Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 4 de diciembre de 2022

11/11/2022 – Muntanyetes

Pol entra en el Mikado con una cara larga. “Os tengo que comunicar una mala noticia”, advierte. Ante nuestra consternación, continúa: “Tengo un empleo y ya no podré venir. Me han llamado para hacer una sustitución en una escuela en Tarragona”. “¿Pero no es lo que querías?”, pregunto sorprendido. “Pensaba que estabas deseando contribuir a la sociedad”. “Sí”, admite, “pero no tan pronto”.

“Bueno, en un mes o dos, volverás a estar en el paro”, dice Carles, intentando ser optimista. “¡Qué va!”, responde Pol, cada vez más desolado. “Si no me echan por mal profesor, tengo para el resto del año escolar”. Volvemos a mirar nuestros cafés con cara de circunstancias; eso de tener trabajo tan rápido es una mala suerte, sin duda.

Pep vuelve a centrar la atención en los objetivos de hoy: “Hoy vamos a Muntanyetes, también tenemos el molino de Solls, la casa medieval, la iglesia de Santa Eugènia y unas cuantas cosas más. No perdamos más tiempo”.

Aparcamos cerca de la pista que va a Sellers. Volverá a ser un día soleado con temperaturas suaves, pero de momento hace frío. Nos dirigimos al molino medieval de Solls, a pie de pista debajo de Sellers. En realidad, no queda nada excepto el dibujo de lo que podría haber sido la balsa del molino y los restos de un muro. De allí, cruzamos la carretera de Sant Jaume de Frontanyà y seguimos un camino transversal que nos lleva a la casa medieval al que Pep atribuye también el nombre de Solls: un cuadrado anónimo.

Para ir a Muntanyetes, Pep propone una ruta directa hacia el oeste, pasando el collado tras una subida con bastante pendiente. Propongo seguir la pista que pasa encima de Cal Font y que da la vuelta de la sierra. Tendrá una pendiente más suave y además vistas bonitas hacia el norte.

“Steve me ha convencido que tomemos la ruta más larga”, Pep proclama a los demás, y nos ponemos en marcha. La pendiente favorece la conversación, que Pep, Carles y Pol dedican a hablar de documentos, masos (casas), familias y linajes. Cinco metros detrás, me viene el recuerdo de estos tests en Internet para confirmar que eres un ser humano antes de acceder a una página web y que consisten en poner imágenes de medios de transporte y tienes que decir cuáles no son trenes. Pues entre los tres trenes que conversan en clave delante mío, yo soy el barco. Pero generosamente, Pep me dedica unos minutos para hablar del coche eléctrico que ha encargado.


Vista hacia el norte

Vamos dando la vuelta con la pista en un inmenso rodeo con la casa de Muntanyetes en el epicentro. Finalmente, tenemos la Cingle de les Baumes delante, por donde discurre el mítico camino del Pas de les Baumes.


La Cingle de les Baumes

Desde aquí subimos al Coll de la Creu d’en Soler y, aunque estamos en el municipio de Sant Jaume de Frontanyà y, para el estudio de Pol, no toca, Pep le muestra una casa medieval a tocar de la pista que sube al Coll desde la carretera. Esta casa la había descubierto yo al poco de tener los mapas, sin saber qué era, como tampoco lo sabía Pep, cuando se la mostré unos meses después. Pero ha llovido mucho entonces y ahora salta a la vista que es una casa.


El Coll de la Creu d'en Soler, mirando hacia el sur

Buscamos el camino medio borrado que nos lleva a la casa de Muntanyetes, interrumpidos brevemente por el hallazgo de una veta de fredolics, seguida de otra un poco más adelante. Pero finalmente, llegamos a la casa, donde comemos.


Muntanyetes

Iniciamos el largo descenso por los campos de Muntanyetes hacia la carretera, arrastrados irremediablemente por el rastro de las setas. En un momento de lucidez, Pep se para. Estamos yendo en la dirección equivocada y nos impone un giro de casi 180 grados para volver hacia la pista del Coll de la Creu d’en Soler. Luego giramos al sur para visitar unas losas que marcan una posible tumba neolítica y luego una casa medieval que también había descubierto yo en una salida solitaria, sin saber qué era. Cuando la vio unos meses después, Pep incluso llegó a insinuar que era un afloramiento rocoso natural, pero, donde antes todo eran dudas y misterios, hoy es certeza y luz.

Yo me estoy empezando a cansar. Hace tiempo que quería estar de vuelta ya en el coche. Pero el programa se tiene que cumplir a rajatabla y pasamos por la iglesia de Santa Eugènia y los restos del molino moderno, justo debajo de la carretera. Me siento cada vez más apático y ya no respondo con el mismo entusiasmo a los comentarios de los demás.

Suerte que solo quedan 200 metros para acabar el calvario. El día después, me levanto con síntomas de un resfriado extraño que me impide salir la semana siguiente, ya sin Pol, que se une llorando a las filas de la población activa.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,2 km; 400 metros de desnivel acumulado.

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