Llego al
Mikado y Pep está solo. Carles tiene un virus en la pancha, me dice, y no puede
alejarse más de 3 metros del cuarto de baño. Así que dejamos a Carles purgando
sus pecados y ponemos rumbo a Cal Griera, esta vez sí para liquidar mi colita
(ver Glosario).
Aparcamos el
coche en la pista de Hostalets y entramos en el camino, marcado como parte de
la Ruta de Picasso. Sin embargo, el camino tiene un aire demasiado moderno,
hecho por una máquina. Pep tiene referencias que el camino auténtico pasaba más
abajo e iba directo a Hostalets. Baja unos metros y lo encuentra; entronca con
el camino señalizado un poco más hacia Castellot. Lo seguimos hacia Hostalets;
está muy tapado, incluso borrado en algunos puntos donde ha habido hundimientos
de tierra pero conseguimos seguirlo hasta el empalme con el camí ral que
seguimos el otro día (ver la salida del 14/2/2014) y cruzamos una vez más el
pequeño puente de hormigón.
Mientras
veníamos en el coche, le había hablado a Pep del camino de Fígols descrito por
C.A. Torras, que pasaba por el Molí de Bosoms. El camino señalizado que sale de
la pista de Hostalets para llegar al molino siempre me había parecido poco
consistente y sospechábamos de la misma máquina que había “arreglado” otros
tramos de esta larga ruta que va desde Guardiola hasta la Foradada.
Subimos la
ribera izquierda del río de Vallcebre y al poco rato entramos en campos y,
cruzándolos hacia el norte y a la altura del Molí de Bosoms en la otra orilla
del río, vemos una doble hilera de piedras, signo inequívoco de un camino
importante. Lo seguimos hasta el empalme con la Ruta de Picasso, cerca de Cal
Coix.
El camino de Fígols
Ya van dos
caminos aclarados, dice Pep, satisfecho. Volvemos por la misma pista de
Hostalets hasta el mismo camino señalizado que empezamos esta mañana y esta vez
lo seguimos hasta Castellot. Es un camino muy atractivo y, pasado el tramo
abierto con máquina, su categoría es indudable.
Dejamos la
casa de Castellot a la izquierda. Está habitada pero todavía conserva el aire
de las casas de antes. Y detrás, una roca imponente donde, dice Pep, estaba el
castillo. Otro camino pendiente es el camino que pasa por Castellot desde el
Collet. En la salida del 14/2/2014, encontramos el arranque que queda cortado
al poco rato por la carretera pero ahora queríamos intentar seguirlo desde
Castellot.
La extraña roca detrás de Cal Castellot
Hay otro
tema: Fernande
Olivier, la amiga de Picasso que le acompañó en aquel viaje, hace una
descripción muy gráfica en sus memorias: “Para llegar había que viajar durante
varias horas encima de una mula, por caminos rodeados, por un lado, por una
pared vertical de roca que dejaba hechas trizas manos y rodillas, mientras al
otro lado, un gran precipicio nos obligaba a cerrar los ojos para no caer
víctimas del vértigo”.
El camí ral
desde el Collet tiene algunos puntos un poco aéreos, o al menos eso es lo que
pensaba C.A. Torras, pero no llega a los extremos que describe Fernande. “Y si,
en vez de venir por el camí ral, ella venía por el camino más abajo, de
Castellot”, musitamos. Sería más rápido y evitaría la subida inicial pero
también debía ser más estrecho y más colgado sobre el precipicio.
Bajamos
hacia el noreste por la pista señalizada pero, tras unos 200 metros, Pep ve un
camino muy tenue que marcha de llano. Lo seguimos. Es el camino del Collet, sin
ninguna duda, pero horriblemente tapado. Y encajaría mejor con la descripción
de Fernande. Lo seguimos durante medio kilómetro, hasta que las rocas tiradas
al hacer la carretera encima nos impiden continuar.
Damos la
vuelta. “Ya van tres”, dice Pep. Volvemos a la pista señalizada, anotando la
bocamina tapiada de la Mina de Castellot.
Hay otro
tema: Puesto que Pep no tenía a nadie más con quien hablar en el trayecto en
coche, también le había contado que el mapa del Alpina marcaba un edificio llamado
El Molinot debajo de Castellot. Resulta que Pep tiene referencias del molino de
Mas de Pei y probablemente, serían dos nombres para la misma cosa. Además, en
una salida anterior, él había visto unos agujeros cuadrados excavados en la
roca para hacer la presa. Bajamos hasta el río Saldes, con aguas cristalinas.
Resulta que donde está marcado el Molinot en el mapa en realidad corresponde a
los agujeros. El molino tiene que estar aguas abajo. Encontramos la posible
balsa pero del edificio, ni rastro. “¿Se lo llevó la riada de 1982?”,
especulamos.
El último tramo del río de Vallcebre, ante de entrar en el río de Saldes
Vamos
liquidando misterios históricos a un ritmo vertiginoso pero aún no habíamos
acabado. Carles había pasado a Pep un mapa de la época carlista que había
encontrado en Internet. Allí se ve un camino que bordea la ribera derecha del
río de Saldes, sube por el flanco norte de la Roca de Griera y luego continúa
por la misma ribera, pero a más altura.
Bajamos al
río de Vallcebre y lo cruzamos. Aquí hay un camino ya conocido que va al Camp
del Cep en Gisclareny. Y una cresta estrecha que sube hasta la pista que se
abrió con dinamita desde Hostalets. Sospechamos que antes, la gente de
Hostalets y alrededor tenían que bajar hasta aquí si querían dar la vuelta de
la Roca de Griera. Pero en la cresta no encontramos el camino. Yo ya estoy
cansado y vuelvo al río de Vallcebre a descansar y comer. Al cabo de un rato,
Pep viene. Encontró un camino muy tapado que subía en diagonal y finalmente
empalmaba con la pista pero ya en la cara norte. En salidas anteriores,
habíamos encontrado restos de camino que había dejado esa larga pista.
Aquí la cresta de la Roca de Griera. El camino del mapa carlista sube detrás de la cresta. A la izquierda, se ve la pista de Hostalets, y al fondo, el Cadí
Después de
comer y disfrutar un rato del sol y del sonido del agua, volvemos a subir y
ponemos rumbo al coche.
Con eso, damos por concluida la salida de
hoy. 8,3 km; 275 metros de desnivel acumulado.
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