Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 10 de mayo de 2018

6/4/2018 – Las barracas de Pellicers


Tras una de las segundas quincenas de marzo más frías en muchos años, con nieve en cotas bajas, Pep me llama el jueves con un plan: buscar la iglesia desaparecida de Sant Grau de Ginebret, situada supuestamente en los dominios de la casa del Boix. Me pide que traiga los mapas de esta zona, cosa que hago, pero cuando ya hemos enfilado la carretera de Sant Jaume de Frontanyà, cambia de parecer y decide buscar la casa medieval de Pellicers, cerca del monasterio de Santa María de Lillet. Y precisamente, no tenía mapa para esto. Pero Pep decide seguir adelante de todos modos.

El Monasterio de Santa Maria de Lillet desde el camí ral

Empezamos a caminar por el camí ral hacia el monasterio. “Ya que estamos aquí”, dice Pep, “volvamos a aquella cuesta donde Steve vio tantas barracas”.

Resulta que en noviembre, fuimos con Domènec al monasterio (todo un descubrimiento) y luego al Torrent de Junyent a buscar el molino de Ribarderiu. Encontramos el molino sin problemas (Domenèc ya sabía dónde estaba) pero subir el torrente para buscar el canal y la presa nos obligó a pasar por muy mal terreno. Con la esperanza de encontrar un terreno más manejable, crucé la riera, pero sin mapas o GPS, y volví por antiguos campos aterrazados, que ahora se llama La Pineda en el Alpina, hasta topar con un precipicio que me obligó a subir, alejándome de los demás. Finalmente, encontré un ‘grau’ que me permitió pasar el risco y bajar otra vez. Conté al menos dos barracas y una zona extensa de cultivo.

Pero primero la casa de Pellicers. En el collado del mismo nombre, giramos a la derecha y bajamos hacia unos prados muy grandes. Antes de llegar, miramos una zona de boj y encina y casi enseguida, Carles ve una esquina delatadora. Decidimos que podrá ser la casa; el emplazamiento es bueno.

Volvemos al collado y primero vamos hacia el sureste. Como rayos del sol, arrancan caminos desde el collado y se van enfilando en una línea recta por los campos, cada uno a un nivel distinto. Vamos contando barracas una tras otra. En algunos casos, el camino acaba en la última barraca y en otros, tenemos que volver para no alejarnos demasiado, aun sabiendo que el camino continúa.

Una de las 12 barracas que contamos

Volvemos al collado y esta vez vamos hacia el suroeste para buscar mi ‘grau’. Lo pasamos y entramos en los campos. De nuevo, vamos sumando barracas. Cada vez, Pep me interroga con la mirada. “¿Te acuerdas de esta? ¿Y de esta?”. “No lo sé”, contesto. “Quizás sí. Estaba nervioso. Ya sabes que no me gusta ir solo por el bosque”.

Al final, Pep se exaspera. “Hay que reconstruir la ruta desde el principio, en el punto donde cruzaste el torrente y empezaste a subir”. Seguimos caminando hacia el suroeste y bajamos al torrente. Veo un camino en forma de Z que salva una pequeña roca. “Aquí es donde empecé a subir” y señalo el camino.

Llegamos encima de la roca y un camino tenue marcha por la cuesta hacia una zona de campos. Entramos en una zona abierta con antiguos bancales de cultivo y nuestra primera barraca, seguida de otra muy cerca. “Me acuerdo de la segunda. Estuve siguiendo la curva de nivel”. Pasamos un pequeño lomo y entramos en otra zona de campos, donde hay otra barraca. “De esta también me acuerdo y luego topé con el precipicio”. 

Antiguos campos, perdidos en el bosque

Llegamos al precipicio y empezamos a subir, igual que hice hacía 5 meses. Recuerdo como si fuera ayer mi nerviosismo creciente a medida que me iba alejando de los demás y una salida fácil. Y finalmente el ‘grau’, un pasillo insospechado que me permitió salvar el salto y entrar en una zona de pendiente más suave y bajar al camí ral.

Pero en vez de bajar, volvemos a subir, siguiendo los campos y antes de marcharnos, aún tenemos tiempo para seguir otro camino que enlaza barracas hasta llegar al Collet dels Pellicers.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,3 km; 330 metros de desnivel acumulado.

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