
teleférico detrás de los bancos del Grau. “Aquí no está la vía”, digo con
impaciencia, y por pistas sorprendentemente planas, ahora que lo pienso, damos
la vuelta del Puig hasta llegar al poste de la Xarxa Lenta donde pone “Camí de
la Via”. “Aquí llega la vía”, digo con cierta prepotencia y señalo el poste
indicador, dando a entender que la vía hace un giro en U para encarar el Valle
de l’Albiol.
Pep me mira como si esperara algo
mejor de mí después de tantos años. “Este giro es imposible. La vía es lo que
hemos hecho desde el Grau y allí estaba el teleférico. Así lo pone en el libro
de Salmerón pero evidentemente no te has molestado a consultarlo. Y para colmo
no me dejaste buscar el teleférico”, se queja. De repente, el velo del
urbanita que venía aquí en los años 90 a hacer bici cae de mis ojos. Veo lo cerrado
de la curva en U de la pista al Valle de l’Albiol y me doy cuenta de la
pendiente suave y las curvas amplias de las pistas que hemos seguido hasta aquí.
“Bueno, a la vuelta lo buscamos bien, ¿no?”, aventuro débilmente.
Caminamos por la larga pista que va
siguiendo la umbría. Es suficientemente ancha y buena para que no me quede
atrás y puedo caminar al lado de Pep y Carles. Escucho su conversación, llena
de apellidos de personas muertas hace siglos y topónimos. Así podrían continuar
durante semanas.
La cuadra de la vía
Llegamos a la cuadra; un edificio muy
similar al de abajo, encima del Collet, pero en mucho mejor estado. La vía continúa
durante otro medio kilómetro y se acaba. Sigue un camino que va enlazando los
‘clots’ o pequeños valles, aterrazados hasta arriba y cada uno con su barraca.
El final de la vía
Paredes interminables
Salimos
cerca del Coll de Subirana y volvemos por la carretera asfaltada. Nos acompañan
interminables paredes de antiguos campos, un trabajo de muchas generaciones.
Todo este valle, ahora cubierto de bosque hasta la zona llana en el fondo,
habría tenido un aspecto muy diferente hace un siglo o dos.
Por un camino, subimos a la cuadra y
luego a las ruinas de la casa del Cap del Pla. Desde allí, seguimos el camino
antiguo de mulas de Malanyeu a Sant Julià de Cerdanyola, hasta llegar al Coll
de Bassotes, donde comemos al sol.
Desde aquí, baja una pista más bien
fea que va por la umbría. Sin embargo, en la ribera derecha del Torrent de
Lavalol, hay un camino que va siguiendo el límite de los campos. De nuevo, nos
quedamos maravillados ante las interminables hileras de muros que nos van
siguiendo en el largo descenso.
Más paredes que separan zonas de cultivo en el torrente que baja desde el Coll de Bassotes
Hace 15 años, había cartografiado un
camino que se bifurcaba hacia la derecha, cerca de una barraca, y que nos
llevaría rápidamente al Cap del Grau y al pueblo. Pasaba al lado de un pequeño
risco. Había propuesto seguir este camino pero lo que encontramos es el canal
que lleva el agua a los huertos del pueblo y no hay ninguna barraca. Sospecho que
hemos bajado demasiado pero Pep no quiere volver a subir y seguimos ese
estrecho camino con el sonido del agua que corre por el tubo enterrado bajo
nuestros pies.
Entramos en la zona de riscos pero no
recuerdo que el camino fuera tan colgado. De repente, Pep y Carles se paran. “¿Pasaste
por aquí?”, me pregunta, entre admirado y escéptico. Comparto mis dudas. “O eras muy temerario hace 15 años
o fuiste por otro sitio. Ha habido un desprendimiento y ahora no hay sitio para pasar”, continúa Pep. Hacemos un descenso precario hasta la pista debajo que
seguimos hasta la Collada del Puig, donde recuperamos el canal, que seguimos
hasta el Cap del Grau.
Con el calor del sol, se han animado
las procesionarias. En la pista, vemos múltiples filas encaminándose con decisión
hacia todos los puntos cardinales, sin que les parezca importar que algunas
filas vayan hacia desde donde vienen otras filas. En el Cap del Grau, es un
auténtico festival de orugas, atraídas por el agua. Volvemos a buscar el
teleférico pero no queda rastro.
Escultura viva en la pequeña pasarela que cruza la acequia del Cap del Grau
Seguimos por el canal de la acequia,
caminando sobre filas de procesionaria que también siguen el reborde de
hormigón, hasta salir nuevamente en la plaza de la cruz. Durante unos minutos,
nos sentamos al sol, imaginándonos dentro de 20 años, si la salud nos acompaña, sentados en
los bancos apoyando el mentón sobre nuestros bastones, contando batallitas sobre
todos los caminos que hemos seguido por aquí.
La 'placeta de la creu', con Pedraforca de fondo
Pero al cabo de 10 minutos, Pep se
acuerda de todos los documentos que le esperan en casa para transcribir y nos levantamos
para volver al coche.
Con eso,
damos por concluida la salida de hoy. 14,6 km; 420 metros de desnivel
acumulado.
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