Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 11 de marzo de 2020

21-2-2020 – La Paiola

Hoy Pep quiere ir un poco más al sur. Ya en tierras de Montclús, hay las ruinas de una casa que se llamaba La Paiola. Por un lado, Pep sospecha que la casa tiene un origen medieval y, por otro lado, quedan bastantes interrogantes respecto a los caminos que conectaban las distintas casas y el paso a Sant Jaume de Frontanyà.

El problema es la aproximación. Inicialmente, Pep se inclina dejar el coche en Sant Jaume de Frontanyà y pasar por el Coll de la Creu de Melosa, pero le hago ver que es mucho más fácil llegar desde Sellers y al final Pep accede, a pesar de su juramento de no volver nunca más a esa casa.

Aparcamos en el mismo sitio de siempre y empezamos a caminar por la pista que va desde Sellers a la pista de Montclús, pero esta vez, en el cruce, seguimos rectos hacia el sur por una pista más precaria y acabamos subiendo a un collado que haría de límite entre los terrenos de La Qüestió y La Paiola. Aquí, hace mucho tiempo, Pep y Carles habían visto un camino que entraba en el hayedo y tenían la esperanza de que pudiera ofrecer información sobre las comunicaciones hacia Sant Jaume de Frontanyà.

El camino empieza muy prometedor y va ganando altura poco a poco. En un barranco, vemos la primera carbonera y luego otros caminos que salían en distintas direcciones, incluyendo hacia abajo, hacia La Paiola. Pero una vez abandonada la zona de carboneras, los caminos pierden categoría rápidamente, se vuelven mucho más empinados y se acaban difuminando para convertirse en caminos de ciervos.

Este camino tan prometedor acabaría muriendo en un grupo de carboneras

La vista desde arriba, con Puigmal al fondo

Después de subir una cuesta ingrata y luego bajarla por enésima vez, Carles comparte un momento de lucidez con nosotros: “Esto es de friquis. Nadie normal hace esto”. Pep y yo asentimos. Nadie normal hace esto y la prueba es que, tras tantos años, seguimos siendo solo nosotros tres.

Al final, solo nos queda seguir el camino de bajada a La Paiola. Nos lleva directamente a una pista y de allí a la casa. Seguramente, la pista se hizo sobre el camino. Hace sol y la temperatura es suave. Decidimos comer aquí, sentados sobre el muro de la era. Pep y Carles hacen una inspección de la casa pero no hay ningún rastro de nada que pudiera ser medieval. Intento imaginar cuando había gente viviendo aquí y trabajando la tierra. ¿Nos dejarían sentarnos sobre su muro para comer nuestros bocadillos? Imposible saberlo. Nuestro primer mentor, Cesar August Torras, como buen burgués, siempre describía las casas de payès desde la distancia.

Lo que queda de La Paiola

Después de comer, miramos algunos esbozos de camino que tenía marcados en mi mapa, pero todos se acaban muriendo en el bosque o en campos abandonados. Decidimos que es hora de volver a casa. Bajamos a la pista principal que recorre todo el valle, desde La Qüestió hasta Ardericó. Pep se desvía para mostrarme el camino antiguo a Montclús, que discurre paralelo a la pista y acaba perdiéndose en el bosque también. Recuperamos la pista y llegamos sin novedad al coche.


 Las casas de Montclús, en la cara soleada


Y la casa-refugio de Ardericó, mucho más lejos

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8 km; 440 metros de desnivel acumulado.

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