Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 4 de diciembre de 2022

25/11/2022 – El Bac de Montverdor

Al volver a casa de la salida a Muntanyetes, sucumbí a un resfriado raro, con afonía, tos, muchos mocos y debilidad muscular. A pesar de dar negativo en tres tests, sospecho que fue la nueva Covid omicron. Esa semana, Pep y Carles descubrieron el castillo del Puig, totalmente desconocido para la ciencia. Al saber la noticia, Pol se quejó amargamente en el WhatsApp del grupo de que guardaban lo mejor para cuando él ya no estuviera. “¿Qué esperabas?”, pensé desde mi lecho de convalecencia.

Hoy, amanece un día gris. El hombre del tiempo había advertido que vendría un frente atlántico durante el día que traería un poco de lluvia. Aparcamos delante del área recreativa de La Pineda, en la carretera de La Pobla a Sant Jaume de Frontanyà. Pep me señala el cerro sobre el cual encontraron los restos del castillo. “Había muchas casas al lado del río. A ver si encontramos alguna antes de subir a los otros picos alrededor”.


El castillo del Puig está en la cima de este cerro

Miro con desánimo el pequeño anillo de cerros que nos rodea. Nos espera una salida de subidas y bajadas sin sentido y sin resultados. Entramos en un prado muy amplio y caminamos paralelos al río, Carles más arriba, cerca de la carretera, Pep en el límite con el prado y yo, entre medio, donde la vegetación es más espesa. De repente, veo unas piedras que hacen una esquina. Pep viene a inspeccionar. Es una casa medieval, posiblemente una que se llamaba Baladosa en la documentación. Es evidente que mi descubrimiento le ha sorprendido, ya que siempre es Carles que lo descubre todo.

Caminamos un poco más pero no aparecen más casas. Cruzamos el río y pasamos por las ruinas del Hostal de l’Argelaga, a pie del camí ral. A partir de aquí, iniciamos un ascenso hasta llegar al pico entre el Cap de la Questió (toponimia del Alpina), donde está el castillo, y la carretera de La Pobla a Campdevanol. Aquí no hay nada. Bajamos al Clot del Matxo Mort (también según la toponimia del Alpina) y giramos hacia el sur. Vamos cruzando fragmentos de caminos que forman un pequeño laberinto debajo de Montverdor y que algún día habría que aclarar, si nos da tiempo.

Mientras tanto, el cielo se ha despejado, sale el sol, pero al norte, se ven masas de nubes. Pep mira el teléfono: “La lluvia todavía no ha llegado a Andorra. Tenemos mucho tiempo”. Tras una subida ardua, llegamos arriba del Serrat de la Teulería (según el Alpina), al suroeste de Montverdor. Evidentemente, aquí tampoco hay nada, pero es un buen lugar para comer y paramos. Debajo se ve la Teuleria de Montverdor y tenemos largas vistas en todas las direcciones. Sería un buen lugar si no fuera por las nubes que se ven al noroeste. Pep vuelve a mirar al teléfono. “Empieza a entrar en Andorra. Podemos estar tranquilos”.


Mirando hacia Montverdor

Empiezo a comer mi bocadillo pero no puedo estar quieto. Me pongo de pie y empiezo a caminar agitadamente por el reducido espacio de la cima. Miro con inquietud a Pep. Todavía está comiendo el bocadillo con toda la calma del mundo, y sobre la rodilla derecha, esperando su turno, tiene una manzana. “Seguro que vendrá otra banda de lluvia desde el norte. Siempre pasa”, pienso. Carles, viendo con impotencia la parsimonia de Pep, saca un plátano. “Deberíamos darnos prisa”, digo a Pep. “Estamos en el punto más alejado del coche”. “Tenemos al menos una hora”, dice Pep, mientras saborea la manzana. “Relájate y disfruta del momento”. “¿Cómo voy a disfrutar del momento si mi instinto me está diciendo que nos tenemos que marchar?”, pienso.

Empiezan a caer gotas. “Ya sabes que solo caen cuatro gotas con los frentes atlánticos”, dice Pep, y vuelve a su manzana. No han pasado ni 30 segundos que de repente nos cae encima una cortina de granizo que ha venido directo del norte, tal como yo había presentido.

Guardo la electrónica y bajamos a toda prisa por los pinos, perseguidos por el granizo que rebota sobre nuestros anoraks. Entroncamos con el camí ral de Ripoll que viene desde Montverdor. Afortunadamente, cuando llegamos a los prados abajo, ya ha dejado de granizar y podemos vadear el Arija con la calma necesaria. En el coche, ya entrando en La Pobla, topamos con la lluvia que viene desde Andorra. Es torrencial.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,5 km; 370 metros de desnivel acumulado.

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