En el Mikado, repasando los mapas, me doy cuenta que dejé un mapa importante en casa y vuelvo a recogerlo. Sin embargo, cuando bajamos del coche en la pista a Vilella cerca de Cal Ros, veo que dejé en casa precisamente los mapas que más necesitábamos y traje mapas que no servían. Pero no soy el único despistado: Pep trajo su cámara sin pilas y Carles bajó caminos de la Minuta a su GPS pero ninguno de la zona donde iríamos. La cosa no pinta bien y, para colmo, una vez más amenaza lluvia.
Dejo mi carpeta de mapas – ahora inútil – en el coche bajo la mirada reprobadora de Pep. Ya que lo tenemos cerca, visitamos los pocos restos que quedan del Castell Fener. Desde la pista, parece un montículo sin importancia pero una vez allí, es fácil ver que controla perfectamente los caminos al Grau de Sant Pere y Vilella.
Entramos en un camino con las marcas verdes y blancas de un sendero local, esta vez es el Itinerario E de las rutas de Gisclareny. Lo dejamos al poco rato, cruzamos la cresta por un camino que pasa más arriba del Grau de Sant Pere y nos plantamos delante de mi colita. Hablando hace años con Joan Tor, alcalde de Gisclareny, nos había dicho que este camino se había hecho impracticable y lo había dado por perdido. Si está perdido, nosotros lo encontraremos, pensamos. Y si está intransitable, nosotros lo transitaremos. Y sin darle más vueltas, nos adentramos en el bosque. Al cabo de unos pocos metros, pinos crecidos en medio del camino, zarzas, árboles caídos y tierras erosionadas frenan nuestro avance y a veces nos obligan a tragar el orgullo y ponernos a ras de tierra. La visión de tres hombres ya con edad para dedicarse a cosas más serias, padres de familia, pilares de la sociedad berguedana, arrastrándose a cuatro patas como penitentes en Montserrat, sin duda haría reír a más de uno pero, por suerte, no hay testigos.
Una perspectiva interesante de Sant Miquel de Turbians en la que se ve también la casa adosada, Cal Campaner, desde el camino que va a Els Estanys
Tras 45 minutos para avanzar medio kilómetro, salimos en el camino principal que venía del Grau de Sant Pere hacia Els Estanys y ahora parte del Itinerario E. Tras atar unos cabos en el Grau, damos la vuelta y pasamos la cresta hacia Els Estanys. Salimos del bosque y el paisaje cambia radicalmente: abajo, el río Saldes que serpentea entre los estratos puestos de pie y delante, Maçaners, Vallcebre, Costa Freda, Ensija y Pedraforca.
Pedraforca con remolinos de nubes
Eurodryas desfontainii, una mariposa atractiva en regresión en España por la destrucción de su habitat pero todavía bastante común aquí
Entre las casas de Estanys y Cal Peixena, almorzamos. Nos ponemos en la piel de los antiguos habitantes trabajando las ásperas tierras de estas cuestas, mirando los fértiles pero inalcanzables campos de Maçaners al otro lado del río. Nubes cargadas de lluvia vienen desde el este y descargan delante y detrás nuestro y se oyen truenos hacia el sur pero, por razones que desconocemos, sólo caen algunas gotas donde estamos nosotros.
El río Saldes, mirando hacia Vilella (este)
Vamos a Cal Caçador pasando por el Coll de la Pinyera, donde hay uno de los pocos pasos para cruzar el río Saldes, y comienza la parte académica, ya que se trata de seguir el camino que marcha entre los bancales hacia Vilella. Una vez en Vilella, volvemos al coche por la pista bajo un cielo cada vez más amenazador pero la lluvia espera cortésmente hasta que hayamos llegado al coche.
Volviendo al coche desde Vilella con amenaza de tormenta
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,5 km; 540 metros de desnivel acumulado.
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