Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 4 de diciembre de 2022

28/10/2022 – Junyent y Castellsec

La semana del 14 de octubre, estuve en Inglaterra para celebrar el cumpleaños de mi hermana. Ese día, recorrieron la zona de Ardericó y la Roca Forcada. Hoy, toca Junyent, “y quizás volvamos por aquellos emprius encima del Coll de Pellicers donde se perdió Steve”, añade Pep.

Evidentemente, Pep se está refiriendo a una salida pre-Covid. Mientras buscaban la presa del molino de Riuarderiu, yo crucé el Torrent de Junyent y fui subiendo por un camino al otro lado. Los demás me abandonaron a mi suerte, total, se habían quedado con mis mapas y GPS, y cuando quise volver a bajar, el paso estaba barrado por un precipicio y tuve que hacer un largo flanqueo hasta el Coll de Pellicers. Pero he aprendido la lección y esta vez resuelvo pegarme como una lapa a Pep y Carles.

Aparcamos delante del monasterio y bajamos el camí ral hasta la casa medieval de Pellicers, descubierta por Carles en aquella salida. Luego vamos al molino, situado encima del Torrent de Junyent. Pol se mete dentro de lo que habría sido la casa, ahora convertido en un cuadrado hundido. Mientras Pol se dedica a sacar fotos, Carles y yo especulamos cuánto se tardaría, si Pol fuera asesinado (¡Dios no quiera!), en descubrir el cuerpo ahí dentro.


La esperanza del futuro

Una vez documentado el molino, remontamos el curso del torrente hasta llegar a la presa del molino y luego, subiendo por fragmentos de camino, llegamos a la pista que va a la casa de Junyent. Es una subida suave que se va metiendo dentro del valle. Los colores de otoño están en su punto y la temperatura es muy benigna; de hecho, hace más calor de lo que debería.


La pista hacia Junyent

Llegamos a la casa y mientras Pol saca fotos, miramos el paisaje a nuestro alrededor. Como sabrán mis lectores, no es la primera vez que venimos a Junyent y la habíamos visitado un par de veces antes de empezar el blog. La casa hace mucho que cayó al suelo pero el pajar aún aguanta. 


La casa de Junyent

Mirando hacia la Roca Foradada y el Coll d'Ardericó

“Siempre volvemos a Junyent”, digo a Pep, que asiente, absorto en una profunda meditación. Miro a mi alrededor con la satisfacción de haber cumplido todos los objetivos del día. “Bueno, ¿qué os parece si comemos y luego buscamos el camino de vuelta?”, propongo con brío. Pep mira brevemente el cielo, como si estuviera buscando las palabras más adecuadas para comunicarme una mala noticia. “Nos queda la casa de Castellsec y para eso, tenemos que subir al Coll de Llevat”, y señala vagamente hacia el oeste donde se ve el collado detrás de una subida de 200 metros de desnivel.



Subiendo hacia el Coll de Llevat

Entramos en el valle del Rec del Corb, ahora con las marcas de la Xarxa Lenta. Es un camino muy atractivo, entre las hayas. La mariposa del boj había devastado toda esta zona y las ramas desnudas permiten ver el perfil del terreno, que antes no se podía ver. Pero incluso ahora, en su estado pelado, se ven brotes verdes que empiezan a renacer. La vida siempre abre camino y eso es un consuelo. Por mucho destrozo que hagamos ahora, en 500.000 años todo volverá a estar precioso.

Llegamos al collado y ponemos rumbo al norte. Subimos al Roc del Corb y allí comemos. Durante el descanso, Pep explica a Pol que el nombre de Castellsec no se debe a la presencia de un castillo, y además se lo va a demostrar. Nos volvemos a poner en marcha. Ahora, son pequeñas subidas y bajadas pero con unos saltos de 3 ó 4 metros que hay que buscar la manera de sortear. “No ves cómo se va aplanando?”, me dice Carles, siempre optimista. Por fin, entramos en un camino que nos llevará por la cresta de modo apacible y amable.

Llegamos al pie de otro cerro, el que se llama Castellsec. Marcha un camino que desconocíamos hasta ahora hacia la derecha. Se produce un breve debate sobre si debemos seguir este camino. El camino también opina y me transmite un mensaje muy claro. “Ven conmigo, Steve”, me dice. “Te llevaré a la casa de Castellsec en un plis-plas y además verás cosas maravillosas y no te cansarás nada. Sígueme, no te arrepentirás”.

“El camino me ha hablado”, informo a los demás, “y me dice que lo sigamos y que además lo pasaremos muy bien”. Pero Pep no está convencido. “Subiremos el cerro. Es importante para la educación de Pol”. Siguen 100 metros penosos e inacabables de desnivel; hasta Carles, que nunca se queja, se queja.

Por fin, llegamos arriba. Pep gira hacia Pol. “Como ves, aquí no hay ningún castillo”. “Es para matarlo”, pienso. “Yo podría haberle dicho lo mismo sin subir ni un metro”. Mientras recuperamos fuerzas, contemplamos las vistas, que son espectaculares. 


La vista hacia el este desde la cima de Castellsec, con los Rasos de Tubau

Después, bajamos por la cresta hacia el este y, tras unos 150 metros de desnivel, llegamos a la casa, protegida del viento del norte por una pared natural de roca. Una generación o dos habría vivido aquí en la más absoluta miseria, viendo los pobres campos que la rodean.


La casa de Castellsec

Flanqueamos hacia el noroeste por una pista forestal, hasta llegar al lomo que nos llevará directamente al Coll de Pellicers, con un descenso de unos 200 metros. Si la subida a Castellsec fue inacabable, también lo es el descenso al collado, poniendo duramente a prueba mis rodillas sexagenarias.

Por fin, llegamos a la pista del camí ral y volvemos al monasterio. Estoy muy cansado. Tardé dos días enteros en sentirme más o menos normal. La educación de Pol está resultando muy dura.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,5 km; 720 metros de desnivel acumulado.

No hay comentarios: