Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 10 de mayo de 2018

9/3/2018 – Pedret


Tras un invierno duro e incierto, aguardamos con impaciencia la nueva primavera. Durante finales de otoño y los pocos días de invierno que pudimos, hicimos salidas por la zona de la Pobla de Lillet, a veces en compañía de dos investigadores locales, Pere y Domenèc, buscando la confirmación sobre el terreno de algunas de las referencias que Pep ha leído en sus manuscritos medievales.

Pero hoy todavía hay medio metro de nieve allí y nos tenemos que quedar más cerca de casa. Pensando en el tema de una posible charla futura, propongo volver a Pedret.
Empezamos con frío pero con la previsión de una temperatura más cálida a mediodía. Caminamos hacia la presa por la antigua vía de tren, cruzando el río por la pasarela. 

La antigua vía del carrilet y el Pont de Pedret

Yo recordaba haber visto en alguna ocasión antiguos campos en el Canal del Ferro pero tan abajo no están. Subimos por el lado norte de la Canal, por una arista rocosa, traidora, con las encinas y la maleza que nos obstaculizan en cada paso.

El camino de Pedret a La Baells, ahora truncado por la presa

Llegamos al antiguo camino de Pedret a La Baells y caminamos hacia la presa. Cuando lo tenemos a la vista, nos sentamos a repasar el territorio, con la desembocadura de la Riera de Metge delante. De repente, Pep se gira hacia mí: “¿Sabías que en los documentos antiguos, la Riera de Metge se llamaba la Riera de Medica, que significa ‘en medio’?”. En catalán normal, “metge” significa “médico” y en los intentos populares de darle un sentido, se ha pensado en las fábricas textiles que contaminaban el agua con los tintes y enfermaban a la gente. “¿En medio de qué?”, pregunto. “Ahí está el problema”, contesta Pep. “¿Un linde entre dominios señoriales?”, sugiere.

Nos quedamos los tres mirando la otra orilla. Al final, me atrevo a decir en voz alta algo que llevo algunas semanas pensando. “Como nos están destruyendo los caminos, ¿por qué no reactivar el blog para explicar algunas de tus investigaciones sobre la historia de la comarca?”, propongo. “Aquí en Pedret, hay unas cuantas cosas que se podrían decir”. “Se podría probar”, reconoce Pep. “Vayamos al molino de Pedret. No está claro que fuera simplemente un molino. Y luego hay esos agujeros al lado del puente”.

Volvemos por el camino. En la Canal del Ferro, efectivamente se ven las piedras alineadas de antiguas paredes. Todo tiene un aire de gran antigüedad, pero igual es solo el efecto óptico creado por el musgo.

Mirando hacia Berga desde la iglesia de Sant Quirze de Pedret

Vista general de la iglesia

Pasamos por la iglesia. Hace bastantes años, me vino a ver una señora americana muy mayor, acompañada de su marido, que había estudiado en profundidad la iglesia. Quería saber por qué caminos habría venido el maestro de Pedret desde Italia para pintar los frescos de la iglesia. No le había gustado nada la restauración que se había hecho de la iglesia y además lo había dicho sin pelos en la lengua. Todas las puertas que se le habían abierto de par en par en la Diputación de repente se cerraron.

Continuamos hasta las ruinas del molino, bordeando el camí ral. Lo exploramos detenidamente. “Los documentos de mediados del siglo XIX hablan del establecimiento de una fábrica textil en terrenos donde se estaba construyendo un molino”, dice Pep. “Pero aquí del molino no queda rastro. Todos los edificios parecen pertenecer a la fábrica. Quizás despareció en la crecida de 1850”, especula.

Paisaje fantasmagórico cerca de la fábrica-molino de Pedret

Después de comer, vamos al puente y volvemos a mirar los agujeros excavados en la roca que ya hemos visto cientos de veces. “El problema está en la doble hilera de agujeros que cruzan toda esta roca”, señala Pep. “Hay gente que dice que aquí había la presa medieval para canalizar agua al molino. Pero el agua se cuela por debajo, por cavernas subterráneas. Sería imposible cerrarle el paso”. Seguimos caminando por las enormes losas, ahora un par de metros por encima del nivel del agua. “Y mira esos agujeros. Se ve claramente el desgaste producido por el flujo del agua”. 

Pep se queda unos momentos pensativo. “Y si pudiera ser que originalmente estas losas de roca estaban bajo el agua y terminaban en una pequeña cascada? Antes de construir el puente actual, se podría haber cruzado el río con un largo puente de madera. Con el tiempo, el agua podría haber erosionado la roca más blanda por debajo, excavando una caverna que debilitó la roca encima, haciendo que se desplomara y creando el canal que vemos hoy”. 

Vista del puente

Los agujeros debajo del puente. Detrás se ve una doble hilera casi paralela

Y concluye: “Cómo me gustaría poder viajar en el tiempo y ver cómo construían ese puente gótico. Es una obra maestra”.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,3 km; 220 metros de desnivel acumulado.

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