Querido lector, ¡cuántas
cosas han pasado desde la última vez que salimos! Patum, viajes, mal tiempo,
gripes. Pero hoy por fin parece que podremos salir. Advierto a Pep que ni yo ni
Carles nos sentimos en buenas condiciones físicas para enfrentarnos a los
escarpados caminos de Picancel, después de todo lo que ha pasado. "Iremos
a donde tú digas", me había dicho magnánimamente por teléfono dos días
antes. "Luego lo hablamos en el Mikado".
Una vez en el Mikado, Pep
nos dice que arriba todavía hay mucha nieve y más vale continuar con el
Picancel, como no hace mucho calor, y concretamente el camino de Sant Miquel
pasando por la Casa del Bosc. Miro a Pep estupefacto pero como Carles tampoco
protesta, pienso que igual sí será buen momento para ponerme a prueba.
Henos por enésima vez en
el Pont del Climent. Pero en vez de ir directamente al Portell de l'Ovellar,
Pep propone ir a la Casa del Bosc por el camino al Coll del Biel; sospecha que
el Portell de l'Ovellar es una creación relativamente reciente y cree que el
camino tradicional pasaba por el Coll.
Una vez pasado el puente,
tomamos un camino poco marcado que sube en diagonal hasta el Coll del Biel.
Desde aquí, se ve un profundo valle creado por el Rec del Coll del Tell y, al
otro lado, un llano intermedio donde en otros tiempos se habría visto el tejado
de la Casa del Bosc.
Bajamos al fondo del
valle, cruzamos el torrente y tras algunas dudas, encontramos el camino que
sube a la casa. Visible, sólo queda una cisterna rectangular de agua cortada en
la roca. Hay algunas piedras de la casa escondidas en la vegetación al lado.
La pequeña cisterna de la Casa del Bosc. Las paredes de la casa están escondidas en la vegetación atrás.
La primera vez que hice
esta ruta fue una excursión de verano al Serrat de Migdia hace casi 20 años,
con mi esposa y mi hijo, todavía niño. Recuerdo el calor, lo empinado del
camino y las quejas justificadas de mi familia. Ahora, con la madurez, entiendo
que todo es cuestión de dosificarse, disfrutar de los tramos planos o de poca
pendiente, acometer las subidas con la velocidad adecuada y saber leer el
entorno.
Camino a la Cingle de la Por
Muerte de un gigante. Lo que queda del haya monumental en la Cingle de la Por.
Pero al situarnos en la
hondonada debajo de la pared, vemos que algo ha cambiado desde la última vez
que estuvimos aquí. La última subida ya no se ve tenebrosa sino perfectamente
iluminada por la luz del día y hay un caos de ramas y troncos cortados con
sierra. Un camino ha sido abierto entre los restos de árboles; la gran haya
habrá caído en una de las tormentas de esta primavera y arrastrado con ella el
resto de los árboles. "La Cingle de la Por ja no fa por", pienso a
modo de obituario.
Llegamos al pie de la
roca. El cielo se ha ido nublando y para evitar problemas mayores, Pep declara
que es el momento de dar la vuelta. Propone comer en la Casa del Bosc. Para
gran sorpresa mía, he subido sin grandes dificultades pero Carles aún acusa los
efectos del virus y cuando llegamos otra vez a la Casa del Bosc, con el
descenso al Portell de l'Ovellar a la vista, confiesa que se siente agotado.
Come su bocadillo en silencio, sin duda pensando en el retorno a casa, donde le
esperan una cama con sábanas limpias, un té reconfortante y un par de aspirinas.
Pero a Pep todavía le queda un lugar por visitar: una cueva detrás de la casa. Con
una paciencia encomiable por parte de Carles, ponemos rumbo al norte por los
antiguos campos de la casa, invadidos por el bosque. Seguimos un camino
prácticamente borrado hasta llegar a un pequeño hueco en la roca utilizado por
el carbonero y con la tierra todavía negra de donde hizo fuego hará quizás unos
70 años. Empalmamos con otro camino que bajaba de las carboneras en el Racó del
Pic de Perris y luego con el camino señalizado que baja del Coll de Tell.
División de caminos. A la izquierda, al Coll de Tell. A la derecha, a la Casa del Bosc.
Comienzan a caer gotas de
lluvia pero, ahora sí, nos encaminamos hacia el Portell de l'Ovellar, una
brecha abierta en la roca que crea una ruta casi en línea recta con el
Monasterio de la Portella.
La entrada en el Portell de l'Ovellar desde el sur
Y desde el norte
Pep muestra la forma semicircular del barreno taladrado en la roca para poner la dinamita. "Aquí está la prueba irrefutable. Este camino se abrió con explosivos y antes las rutas eran otras", sentencia. "Dilo en tu blog". Del dicho al hecho.
Con eso, damos por
concluida la salida de hoy. 5,25
km ; 550
metros de desnivel acumulado.
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