Con dos castillos ya localizados, Pep
decide que es hora de ir por el tercero, el castillo de Meranges. Cada tantos
años, habíamos venido aquí, intentando buscar infructuosamente un castillo que
se menciona con insistencia en los documentos antiguos.
En la larga pista forestal que sube
hasta la finca de Meranges, vemos que han estado trabajando en el bosque pero,
de momento, sin abrir pistas nuevas. Aparcamos
cerca de la casa. La niebla sube desde el valle abajo mientras miramos
alrededor nuestro. ¿Tantos campos para una sola casa?, nos preguntamos.
Mirando hacia el oeste, con la casa de Meranges en el primer plano
Y hacia el sur
En salidas anteriores, habíamos
encontrado la Portella de Baix y de Dalt (que van a Sant Vicents y la zona de
Ca la Beneta, respectivamente), las Rovires Negres, el camino a Castellar de
N’Hug y los caminos hacia el sur, a las casas de Bruc y Puig.
Subimos a la casa. Está rehecha, no
queda rastro de nada antiguo y además, está cerrada y es imposible saber qué
hay en su interior. Un poco hacia el este, sobre una pequeña elevación, hay una
cisterna circular de hormigón. Sería un emplazamiento perfecto pero no hay ni
una sola piedra que dé cualquier indicio de algo medieval.
Mirando hacia las rocas detrás, veo un
camino que marcha hacia el este y que no nos consta pero Pep primero quiere ir
hacia el norte, buscando caminos que suban a la cresta del Serrat de Meranges
por si uno de ellos fuera el camino del castillo.
Subimos un camino que muere en una
carbonera. Sigue un flanqueo precario buscando un castillo imposible. Un
quebrantahuesos patrulla las rocas, acompañado por un par de buitres y chovas.
Volvemos al camino que yo había visto esta mañana. Va cruzando zonas de cultivo
perdidas en el bosque, finalmente muriendo en una cuesta.
Flanqueamos hasta llegar al camí ral a
Castellar de n’Hug, que pasa por la Collada de les Rovires. Es un camino que ha
sido empedrado en algunos tramos y ahora forma parte de la Xarxa Lenta.
Tramo empedrado del camí ral a Castellar de n'Hug
Llegamos a una zona más llana que ha sido cultivado, cerca de la Serra de Seró, y dejamos el camino, subiendo por los bancales. Está todo muy verde.
Entrando en la zona de cultivo
En el límite superior de los campos,
parece haber un camino. Nos dividimos: Pep y Carles suben directamente hacia la
cresta mientras mi papel es seguir el camino hacia el noroeste para hacer el
track en el GPS. Al final, el camino se pierde en una zona sin vegetación.
Empiezan a caer gotas. Se avecina un chubasco con un cielo amenazador, y yo
aquí, solo, subiendo esta cuesta desolada.
Finalmente llego arriba. Se ve el
pueblo de Castellar de n’Hug y detrás, Puigllançada bajo una cortina de lluvia.
Nos encontramos nuevamente en la cresta y bajamos hasta un pequeño collado, con
una cuesta que desciende hacia el sur, con claros signos de haber sido
cultivado. Un poco más al norte, un cerro en cuya cima ondea una bandera
catalana. ¿Estará allí el castillo?, se pregunta Pep, absorto en su obsesión
personal.
La zona cultivada donde comimos
Decidimos almorzar en los prados
formados por los antiguos campos. Sale el sol y todo el ambiente cambia. Propongo
que sigamos bajando por los campos, a ver si hay una salida. La cuesta se va
estrechando como un embudo y parece abocada al precipicio, pero al final de
todo, en una de las puntas, vemos un camino, con peldaños cortados en la roca,
que nos lleva por el único paso posible entre dos precipicios, e iniciamos la
bajada hacia la casa de Meranges.
Iniciamos la bajada con precipicios a ambos lados
Tras un largo descenso, empalmamos con
el mismo camino que vi esta mañana. Desde abajo, es imposible saber que aquí
empieza un camino que sube a estos campos colgados entre las rocas.
Con eso,
damos por concluida la salida de hoy. 6,9 km; 485 metros de desnivel acumulado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario