Hoy cambiaremos
de zona pero no iremos muy lejos, ya que nos mantendremos dentro del municipio
de Sant Jaume de Frontanyà. Concretamente, volveremos a la casa de Vila-rasa,
al este del núcleo del pueblo.
Aparcamos en
el parking del pueblo y cruzamos la carretera, mirando cuidadosamente a cada
lado (con el tráfico que hay …) y, dejando Casa Blanca a la derecha, bajamos por
un pequeño camino que desemboca en la pista que va a Vila-rasa. Sin embargo, en
vez de seguir la pista, Pep quiere buscar un camino que siga una trayectoria
más directa. Acabamos subiendo demasiado hacia el norte y ya estamos llegando a
Cal Cintet cuando Pep decide finalmente girar hacia el sur.
Carles, que
hace de explorador unos 50 metros por delante nuestro, ve las ruinas de una
casa. “¿Será una casa que no conocemos?”, se pregunta Pep. “Si hay una pista
detrás, es Cal Crispi”, contesto. “No puede ser”, afirma Pep. “Esa casa está
más hacia el oeste”. Cuando tenemos la casa delante, vemos que a unos 200
metros de distancia, hay la pista de Vila-rasa y, efectivamente, es Cal Crispi.
Sigue una breve discusión sobre la falta de infalibilidad de Pep.
Seguimos los
restos de un antiguo camino que baja hasta la pista. Podríamos haber seguido
recto por la pista y acabaríamos llegando a Vila-rasa pero ahora Pep nos
propone buscar otro camino debajo de Cal Cintet que encontramos el otoño pasado
pero no pudimos seguir porque estaban cortando en el bosque. Giramos por otra
pista que sube hacia el norte pero subimos demasiado, pasamos el camino de
largo y cuando nos damos cuenta, casi estamos en la pista de Cal Cintet a Les
Planes.
Hacemos un
flanqueo hasta el Coll de Pal, bajo Els Prats, y bajamos por otra pista. De
repente, en una abertura en la línea de árboles, vemos la casa de Vila-rasa muy
abajo, a la derecha, y bajamos pasando por la antigua mina de lignito.
Durante los
años 40, se hicieron prospecciones en distintos puntos de la comarca en busca
de yacimientos nuevos de carbón e incluso se abrió alguna mina. Su producción
siempre fue marginal y su finalidad principal fue librar a los jóvenes de los
pueblos de ser llamados a filas. En plena autarquía, la minería se consideraba
un sector estratégico y se aceptaba trabajar en las minas como sustitutivo del
servicio militar. La mina de Vila-rasa fue explotada con más o menos intensidad
durante una existencia efímera.
Llegamos a
la casa. Con solo los restos de su estructura central en pie, parece un
castillo del que solo ha sobrevivido una parte de la torre de homenaje, pero es
una casa. Pep y Carles la inspeccionan con esmero pero es imposible decir si
tiene un origen más antiguo. Lo que se ve actualmente es del siglo XVII, como
mucho.
Aquí
decidimos comer, en medio de una soledad inmensa, con las ruinas de la casa-que-parece-un-castillo
delante. Mirando mis mapas, vemos que tengo un arranque de camino más hacia el
sur que que parece ser el camino al Molino del Quirze y
decidimos seguirlo en la ruta de vuelta a Sant Jaume de Frontanyà.
Efectivamente,
lleva al molino, que dejamos a nuestra izquierda. Todavía está en buen estado y
es habitada, al menos de vez en cuando. Llegamos a un poste indicador que indica
Sant Jaume de Frontanyà en una dirección y el Molino de Moreta en la otra. Sin
embargo, hacia el norte, nos deja en la pista delante de la casa de Cal Crispi,
lejos del núcleo del pueblo, y Pep empieza a cuestionar que sea el camino de
Sant Jaume. Tampoco le parece acertado, desde el punto de vista histórico
aunque justificado desde el punto de vista excursionista y turístico, llamarlo
el camino del Molino de Moreta. “A mí me parece el camino de Ripoll”, afirma
ambiciosamente.
Sea como
sea, seguimos la pista en su largo rodeo hacia Sant Jaume de Frontanyà y
estamos casi en Casa Blanca cuando Pep pide los mapas a Carles. Últimamente,
Carles es el porteador de los mapas. En realidad, los mapas son míos pero los
cedo a él para no llevar tanto trasto. Solo hay un pequeño problema, y es que
Carles no sabe orientarse con un mapa y cuando Pep o yo decidimos consultar los
mapas, es demasiado tarde.
Este es el
caso de hoy. Pep está convencido de que tiene que haber un camino más directo
al molino (y a Ripoll) y, mirando mi mapa, vemos que yo había trazado en lápiz
la trayectoria de un camino de la Minuta Municipal de los años 20 que va
directamente de Casa Blanca al molino. Incluso tenía un tramo marcado en rojo,
como si lo hubiera hecho físicamente, pero si lo hice, no me ha quedado ningún
recuerdo. Pep es partidario de deshacer el largo camino hecho hasta el molino
pero le convenzo para que haga un flanqueo hacia el sur ya que así cruzaremos
el trazado del camino que tengo en lápiz.
Así hacemos
y vemos signos sospechosos. Bajamos por una línea de postes hasta llegar al
molino otra vez y luego recorrimos en el sentido inverso, marcando bien la
trayectoria del camino, que ahora es clara. Así llegamos a Casa Blanca. Dejamos
para otro día la decisión de si realmente es aconsejable dejar los mapas en
manos de Carles. La casa ha puesto un cartel anunciando habitaciones, menú
diario y de fin de semana. “Un día habrá que probarlo”, pienso. Además, como la
Fonda de Cal Marxandó está cerrada por jubilación y el antiguo hostal hace
muchos años que es una casa particular, tienen todo el mercado para ellos
solos.
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Descansamos
en la pequeña plaza al lado de la iglesia, donde hay una rueda de molino que
hace de fuente, unos bancos y un viejo fresno. “Tú que eres el más espiritual
de nosotros, ¿por qué no te conectas con el árbol, a ver qué te dice sobre la
historia de este lugar?”, me propone Pep. Me apoyo contra el árbol y lo escucho
durante un par de minutos. “¿Qué te ha dicho?”, me pregunta cuando vuelvo al
banco. “Me ha dicho que uno de nosotros es un impostor”, contesto.
Segmento del antiguo mapa del Ejército. Se ve el camino que baja al Molino de Quirze desde Sant Jaume de Frontanyà y el camino de Vila-rasa, hoy pista forestal
La imponente iglesia de Sant Jaume de Frontanyà
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