Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 27 de junio de 2011

23/6/2011 – Canals de Catllarí (1)

Hoy seremos sólo Pep y yo. Carles tiene el hotel lleno de patumaires del Área Metropolitana.


Y hoy parece que sí podremos ir a los Canales de Catllarí. Para los que no lo conocéis, es un enclave de Montmajor entre Llinars y Rasos de Peguera. El terreno fértil tiene una forma más o menos rectangular en sentido oeste-este, con la antigua casa de los señores, la Casa Gran, subida a un montículo en la ribera derecha del Aigua de Llinars y, al otro lado, un pequeño núcleo de casas con los restos de una iglesia románica, Sant Martí dels Canals. La Casa Gran es una construcción de gran tamaño, fruto de ampliaciones sucesivas a partir de una torre medieval que aún se puede ver. En los años 20, se construyó un ferrocarril para transportar los troncos desde los extensos bosques de las umbrías. Recorría la ribera izquierda del Aigua de Llinars a unos 140 metros por encima del desfiladero hasta un precipicio donde se bajaba la madera por teleférico hasta Llinars, donde otro tramo de ferrocarril los llevaba a un aserradero en la carretera de Sant Llorenç de Morunys. Hoy, este ferrocarril es una pista. El valle quedó totalmente deforestado pero hoy vuelven a reinar los bosques. Las casas están abandonadas pero, hace unos años, pudimos hablar con la persona que fue el último ‘masover’ (o agricultor no propietario) en la zona, que estuvo allí hasta los años 70.

Dejamos el coche en el Coll de Peguera. El camino de la Xarxa Lenta baja al lado de un torrente llamado El Risclaire pero hace un par de años yo había visto lo que parecía ser una colita en el Planell de les Quatre Relles y además, salía en el Alpina viejo. Vamos allí y efectivamente hay una abertura en la valla para dejar pasar a las personas pero lo que parecía un camino se muere al cabo de 3 ó 4 metros. Bajamos por pistas y antiguos caminos de arrastrar troncos hasta llegar a las ruinas de la casa llamada La Torre. Investigamos algunas colitas pero resultan ser todas de explotación forestal y probablemente datan del ferrocarril de Llinars.

 Balsa en el Planell de les Quatre Relles

Oreja de oso. Esta planta es una reliquia de la Era Glaciar; crece sobre rocas en zonas de sombra

Flota en el aire el temor – que no por callado menos sentido – de que hoy pueda acabar siendo una salida tan académica (ver Glosario) como la semana anterior. Para comprobar unas referencias de nuestro último ‘masover’ de unos ‘casalons’, remontamos la pista desde La Torre. Al cabo de unos 200 metros, Pep ve unas estructuras sospechosas a la izquierda, entra para investigar y declara que son casas de gran antigüedad, posiblemente medievales. Para él, la salida ya ha valido la pena pero yo aspiraba a algo más.
Dejamos el bosque y entramos en los prados. Con tanta lluvia, ha sido un buen año para la flora. Los prados (o antiguos campos) están llenos de flores y donde hay agua, crecen orquídeas en abundancia.

Cruzando prados en busca de Cal Tany

Y aquí está

Entramos en los prados y bajamos al lado del Torrente de Font Freda, bajo La Torre. Con tantas flores, volotean mariposas por todas partes, aportando sus propios colores. Las nubes van tapando y destapando el sol alternativamente y una suave brisa refresca el aire, aleja las moscas y hace ondular la hierba. Cuando a un bienestar interior se une una conjunción de condiciones externas ideales, se producen unos momentos especiales dignos de saborear y todo ello por el módico precio de unos 6 euros, cerveza inglesa incluida.
Pasamos por la casa de Cal Tany, escondida bajo un muro de roca que le protege del viento del norte y entramos en el camino antiguo de La Torre a la iglesia de Sant Martí dels Canals y la casa anexa, llamada sorprendentemente L’Esglesia.

Sant Martí dels Canals

Al lado de la iglesia almorzamos. Como no viene Carles, he traído la que es, por decisión unánime, mi mejor cerveza, Poacher’s Choice, demasiado buena para compartir entre tres. Vierto el preciado líquido en las tazas en medio de un silencio reverencial y luego brindamos a la salud de Carles, cuyo sacrificio ha hecho posible esta degustación del buen hacer cervecero de los artesanos británicos. “Hasta la espuma sabe a gloria”, dice Pep.

 La vista desde dónde almorzamos - la Casa Gran y detrás, la Coma Reïna

Aquí, la casa con más zoom. Las arcadas fueron un capricho inacabado de un dueño anterior que le dejó en la ruina

Mientras Pep explora algunos posibles caminos, yo me quedo descansando, rodeado por una riqueza en flores y mariposas que ya les gustaría tener a los ingleses, quienes ahora empiezan a lamentar la pérdida de biodiversidad provocada por la agricultura industrial. Adosado contra una roca, tengo en primer plano las ruinas de la iglesia, al otro lado del río, la Casa Gran y detrás los riscos de la Coma-Reïna que cierran el valle y cuyos caminos me incluyo entre los pocos privilegiados que los conocen.

Pep vuelve emocionado. Hace unos 20 años, había intentado buscar el camino desde la iglesia al Collet del Prat con el que ahora es nuestro profesor de yoga. Siguieron un camino que murió al cabo de 40 metros y no hubo tiempo para explorar más opciones. Ahora, Pep cree haberlo encontrado. Emprendemos la subida. Con el paso del tiempo se ha estrechado pero su categoría es indudable. Bordea el precipicio con buenas vistas del valle abajo. En una curva lo perdemos y no lo volvemos a encontrar hasta casi llegado al collado. Retrocedemos para establecer la conexión y comprobamos que era imposible verla de subida. En el Collet del Prat, encontramos las marcas de la Xarxa Lenta, que cruzan transversalmente el collado antes de bajar hacia la Casa Gran. Anotamos los pocos restos de la casa e iniciamos la búsqueda del camino que debía subir hacia Peguera.
Caminamos hacia la cresta. De momento, estamos en antiguos campos y no se ve ningún camino pero luego, un ligero pliegue en el terreno parece guiarnos en una dirección determinada, que se convierte en un surco que poco a poco se va afianzando. Cuando nuestro camino pasa un elegante ‘grau’ (ver Glosario) y se ensancha hasta 1 metro, se desvanecen las dudas. Ya es el tercer momento especial del día.

Salimos en la pista que va al Collado de Peguera. Giramos a la izquierda hacia la Font del Pi. Al cabo de unos 200 metros, vemos un camino a la izquierda. Lo seguimos un rato y vemos que baja hacia la Casa Gran. Pero no hay tiempo para más y damos la vuelta. El regreso por la larga pista, construida sobre el antiguo camino, es pesado por no decir penoso, ya que comporta una subida de 200 metros. Pero al menos, por mirar fijamente el suelo para no ver la interminable subida, me permite ver la primera Parnassus apollo del verano.

Parnassus apollo - una mariposa clásica y muy vistosa de montaña

El próximo miércoles podré disfrutar de otro momento especial: mi visita semestral a la dentista.

En el camino de vuelta a casa. Vista parcial del pueblo abandonado de Peguera. Se ven los restos de la iglesia y el cementerio a la derecha

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,1 km; 740 metros de desnivel acumulado.

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