Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 10 de julio de 2023

16/6/2023 – El molino de Vallfogona (último intento)

¡Cuántos contratiempos! Mal tiempo, gripes, compromisos, conferencias, viajes. Todo esto y más nos han impedido reunirnos los viernes para salir. Jaume ha encontrado unas piedras sospechosas en el curso inferior del Regatell y, a pesar de la sequía, ¡agua! y nos lo propone como posible emplazamiento del molino.

Hoy, Pep, Carles y yo nos reunimos en el Mikado, tras casi dos meses de ausencia. Llego con un cuadro agudo de síndrome del impostor. A principios de junio, fui a Miravet para recorrer el entorno de la Batalla del Ebro. Nos guió una pareja que se dedica profesionalmente a la Guerra Civil Española y son auténticos referentes. Luego en el Zoom semanal con unos amigos ingleses del cole, escucho a mis compañeros diseñar un complejo proyecto medioambiental con la misma facilidad que yo haría la lista de la compra, y además te identificarán cualquier pájaro con solo escuchar un par de notas. Y para colmo, Pep y Carles recorren en sus conversaciones casas, linajes y pergaminos con un nivel de detalle deprimente. “Nadie aquí sabe inglés mejor que tú”, me dice Carles, siempre intentando animar. “No me consuela”, contesto.

Nos encontramos con Jaume en el barrio de Corominas en La Pobla de Lillet. Subimos la pista que va hacia el Xalet del Catllaràs y al cabo de unos 400 metros, salimos a la derecha por un camino que ninguno de nosotros, excepto Jaume, habíamos recorrido. Tantas veces subiendo y bajando esta pista y nadie se había fijado en el camino. Baja hacia el Regatell, aquí con agua, y nos lleva por antiguos huertos, algunos abandonados no hace tanto tiempo. Vamos subiendo el curso de la riera; todos los amontonamientos de piedras que muestra Jaume son descartados uno por uno por Pep. Por más que lo quisiera Jaume, aquí no había molinos.


Entrando en los huertos del Regatell

Pasamos por las nuevas instalaciones de captación de agua, seguimos subiendo hasta llegar a la surgencia, donde cruzamos la riera y vamos subiendo por los campos en la ribera derecha. Aquí tampoco las propuestas de Jaume prosperan. La falta de resultados se compensa con la abundancia de cerezas, pequeñas y dulces, una fruta por la cual Pep siente una especial debilidad. “Si fuera Eva, no me dejaría tentar por una mera manzana”, me confiesa entre bocados de cerezas. “Pero si la serpiente me ofreciera cerezas, no resistiría ni un minuto”.

¿Natural o hecho por el hombre?

Dejamos los campos y volvemos a la pista. En una cresta, Jaume me señala dos caminos de jabalí que bajan con fuerte pendiente, uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda. Me apoyo contra un pino, esperando la llegada de Pep, que no para de comer cerezas. “Mira estos dos caminos”, le dice Jaume cuando llega. Pep les echa una ojeada y da media vuelta sin decir nada. “Cuando profundizas, siempre acaban saliendo cosas”, dice Carles, conciliador.


Orella d'os, una flor cada vez más común, a pesar del cambio climático

Ponemos rumbo al mismo campo donde comimos hace dos meses, en la entrada al camino que sube al Primer Grau. Paso el trayecto quitando las hormigas que recogí cuando me apoyé en el pino.

La bajada al puente crea una especie de montaña rusa peatonal e igual de emocionante

Después de comer, subimos al Primer Grau y luego bajamos hacia La Pobla. Entramos en el Bosque de Ventaiola, hasta tener la casa delante, donde alguien está trabajando en una de las casetas adyacentes. A poca distancia, hay una pequeña placa de madera clavada en la tierra, donde pone que es propiedad privada y el paso está prohibido. Jaume pasa al lado izquierdo de la casa, con la intención seguir bajando en línea recta por el jardín de la casa. “¿Dónde vais?”, se oye desde la caseta y sale un hombre de unos 40 y pocos años. “A La Pobla”, contesta Jaume. “Veréis la pista un poco más a la izquierda. Aquí es propiedad privada”, dice el nuevo propietario, de momento de buen rollo.

Las sequoias del Bosque de Ventaiola

Vista de La Pobla, y detrás, Clot del Moro

Le hacemos caso. En la bajada hacia la pista, Jaume comenta que la casa lleva años vacía y todo el mundo bajaba por donde él quería bajar. Pasamos por la Font del Roure y seguimos bajando, desviándonos para cruzar un pequeño puente que conectaba el barrio de Corominas con la otra ribera del Regatell, sin tener que bajar al pueblo. Otra pequeña joya que desconocíamos.

El puente hacia Corominas

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,4 km; 365 metros de desnivel acumulado.

 

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