Hoy íbamos iniciar el plato fuerte del
nuevo proyecto de Pep y adentrarnos en el Cadí. Resulta que la Baronía de Pinós
había concedido al Ayuntamiento de Bagá los derechos de pastura de toda la
parte alta del Cadí, desde Tancalaporta hasta la Torre de Cadí. Hoy sólo queda
el enclave de Cortils. La idea de Pep era aparcar en el Collell y adentrarnos
en la parte oriental del Cadí pero el hombre del tiempo había predicho
tormentas y al acercarnos a Saldes, ya vemos algunas nubes que empiezan a
subir.
“¿Qué hago?”, dice Pep, implorando una
segunda opinión. La otra opción sería ir al Castell de Termes, en Gòsol. Hay
una pareja en Gòsol que se dedica desde hace tiempo a restaurar caminos y la
chica es escocesa y además arqueóloga. Le había hablado a Pep de unas
estructuras que habían encontrado por allí.
Estamos todos hechos un mar de dudas.
De momento, las nubes parecen inofensivas pero aquí, nunca se sabe. En media
hora, todo puede cambiar y que te pille una tormenta allí arriba es un mal
rollo tremendo. Llegamos al desvío al Mirador de Gresolet. Hay que tomar una
decisión; Pep para el coche y se inicia un intenso debate. Al final, la
decisión la tomo yo, quizás la persona menos autorizada: “Vamos a Gòsol y que
no se hable más”.
Aparcamos el coche en el Coll de Josa
y subimos hacia el noreste por un camino que nos lleva a la cresta. Por aquí pasa
una de las rutas del Parque, llamada la Ruta de la Mallarenga Petita (Ruta del
Carbonero Garrapinos en castellano) que sube desde la Font Terrers. Giramos a
la izquierda hasta una cresta rocosa y allá en la cara sur, hay dos estructuras
redondas de piedra seca. “Son modernos”, dice Pep. “¿Puestos de mortero?”,
aventuro. Y es que, después de la Guerra Civil, el pequeño núcleo de Cerneres
abajo era usado por el Maquis como refugio. Hubo un destacamento de la Guardia
Civil aquí para impedir que se establecieran y también una línea de trincheras
en el Tossal del Castell de Termes.
Una de las estructuras circulares
Con el Cadí delante, Pep sube a las
rocas, con su documento en la mano, para localizar topónimos. Desde el siglo
XVIII, todos han cambiado excepto la Costa Cabirolera. No será fácil.
Pep y Carles repasan topónimos del Cadí cerca del Tossal de Castell de Termes. Aquí se ve el gran pliegue de la Canal de Cristall de Josa (nombre antiguo: Comellar de Ramona) y, a la derecha, el pliegue menos evidente de la Canal del Moscard (nombre antiguo: Clot de Font Viva).
Una vista más clara de la Canal del Moscard
Y, más hacia el este, el Torrente de Cortils. Todos estos lugares, los iba a conocer de cerca 2 semanas después.
De vuelta en la Coll de Josa, vemos
que el cielo se va tapando pero encima nuestro, no es amenazador y Pep propone
adentrarnos en Els Cloterons. Es una cuesta de pinos y unas pistas bien feas
que, de entrada, no atrae mucho y el hecho es que a ninguno de los tres se nos
ha ocurrido entrar.
Un pino acribillado por el pájaro carpintero en Els Cloterons
Un campo de acónito azul ('tora' en catalán), tan bello como mortífero. ¿Qué olor tendrá para que los animales sepan que no lo tienen que comer?
Entramos por una pista y luego nos
desviamos por una pista de desembosque muy inhóspita y de pendiente fuerte pero
de repente vemos que marcha un camino auténtico y lo seguimos hasta la Font Ginebreda, donde volvemos a empalmar con la pista principal. Poco después,
paramos en la Roca del Millet para comer. Pep y Carles se asoman otra vez a la
cara norte para ver toda la sierra del Cadí desde otro ángulo.
Font Ginebreda
Bajo un cielo cada vez más amenazador,
Pep nos hace bajar por otra pista de desembosque hasta la línea de las Roques
del Mònec, pensando que podría haber un camino que sube desde Josa, pero no hay
rastro. Damos la vuelta. Ya se escuchan truenos en el Cadí y estamos en el
punto más alejado del coche. Deshacemos el camino hecho a toda velocidad pero
las nubes continúan hacia el este sin tocarnos.
La zona de Cortils, cada vez más tapada
Bajando en el coche hacia Guardiola,
vemos que en el Coll de Pal, donde estuvimos la semana pasada, está lloviendo
torrencialmente.
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